Descripción del bien mueble
Virgen de Guadalupe de tez morena, con apariencia de una niña de tan sólo trece o catorce años. El rostro de la Madre de Dios es redondo mas no regordete y eso sí, sumamente dulce; si bien serio, no es triste. Tiene una nariz mediana con la punta redondeada, antesala de los pequeños labios que permanecen cerrados.
En lo restante, la imagen observa las convenciones de su representación; esto es, tenemos una virgen orante que une sus palmas frente al pecho, gira y reclina ligeramente su cabeza hacia el hombro izquierdo dirigiendo la mirada hacia abajo sumida en la oración. Tiene túnica rosácea, manto azul tachonado de estrellas y está rodeada de rayos solares.
Lleva una corona de metal dorado. Tiene ojos de vidrio y pestañas postizas.
Cuenta la tradición que la Virgen de Guadalupe se le apareció al indio Juan Diego, natural de Cuautitlán y vecino de Tulpetlac, en diciembre de 1531, aparición que fue tomada como símbolo de las bendiciones de la madre Dios a la tierra novohispana. Sin embargo, en principio fue un culto sincrético dirigido a los indígenas, principalmente a aquellos asentados en el Altiplano, por la relación existente entre "La Virgen morena" y la diosa madre prehispánica Tonantzin.
Un segundo momento importante en la difusión de la fe guadalupana se encuentra en el apadrinamiento de la devoción por el arzobispo Alonso de Montúfar en su segundo mitrado (1551-1572), aunque en realidad fue hasta la segunda mitad del siglo XVII cuando el clero secular, el regular y los criollos civiles, se mostraron como los principales impulsores del culto a la Virgen de Guadalupe.
Jaime Cuadriello, "La propagación de las devociones novohispanas", p. 263.
Observaciones del bien mueble
Se le ha sobre puesto una túnica blanca con manto azul claro.
Materiales constitutivos
Madera, Pintura
Técnica de manufactura
Tallada, Policromada
Alto 1
0.8
Ancho 1
0.32
Profundidad 1
0