El joven santo de la orden de la Compañía de Jesús aparece representado con la sotana negra, sobre la que lleva el sobrepelliz blanco. Entre las manos sostiene el crucifijo. La canonización de Luis Gonzaga se verificó en el siglo XVIII y tuvo gran difusión por el impulso que le dieron los jesuitas entre sus estudiantes, de los cuales es patrono. La imagen respeta un formulismo eficiente, quizás más atractivo si no estuviera tan repintada.