En el siglo XVIII, al resurgir la devoción a Santa Ana, gustan representarla como Maestra de María. El tema iconográfico no es nuevo, pero los artistas lo repiten hasta la saciedad, sobre todo por el enorme predicamento de las Academias, que postulaban insistentemente la difusión de la ciencia y la cultura. Así, la Virgen Niña, aprendiendo a leer, amén de santificar la enseñanza y el aprendizaje, se constituye en un modelo para la sociedad del momento.
El antecedente de esta pintura es una obra de Rubens, difundida mediante grabados.
La presencia del Espiritu Santo en esta pintura se justifica, por la insistencia de los tratadistas, en atribuir la ilustración de la Virgen a la acción divina, más que a los hombres.
Observaciones del bien mueble
Se localiza clavada sobre el muro del fondo de la alacena.