Nombre del Inmueble
Loreto del Cerro
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000375
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000375
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El antiguo santuario de Loreto, ubicado al centro del fuerte y en el cerro del mismo nombre, es ahora museo conmemorativo de la batalla del 5 de Mayo.
El vetusto fortín se encuentra en un bosque de eucaliptos, y desde sus baluartes se tiene una de las mejores vistas de la ciudad de Puebla.
La disposición del fuerte es la de un cuadrángulo con cuatro bastiones cilíndricos en las esquinas. Este tipo de emplazamientos para la artillería tuvo amplia difusión durante el Renacimiento, pero ya para fines del siglo XVI se favorecía más a las soluciones de bastiones esquineros en forma de punta de lanza. La solución de Loreto es, por lo tanto, relativamente anacrónica, si bien su efecto volumétrico es más convincente.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
Como en muchos otros casos similares, el origen de esta capilla devocional se remonta a un suceso considerado milagroso del que queda sólo la leyenda. Según ésta, a mediados del siglo XVII, José de la Cruz Sarmiento, pollero y vecino del pueblo llamado Resurrección, fue sorprendido por una tormenta en la falda del cerro de Belem. Al verse en peligo, invocó el nombre de Nuestra Señora de Loreto y se salvó de morir, a pesar de que su caballo y sus fueron muertos por los rayos. El pollero creyó que la virgen lo había rescatado y decidió levantar un santuario con la advocación de la Santa Casa de Loreto.1
De la Cruz se presentó ante el cabildo el 10 de noviembre de 1656 para solicitar la licencia que le permitiera edificar el templo. Pero su petición fue denegada inicialmente, por lo que recurrió al virrey duque de Albuquerque para que intercediera a su favor. Logró su propósito, puesto que el virrey ordenó el 12 de octubre 1658 que se investigara sobre los inconvenientes de la fundación. Al ver que no los había, el cabildo dio su licencia y el sitio para fabricar la ermita el 28 de febrero de 1659. La única condición que se le puso a de la Cruz fue que no tomara para sí el solar cedido, ya que no podía enajenarlo por ningún concepto.2
Una vez conseguidos la licencia y el terreno, se inició la construcción de una capilla de vigas con su reducida vivienda, donde vivió el fundador hasta su muerte, ocurrida antes de la terminación de los trabajos. Una vez concluída, la capilla fue nombrada ayuda parroquial de San José, función que desarrolló hasta las postrimerías del periodo colonial.
El culto a Nuestra Señora de Loreto creció y pronto el sitio se transformó en la práctica en un santuario, por lo que a principios del siglo XVIII el sacerdote Baltasar Rodríguez Zambrano inició la reconstrucción de la ermita tomando como modelo la Santa Casa de Loreto en Italia; pero también él murió sin ver terminada su obra. Más tarde, Benito Ordóñez Guerrero, vecino de Puebla, prosiguió con la edificación del templo, con una vivienda anexa para residencia del capellán.
El santuario ya estaba terminado en 1714, y tenia contiguo lo que Veytia llama un claustro.3 Más tarde, en 1776, el testero se decoró con un retablo dorado, encargado por el capellán Luis Pacheco, en el que estaba colocada la imagen de bulto de Nuestra Señora de Loreto. En el claustro también había pinturas referentes a los milagros de la Virgen con esta advocación.
A partir de los últimos años del siglo XVIII, la historia de la Santa Casa de Loreto se trasformó de religiosa en militar. Inicialmente, el edificio se utilizó para albergar algunos regimientos y una prisión militar. Luego sobrevino la guerra de Independencia, por lo que el valor estratégico del sitio cobró más importancia. Así, hacia 1815 se edificó en los anexos del santuario un depósito de pólvora. Por esas fechas, el comandante de artillería, Manuel Varela y Ulloa, presentó un proyecto para levantar una fortificación en torno a la ermita para protegerse de los insurgentes. Esa fué la función original del fuerte de Loreto, mismo que se finalizó en 1817.
Los diversos sitios que sufrió la ciudad a lo largo del siglo XIX fueron dejando su huella en sus defensas. Tanto el cerro de Loreto, como ya se le conocía, como el de Guadalupe, fueron ocupados por el ejército norteamericano en 1847. Aunque la batalla más significativa de las realizadas en esa instalación militar fue la del 5 de mayo de 1862, cuando el ejército impe rialista francés fue derrotado por las tropas mexicana a cargo del general Ignacio Zaragoza. En ese enfrentamiento, le correspondió al ingeniero y general Felipe Berriozábal (1829-1900) hacerse cargo de la defensa victoriosa del fuerte de Loreto; si bien el templo sufrió severos daños, especialmente sus torres, que fueron irreparablemente destruídas .
Más de siete décadas más tarde, el primero de junio de 1933, el conjunto fué designado monumento nacional y se instaló ahí un Museo de Historia Militar. En 1962, el sitio quedó integrado al Centro Cívico con el que se conmemoró el centenario de la batalla del 5 de Mayo.
1 El primer santuario con este nombre se levantó en la población de Loreto, cerca de Ancona, en Italia, y su origen se atribuye, a su vez, a una serie de sucesos milagrosos, según los cuales, la casa que habitó la Sagrada Familia en Nazareth fué transportada por ángeles tres veces sucesivas: la primera en 1291 hasta Tersatto, cerca de Fiume; la segunda en 1294 a un bosque de laureles de donde toma su nombre el sitio actual del santuario; y la tercera a mil pasos de distancia, porque el paraje estaba infestado por ladrones. Despúes, a partir de 1468, se construyó un santuario con todo el apoyo del Vaticano, en cuya realización intervino una pléyade de notables arquitectos renacentistas entre los que se encontraban Giuliano da Maiano, Giuliano y Antonio da Sangallo, Francesco di Giorgio, Bramante y Andrea Sansovino. Cf. L'Italia da conoscere. Arte. Emilia-Romagna, Toscana, Marche, Umbria, Lazio. Milano, Arnoldo Mondadori, Editore, 1978. pp. 385-386 y también Marche. Guida d'Italia del Touring Club Italiano, Milano, 1979. pp. 415-433
2 F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 217.
3 Ibid., t. II, p. 218.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
La edificación del antiguo santuario y su anexo ocupan una posición central dentro del fuerte de Loreto. Aunque se trata de un edificio relativamente pequeño, es muy interesante desde el punto de vista funcional y estructural. Sin embargo, al hacer la lectura del monumento hay que tomar en cuenta que varias de sus partes han cambiado a lo largo de más de un siglo: primero, como resultado de la transformación del templo en cuartel y polvorín, y luego, al ocurrir su conversión en museo.
A pesar de esos cambios, la distribución del templo original aún puede reconocerse. Aparentemente, se trata de una nave central (ahora sala de banderas), orientada de sur a norte, rodeada por una crujía procesional en los cuatro lados. Uno de los tramos separa a la nave del ábside, que sobresale, junto con la sacristía, al norte del volumen edificado.
Tanto la nave central como los tramos de la crujía procesional están cubiertos por curiosas bóvedas ochavadas de tabique recocido, muy semejantes morfológicamente a una bóveda maya. Habría que determinar si estas cubiertas forman parte de la construcción original del santuario o si se trata de una rehabilitación posterior, cuando comenzó a funcionar como instalación militar. En todo caso, la forma de las cubiertas y su pendiente podrían muy bien corresponder a las de un techo original de madera y tejas.
La función original de tipo procesional no solo se muestra en la forma y la orientación de las estructuras, sino también en otros elementos arquitectónicos: tales como las cúpulas de esquina y la delimitación entre la nave central y las crujías procesionales.
Las cuatro cúpulas de esquina articulan espacialmente otros tantos cambios de dirección en las crujía procesionales. Dos muros, dos arcos y cuatro pechinas toman el desplante octogonal de cada una de las cúpulas. La única diferencia es que las dos del lado sur están formadas por ocho segmentos cilíndricos convergentes de cuarto de punto, mientras que las dos del lado norte forman verdaderas pirámides octogonales, rasgo este último que también hace pensar en una estructura originalmente pensada para madera. En la actualidad son de ladrillo.
La separación entre la nave y las crujías procesionales es un rasgo insólito en la historia de la arquitectura virreinal, que en este caso se aprovechó para crear en el museo actual una sala de banderas. Si bien una parte de los muros se han cegado, quedan tramos con puertas y ventanas rectangulares, con enmarcamientos de argamasa y frontones quebrados con nicho al centro. Bajo las ventanas hay, además, pretiles perforados por angostos vanos de medio punto, todos esos elementos pertenecen al santuario original.
La división entre la crujía procesional sur y la nave se resolvió de manera similar, pero tratándola como una especie de portada interior, lo que hace funcionar a ese espacio como nártex o vestíbulo.
Todos estos rasgos se entienden mejor si uno se remite al modelo en el que supuestamente se inspiraron los constructores de este monumento. En efecto, la planta del Santuario de Loreto en Italia muestra claramente que se trata de un gran edificio (una basílica de tres naves, con disposición en cruz latina) que aloja en su interior, justo bajo la gra cúpula del transepto, a otra pequeña construcción: la santa casa. Esta última tiene una planta rectangular, de 9.50 por 4.00 mts.; está provista de bóveda y sus fachadas exteriores muestran un revestimiento marmóreo, diseñado por Bramante, a base de pilastras, nichos y vanos enmarcados y rematados por frontones.4
La pregunta que cabe hacerse es si el arquitecto del santuario poblano conoció personalmente al modelo lauretano o si lo interpretó a partir de informaciones. Es más probable que haya ocurrido esto último pero, de cualquier modo, es muy evidente que en su interpretación tuvo que constreñirse a los escasos recursos disponibles. Curiosamente, la santa casa poblana tiene casi las mismas dimensiones que su referente italiano, mientras que el santuario que la alberga se reduce aquí a las crujías-ambulatorio que rodean a la casa por tres lados.
El ábside se adaptó (por su misma centralidad, su posición rematando un eje de simetría, y su concavidad espacial) como una especie de ciclorama donde ahora se muestran los símbolos patrios. Se trata de un espacio ochavado en el que cuatro pechinas con ángeles de yesería apoyan la cúpula principal del conjunto. En la cúspide interior del hemisferio cupular aún subsiste un medallón de yesería con el monograma de Cristo. Por su parte, la sacristía aparece ahora totalmente integrada al espacio del antiguo santuario, ya que ahora ambos forman parte del mismo museo. Se trata de un espacio abovedado de tres tramos de cañón con lunetos, en el que los arcos fajones descansan en impostas.
En su extremo norte se liga espacialmente a las demás dependencias de lo que fué la casa cural, donde ahora se exponen retratos, vestimentas y otros objetos relativos a los personajes que intervinieron en la batalla del 5 de Mayo, así como grabados, planos e incluso fotos de la época.
Fuera de esos objetos y símbolos patrios expuestos con fines museológicos, el antiguo templo carece de bienes artísticos. Los que haya podido tener originalmente desaparecieron hace mucho tiempo
4 Guida d'Italia del Touring Club Italiano, Milano, 1979. p.422
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Loreto del Cerro