En esta pequeña pintura, san Miguel aparece en el centro de la composición. Está sentado sobre un trono de nubes, rodeado por otros ángeles. Como príncipe guerrero, está ataviado con traje de soldado, según la tradición. Lleva yelmo con plumas, escudo y cruz. Los demás ángeles parecen rendirle pleitesía, como príncipe de las milicias celestiales. Llena de color y movimiento es un claro ejemplo de pintura devocional de mediados del siglo XVIII.