Nombre del Inmueble
El Refugio
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000358
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000358
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El templo de Nuestra Señora del Refugio se encuentra en una zona habitacional de clase media, ahora llamada Colonia Santa María, situada en el confín norte del Centro Histórico de Puebla. En el rumbo también hay establecidos diversos giros industriales.
Las amplias vías públicas y generosos espacios verdes que rodean al conjunto son resultado de diversas obras municipales de este siglo. Las afectaciones necesarias, a su vez, destruyeron parte del tejido tradicional, substituyéndolo por los edificios contemporáneos que predominan en la zona.
Se llega al sitio por la calle 5 Norte que, luego de cruzar la 26 Poniente, se ensancha del lado izquierdo, formando una franja jardinada y arbolada que se prolonga hasta la 30 Poniente, donde está el parque frente al templo, ocupando lo que en otra época fue su atrio. Allí hay juegos a los que concurre la chiquillería del vecindario. El parque sólo está flanqueado por tres calles, una de las cuales lo divide del templo, por lo que éste y las casas de uno y dos niveles contiguas forman una agradable rinconada. Algunas de esas construcciones tienen valor ambiental, pues son de principios de este siglo.
El acondicionamiento del parque y su estado de conservación no son del todo satisfactorios, pero la abundancia de setos y árboles frondosos disimula esas carencias. Debido a ello, se establece un contraste notable entre el ambiente frente al templo y el que se forma a su lado, sobre la calle 30 Poniente, desprovista de edificios interesantes y de vegetación.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
El culto a Nuestra Señora del Refugio en la ciudad de Puebla se originó, en la primera mitad del siglo XVIII, por una pintura de esta advocación que introdujo en la Nueva España el jesuita italiano Juan José de Giuca. Esa devoción había surgido en Italia cuando otro misionero de la Compañía, Antonio Vandenucci, mandó pintar una imagen de la Virgen María. La pintura lo acompañó en sus misiones y llegó a ser coronada, con autorización de Clemente XI, el 4 de julio de 1717. Llevaba al pie la leyenda Refugium peccatorum (Refugio de pecadores), extraída de la letanía lauretana, motivo por el cual se le conoció como la Virgen del Refugio. 1
En 1719, cuando el padre Giuca pasó a la Nueva España, trajo consigo dos copias de ese lienzo. Una de ellas la donó a Pedro López de Villaseñor, boticario y autor de la Cartilla Vieja de la Nobilísima Ciudad de Puebla, con el fin de que la colocara en un nicho cercano a la plaza mayor, en las antiguas calles de Guevara y la Santísima (hoy avenida Reforma 100). La voluntad del jesuita se cumplió en 1746.
De inmediato comenzó a divulgarse ese culto, porque surgieron muchos otros nichos con la misma imagen en diversos puntos de la ciudad. Incluso, el mismo año, un vecino del barrio de la Calera (la actual colonia de Santa María) mandó hacer una copia que puso en su casa, convirtiéndola en una pequeña capilla, que luego se amplió y subsistió hasta 1924, año en que fue destruída por una explosión.
En la misma época en que la devoción a la Virgen del Refugio cobraba tantos adeptos, se inició la erección de un templo en toda forma. Por la leyenda de una pintura que existe en el templo, se desprende que la obra fue iniciativa del jesuita Miguel Joseph de Ortega, y que contó con el apoyo total del Obispo Domingo Pantaleón Alvarez de Abreu, quien ...por sus propias manos puso el thesoro desta Sta. Iglesia el día 3 de marzo de 1747... . La obra se terminó y se dedicó el 2 de febrero de 1754.
En su interior se labraron dos retablos dorados. El principal, con la imagen de Nuestra Señora del Refugio, se concluyó en 1767 por iniciativa del capellán Juan Nicolás Hernández. El otro, terminado en 1775, tenía la efigie de San José y se encontraba en el crucero, del lado de la Epístola. Ninguno de estos retablos se conserva en la actualidad.
Se desconoce gran parte de la historia del edificio a lo largo del siglo XIX y los inicios del presente. No se ha documentado en qué momento su gran atrio fue transformado en parque público. Sólo se sabe que el templo fue nacionalizado el 26 de agosto de 1935 y que, a principios de los años cuarenta, fue derribado el muro que separaba el presbiterio de un camarín situado en la parte posterior, para ampliar la nave. En esa ocasión también se destruyó el púlpito original y un barandal de hierro forjado que separaba al presbiterio de la nave. Más tarde, en 1942, se borró el mural alusivo al sueño de San Juan Bosco que había sobre la entrada del templo, seguramente encargado con anterioridad por los mismos padres salesianos que estaban a cargo del edificio. 2 Alrededor de 1960, el mismo fue remodelado interiormente, y en 1974 se le hicieron trabajos mayores de rehabilitación estructural que abarcaron la cúpula, las bóvedas y algunos arcos y muros. 3
En la actualidad, el templo ofrece sus servicios a la población católica del entorno como parroquia de Nuestra Señora del Refugio.
1 F. de e. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 219-220.
2 SEDUE, Exp. 114-0004-14.
3 SEDUE, Exp. 12-1-45D
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo y sus anexos ocupan un predio de 35 metros de frente hacia el jardín y 40 metros sobre la calle 30 Poniente. La conversión del atrio frontal en jardín público obligó a construir posteriormente una sencilla barda que delimita una nueva franja atrial, jardinada en su mayor parte. Frente al ingreso principal al templo, la barda se eleva -ya como portada atrial y conservando su exiguo espesor- por encima del arco de medio punto, formando un tímpano de perfil mixtilíneo en cuyo remate se aprecia una pequeña escultura en piedra de San José. Entre la portada atrial y el templo se instaló un deplorable cobertizo de plástico. Todos estos elementos parásitos, unos más recientes que otros, impiden apreciar bien las portadas originales de la iglesia y la de la casa cural contigua, que tiene un interesante pórtico de tres arcos en la planta baja.
El templo es de una sola nave, misma que se extiende de oriente a poniente en seis tramos desiguales. En el primero están el coro y el sotocoro, cubiertos ambos por bóvedas de cañón con lunetos. La cubierta de la nave sigue dos tramos más con la misma solución estructural, y luego viene el pseudotransepto, en el que cuatro arcos torales y otras tantas pechinas soportan un tambor octogonal sobre el que se eleva una cúpula hemisférica rematada por una linternilla. Sendos segmentos de cañón corrido de menos de un metro de longitud hacen las veces de brazos del transepto. Más adelante, el quinto tramo de la nave es, nuevamente, un cañón con lunetos y ocupa el sitio en que anteriormente estuvo el presbiterio. Sin embargo, al demolerse el muro que lo separaba del camarín posterior, también dotado de tambor y cúpula, es en este último tramo, el sexto, donde ahora se encuentra el altar mayor. La unión entre la nave y el antiguo camarín no solo atenta contra la integridad del monumento, sino que ni siquiera se pudo resolver satisfactoriamente desde el punto de vista geométrico. Basta alzar la vista al arco de unión entre ambos elementos para darse cuenta de ello.
Hay otros locales menores, como la antigua sacristía cubierta por dos bóvedas de arista, transformada en capilla anexa. Más reciente es la capilla penitencial que se ubicó entre dos contrafuertes exteriores, a la izquierda del segundo tramo de la nave. El resto del conjunto está formado por la casa cural y sus anexos.
La volumetría exterior y la portada principal del templo conservan aún muchos de sus valores, pese a los elementos que obstruyen su perspectiva. La portada está claramente delimitada por los cubos de las torres. Es de tres cuerpos, cuya amplitud disminuye gradualmente, rasgo que Martha Fernández atribuye, en otros ejemplos, a un barroco maduro, que se aleja de los esquemas manieristas de los siglos XVI y XVII. 4 La disposición de esta portada de mediados del siglo XVIII es aún más notable porque se edificó en una época en la que el barroco estípite se hallaba en su apogeo. Quizá por tratarse de un nuevo templo de barrio, se recurrió en este caso a un lenguaje sobrio, pero impregnado de rasgos populares, comenzando por la ejecución de la totalidad de las molduras y los relieves en albañilería y argamasa.
El primer cuerpo muestra el vano de la puerta de ingreso, flanqueado por jambas con capiteles toscanos. Sendos pares de pilastras del mismo orden soportan un entablamento que corre a todo lo ancho de la portada. Las pilastras interiores del primer cuerpo se corresponden con otras en el sig uiente, mientras que las exteriores sólo se prolongan en sendos pináculos. Al centro queda un espacio bastante ancho que ocupan la ventana del coro enmarcada por un rombo formado por cuatro caras aladas de querubines. Encima del entablamento, las pilastras del segundo cuerpo se prolongan en otros pináculos que flanquean el nicho al centro del tercer cuerpo, donde se encuentra la imagen de bulto de la Virgen del Refugio. El nicho está delimitado por sendas pilastras que soportan un entablamento y un frontón curvilíneo, quebrado, del cual surgen ángeles sosteniendo una corona. Esto ocupa ya el tímpano superior del imafronte, donde también hay cuatro tableros decorados de argamasa en los que se representan los atributos de María: un pozo, una fuente, un árbol y una palma. Una figura de bulto de San Miguel Arcángel de discretas proporciones remata la composición de esta portada.
Las torres son idénticas. Ambas constan de dos cuerpos que se elevan sobre banco y cubo. Cada cuerpo es de planta cuadrada, con vanos de medio punto en todas sus caras, pilastras lisas, pilastras de esquina, entablamento y cornisa; sin embargo, el superior tiene dimensiones algo más reducidas que el inferior. Además, el segundo está rematado por un corto tambor y una cornisa sobre los que sobresalen el cupulín decorado de azulejo y la cruz de hierro forjado sobre un orbe de piedra
La volumetría exterior del edificio muestra claramente su disposición interna. A pesar de la corta dimensión de los brazos del transepto, se logra un efecto convincente y una masa edificada de buenas dimensiones de la que emerge la cúpula del crucero. El tambor de esta última muestra vanos de medio punto en cada una de sus ocho caras. La cúpula es de media naranja, está desprovista ya de sus azulejos y lleva un remate de linternilla octogonal con cupulín, orbe y cruz de hierro forjado.
En cambio, la cúpula sobre el actual presbiterio, donde anteriormente estuvo un camarín, se vincula más con la tradición poblana que prescinde del tambor y abre las ventanas directamente en cada uno de los gajos, proyectándolas hacia el exterior como consolas. Es una tipología que da como resultado formas más intrincadas, en las que la geometría básica de la cúpula queda un un segundo plano. Son cúpulas decididamente barrocas, en las que, además, el efecto final se supedita a la vibración que parecen ofrecer al observador los dibujos y cambios de color en las superficies casi totalmente recubiertas de azulejo, con algunos toques de decoración en argamasa. En el caso que se comenta, los vanos aparecen enmarcados por pilastras cuyos fustes muestran vigoroso decorado en zigzag. Remata este elemento cupular una esbelta linternilla con chapitel, orbe y cruz de hierro forjado.
4 M. Fernández
4.-OBRAS DE ARTE
El retablo principal construido en el actual presbiterio carece de interés, excepto por la pequeña pintura en lámina de la Virgen del Refugio situada en el centro.
Sobre los muros laterales de las naves hay otras obras pictóricas, algunas de ellas de indudable interés. A la altura del tercer tramo se encuentran enmarcados en pequeños retablos una representación convencional de la Virgen de Guadalupe, del lado del Evangelio, mientras que del lado opuesto se observa una pintura de San Francisco de Sales.
En el siguiente tramo, ya en el transepto, hay sendos retablos, uno con una pintura en la que se representaron a los principales personajes que promovieron la construcción del templo, rindiendo homenaje a la Virgen. La leyenda alusiva los menciona y da las fechas de la primera piedra y la dedicación. En cambio, en el otro brazo del transepto se ubicó un sencillo retablo en el que está la imagen de San Juan Bosco.
Finalmente, en el tramo en que anteriormente estuvo el presbiterio hay otras dos pinturas de apreciables dimensiones: del lado izquierdo una donde la Santísima Trinidad aparece coronando a Nuestra Señora de los Angeles. Figuras de prelados y jesuitas aparecen en la composición de esta tela de buena factura. En el muro opuesto, en cambio, se ubicó un tímpano al óleo con el tema de la Anunciación, de regular ejecución. Por la leyenda en el mismo nos percatamos del nombre del primer capellán del templo, el Dr. Juan Nicolás Hernández, quien lo encargó conjuntamente con Doña Manuela de Santamaría.
Cabe mencionar, por último, la crucifixión y la figura de San Juan Bautista -ambas de bulto- que se encuentran en el interior de la capilla penitencial del lado de la Epístola.
1.-CONTEXTO URBANO
El templo de Nuestra Señora del Refugio se encuentra en una zona habitacional de clase media, ahora llamada Colonia Santa María, situada en el confín norte del Centro Histórico de Puebla. En el rumbo también hay establecidos diversos giros industriales.
Las amplias vías públicas y generosos espacios verdes que rodean al conjunto son resultado de diversas obras municipales de este siglo. Las afectaciones necesarias, a su vez, destruyeron parte del tejido tradicional, substituyéndolo por los edificios contemporáneos que predominan en la zona.
Se llega al sitio por la calle 5 Norte que, luego de cruzar la 26 Poniente, se ensancha del lado izquierdo, formando una franja jardinada y arbolada que se prolonga hasta la 30 Poniente, donde está el parque frente al templo, ocupando lo que en otra época fue su atrio. Allí hay juegos a los que concurre la chiquillería del vecindario. El parque sólo está flanqueado por tres calles, una de las cuales lo divide del templo, por lo que éste y las casas de uno y dos niveles contiguas forman una agradable rinconada. Algunas de esas construcciones tienen valor ambiental, pues son de principios de este siglo.
El acondicionamiento del parque y su estado de conservación no son del todo satisfactorios, pero la abundancia de setos y árboles frondosos disimula esas carencias. Debido a ello, se establece un contraste notable entre el ambiente frente al templo y el que se forma a su lado, sobre la calle 30 Poniente, desprovista de edificios interesantes y de vegetación.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
El culto a Nuestra Señora del Refugio en la ciudad de Puebla se originó, en la primera mitad del siglo XVIII, por una pintura de esta advocación que introdujo en la Nueva España el jesuita italiano Juan José de Giuca. Esa devoción había surgido en Italia cuando otro misionero de la Compañía, Antonio Vandenucci, mandó pintar una imagen de la Virgen María. La pintura lo acompañó en sus misiones y llegó a ser coronada, con autorización de Clemente XI, el 4 de julio de 1717. Llevaba al pie la leyenda Refugium peccatorum (Refugio de pecadores), extraída de la letanía lauretana, motivo por el cual se le conoció como la Virgen del Refugio. 1
En 1719, cuando el padre Giuca pasó a la Nueva España, trajo consigo dos copias de ese lienzo. Una de ellas la donó a Pedro López de Villaseñor, boticario y autor de la Cartilla Vieja de la Nobilísima Ciudad de Puebla, con el fin de que la colocara en un nicho cercano a la plaza mayor, en las antiguas calles de Guevara y la Santísima (hoy avenida Reforma 100). La voluntad del jesuita se cumplió en 1746.
De inmediato comenzó a divulgarse ese culto, porque surgieron muchos otros nichos con la misma imagen en diversos puntos de la ciudad. Incluso, el mismo año, un vecino del barrio de la Calera (la actual colonia de Santa María) mandó hacer una copia que puso en su casa, convirtiéndola en una pequeña capilla, que luego se amplió y subsistió hasta 1924, año en que fue destruída por una explosión.
En la misma época en que la devoción a la Virgen del Refugio cobraba tantos adeptos, se inició la erección de un templo en toda forma. Por la leyenda de una pintura que existe en el templo, se desprende que la obra fue iniciativa del jesuita Miguel Joseph de Ortega, y que contó con el apoyo total del Obispo Domingo Pantaleón Alvarez de Abreu, quien ...por sus propias manos puso el thesoro desta Sta. Iglesia el día 3 de marzo de 1747... . La obra se terminó y se dedicó el 2 de febrero de 1754.
En su interior se labraron dos retablos dorados. El principal, con la imagen de Nuestra Señora del Refugio, se concluyó en 1767 por iniciativa del capellán Juan Nicolás Hernández. El otro, terminado en 1775, tenía la efigie de San José y se encontraba en el crucero, del lado de la Epístola. Ninguno de estos retablos se conserva en la actualidad.
Se desconoce gran parte de la historia del edificio a lo largo del siglo XIX y los inicios del presente. No se ha documentado en qué momento su gran atrio fue transformado en parque público. Sólo se sabe que el templo fue nacionalizado el 26 de agosto de 1935 y que, a principios de los años cuarenta, fue derribado el muro que separaba el presbiterio de un camarín situado en la parte posterior, para ampliar la nave. En esa ocasión también se destruyó el púlpito original y un barandal de hierro forjado que separaba al presbiterio de la nave. Más tarde, en 1942, se borró el mural alusivo al sueño de San Juan Bosco que había sobre la entrada del templo, seguramente encargado con anterioridad por los mismos padres salesianos que estaban a cargo del edificio. 2 Alrededor de 1960, el mismo fue remodelado interiormente, y en 1974 se le hicieron trabajos mayores de rehabilitación estructural que abarcaron la cúpula, las bóvedas y algunos arcos y muros. 3
En la actualidad, el templo ofrece sus servicios a la población católica del entorno como parroquia de Nuestra Señora del Refugio.
1 F. de e. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 219-220.
2 SEDUE, Exp. 114-0004-14.
3 SEDUE, Exp. 12-1-45D
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo y sus anexos ocupan un predio de 35 metros de frente hacia el jardín y 40 metros sobre la calle 30 Poniente. La conversión del atrio frontal en jardín público obligó a construir posteriormente una sencilla barda que delimita una nueva franja atrial, jardinada en su mayor parte. Frente al ingreso principal al templo, la barda se eleva -ya como portada atrial y conservando su exiguo espesor- por encima del arco de medio punto, formando un tímpano de perfil mixtilíneo en cuyo remate se aprecia una pequeña escultura en piedra de San José. Entre la portada atrial y el templo se instaló un deplorable cobertizo de plástico. Todos estos elementos parásitos, unos más recientes que otros, impiden apreciar bien las portadas originales de la iglesia y la de la casa cural contigua, que tiene un interesante pórtico de tres arcos en la planta baja.
El templo es de una sola nave, misma que se extiende de oriente a poniente en seis tramos desiguales. En el primero están el coro y el sotocoro, cubiertos ambos por bóvedas de cañón con lunetos. La cubierta de la nave sigue dos tramos más con la misma solución estructural, y luego viene el pseudotransepto, en el que cuatro arcos torales y otras tantas pechinas soportan un tambor octogonal sobre el que se eleva una cúpula hemisférica rematada por una linternilla. Sendos segmentos de cañón corrido de menos de un metro de longitud hacen las veces de brazos del transepto. Más adelante, el quinto tramo de la nave es, nuevamente, un cañón con lunetos y ocupa el sitio en que anteriormente estuvo el presbiterio. Sin embargo, al demolerse el muro que lo separaba del camarín posterior, también dotado de tambor y cúpula, es en este último tramo, el sexto, donde ahora se encuentra el altar mayor. La unión entre la nave y el antiguo camarín no solo atenta contra la integridad del monumento, sino que ni siquiera se pudo resolver satisfactoriamente desde el punto de vista geométrico. Basta alzar la vista al arco de unión entre ambos elementos para darse cuenta de ello.
Hay otros locales menores, como la antigua sacristía cubierta por dos bóvedas de arista, transformada en capilla anexa. Más reciente es la capilla penitencial que se ubicó entre dos contrafuertes exteriores, a la izquierda del segundo tramo de la nave. El resto del conjunto está formado por la casa cural y sus anexos.
La volumetría exterior y la portada principal del templo conservan aún muchos de sus valores, pese a los elementos que obstruyen su perspectiva. La portada está claramente delimitada por los cubos de las torres. Es de tres cuerpos, cuya amplitud disminuye gradualmente, rasgo que Martha Fernández atribuye, en otros ejemplos, a un barroco maduro, que se aleja de los esquemas manieristas de los siglos XVI y XVII. 4 La disposición de esta portada de mediados del siglo XVIII es aún más notable porque se edificó en una época en la que el barroco estípite se hallaba en su apogeo. Quizá por tratarse de un nuevo templo de barrio, se recurrió en este caso a un lenguaje sobrio, pero impregnado de rasgos populares, comenzando por la ejecución de la totalidad de las molduras y los relieves en albañilería y argamasa.
El primer cuerpo muestra el vano de la puerta de ingreso, flanqueado por jambas con capiteles toscanos. Sendos pares de pilastras del mismo orden soportan un entablamento que corre a todo lo ancho de la portada. Las pilastras interiores del primer cuerpo se corresponden con otras en el sig uiente, mientras que las exteriores sólo se prolongan en sendos pináculos. Al centro queda un espacio bastante ancho que ocupan la ventana del coro enmarcada por un rombo formado por cuatro caras aladas de querubines. Encima del entablamento, las pilastras del segundo cuerpo se prolongan en otros pináculos que flanquean el nicho al centro del tercer cuerpo, donde se encuentra la imagen de bulto de la Virgen del Refugio. El nicho está delimitado por sendas pilastras que soportan un entablamento y un frontón curvilíneo, quebrado, del cual surgen ángeles sosteniendo una corona. Esto ocupa ya el tímpano superior del imafronte, donde también hay cuatro tableros decorados de argamasa en los que se representan los atributos de María: un pozo, una fuente, un árbol y una palma. Una figura de bulto de San Miguel Arcángel de discretas proporciones remata la composición de esta portada.
Las torres son idénticas. Ambas constan de dos cuerpos que se elevan sobre banco y cubo. Cada cuerpo es de planta cuadrada, con vanos de medio punto en todas sus caras, pilastras lisas, pilastras de esquina, entablamento y cornisa; sin embargo, el superior tiene dimensiones algo más reducidas que el inferior. Además, el segundo está rematado por un corto tambor y una cornisa sobre los que sobresalen el cupulín decorado de azulejo y la cruz de hierro forjado sobre un orbe de piedra
La volumetría exterior del edificio muestra claramente su disposición interna. A pesar de la corta dimensión de los brazos del transepto, se logra un efecto convincente y una masa edificada de buenas dimensiones de la que emerge la cúpula del crucero. El tambor de esta última muestra vanos de medio punto en cada una de sus ocho caras. La cúpula es de media naranja, está desprovista ya de sus azulejos y lleva un remate de linternilla octogonal con cupulín, orbe y cruz de hierro forjado.
En cambio, la cúpula sobre el actual presbiterio, donde anteriormente estuvo un camarín, se vincula más con la tradición poblana que prescinde del tambor y abre las ventanas directamente en cada uno de los gajos, proyectándolas hacia el exterior como consolas. Es una tipología que da como resultado formas más intrincadas, en las que la geometría básica de la cúpula queda un un segundo plano. Son cúpulas decididamente barrocas, en las que, además, el efecto final se supedita a la vibración que parecen ofrecer al observador los dibujos y cambios de color en las superficies casi totalmente recubiertas de azulejo, con algunos toques de decoración en argamasa. En el caso que se comenta, los vanos aparecen enmarcados por pilastras cuyos fustes muestran vigoroso decorado en zigzag. Remata este elemento cupular una esbelta linternilla con chapitel, orbe y cruz de hierro forjado.
4 M. Fernández
4.-OBRAS DE ARTE
El retablo principal construido en el actual presbiterio carece de interés, excepto por la pequeña pintura en lámina de la Virgen del Refugio situada en el centro.
Sobre los muros laterales de las naves hay otras obras pictóricas, algunas de ellas de indudable interés. A la altura del tercer tramo se encuentran enmarcados en pequeños retablos una representación convencional de la Virgen de Guadalupe, del lado del Evangelio, mientras que del lado opuesto se observa una pintura de San Francisco de Sales.
En el siguiente tramo, ya en el transepto, hay sendos retablos, uno con una pintura en la que se representaron a los principales personajes que promovieron la construcción del templo, rindiendo homenaje a la Virgen. La leyenda alusiva los menciona y da las fechas de la primera piedra y la dedicación. En cambio, en el otro brazo del transepto se ubicó un sencillo retablo en el que está la imagen de San Juan Bosco.
Finalmente, en el tramo en que anteriormente estuvo el presbiterio hay otras dos pinturas de apreciables dimensiones: del lado izquierdo una donde la Santísima Trinidad aparece coronando a Nuestra Señora de los Angeles. Figuras de prelados y jesuitas aparecen en la composición de esta tela de buena factura. En el muro opuesto, en cambio, se ubicó un tímpano al óleo con el tema de la Anunciación, de regular ejecución. Por la leyenda en el mismo nos percatamos del nombre del primer capellán del templo, el Dr. Juan Nicolás Hernández, quien lo encargó conjuntamente con Doña Manuela de Santamaría.
Cabe mencionar, por último, la crucifixión y la figura de San Juan Bautista -ambas de bulto- que se encuentran en el interior de la capilla penitencial del lado de la Epístola.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
El Refugio