La Virgen María mira hacia lo alto. Hacia una cruz que tendría que estar colocada en un enclave muy elevado para que correspondiera a esa altura. Cruza las manos de una manera exagerada, de modo tal que casi se ven sobre los hombros. En general, la imagen resulta sobreactuada y ha perdido dramatismo. El acartonamiento de los paños acentúa esta percepción artificial de la figura.