Nombre del Inmueble
Guadalupe del Cerro
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000376
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000376
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El Fuerte de Guadalupe, situado a un kilómetro hacia el sureste del Fuerte de Loreto, también forma parte de la Unidad Cívica 5 de Mayo en Puebla. En la actualidad es una zona profusamente reforestada con eucaliptos, pero durante casi un siglo de funcionamiento militar, el cerro estuvo desprovisto de vegetación por razones estratégicas.
Entre ambos fuertes hay diversos equipamientos recreativos que hacen de la Unidad Cívica un lugar muy visitado por los poblanos y los turistas: dos auditorios, un museo de historia natural, un planetario y otras instalaciones de ese género. También se encuentra ahí el Centro Regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El fuerte de Guadalupe no muestra la regularidad de trazo de su homólogo, el de Loreto. Además, los dos bastiones al norte asumen ya la forma de punta de lanza, característica de este tipo de arquitectura militar.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
En el cerro que actualmente se conoce como de Guadalupe, los franciscanos construyeron una capilla para la instrucción de los indigenas y la dedicaron a San Cristóbal. Esa ermita tiene una de las historias más azarosas e irregulares de los templos en la ciudad de Puebla. Es, también, uno de los edificios poblanos más antiguos, ya existen referencias sobre su existencia desde 1537, pocos años despues de fundada la población.1
Los franciscanos la atendieron durante algún tiempo, pero, posiblemente por su lejanía, el edificio fue abandonado. El obispo Palafox encontró la ermita en un estado lamentable, y decidió reedificarla y decorarla, para que en ella escucharan misa los obreros de las minas de cantera que se encontraban en el cerro. Sin embargo, cuando Palafox tuvo que volver a España, la capilla fue nuevamente abandonada.
Fue hasta fines del siglo XVII cuando un vicario de la parroquia de San José, que tenía bajo su jurisdicción esta ermita, se dio a la tarea de fomentar su culto, colocando en ella una imagen de Nuestra Señora de Belén. El mismo clérigo mandó labrar una segunda efigie de la misma advocación, pero de bulto. Pero, el escultor le llevó en dos ocasiones la figura de la Virgen de Guadalupe, en lugar de la solicitada por el vicario, argumentando, el artista, que pretendía representar a la Virgen de Belén, pero que misteriosamente resultaba siempre la de Guadalupe. Entonces, el presbítero decidió colocar en el pequeño templo la escultura con esta última advocación, con lo cual cambió también el nombre de la ermita.
A la muerte del vicario, el edificio quedó nuevamente abandonado, por lo que el obispo Pantaleón Alvarez de Abreu (1743-1763) planeó demolerlo y ordenó que la imagen de la Virgen de Guadalupe se trasladase a la parroquia de la Santa Cruz. Surge entonces un padre Pedro de Flandes quien solicitaba que se le permitiera reedificar el inmueble y hacerse cargo de su cuidado. El obispo dió su autorización, pero el padre Flandes fue nombrado capellán del templo de Loreto y dejó el de Guadalupe, que nuevamente quedó en el abandono.
En 1756, un rayo dañó la construcción a tal punto, que al año siguiente sólo se utilizaba para guardar ovejas. El obispo Alvarez de Abreu insistió en que se demoliera la capilla, pero un vecino de la ciudad, llamado Luis Osorio, tomó a su cargo la reconstrucción, misma que se inició a principios de 1758. Para diciembre del mismo año, el edificio ya estaba en condiciones de ser utilizado, y pronto se concluyó la obra. El propio Osorio quedó como encargado del templo por mandato episcopal.
Veytia, al describir la ermita de Guadalupe señala que:
Su situación era de noreste a suroeste, a aquel viento el altar mayor y a éste la puerta; su fábrica de tres naves cubiertas de cuatro bóvedas cada una, todas iguales formando cañón, sin cúpula o cimborrio, asentando sobre arcos de cal y canto, sostenido sobre postes cuadrados de la misma matria...La nave de enmedio se eleva más que las otras laterales...En cada bóveda tenía dos claraboyas, una a cada lado, por las que recibía inmediatamente la luz...las otras naves también las tienen, cada una a su lado y así logra de bastante claridad. La puerta da entrada a la mayor y debajo de aquella primer bóveda le formó su pequeño coro...con comunicación una vivienda que labró contigua a la iglesia...2
Con las donaciones y limosnas que recibió, Luis de Osorio mandó labrar un retablo barroco al estilo de la segunda mitad del siglo XVIII, donde puso una pintu ra de la Virgen de Guadalupe del mismo tmaño que tenía la original de México. Además, colocó otros ocho retablos, cuatro en cada una de las naves laterales, unos de ellos antiguos, y comprados ya hechos, y otros mandados a hacer exprofeso.
En estas condiciones permaneció el edificio hasta 1816, en que fue renovado.3 Un año después, se decidió fortificar el lugar ante el peligro de los enfrentamientos armados que se desataron durante la guerra de Independencia. Así, las obras del fuerte de Guadalupe se llevaron a cabo entre 1817 y 1818.
Terminada la guerra, el templo siguió abierto al culto religioso, pero solo hasta 1861, en que fue necesario retomar su función militar. Fué entonces cuando se demolió parcialmente para readaptar la fortaleza, misma que luego fué uno de los escenarios de la batalla del 5 de Mayo de 1862, en la que el general Ignacio Zaragoza derrotó al ejército intervencionista francés.
En la actualidad, en el fuerte únicamente se conservan algunos muros de lo que fué la capilla de Guadalupe.
1 F. de e. y Veytia, Historia de la fundación..., t. Ii, p. 261.
2 Ibid., t. II, p. 268.
3 Almedaro, Indice de las iglesias..., p. 40.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Al igual que en el Santuario de Loreto, el Santuario de Guadalupe ocupaba el centro de la fortificación del mismo nombre. Ahora sólo quedan los paredones a media altura de los muros perimetrales del templo, y parte de los locales del edificio anexo.
Los vestigios son suficientes para apreciar la estructura de tres naves que tuvo el santuario. Además, contaba con transepto. El hecho de que Veytia indique que carecía de cúpula no excluye la posibilidad de que en el crucero hubiese una bóveda vaída más grande y más aperaltada, como en Santo Domingo.
La nave principal y las dos laterales corrían de sur a norte, a lo largo de siete y seis tramos, respectivamente, lo que no coincide con la descripción de Veytia antes mencionada. En el primero se encontraban el coro y el sotocoro, a juzgar por las pilastras en los muros laterales que señalan los arranques de los arcos. Luego seguían tres tramos más, mientras que en el quinto tramo se ubicaba el transepto. El sexto tramo era relativamente corto, y remataba a las naves laterales, mientras que en la nave del centro debe haber existido un tramo más, que luego se cegó al construírse una escalera hacia el subterráneo del fuerte. Detrás del testero se encontraba un camarín de planta cuadrada, claramente reconocible, mientras que la crujía de la sacristía, del lado oriente del camarín, se identifica por los vestigios del lavamanos y los nichos para alacenas que ahí se encuentran.
El imafronte, con el cubo de la torre del lado del Evangelio, debe haber sido muy interesante. Tenía tres accesos flanqueados por plintos y medias muestras, de las que solo subsiste el arranque. Si la nave central tuvo, como indica Veytia, más altura que las laterales, esto debe haberse reflejado favorablemente en el perfil del imafronte.
El edificio anexo contaba con un portal de cinco arcos escarzanos, apoyados en columnas toscanas, a manera de portería. Debe haber tenido cubierta de tejado, a juzgar por los mechinales que aún se advierten en lo alto del muro frontero. Algunas habitaciones interiores también subsisten.
La lectura que puede hacerse de esta ruina no arroja novedades de tipo funcional o espacial. En cambio, desde el punto de vista constructivo es como un libro abierto, que ilustra de manera palpable cómo se edificaba un templo en el siglo XVIII. La fábrica de los muros era casi un aglomerado de piedras (predominantemente lajas horizontales), y argamasa de cal y arena. El ladrillo se empleaba para conformar el molduraje de las pilastras, cornisas y otros elementos similares. En los plintos hay curiosas cajas de piedra en casi todo el espesor del muro. Incluso se conservan tramos de piso en los que se advierte la combinación de barro recocido y azulejo, formando una trama de hexágonos y cuadrados.
Ni la ruina del santuario ni lo que queda de su anexo cuentan con obras de arte.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Guadalupe del Cerro