El santo aparece de pie en medio de la composición. Su figura es de gran tamaño y ocupa casi la totalidad vertical de la tela. El fondo tiene una mínima indicación de paisaje, pero la mayor parte es un cielo claro contra el cual se recorta el hábito negro y blanco del dominico. Santo Domingo lleva el libro de la regla en una mano, junto con la azucena de la pureza. a sus pies, se ve un perro con una tea encendida en la boca. El fuego sube y mantiene al globo del mundo en el aire, como flotando. Toda esta simbología está relacionada con la actividad básica de la orden dominica: la predicación, por medio de la cual van a incendiar al mundo con el ardor de la fe. El rostro es dulzón, de mejillas sonrosadas y nariz pequeña. Las manos suaves, casi femeninas, tiene dedos largos y finos.