En un fondo nuboso se retrata la figura de un hombre de sentado, barbado, de cabellera larga y con su halo de santidad que va ataviado con túnica verde y manto rojo. En la mano derecha empuña una pluma mientras que en la izquierda lleva un libro abierto, el evangelio que escribió. A su costado se rencuentra el buey del tetramorfos evangélico en cuyo cuerno se sostiene un tintero.
El Tetramorfos, iconográficamente, es un tema muy repetido. Está basado en el texto del Apocalipsis de san Juan. La visión de estos cuatro seres tiene sus antecedentes en el Antiguo Testamento, concretamente en las visiones de Ezequiel y de Daniel.
Las representaciones de estos seres no presentan ninguna novedad, tienen sus orígenes en el arte del Asia Occidental incluso muchos autores no vacilan en identificar a los cortejos de animales que aparecen en las grutas prehistóricas como un origen de los animales bíblicos.
El Tetramorfos responde al principio de "Cuaternidad" unido a la idea de un orden en el espacio; así, en el Tetramorfos cristiano vemos una perfecta correspondencia entre los símbolos de los Evangelistas.
San Lucas está identificado con el toro o buey porque su Evangelio comienza con el sacrificio ofrecido por Zacarías.