El anciano está de pie, de perfil, con la cabeza en movimiento de tres cuartos. En la mano derecha sostiene un libro y con la izquierda se apoya en una sierra. Este instrumento está relacionado con una de las versiones sobre su martirio, según la cual su cuerpo fue cortado en dos. La colocación de la figura en el cuadro no es tan feliz como el resto, pues en los demás, la posición frontal se impone más sobre el espectador y sobre el plano. Detrás se ve una escena de apostolado. En este caso, es llamativa la relación formal -que no plástica- con la pintura de Juan Correa y por lo tanto con el grabado que sirvió de fuente común para las dos obras.