Virgen apocalíptica

Descripción del bien mueble

La figura de la mujer apocalíptica, hasta el siglo XVII, se identificaba con la imagen de la Iglesia Triunfante, aunque ya San Bernardo desde el siglo XII, también la había relacionado con María triunfante sobre el pecado original. Los detalles que San Juan evangelista había descrito sobre su visión en el capítulo 12 del Apocalipsis se combinaron con el tipo de la Tota Pulcra conocida, quedando así unida conceptualmente la una con la otra, es decir, la Virgen apocalíptica se entiende como una imagen de María Inmaculada.
Al centro de la composición se observa una mujer alada que se encuentra de pie sobre el globo del mundo que le sirve de peana. La Virgen trae en sus brazos a Cristo niño y con un movimiento lo eleva hacia el cielo al tiempo que lo protege del dragón heptacéfalo que la asecha desde el lado izquierdo del lienzo. María Inmaculada vence al monstruo y lo somete con uno de sus pies en esta batalla escatológica librada ab initio, en la cual queda manifiesta la perpetua enemistad entre ella y el demonio.
Esta representación visual proviene en su totalidad del texto bíblico escrito por san Juan evangelista, quien en otras representaciones similares a ésta, se mira retratado en la isla de Patmos (en un segundo plano de la composición, del lado derecho del cuadro). En esta imagen quedan sintetizados varios pasajes del Libro de las Revelaciones:
"Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con dolores del parto y con el momento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipito sobre la tierra" Ap. 12, 1-4.
"Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón. Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos del Dragón, donde tiene que ser alimentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Entonces el dragón vomitó de sus fauces como un río de agua detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las fauces del Dragón". Ap. 12, 13-17.