Compuesto por un orificio rectangular en la pared, cuyo eje está realizado en hierro forjado y dividido por paneles de madera que lo dividen y permiten girar, pudiendo pasar pequeños objetos de un lado a otro de la pared del coro. La vida que se desarrollaba dentro del convento exigía cierta comunicación con el exterior, que era indispensable y no quebrantara la clausura. Esta comunicación se tenía por medio de una puerta reglar para que entrasen personas y bultos grandes, un torno para lo pequeño, un locutorio con doble reja de hierro y un paño negro intermedio para que las monjas hablasen con sus familias y amistades. Con la iglesia había dos comunicaciones: el coro alto con sus dobles rejas, su lienzo negro y sus puertas de madera por dentro; el coro bajo también con sus rejas y una ventanilla, la cratícula para que por ella recibiesen la comunión.