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Nombre del Inmueble
La Trinidad de las Huertas
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000315
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000315
Contenidos
1.-ANTECEDENTES E HISTORIA
El origen del barrio de La Trinidad en Oaxaca se relaciona con las necesidades de mano de obra indígena que tuvieron las primeras ciento veinte familias de españoles avecindadas en la antigua Antequera a partir de 1529. Al principio, los indios llamados naboríes constituían un contingente de mano de obra prácticamente esclava, proporcionada temporalmente por los numerosos pueblos circunvecinos para las tareas de urbanización y edificación de la nueva ciudad. Como su presencia era necesaria por las obras que continuamente se requerían, muchos de ellos fueron fijando su residencia poco a poco en las afueras de la traza, cuya extensión, a mediados del siglo XVI, iba desde Santo Domingo hasta San Juan de Dios, de norte a sur, y de la ermita de San Marcial a la de San Sebastián (donde hoy se encuentran los templos de la Merced y de la Soledad, respectivamente) de oriente a poniente. Ya eran libres, no pagaban tributo e inclusive el municipio les había ofrecido repartimientos de solares para sus casas. Como pasaron tres décadas sin que la promesa se cumpliese, y como ellos mismos habían contribuido una vez más en 1561, a las obras de desviación hacia el sur del cauce del río Atoyac, lo que permitió la expansión de la ciudad en esa dirección, elevaron sus quejas al virrey Luis de Velasco I, quien el 7 de julio de 1653 ordenó -pese a la resistencia de algunos españoles- que se repartiesen los solares ofrecidos, dando así motivo a la fundación, al sur de la traza, del pueblo de indios de la Santísima Trinidad (1).
Para esa época, la ciudad contaba con seiscientas cincuenta familias (2), número que garantizaba una demanda apreciable de productos hortícolas. Los indígenas recién asentados comenzaron a desempeñarse como agricultores y hortelanos para abastecer esa demanda creciente, de ahí que, casi desde el principio, el poblado comenzó a conocerse como Trinidad de las Huertas.
A fines del siglo XVII, Oaxaca alojaba ya a dos mil familias, pero en el curso del siglo siguiente, gracias a la explotación de tinturas como el añil y la grana extraída de la cochinilla, se registró un auge regional que la hizo crecer hasta cerca de los 18,000 habitantes en 1777 (3).
Durante todo ese tiempo, el pueblo de La Trinidad no se consideró integrado a los límites de la ciudad, a diferencia de lo que ocurrió con los barrios de indios en torno a los templos de Siete Príncipes, la Defensa y la Consolación. En 1796, durante el virreinato del Marqués de Branciforte y con motivo de la división de Oaxaca en cuatro cuarteles mayores y ocho menores, para los que se designaron alcaldes ordinarios y de barrio, la Trinidad aparece todavía como pueblo colindante con el cuarto cuartel mayor y los cuarteles séptimo y octavo menores (4). No es sino hasta 1842; con motivo de la elaboración de un padrón de habitantes, cuando se menciona por primera vez a La Trinidad como barrio de la ciudad. En esa época contaba apenas con 95 familias, casi todas dedicadas a la horticultura (5).
El templo de La Trinidad es uno de los mas modestos del barrio. No se tiene información para determinar su desarrollo. La primera capilla de fines del siglo XVI fue casi con toda seguridad de una sola nave, con muros de adobe y cubierta de armaduras de madera. El edificio que existe actualmente podría haberse levantado de cal y canto durante el siglo XVIII, pero el suelo blando y fácilmente inundable de la parte sur de la ciudad le debe haber acarreado problemas similares a los que afrontaron los te mplos de la Defensa y la Consolación con motivo de los terremotos que se registran periódicamente en la zona. La necesidad de reconstrucciones sucesivas, y el estilo de la fachada, permiten suponer que, todavía a mediados del siglo pasado, el templo estuvo sometido a obras mayores. Algunos detalles menores son mucho más recientes, ya del presente siglo.
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1. GAY, p. 208.
2. ESPARZA (1981 B), p. 1.
3. Ibidem.
4. ESPARZA (1981 A), p. 6.
5. ESPARZA (1981 C), pp. 218 a 220.
2.-EMPLAZAMIENTO
Aún ahora alcanza a percibirse el carácter rural que siempre tuvo el barrio. A pesar de que Oaxaca ha extendido sus límites mucho más allá de la traza histórica y su urbanización ha terminado por rodear a La Trinidad por todos lados, la capilla y su entorno hacia el sur forman un bolsa de verdor y ambiente campirano que reflejan fielmente su antigua vocación hortícola. Varias casas construidas con tabique y de adobe con tejas de barro todavía alternan, nuevas construcciones de bloques de cemento y losas de concreto, mientras que de las flamantes calles que conducen al templo, recientemente pavimentadas y dotadas de aceras de concreto, surgen estrechos callejones que de pronto desembocan las huertas remanentes, sombreadas por las amplias copas de laures y otras especies tropicales.
Otro rasgo inequívoco del carácter que tuvo el templo es el enorme terreno que lo rodea por todos lados. A pesar de que el recinto original se ha subdividido con la ayuda de bardas y rejas que no alcanzan a ocultar otras construcciones parásitas, es fácil imaginar el aspecto original que guardaba el edificio, aislado del caserío circunvecino.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El atrio frontal, que todavía existe, cuenta con un pavimento muy inadecuado y de reciente hechura, donde las losas cuadradas de concreto forman un ajedrezado. La barda atrial es un poco más antigua, y en la esquina presenta una cruz minúscula, labrada en piedra. Dos pilastras rojas con recuadros color ocre y sencillos remates flanquean la única entrada, donde hay una reja de hierro forjado sin mayores pretensiones.
El aspecto exterior vale por la conjunción del estilo popular del templo con la profusa vegetación que lo rodea. Como la mayor parte de los puntos de vista son desde la calle que pasa por el frente, la vigorosa volumetría de los contrafuertes laterales y el par de cúpulas pasa a un segundo término, ya que la fachada principal domina las perspectivas.
La fachada es muy sencilla, con dos campanarios en los extremos. Los cubos de las torres están bien delineados, y dejan un cuerpo central donde un par de contrafuertes divide al paramento en tres entrecalles. Cada contrafuerte consta de dos pilastras toscanas superpuestas y remates con pináculos que emergen del imafronte. Posiblemente ocupan el lugar de otras pilastras semejantes pero mejor trabajadas, ya que en los arranques se advierten los fustes originales, labrados con canaladuras. Abajo, en la entrecalle central, se abre el vano de acceso, enmarcado por jambas apenas perceptibles con capiteles toscanos, de donde surge un sencillo arco estriado. Sin tímpano o entablamento de por medio, sigue la ventana del coro, flanqueada por pilastras toscas con un par de estrías que se prolongan en el arco de medio punto. Encima y a los lados se dispusieron nichos sobre peanas con el mismo tratamiento tosco y reciente. Los laterales llevan figuras de ángeles, posiblemente esculpidas a fines del siglo pasado, y en el central se representó a la Santísima Trinidad. Los tres nichos ostentan en la parte de arriba adornos consistentes en un par de roleos. El perfil mixtilíneo del imafronte también parece rehecho hace relativamente poco tiempo. Asciende primero a los pináculos y luego al remate central, de donde surge una cruz de hierro forjado de buena calidad.
Los campanarios son muy simples. Cada uno consta de pares de pilastras esquineras sobre plintos, que flanquean los vanos de medio punto por donde asoman las campanas. Un sencillo entablamento con resaltos y cornisa muestra la obra de albañilería de ladrillo empleada en su elaboración. Encima sobresalen los cupulines octagonales con minúsculas linternillas y crucesitas de remate.
La disposición general del templo adopta la forma de una cruz latina cuyo eje principal está orientado de norte a sur. El espacio interior en esa dirección está formado por cinco tramos. En el primero están el coro y el sotocoro. Este espacio se reestructuró en la primera mitad de este siglo mediante una trabe de concreto y viguetas de acero con bovedillas de ladrillo. En cambio, la cubierta del coro es similar a la de los siguientes dos tramos de la nave, donde hay bóvedas de cañón corrido separadas entre sí por arcos fajones que descargan su peso sobre pilastras adosadas a los muros laterales. La proporción entre los fustes de las pilastras y los voluminosos capiteles de orden compuesto, su manufactura a base de yeserías y la forma en que la cornisa lateral los liga entre sí, denotan la intervención de artesanos indígenas que interpretaron libremente el canon clásico.
Los gruesos muros laterales en los primeros tres tramos de la nave se aligeraron bajo la cornisa y entre las pilastras por medio de arcos que van dejando nichos donde se alojan altares. En cambio, encima de la cornisa hay ventanas que permiten iluminar el interior de la nave. La ornamentación pictórica es muy imaginativa, a base de marcos, cenefas y medallones en las esquinas y al centro de las bóvedas. Las dovelas de los arcos se pintaron en tres tonos distintos, lo que les da ese aire indígena que recuerda lo islámico.
En el cuarto tramo está el crucero. Cuatro arcos torales y otras tantas pechinas con las figuras de los evangelistas soportan un tambor octagonal, que a su vez apoya la cúpula gallonada de ocho gajos, con su linternilla. A los lados, los brazos del transepto están cubiertos por bóvedas de cañón corrido cuyas superficies llevan decoración pictórica con motivos geométricos. Los brazos eran más largos originalmente, pero se recortaron con muros divisorios, posiblemente por razones funcionales de circulación entre los anexos.
El quinto y último tramo corresponde al presbiterio; está cubierto por otra bóveda octagonal, sólo que sin tambor y sin linternilla. La pintura que lleva es muy reciente y de escasa calidad.
4.-OBRAS DE ARTE
Por su estilo, el retablo principal de madera pintada corresponde al tránsito entre el siglo pasado y el presente. Muchos altares semejantes fueron mandados hacer en tiempos del obispo Guillermo Eulogio Gillow en casi todas las iglesias de la ciudad. Este es de un solo cuerpo, con una entrecalle central amplia y dos laterales angostas. El nicho central ocupa la representación de la Santísima Trinidad, y está flanqueado por dos pilastras cortas y dos más largas, que se repiten en los extremos, todas con capitel corintio. Entre las cuatro pilastras mayores apoyan un entablamento que sobresale en la parte central, con arquitrabe, friso decorado con motivos vegetales, dentículos y cornisa.
Los retablos que existen en los brazos del transepto son todavía más sencillos. El del lado izquierdo lleva una imagen de la Virgen y el Niño, y el de la derecha, a San Sebastián. En los nichos laterales de la nave se dispusieron otras seis figuras, entre las que destacan la de San Isidro Labrador, patrono de los agricultores, la Virgen de la Soledad, muy venerada en toda Oaxaca, y un Cristo moreno más próximo que las otras imágenes a la iconografía indígena.
ELABORO: ARQ. ALBERTO GONZALEZ POZO
FECHA: 1986.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
La Trinidad de las Huertas