El cuadro representa a Santo Domingo arrodillado ante la Virgen y el niño, a quien ofrece una vara de azucenas. Viste el hábito blanco y negro de la orden. Su mano izquierda la coloca sobre las rodillas de la Virgen, la cual a su vez lo abraza con su brazo izquierdo, mientras con la derecha sostiene al niño que está sentado en sus piernas.
Ella viste túnica y manto azul, tiene corona en su cabeza y un resplandor. El niño está desnudo y sólo una parte de sus piernas, apenas las cubre el manto de la Virgen. Al lado derecho de la Virgen se asoman, entre nubes, cuatro querubines y, al otro lado, se ve un grupo de tres querubines más.