La imagen de la virgen María acompañando a su hijo al pie de la cruz es una de las favoritas de la iconografía cristiana. En algunos casos la Virgen aparece acompañada por San Juan y María Magdalena, pero en este caso está sola, pues lo que se quiere destacar es el dolor de la madre ante los sufrimientos y la muerte de su hijo. El gesto es muy claro: las dos manos juntas sobre el pecho y el gesto de dolor en el rostro cuya mirada se eleva hacia la cruz. El trabajo de la cara y las manos es de buena calidad.