San Miguel está parado con una espada en la mano y un yelmo hecho con papel dorado sobre el que se colocaron plumas de colores. Con la otra mano sostiene una lanza que está clavando en el demonio que se encuentra a sus pies y que pisa con una bota de gran tamaño. De algún modo se ha intentado reproducir en tela la vestimenta tradicional del arcángel, por lo menos desde el siglo XIV.