La imagen de María en su advocación de Guadalupe está considerada como un verdadero ícono, por lo tanto, sus representaciones raramente se distancian del modelo original. Se trata de la figura de una mujer núbil de cabello largo ataviada con manto encarnado con detalles florales, ceñida por un cíngulo que representa su estado de preñez. Va cubierta con un manto azul-verdoso estrellado. Las manos las lleva juntas en oración hacia su pecho. La rodilla izquierda ve levemente flexionada. La figura de la mujer va coronada y tiene mandorla radial a sus espaldas. Se posa sobre una la luna y sobre un ángel que le sirve de peana.
Este lienzo sigue una iconografía guadalupana bastante común en la cual la imagen mariana se acompaña de las tradicionales escenas narrativas en formato tetraepisódico y ubicados en las esquinas de la composición. En esta ocasión cada uno de dichos medallones va sostenido por un par de ángeles. En la parte superior del lienzo se encuentra representada la Trinidad en medio del ambiente nuboso que rodea la imagen. Los laterales se han decorado profusamente con sendos ramos de flores coloridas entre las que se distinguen las rosas que recuerdan la señal y los pigmentos legendarios del acontecimiento en el Tepeyac.