Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de Guadalupe
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001056
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001056
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Acambaro, que en tarasco quiere decir lugar de magueyes, fue fundada en 1526 sobre las margenes del rio Lerma como asentamiento de indigenas pacificados, en una epoca en la que el Bajio todavia estaba a merced de las incursiones de los chichimecas. Sus primeros pobladores fueron otomies y tarascos, quienes se repartieron por mitad los solares que resultaron una vez trazado el asentamiento. Un grupo minoritario de chichimecas establecio del otro lado del rio, conocido en aquel entonces con el nombre de rio Toluca.
Desde un principio se encomendo a los franciscanos la evangelizacion de los indigenas establecidos en Acambaro. Para su convento se reservo una manzana al centro del poblado que doblaba en superficie a las otras once que integraban la traza original. El atrio en forma de escuadra era todavia mayor, y sus limites al norte llegaba a lo que hoy es el Jardin Independencia frente al Santuario de Guadalupe.
En las decadas que siguieron a la fundacion, los franciscanos levantaron un hospital de indios, erigieron la parroquia y construyeron su claustro. De esa epoca queda todavia la fachada del templo anexo al hospital,dedicado a la Inmaculada Concepción.
Pedro Rojas, autor de una de las monografias mas completas sobre el patrimonio artistico de Acambaro, supuso la existencia de otro hospital de indios ademas del mencionado, ya que eran dos los principales grupos etnicos que convivieron en el poblado. Segun esa hipotesis, el hospital de la Concepcion se habria destinado al servicio de los otomies, mientras que el otro, ubicado presumiblemente en el sitio que ahora ocupa el Santuario de Guadalupe, habria atendido a la poblacion tarasca. (1) Hasta el momento no se han encontrado datos que confirmen esa suposición, como tampoco se sabe si ese segundo hospital tuvo templo anexo bajo alguna otra advocación.
La consolidación colonial de los siglos XVII y XVIII trajo grandes cambios en la economía y la sociedad del Bajio. Muchos españoles y criollos acabaron avecindándose en asentamientos de origen indígena, como Acámbaro, y dieron impulso a un gran número de actividades productivas. Las etapas de auge economico, a su vez, obligaron a densificar los asentamientos para dar cabida a una población urbana en aumento. Así, las doce manzanas de la fundación acambareña se convirtieron en veintiuno, gracias a subdivisiones sucesivas que incluso disminuyeron las áreas del establecimiento franciscano y su atrio. Otras veinticinco manzanas representan la expansión que fue necesario hacer entre los siglos XVII y XVIII hacia los cuatro puntos cardinales.
La construcción de un santuario guadalupano en una ciudad de clara tradición indígena como Acámbaro se inscribe en el auge que a partir de la segunda mitad del siglo XVII comenzó a tomar el culto a la Virgen Morena en todo el territorio del virreinato de la Nueva España.
Durante el primer siglo posterior a las apariciones de 1531, el culto se concentró en una ermita en el Tepeyac, donde en tiempos prehispánicos se habia adorado a Tonantzin (nuestra madre, en náhuatl). Ya para 1570, Sahagun observaba que con motivo de la fiesta guadalupana en el Tepeyac¨
... era grande el concurso de la gente en esos dias, y todos decian vamos a la fiesta de Tonantzin!; ahora que esta edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe tambien la llaman Tonantzin, tomada ocasion de los predicadores que a Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin... (2)
Sin embargo, ya avanzado el si glo XVII, el culto se habia extendido a sectores cada vez mas amplios que incluian a los mestizos y a los criollos. De entre ellos surgieron cuatro grandes apologitas -o evangelistas, como los llama Francisco de la Maza- quienes sentaron las bases de lo que posteriormente seria toda una ideologia nacionalista vinculada a la Virgen del Tepeyac: Miguel Sanchez, Luis Lasso de la Vega, Luis Becerra Tanco y Francisco de Florencia. (3) Fue Sánchez, por ejemplo, quien estableció las analogias entre el mito mariano del Apocalipsis segun San Juan y los atributos mexicanos la guadalupana.
En ese contexto que puede entenderse mejor la erección del gran santuario del Tepeyac a fines del siglo XVII, y la aparicion gradual de otros templos guadalupanos en el resto del territorio de la Nueva España, como apunta De la Maza:
El guadalupanismo y el arte barroco son las unicas creaciones autenticas del pasado mexicano, diferenciales de España y del mundo. Son el espejo que fabricaron los hombres de la Colonia para mirarse y descubrirse a si mismos. (4)
Algunas de las características del santuariode Acámbaro, especialmente los objetos artísticos en su interior, comprueban esa afirmación.
2.-EMPLAZAMIENTO
El santuario ocupa la cabecera de una angosta manzana entre las calles de Hidalgo y Juárez, frente al Jardin Independencia. Un espacio peatonal de seis metros entre la fachada del templo y el jardín hace las veces de atrio, mientras que los flancos de la nave llevan angostas fajas jardinadas.l
Por su escala y su arreglo, el Jardin Independencia es uno de los más agradables espacios urbanos del Bajío, sobre todo ahora que la calle Juárez, que lo delimita por el oriente, se ha acondicionado para tránsito peatonal entre las calles de Pino Suárez y Dr. Francisco Sámano. En el perímetro del jardin fueron plantados laureles cuyas copas, podadas geométricamente al estilo abajeño, forman un solo marco rectangular de frondas en torno al espacio central, donde se levanta un kiosko de hierro forjado, flanqueado por dos pequeñas fuentes. Tramos de césped, arriates, palmeras y otros árboles, así como bancas de hierro colado completan el arreglo de este auténtico oasis, al que la población acambareña acude
gustosa a solazarse.
El contexto arquitectónico es igualmente interesante, ya que en términos generales conserva buena parte de las casas tradicionales que desde hace más de un siglo delimitan al Jardín Independencia. En la calle Juárez 445, esquina con Leona Vicario, hay una mansión de dos niveles que se cuenta entre las mejores de la ciudad. Su portada es muy pintoresca: el vano de acceso muestra jambas labradas que apoyan un cerramiento escarzano y se prolongan hasta la cornisa entre el primer y el segundo nivel. En e ste último hay una ventanita flanqueada por toscas columnas corintias de cuyos capiteles salen motivos vegetales que ondulan sobre el cerramiento. Más arriba, un dosel labrado parece surgir de dos elementos que sugieren cortinajes enrollados. Un vano lobulado remata la composición.
Sobre la misma calle de Juárez, pero ya frente a la sacristía en la parte posterior del santuario, se encuentra el palacio municipal. Se trata de una edificación del siglo XIX semejante a otras domésticas, pero su función pública se distingue por el remate sobre la cornisa, con reloj y astabandera; la casa contigua forma esquina con la calle de Francisco Sámano, y es igualmente interesante, porque muestra que en el tránsito del siglo pasado al presente, la arquitectura civil de las ciudades de provincia producía soluciones imaginativas como ésta, en la que las jambas de los vanos se prolongan arriba formando recuadros con motivos ornamentales.
Sobre la calle Hidalgo también hay algunas casonas que vale la pena mencionar, como las que llevan los números 309 y395. La primera es del siglo XVIII, y el estilo de las jambas en los vanos superiores y de las pilastras en los extremos refleja algunos de los rasgos de la arquitectura del claustro del convento franciscano. La segunda, en cambio, es decimonónica: con pilastras estriadas de capitel toscano en el nivel inferior, y jónico en el siguiente. Por cierto que entre ambas construcciones hubo hasta hace algunas décadas un portal que ha desaparecido.
La desaparición de esos y otros portales en los espacios centrales de Acámbaro en el presente siglo contrasta con el sentido cívico y comunitario con el que otrora se edificaron las ciudades mexicanas, y la propia historia urbana de Acámbaro es un ejemplo en ese sentido. En efecto, según algún documento municipal, entre 1794 y 1795, don Francisco Gutiérrez de Cubas, vecino del lugar, intentaba construir un comercio en un solar frente a la plaza del pueblo, pero el encargado de gestionar el permiso necesario hacía notar a su superior que el solicitante:
... no habia reflexionado que por las 26 varas de frente que corresponden a nuestra plaza, queda esa mas lucida y agraciada, formando en ella una porteria del mismo largo a su casa, de piedra labrada y buena fabrica sin gravar al pueblo en lo mas leve, sirviendo este portal para abrigo de los traginantes, en los dias de tianguis, en los de lluvia, de las humedades, y en el verano de los ardores del sol, por lo que solicito a nombre de mi parte, se digne V.S. conceder licencia necesaria para la construccion de esta fabrica en los terminos expuestos... (5)
La parte posterior de la iglesia completa la manzana con otras casas de dos niveles que dan frente al Jardín Juárez, donde hay una fuente oval de grandes dimensiones. El paramento norte del jardín lo ocupa un portal con ocho arcos de medio punto sobre pilares cuadrados de capitel toscano.
3.-HISTORIA DEL EDIFICIO
No se cuenta con informacion sobre la construccion del santuario. Sin embargo, Pedro Rojas infiere por algunos de sus rasgos que su edificacion fue una de las secuelas del esfuerzo constructivo efectuado en el convento franciscano en la segunda mitad del siglo XVIII. (6) A esta etapa corresponden el interior del templo, la sacristía y los cubos de las torres laterales.
En cambio, según el mismo autor, el nártex y la torre central habrían sido agregados posteriormente, quizá ya en pleno siglo XIX, y bajo el poderoso influjo que ejercían soluciones similares en establecimientos carmelitas como el de Celaya, obra de Tresguerras.
Finalmente, la ornamentación de la nave se llevó a cabo en la segunda mitad del siglo pasado. La decoración pictórica en los muros laterales es todavía más reciente.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
La mayor parte de los santuarios de Guadalupe estan orientados de sur a norte, siguiendo el patron establecido por Pedro de Arrieta para el gran santuario de Mexico levantado entre 1695 y 1709. La orientacion misma formaba parte de los signos que rodeaban al culto guadalupano, por la posicion que guardaba el Tepeyac respecto a la capital del virreinato, al grado que uno de los panegiristas guadalupanos del siglo XVII, el jesuita Francisco de Florencia, intitulo uno de sus libros en elogio a la Virgen: Estrella del Norte de Mexico. (7)
El santuario de Acambaro no se aparta de ese patron. Es por ello que el templo de una sola nave en forma de cruz latina sigue un eje longitudinal de sur a norte que se inicia en el nártex y termina en el presbiterio.
El nártex es un pórtico cubierto con tres tramos de minúsculas bóvedas de arista, por el que se accede al sotocoro. Este último es una angosta bóveda de cañón escarzano. Arriba, el espacio de los primeros tres tramos de la nave lo cubren otras tantas bóvedas de arista, que se elevan desde los muros laterales reforzados con pilastras toscanas y una sencilla cornisa longitudinal. Tanto las pilastras como los arcos fajones entre las bóvedas muestran la cantera labrada, mientras que el resto de las superficies llevan aplanados con franjas de decoración pictórica a base de flores.
En el crucero, el espacio se eleva por encima de los cuatro arcos torales y las pechinas entre ellos, sobre los que a su vez se levanta el tambor octagonal y la cúpula gallonada con linternilla. Los brazos del transepto llevan sencillas bóvedas de cañón, y el presbiterio nuevamente una bóveda de arista más corta que las del resto de la nave.
Por el brazo derecho del transepto se entra a una capilla que originalmente debió haber cumplido funciones de antesacristía, pues está dotada de un lavamanos monumental que más adelante se describe entre las obras de arte. Este espacio queda en penumbra, y está cubierto por una bóveda de arista relativamente baja, mientras que la sacristía que le sigue inmediatamente se cubrió con tres tramos altos de cañón con lunetos, y está muy bien iluminada. El contraste en la transición de un espacio a otro es una de las experiencias visuales interesantes en este templo.
La volumetría exterior del santuario refleja claramente su disposición interior. El volumen del nártex y la torre central se adelanta formando una portada de dos cuerpos, con tres calles frontales, dos laterales y un remate. En el primer cuerpo están los arcos del nártex, todos de medio punto, apoyados en jambas con capitel toscano, y con pilastras también toscanas que ascienden hasta un sencillo entablamento con friso sobriamente decorado y vigorosa cornisa. En el segundo cuerpo, otras pilastras de capiteles jónicos con festones labrados se ubican sobre las del cuerpo inferior, y apoyan un entablamento más fino, con friso abultado y decorado con motivos vegetales. En las tres calles frontales del segundo cuerpo hay vanos que corresponden a las ventanas del coro. Los dos laterales son elípticos, cuentan con marcos labrados y tramos de cornisa curvos. En cambio, el central es rectangular, y sus jambas labradas se prolongan más arriba del cerramiento en platabanda, apoyando una cornisa con resaltos sobre la que surge un frontón. El mismo motivo se repite encima de la cornisa que remata al segundo cuerpo, pero más grande y con relieves en el interior. En los extremos hay discretos jarrones.
El remate de la portada se inicia con un cubo en cuyas esquinas hay pilastras de capitel corintio. Por tres de los lados, al centro, se acomodaron carátulas de reloj enmarcadas por un agradable diseño de filetes formando cruces, cuadros y círculos. Más arriba, un sencillo entablamento con resaltos sobre las esquinas constituye la transición al cuerpo de la torre. En esta última, de planta octagonal, hay vanos de medio punto hacia los cuatro puntos cardinales flanqueados por pilastras corintias de fuste estriado. Sobre otro entablamento con resaltos se eleva el cupulín gallonado, del que surge una cruz de hierro forjado que remata el conjunto.
La composicón de esta portada es muy sencilla, y se percibe todavía con más claridad debido a que su autor dejó expuestos en cantera gris oscura todos los elementos de apoyo, soporte o liga, haciéndolos contrastar con los paramentos aplanados y blanqueados que ocupan la mayor parte del área. En un rasgo que anticipa la evolución hacia muchos conceptos similares en la arquitectura contemporánea.
Más atrás de la torre central, flanqueándola, están los dos cubos de lo que deben haber sido las torres originales del edificio del siglo XVIII. Como carecen de ornamentación, y solo están cubiertos por bóvedas peraltadas, hacen un discreto acompañamiento. Más atrás, alcanza a percibirse la cúpula de la nave, que también corresponde a la fisonomía que tuvo originalmente el santuario.
Otros dos rasgos de la arquitectura del siglo XVIII se encuentran en los anexos de este templo. Se trata de la portadita de acceso a la sacristía desde el atrio lateral oriente, ejecutada en cantera labrada, y otra puerta interior desde la sacristía a uno de los anexos. En ambas está presente el mismo estilo de jambas y cerramientos cajeados que se encuentra en el convento franciscano.
5.-OBRAS DE ARTE
Los objetos artísticos de mayor importancia se encuentran en la sacristía y la antesacristía. En esta última existe un lavamanos que ocupa todo el muro norte, y sigue el medio punto del trazo de la bóveda. El lavamanos está labrado en piedra, y forma un intrincado diseño en torno a la figura de la Virgen de Guadalupe, bajo la cual está un pelícano que simboliza a Cristo. Hay otras figuras y caras de ángeles, pilastras abalaustradas y pilastras-estípite, y muchos motivos vegetales, así como tres pilas. La inclusión de elementos decorativos del arte rococó junto con formas tradicionales del barroco estípite le da un aire singular a esta pieza de fines del siglo XVIII.
El gran óleo con el árbol genealógico de la Virgen de Guadalupe sobre el muro norte de la sacrístía seguramente es anterior, y auna a sucalidad el singular mensaje nacionalista que transmite. En efecto, se trata de una tela de casi seis metros de ancho, cuya parte superior sigue el perfil de medio punto de la bóveda. Abajo, en un prado aparece recostado el Rey David, de cuyo vientre surge el tronco del árbol genealógico y más arriba, las ramas donde se encuentran las figuras de los antecesores de la Virgen María, pero el espacio central está ocupado por la virgen mexicana, por la Guadalupana, no por la advocación hebrea de María. Esta particularidad hizo que Francisco de la Maza observara la siguiente:
Y si en Acambaro, en la sacristia de su Santuario, el arbol genealogico de Maria remata en una guadalupana... de seguir ese camino hubieramos encontrado en Mexico a la Virgen de Guadalupe en Belen, ante el pesebre., y en el pretorio tras las rejas, y en el Calvario y en Pentecostes, mas o menos adecuada en cada momento solemne, pero mostrandonos que es Ella, la Virgen de Guadalupe mexicana, la que antes, en y despues del tiempo, es la verdadera Madre de Dios. No conozco, ni creo que exista en el mundo catolico, un caso semejante. (8)
Esta apropiación que los indios, los mestizos y los criollos mexicanos del virreinato fueron haciéndose de los signos de identidad más importantes del cristianismo hace aparecer en la misma tela a la pareja ancestral de Adán y Eva en un hermoso paisaje natural con escena urbana al fondo.
En la pared de enfrente, sobre la entrada a la sacristía se encuentra otro cuadro de buena calidad, también del siglo XVIII, en el que se representa un pasaje del Evangelio según San Lucas que se refiere al rico Epulón y al mendigo Lázaro.
También son dignas de verse las puertas de madera labrada en la sacristía, especialmente una que cierra una alacena, con una cara de sol y otros adornos rococó. Hay en el mismo local otros dos cuadritos con apariciones de la Virgen de Guadalupe, pero son más recientes y de menor calidad que las otras pinturas que se han mencionado.
En el interior del templo se encuentran tres retblos del siglo XIX. El mayor corresponde a la guadalupana, y muetra una pintura oval con marco dorado de flores labradas, flanqueada por columnas corintias exentas de fuste liso que apoyan un entablamento con friso decorado sobre el que se eleva el remate.
En los brazos del transepto hay otros dos retablos idénticos, dedicados a San Cristóbal y San Francisco. En cada uno hay una vitrina sobre el banco con la figura del santo en madera estofada, flanqueada por dos columnas exentas de orden compuesto y dos pilastras corintias en los extremos que soportan un entablamento con friso decorado con entrelazos, cornisa con dentículos y un f rontón de trazo curvo, quebrado.
Por último, en el coro aun puede verse un órgano de tubos de pequeñas dimensiones.
6.-REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFIA
1,6
ROJAS; Pedro. Acámbaro Colonial. Estudio Histórico, Artístico e Iconográfico. Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM. México, 1967. pp. 22 y 111 a 115.
2,3,4,7,8
DE LA MAZA, Francisco. El guadalupanismo mexicano. Lecturas mexicanas Nº 37. Reedición SEP-Fondo de Cultura Económica. México, 1984. pp. 22, 54 a 97, 10, 97 y 185.
5
ARCHIVO PARROQUIAL DE ACAMBARO. Petición para levantar un portal en la plaza de Acámbaro. Foja 10. 1795.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de Guadalupe