El santo está vestido con el hábito de la orden agustina, inconfundible por las anchas mangas y el cinturón negro. Este agustino tiene además, dibujadas entre las flores de su hábito, unas pequeñas estrellas, características de Nicolás Tolentino. A pesar de la enorme carga de idealización de la imagen, sigue algunas de las líneas tradicionales, es un hombre joven, sin barba, de mentón enérgico. Una de las manos, la derecha, puede haber llevado en algún momento un plato con una perdiz, uno de los atributos más comunes del santo. La escultura es de muy buena calidad, la cabeza se inclina en sentido contrario al resto del cuerpo y esto le da mayor fuerza al movimiento. La cabeza y las manos son de muy buena talla.