Al humilde franciscano que la tradición ha hecho patrono de los cocineros, se lo representa con el hábito de la orden. Ningún otro atributo lo acompaña y solamente es identificable por la inscripción de la base. La cabeza es la de un hombre joven con la mirada hacia el cielo en actitud de contemplación, gesto que acompañan las manos en oración.