Imagen principal
Nombre del Inmueble
El Carmen
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000023
Estado, Municipio, Localidad
San Luis Potosí > San Luis Potosí > San Luis Potosí (240280001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000023
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La arquitectura religiosa en la Nueva España, desarrolló a lo largo de tres siglos, importantes movimientos artísticos. El estilo arquitectónico que cobró más auge y en el que los mexicanos novohispanos volcaron toda su fantasía creadora superando incluso a los grandes maestros europeos, se generalizó a mediados del siglo XVIII. Esta importante manifestación artística se conoce con el nombre de Churrigueresco o más correctamente dicho Barroco Estípite. No hay rincón de la Patria en el que este estilo no se haya hecho presente, haciendas, templos, parroquias y conventos enteros, ostentan con orgullo la novedad artística.
El siglo XVIII está considerado como el siglo de oro en el virreinato mexicano, de las muchas condiciones que favorecieron en el desarrollo al apogeo artístico cabe señalar la bonanza económica predominante en esta época, invirtiéndose considerables caudales en la edificación de suntuosas residencias de gran cantidad de familias nobles novohispanas, todo templo o capilla de hacienda por grande o pequeña que fuese, era adornada con magníficas obras pictóricas y escultóricas, la desbordante factura de numerosos retablos fueron posibles gracias a la bondad y piedad de nobles vecinos, ricos comerciantes, bien organizadas cofradías y virtuosos sacerdotes tanto en el clero regular como del clero diocesano.
De las órdenes religiosas que se establecieron en San Luis Potosí, fueron los Carmelitas Descalzos los últimos en fundar convento, por lo cual, tuvieron que vencer una multitud de obstáculos, uno de ellos, la oposición que presentaron los Franciscanos para que los Carmelitas llevaran a feliz término la referida fundación.
El protagonista opositor a la fundación de los Descalzos fue Fr.José Arlegui, quien fue cediendo a sus impulsos a medida que los reformadores Teresianos recibían las necesarias licencias y patentes para consumar la pretendida fundación.
Con la fundación del Carmen de San Luis Potosí en 1747, la provincia única, de San Alberto de Indias de Carmelitas Descalzos se extendía a tan solo diez y seis conventos.
Con el establecimiento de los Carmelitas en San Luis, fueron en total seis las órdenes religiosas que durante el virreinato vivieron en San Luis.
La fundación del Carmen de San Luis fue posible gracias a la enorme fortuna que les legó el rico Don Nicolás Fernando de Torres, originario de la ciudad de Sevilla y vecino de San Luis Potosí, quien en su testamento los nombró únicos y legítimos herederos de sus bienes.
Don Nicolás Fernando de Torres se casó con una potosina de las mejores familias de la época, Doña Gertrudis Maldonado Zapata, fue dueño de varias haciendas de campo y haciendas de beneficio así como de cuantiosos bienes que formó a lo largo de su vida. Don Nicolás Fernando de Torres murió en la ciudad de Querétaro en 1732.
El Carmen de San Luis, se constituye en uno de los monumentos artísticos más sobresalientes de la arquitectura religiosa de la Nueva España, y aún cuando existen otros monumentos de magnitudes artísticas semejantes, es absurdo tratar de compararlos, cada uno posee sus propios méritos, cada cual posee su historia propia y lejos de admitir rivalidades, el mexicano como el extranjero deben rendir su tributo de admiración y respeto.
La construcción del Templo del Carmen se inició el 23 de Febrero de 1749, la Real Cédula expedida por Felipe V para que se verificase dicha fundación fue dada el 26 de abril de 1746.
Para octubre de 1758 estaba concluído el convento formado por treinta y cinco celdas y demás dependencias. El 15 de octubre de 1764, día de Santa Teresa, se hizo la solemne bendición de la iglesia.
El 19 de octubre siguiente se celebraron las exequias a los restos de los bienhechores y fundadores del convento. Don Nicolás Fernando de Torres y su esposa Doña Gertrudis Maldonado Zapata, quienes habían fallecido en la ciudad de Querétaro, fueron inhumados en el presbiterio y luego, en 1784, se colocaron en un nicho abierto en uno de los muros del mismo, donde descansan hasta la actualidad.
2.-HISTORIA
Los Carmelitas Descalzos de la Reforma Teresiana, pisaron por vez primera la tierra de las Indias Españolas, el 27 de septiembre de 1585. Una de las muchas circunstancias que favorecieron su arribo, fue la inquietud misma de Felipe II.
A la capital del Virreinato entraron el 17 de noviembre de 1586 en unión del virrey Manrique de Zuñiga con quien habían cruzado el gran océano.
A fines del siglo XVI, la Provincia de San Alberto de Indias, era una de las seis que formaron la Congregación de San José de España de los Carmelitas reformados por Santa Teresa de Ávila o Carmelitas Descalzos.
El primer Provincial de los Carmelitas Descalzos de Indias, Fr. Eliseo de los Mártires, llegó en 1595 y convocó a los religiosos a la Orden de México a la celebración del primer capítulo Provincial, el cual se verificó el 22 de enero de 1596 en el convento de San Sebastián de la ciudad de México.
El establecimiento de los Carmelitas en México observó un aspecto de ser una orden estrictamente contemplativa. Debido a que llegaron tarde a la Nueva España, el siglo de oro de la evangelización había terminado. Los Carmelitas sólo prestaban servicio de auxilio espiritual, confesando, predicando, celebrando y escribiendo con licencia de los superiores.
En 1675, el Papa Clemente X expidió una bula en la que prohibía terminantemente que los religiosos de la Orden del Carmen tuviesen dignidades eclesiásticas, por lo que no existieron religiosos Carmelitas a los que se les haya impuesto la jerarquía episcopal, ni jueces eclesiásticos, ni comisarios del Santo Oficio.
Al igual que las otras órdenes religiosas en la Nueva España, la de los Carmelitas también tuvo importantes personalidades como bienhechores. En San Luis Potosí tuvieron, en la primera mitad del siglo XVIII, a Don Nicolás Fernando de Torres, un hombre rico y poderosos del Norte de la Nueva España ; en Oaxaca, a don Manuel Fernández Fiallo de Boralla; a Don Melchor de Cuellar para el Desierto; a Don Juan del Moral y Beristain en Tehuacán y a muchos otros.
Los virreyes fueron bienhechores de primera línea. En el siglo XVIII encontramos entre los más notables al Virrey Duque de Linares. Los amaba tanto que en su testamento dispuso: Que en cualquier parte que muriese, que hubiese Carmelitas Descalzos, escogia su convento para su entierro.
El Marqués de Valero, conquistador de Nayarit por derecho real, les demostró afecto muy intenso, costeando imágenes y alhajas para el convento de México, nombrando del Carmen a un presidio en la Laguna de Términos, colocando a San José y a Santa Teresa de Jesús en el Altar de los Reyes en la Catedral Metropolitana, y dando el nombre del santo, por la especial devoción que los Carmelitas le tenían al reino conquistado por su gobierno, San José de Nayarit y a uno de sus pueblos el de Santa Teresa.
El Obispo Castorena y Ursúa y el visitador Pedro de Rivera formaron también parte de la inmensa constelación de sus aficionados. El rey también cooperaba, aunque casi de oficio.
La fundación del Carmen de San Luis se realizó cuando la Provincia de San Alberto vivía un momento cumbre en su historia, gozaba además dicha provincia, de estar dirigida por un hombre extraordinario, Fr. Nicolás de Jesús María, quien el 13 de agosto de 1748 fue electo Provincial. Este fraile vino a SanLuis Potosí a presidir la ceremonia de la colocación de la primera piedra del Carmen Potosino el 23 de febrero de 1749, consumándose así la última fundación de la Descalcez Carmelitana en la Nueva España.
3.-EMPLAZAMIENTO
El Templo de San Elías, profeta de los Carmelitas Descalzos de la ciudad de San Luis Potosí, se localiza a tan sólo una cuadra de la Plaza de Armas, en el corazón de la ciudad capital, su monumental fachada se presenta majestuosa desde su plaza, la cual ha sido ampliada y remodelada, por fortuna aún conserva su nombre original de Plaza del Carmen, situación de la que no gozan los otros monumentos de la arquitectura religiosa potosina.
Del convento tan sólo se conserva una mínima parte, pues éste fue mutilado para prolongar la actual calle de Guerrero, la que se interrumpe de la manera más torpe en la actual Alameda, que fue la extensa huerta del convento mismo.
Posee, esta maravilla de la arquitectura religiosa mexicana, dos magníficas fachadas, la principal, que mira al poniente, y la fachada lateral, orientada al norte, en tanto que el cuerpo de la nave corre de oriente a poniente.
La construcción del templo y convento de los Carmelitas fue cuidadosamente estudiada en todos sus detalles, todos sus elementos estructurales y ornamentales están sujetos a un programa arquitectónico e iconográfico muy vasto dentro de la mística de la Orden Carmelitana.
La ciudad fue organizada urbanísticamente, con una traza reticular, la cual fue alterada por los templos y conventos, éstos con su dimensionamiento modificaron las proporciones de algunas manzanas. Esta circunstancia encuentra plena justificación si observamos que los templos potosinos del primer cuadro de la ciudad poseen puertas laterales, obedeciendo este planteamiento a una traza procesional con un sentido profundamente religioso y litúrgico, logrando con ello remates visuales de gran valor estético y confiriéndole a la urbanística un aspecto humano del que no gozan otros asentamientos humanos.
En el caso del Templo del Carmen, presenta dos hermosos remates visuales de gran calidad artística, el primero, lo conforma la parte exterior del camarín, el cual muestra su cúpula ochavada, convirtiéndose así en el remate visual de la actual calle de Madero; el segundo lo forma su puerta lateral, cuya fachada se presenta en la desembocadura de una calle, el antiguo callejón de la Pastora, hoy calle de Juan Sarabia.
La actual Alameda Juan Sarabia, la cual fue la extensa huerta de los Carmelitas, está localizada en el extremo oriente del monumento.
El contexto de la plaza del Carmen es, en la actualidad, uno de los mejores sitios remodelados en la ciudad; en el extremo sur de la plaza se localiza el Palacio Federal, una verdadera joya de la arquitectura del siglo XIX; en el extremo suroeste, el Teatro de la Paz muestra su formidable arquitectura neoclásica, por lo que la plaza muestra tres importantes monumentos de la ciudad.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El conjunto del Carmen consta de: atrio, templo y ex convento. La fachada del Carmen potosino constituye un verdadero tratado de la mística carmelitana.
Consta esta grandiosa fachada de tres cuerpos superpuestos, con un remate triangular y, verticalmente, de cinco calles o carreras bien delimitadas. A su izquierda la enmarca una pilastra y a su derecha, el sólido cubo del que se eleva la torre. Todo el conjunto se halla rodeado por una moldura bocelada que corre en forma de greca.
El primer cuerpo arranca de un basamento compuesto por pedestales, que sostienen a las columnas, y por los recesos a que dan lugar los mismos, todo decorado con rico labrado en piedra con motivos vegetales. En el centro se abre la puerta principal, con arco de medio punto adornado con siete flores en sus dovelas (segmentos que, en forma de cuña, componen el arco). La piedra clave ostenta un medallón con el escudo de la Orden de los Carmelitas Descalzos, que representa el brazo del profeta Elías que blande su espada de fuego. Como la raíz griega del nombre Elías es helios, sol-fuego, hay que tener presente este atributo iconográfico en todo el monumento. Las enjutas, es decir el triángulo a que da lugar el arco de la puerta, muestran sendos querubines en relieve.
En ambos lados de la puerta vemos un par de columnas de fustes ricamente decorados. Primero una sección anular adornada con caritas angélicas, elementos vegetales y conchas; luego le sigue un tramo trabajado a manera de estera y, finalmente, el fuste aparece entorchado. Los capiteles responden al orden corintio.
En los intercolumnios (espacio que media entre dos columnas) aparecen dos nichos. En el de la izquierda, el profeta Elías, fundador de la orden. En el de la derecha, San Eliseo, sucesor de Elías. Sobre los nichos de ambos santos se presentan complicados diseños de líneas entrelazadas que simbolizan la inspiración divina o palabra de Dios.
Este primer cuerpo queda enmarcado por sendas pilastras de las denominadas tritóstilas, con tres secciones de dibujos lineales y rematadas en capiteles corintios.
El arquitrabe se encuentra adornado con una fila denticulada, le sigue el friso que ostenta una decoración de hojas de acanto y, en la sección que corresponde a las columnas y pilastras, se adelantan las caras presentando cuernos de la abundancia profusamente florecidos. Culmina el entablamento una cornisa rectilínea sostenida por pequeñas ménsulas.
El segundo cuerpo de la fachada es de estructura similar al primero. Al centro luce una bella repisa sobre la cual se levanta la ventana del coro, flanqueada por dos pequeñas pilastras estípites superpuestas, con riquísimos adornos de hojarasca y flores labradas en la cantera. Sobre el arco se lee una inscripción que dice: Decor Carmeli, esto es, la hermosura del carmelo. Más arriba destaca una concha de la cual parte una guirnalda vegetal que baja bordeando las pilastras y completa el conjunto.
En correspondencia con las columnas del cuerpo inferior, en ambos lados de la composición de la ventana coral, aparecen un par de pilastras estípites, de capiteles corintios, que flanquean dos nichos, cada uno de los cuales alberga una escultura: el de la izquierda a Santa Teresa de Avila y el de la derecha a San Juan de la Cruz, ambos santos reformadores de la orden. En los extremos de este cuerpo vuelven a aparecer las pilastras tritóstilas, decoradas en este caso con motivos vegetales. Un entablamento, similar al descrito para el primer cuerpo, remata este segundo.
El tercer cuerpo está formado por pilastras estípites que delimitan tres nichos. En el nicho central Nuestra Señora del Carmen; en el de la izquierda, Santa María Magadalena de Pazzi; en el de la derecha, San Angelo o San Pedro Tomás (difícilmente identificable por carecer de cabeza) y en los extremos el escudo del Carmen. En lugar de las pilastras laterales de los cuerpos inferiores, hay aquí un florero en cada lado con grandes ramilletes coronados por una cara de angelito. Sobre los nichos, y coronando toda la fachada, el manto del profeta Elías sostenido por ángeles, y en el centro, el Padre Eterno de medio cuerpo sostiene al mundo en la mano.
El remate de la fachada está compuesto por seis ramilletes de flores, y en la parte más elevada al centro, la gallarda escultura de San Miguel Arcángel preside el conjunto.
El cubo de la torre es casi tan alto como la fachada misma. Sobre él, la torre se compone de dos cuerpos y un remate. El primer cuerpo es de base cuadrada, dando lugar a que sus cuatro caras ostenten vanos campaniles de arco conopial orientados hacia los cuatro puntos cardinales y tres columnas salomónicas. El segundo cuerpo es de base octagonal, formando cuatro nichos y cuatro vanos alternados con arcos de medio punto, flanqueados por dos pares de columnas salomónicas. En los nichos hay santos Carmelitas difíciles de identificar por carecer éstos de atributos iconográficos. Los cuatro pequeños vanos están en la actualidad sin sus respectivas campanas.
El remate de esta magnífica torre es un prisma revestido de azulejos, en los que se manifiesta el escudo de la orden. En la parte superior, una escultura en cantera representa al profeta Elías, quien con su mano izquierda sostiene la cruz de la veleta, y en su derecha, la espada de fuego.
En el muro lateral que mira al norte nos encontramos con otra portada exterior dedicada a San José, protector de la orden, consta esta portada de dos cuerpos. En el primero se abre la puerta de arco angrelado y flanqueada por columnas salomónicas. En el segundo cuerpo destaca en el centro, un nicho que alberga a la imagen de San José, escultura de muy buena factura y que, originalmente fue polícroma, enmarcan el nicho dos pares de pilastras estípites que concluyen en una cornisa barroca, la cual ostenta en su centro el escudo de la orden. Todos los elementos de esta portada (columnas, arquitrabes, intercolumnios, etc.) están cubiertos por una abigarrada ornamentación labrada en la piedra a manera de trabajo de orfebrería.
La planta del templo es de cruz latina. La nave corre de oriente a poniente, en tanto que el crucero lo hace de norte a sur.
Entrando al templo nos encontramos en el sotocoro, cubierto con bóveda por arista rebajada y que ocupa el primero de los cuatro tramos iguales, de planta rectangular y bóvedas cubiertas por arista separadas por arcos fajones, que conforman el cuerpo de la nave. Cada bóveda ostenta en su centro medias piñas labradas y cada clave está dedicada a un santo. Los grandes haces de pilastras que sostienen a los arcos fajones rematan en capiteles trabajados magníficamente. Una cornisa circunda los muros rematando en la ventana coral. En los lunetos, delimitados por la cornisa y la entrega de las bóvedas a los muros laterales, se abren las ventanas, dos de las cuales, de las que dan al sur, están cegadas actualmente.
A continuación de estos cuatro tramos, nos encontramos en el crucero. Sobre cuatro poderosos y bellos pedestales se levantan el tambor y la cúpula. Las pechinas ostentan cuatro medallones que representan en relieve a dos santos y dos santas Carmelitas. Sobre las pechinas se eleva un entablamento de riquísima ornamentación. De éste arranca el tambor de planta octagonal, en cada una de cuyas caras se abre una ventana con arco de medio punto; mientras que en cada uno de los ocho ángulos otros tantos nichos, albergan respectivamente, a una escultura de la Purísima Concepción y siete arcángeles con sus atributos.
Al frente, el presbiterio consiste en un tramo con bóveda de arista, similar a las del cuerpo de la nave, cuya piedra clave ostenta un medallón con el escudo del Carmen descalzo. En los muros laterales aparecen, enfrentadas, sendas puertas que suponemos dieron acceso a la sacristía que rodeaba al presbiterio originalmente. Son estas puertas muy sencillas, con un dibujo labrado en forma de greca.
Los brazos del crucero son muy cortos, estando formados, cada uno de los dos, por una única bóveda de arista. En el muro poniente del crucero derecho, una hermosa tribuna de pequeñas dimensiones detiene nuestra mirada; los Carmelitas del siglo XVIII la llamaronEl corillo de invierno, precisamente porque el coro resultaba demasiado grande para un cantor, aunque más bien esta tribuna fue el resultado de que el Carmen haya tenido dos salas de profundis, una de ellas en planta alta. En la cabecera de este crucero se abre la puerta de gracia, que da acceso a la que fuera sala de profundis convertida actualmente en sacristía. Esta puerta se halla presidida por una imagen de Nuestra Señora del Carmen, con la cual los primeros Carmelitas llegados a la ciudad fundaron el templo y el convento.
La sacristía es una sala espaciosa y baja que corre perpendicularmente al cuerpo de la nave, como una prolongación del crucero. Consta de cuatro tramos completos cubiertos con bóveda de arista, más uno incompleto al haber sido mutilado con la apertura de la calle de Iturbide. A mano derecha, al fondo, se abre una pequeña pieza de una bóveda.
Desde el cubo de la torre hasta este crucero derecho, paralelamente a la nave principal del templo, corre una amplia sala de cinco bóvedas bajas de arista. Su único adorno consiste en la cantera de los arcos y ménsulas.
En la cabecera del crucero izquierdo se abre la portada interior del Carmen, llamada Mater dei et Carmelitarum o de Los siete príncipes, y que da acceso al camarín de la Virgen, es la obra más suntuosa del templo; por la complejidad de planos, líneas y elementos ornamentales que la forman. Consta de tres cuerpos y una gran carrera. El basamento tiene a cada lado un escudo del Carmen flanqueado por dos angelillos que parecen sostener las cuatro hileras de estípites que ascienden a lo largo de toda la portada.
En el primer cuerpo se abre, al centro, el arco de la puerta, de línea mixta, adornado con hojarasca y con el monograma de María en la piedra clave. En ambos lados, los dos pares de estípites enmarcan sendos interestípites en cuyo pie sobresale una peana que sostiene un arcángel policromado. La variedad de la composición y la riqueza de su adorno hacen indescriptibles tanto a las columnas estípites como a los espacios que delimitan, los cuales tienen tanta fuerza en su decoración que su espesor iguala practicamente al de las columnas.
En el segundo cuerpo los laterales son similares a los del primero, teniendo una ornamentación aún más complicada, el elemento central de este cuerpo se constituye en la esencia de la portada y representa dos puertas cerradas. En la puerta de abajo aparece una custodia dorada flanqueada por dos ángeles policromados. Sobre ésta abre la otra puerta, orlada por una guía de flores que enmarca a la cruz del Carmen descalzo trenzada y sus tres estrellas, todo ello también dorado. El entablamento se retuerce y eleva, formando una especie de frontón curvo en el que aparece una pequeñisima escultura de María. Este frontón, irrumpiendo con toda la fuerza de sus líneas en el tercer cuerpo, sirve de peana a la imagen policromada del arcángel San Miguel.
Domina el arcángel el último cuerpo de la portada, avanzando con actitud gallarda desde una puerta abierta de arco conopial orlado por una guía de flores. Los laterales continúan la disposición de los estípites de los dos cuerpos inferiores, aunque disminuyendo su altura al adaptarse a la curvatura producida por la entrega de la bóveda en el muro. El entablamento que culmina la portada vuelve a retorcer sus líneas dando lugar a un pequeño frontón en el que asoma el Padre Eterno en busto. Sirva esta descripción general como una idea de lo que es la portada interior del Carmen de San Luis. No es algo que se pueda describir, hay que verla.
Entrando, pues, por esta portada nos encontramos en el camarín de la Virgen que es la casa de los cinco señores (recordemos que la sacratísima familia de los cinco señores está formada por: San Joaquín, Santa Ana, San José, la Virgen y el Niño Jesús). Así, cinco lados principales configuran su planta, además del que da lugar al muro donde se halla la portada de acceso.
El camarín es una capilla cupular de un sólo tramo con el añadido del espacio para el altar y su gran concha. Este único tramo está circundado por una cornisa. En los ángulos, las pechinas se enmarcan por cortezas labradas sostenidas por angelitos de cuerpo entero. El tambor de la cúpula es octagonal, con ocho ventanas de línea mixta y ocho repisas en los ángulos con pequeñas esculturas, todo muy ornamentado con motivos vegetales, la cúpula, de media naranja, ostenta en los centros de cada gajo angelillos con medallones en los que se aprecian ocho símbolos Marianos, sobre grandes adornos vegetales a manera de ramilletes, se remata con una linterna en cuyo círculo base aparecen ocho pequeños angelillos sobre ocho respectivas guardamalletas ornadas profusamente.
5.-DESCRIPCION DE OBRAS DE ARTE
El retablo antiguo, de madera sobredorada, del altar mayor fue destruido en 1827 para dar paso al actual, proyecto del arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras. Del original nos queda sólo la descripción escrita por Miguel de Santa Teresa con motivo de su dedicación. y por lo que se puede leer,debió ser una obra de gran valor artístico. El actual altar mayor, llamado de la descensión, pertenece al estilo neoclásico en boga en la época de su construcción. Está trabajado en piedra y tiene en el centro del retablo a la Virgen del Carmen; a la izquierda a Santa Teresa y a la derecha a San Juan de la Cruz.
Además de éste, el templo posee otros cuatro altares trabajados en piedra, pero pertenecientes al siglo XVIII. De éstos, dos están en la nave, en el cuarto tramo inmediatamente antes del crucero, enfrentados; a la derecha el altar de Nuestro Señor de los Afligidos y a la izquierda el de San Juan de la Cruz. Ambos presentan la misma composición y derroche de ornamentación y desorden en las esculturas. Son de tres cuerpos, luciendo, en cada uno, versiones diferentes del estípite.
Los otros dos se encuentran en el camarín; en los muros laterales, el de la izqueirda lo suponemos dedicado a San Pedro Tomás y el de la derecha a Santa María Magdalena de Pazzi. Los dos fueron iguales, sólo que el primero sufrió mutilaciones, mientras que el segundo se conserva completo. Constan de un cuerpo y tres carreras y pertenecen al más puro barroco neóstilo (según clasificación de Jorge Alberto Manrique) y que corresponde a la época en que el barroco jugaba sus últimas cartas, con la vuelta del uso de las columnas clásicas y el abandono de las salomónicas y estípites.
El retablo principal del camarín, que ocupa su cabecera, es el de Los cinco señores, tallado en madera sobredorada, a fines del siglo XVIII, se consumió totalmente en el incendio de 1957 y fue rehecho totalmente a partir de fotografias antiguas. El que ahora existe es, pues, obra nueva y no del siglo XVIII. Consta de un gran cuerpo y tres carreras, con cuatro columnas estípites. El motivo central es un nicho grande, cerrado con cristales, en el que se halla la Virgen del Carmen con el Niño Jesús y el escapulario. La gran concha del ábside cubre el conjunto.
Para terminar con el tema de los retablos, nos falta mencionar otros dos tallados en madera sobredorada, ubicados uno en el muro del crucero izquierdo que cae al lado del presbiterio y otro, simétricamente, en el muro correspondiente en el crucero derecho. El primero está dedicado a San José y el segundo a Santa Teresa. Salvo en algunos detalles, ambos son iguales, compuestos por una carrera de tres cuerpos que arranca de un basamento sobre la mesa del altar. Ambos albergan en el nicho principal, ubicado en el primer cuerpo, y protegida por cristales, a la escultura de su respectivo santo titular. La licencia para su hechura fue concedida en 1762, pero no fue hasta el periodo 1777-1780 cuando se llevaron a cabo.
El Carmen de San Luis posee una importante colección de pinturas, tanto por la cantidad de obras como por la calidad de las mismas.
La primera obra de interés que se observa al entrar en el templo se ubica en el muro sur de la nave, sobre la puerta lateral de acceso. Consiste en una gran pintura, de autor anónimo, cuyo tema representa una de las devociones más antiguas dentro de la mística Carmelitana de todos los tiempos: La sacratísima familia de los cinco señores. Santa Ana, San Joaquín, San José, la Virgen María y el Niño Jesús brotan de singulares flores de un frondoso árbol, cuyo tronco nace en el pecho del rey David, simbolizando con ello el linaje del redentor. El autor tomó como planteamiento de composición en el acomodo de los personajes el contorno de una mano, correspondiendo cada uno de los cinco dedos a uno de los miembros de la sacratísima familia de los cinco señores. Es ésta una de las representaciones iconográficas más raras dentro de la pintura virreinal mexicana.
En cada uno de los brazos del crucero, en los medios puntos de los muros en los que se encuentran los retablos de madera sobredorada, existen dos pinturas más, las cuales, por sus características, pueden atribuirse a Francisco Antonio Vallejo. En el brazo derecho está representada La transverberación de Santa Teresa, obra fechada en 1792; en el brazo izquierdo aparece un pasaje de La huida a Egipto.
En las paredes del presbiterio existen otras tantas pinturas. En el muro derecho un gran lienzo representa a María avanzando en carro triunfal sobre las cabezas de los herejes y adelante va una corte de prelados Carmelitas que han defendido a la Virgen. En el muro izquierdo, una pintura muestra en actitud orante a los fundadores del convento, Don Nicolás Fernando de Torres y su esposa Gertrudis Teresa Maldonado, bajo una inscripción en latín que reza: Fueron dotados con alma generosa.
En las pechinas del camarín de la Virgen aparecen temas alusivos a la vida de San Juan de la cruz y Santa Teresa de Jesús. Estas pinturas fueron mal restauradas, situación que hace difícil saber con precisión quién es el autor.
Pero la obra pictórica de mayor importancia y magnitud que encierra este templo es la magistral colección pictórica de Francisco Antonio Vallejo, pintor novohispano del cual el Carmen de San Luis posee, reunidos, la mayor cantidad de cuadros realizados por su pincel.
Las características que se pueden atribuir a la obra de Vallejo son: armonía en sus composiciones, variedad en las coloraciones, buena técnica del color y en el manejo de la luz y, finalmente, un aprovechamiento al máximo del campo visual que ofrece el lienzo en casi todas sus creaciones. Sus obras se concentran en la sacristía y en el coro.
Así, en la actual sacristía se conservan más de diez lienzos de este autor, cuyos temas,basados en el Antiguo Testamento, relatan la vida y hechos del notable profeta Elías, origen de la inspiración carmelitana en el mundo. Algunos de estos temas son: Los adoradores de Baal, La lluvia de fuego, El nacimiento del profeta Elías, El profeta Elías increpando al rey Acab, La huida de Elías y El sueño del profeta.
Destaca, en la segunda bóveda del muro poniente de la sacristía, una pintura que representa el momento en que María y José se le aparecieron a Santa Teresa en el real convento dominicano de Santo Tomás de Ávila. En una pequeña pieza anexa a la sacristía existe otra excelente colección de pinturas que representan diferentes pasajes de la vida de Cristo. Montado sobre la puerta de ingreso, existe otro gran lienzo firmado por Francisco Antonio Vallejo en 1764 y que representa al profeta Elías crucificado.
En el coro de la iglesia encontramos otras siete obras del mismo pintor. Así, ocupando todo el medio punto del muro poniente se halla una de las más extraordinarias pinturas mexicanas del siglo XVIII, firmada en México por Francisco Antonio Vallejo en 1764, que representa El patronato del santísimo sacramento sobre la comunidad de Carmelitas descalzos de San Luis Potosí contra los rayos, las centellas y todos los males. En ella, San Juan de la cruz y Santa Teresa de Ávila, reformadores del Carmelo, veneran devotamente el cuerpo de Jesús sacramentado, expuesto en una hermosísima custodia sostenida por ángeles y querubines, en tanto que los arcángeles tocan diferentes instrumentos. Además, presentes en el tema, se observa a una comunidad de religiosos Carmelitas y, sobre ellos, una inscripción en latín que reza: Advocatum habemus apud patrem Jesum Christum iustum (tenenos un abogado justo en Jesucristo nuestro padre). Tanto el tema como la composición resultan excelentes, siendo innnecesario adjetivar de más a esta obra de arte de primera magnitud.
Sobre este mismo muro, abajo y a la izquierda de la ventana coral, vemos dos escenas en un mismo lienzo , ambas relativas a apariciones de Santa Teresa de Jesús. En una aparece vestida con un hábito recamado de oro y adornada con un collar. En la otra se le aparece a una monja que está cenando. En el mismo muro poniente, pero ahora abajo a la derecha, un lienzo nos muestra a Santa Teresa sobre una nube, invitando a la gloria a la fundadora del Convento de Alva, doña Teresa de Layz, a quien se apareció a la hora de su muerte.
Siguiendo en el coro, arriba del muro sur, ocupando el medio punto, esta otra obra que representa a Santa Teresa de Jesús arrodillada, contemplando a los diez mil mártires con palmas en las manos, quienes le prometen su asistencia en la hora de la muerte. Al centro y derecha de la composición vemos una escena en la que aparece la misma reformadora arrodillada en una oración después de comulgar, cuando vio a las tres personas de la Santísima Trinidad. Abajo, a la derecha, un ángel sostiene una cartela enmarcada que nos informa sobre la pintura.
En el mismo muro sur, pero abajo, hay una pintura compuesta por tres escenas independientes, que corresponden a tres lienzos unidos entre sí. La de la izquierda relata cómo milagrosamente Santa Teresa sana al conde Tiburcio, caballerizo de la emperatríz, hermana del rey Felipe II, de cuyo favor dio gracias en el Convento de Carmelitas Descalzas de Madrid. Sigue, en el centro, una escena de cuatro caballeros y un sirviente alrededor de una mesa,. Al extremo derecho un sacerdote oficia misa.
En el medio punto, arriba del muro norte, hay un lienzo en el que aparece a la izquierda la reformadora, semisentada en un sitial sobre una nube, con una monja arrodillada al frente, a quien se apareció el día de su entierro, un ángel con un violín separa esta escena de la siguiente, en la que Cristo asiste a Santa Teresa en la hora de la muerte y recibe su alma en forma de paloma. La acompañan la Virgen María, San José y los diez mil mártires. En este mismo muro, abajo, un lienzo nos muestra una escena horizontal en un coro, con monjas Carmelitas puestas de pie. Cuelgan del techo unos candiles y, al fondo, sobre el muro del coro representado, se ven dos cuadros: el de la izquierda representando El nacimiento de Cristo y el de la derecha, La matanza de los niños inocentes.
De las numerosas esculturas que se encuentran en el templo del Carmen, colocadas en los distintos retablos y en el altar mayor, es digna de comentario una pequeña talla de la Santísima Virgen del Carmen, que está colocada en el nicho sobre la puerta de ingreso a la sacristía. Es muy probable que esta imagen sea la primitiva Virgen del Carmen que los primeros Carmelitas traían para la fundación del convento. La imagen es una fina talla estofada con un discreto trabajo de policromía , la corona de la Virgen es de plata sobredorada.
En el crucero derecho, en el retablo dedicado a Santa Teresa se encuentran en la actualidad dos esculturas de la santa y, aún cuando ambas son muy bellas, es evidente que la más antigua es mejor, ya que se trata de una escultura toda en madera que denota su exquisito barroquismo en los caprichosos pliegues del hábito, mientras que la que ocupa el nicho con vidriera es una escultura de vestir.
En el altar mayor, y como remate del mismo, se encuentra una escultura que representa al profeta Elías, una de las mejores que posee el templo y que perteneció al desaparecido retablo barroco de la iglesia. Recordemos que templo y convento fueron dedicados al profeta de la espada de fuego.
De la obra realizada por plateros potosinos del siglo XVIII, prácticamente no queda nada, lo que es verdaderamente lamentable, pues una ciudad que tuvo su origen y esplendor en la minería debió producir obras de cierta importancia en el campo de la orfebrería. Afortunadamente, el Carmen de San Luis posee un magnífico ejemplo de lo que los artistas potosinos produjeron en esta disciplina. Bajo el manifestador del altar se encuentra el sagrario, cuya puerta es de plata repujada. Representa, en complicados diseños, al Cordero Pascual, resaltando algunos motivos con un discreto sobredorado.
6.-BIBLIOGRAFIA
MARTINEZ Rosales, Alfonso. El gran teatro de un pequeño mundo. El Carmen
de San Luis Potosí (1732-1859).
El Colegio de México, A.C., México, 1985.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
El Carmen