Otra de las grandes devociones mexicanas. El santo dominico peruano tiene el hábito de la orden, la escoba en una mano y un asombroso color negro en la piel. Quizás tan negro como la capa del hábito. Ninguna expresión puede adivinarse en la cara o en la mirada: ve al frente y no se mueve un solo músculo que le pudiera dar una cierta expresividad.