Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de la Luz
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001068
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001068
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El poblado de Salvatierra, en el Estado de Guanajuato, está asentado en una zona de ocupación Tarasca, de acuerdo a los vocablos y topónimos de Cupareo, Urireo, Emenguaro, Pejo y Guatzindeo; este último es el nombre del valle y del pueblo indígena, en donde se encuentra la actual Salvatierra, Guatzindeo significa lugar de montes de piedras, para algunos y para otros amenidad del río, lugar de hermoso monte, lugar de hermosa vegetación o lugar de aves de hermoso plumaje, actuó como frontera y encrucijada cultural de varias tribus que solían llegar hasta las márgenes del río Lerma. La tradición señala que los aztecas pasaron por esta comarca en su peregrinar hacia la Gran Tenochtitlán. Bajo el dominio de esta última, la comunidad de Guatzindeo reconocía como cabecera a Yuriria.
La evangelización del Valle de Guatzindeo, hacia el primer tercio del siglo XVI, poco después de la fundación de Acámbaro, estuvo a cargo de los misioneros franciscanos de Xilotepec, quienes atendieron el pueblo de Cochones, donde actualmente se encuentra la ciudad de Salvatierra. Es hacia finales del 1600 cuando se edifica la primitiva iglesia en el lado poniente de San Antonio. Más tarde, los frailes agustinos tomaron el cargo, tratando de integrar a los habitantes del valle, con los de Yuriria.
El Virrey Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués de Sobroso, recibió la solicitud, por parte de Don Gabriel López de Peralta, heredero de uno de los Mayorazgos de su abuelo, el conquistador Gerónimo López; de fundar en el paraje llamado San Andrés Cochones, la ciudad de San Andrés de Salvatierra, donde se encontraban congregados hasta cuarenta vecinos españoles con sus mujeres, hijos, casas y familias; el Virrey García Sarmiento mediante el cual la localidad alcanzaba el rango de ciudad, antes que cualquier otra de las comunidades que hoy conforman el estado de Guanajuato.
En 1643 el obispo Fray Marcos Ramírez del Prado, erige la parroquia, confiándola a los franciscanos. En el mismo año de la fundación llegan a la ciudad los frailes carmelitas, bajo la dirección del hermano Fray Andrés de San Miguel, quien les construye el convento y la iglesia.
No se puede establecer a ciencia cierta cuando llegó la imagen de la Virgen de la Luz a Guatzindeo, así como la persona que la trajo. Sin embargo, se estima que llegó en tiempos del P. Fray Juan Lozano Gallina, según Vicente Ruíz Arias, quien refiere los apuntes del Sr. Cura Espinoza, donde se describe a la imagen, fabricada de pasta de caña de maíz, método empleado por los indios de Pátzcuaro para configurar sus ídolos, hasta el siglo XVI, por lo que se supone hacia este siglo su realización. Se supone de igual manera, que llegó primeramente a Acámbaro y posteriormente fue trasladada a Guatzindeo, donde se mantuvo oculta al sobrevenir la peste sobre la población, encontrándose más tarde en un jacal de un indio llamado Juan Viejo y rescatada por manos de Juan Miguel, quien la llevó al convento de San Nicolás, mandándole decir una misa. Más tarde se la traslada a la hacienda de Don Francisco de Raya, donde se vuelve a venerar, regresando posteriormente a Guatzindeo cuando este pueblo vuelve a surgir.
La imagen recibió el nombre de Nuestra Señora del Valle. Fue hasta 1733, cuando el Sr. Obispo Juan José de Escalona, decretó que la imagen fuera depositada en la Iglesia Parroquial de Salvatierra, haciéndola peregrinar desde la hacienda de San Buenaventura, adornando las fachadas de las casas frente a las cuales pasaría la procesión. En esta fecha los indios se amotinan ante la posible amenaza de ser despojados nuevamente de la imagen, por ello se encargó a los vecinos que se construyera un templo. Este resultó ser pequeño por lo que se solicitó la autorización para construir una capilla mayor, y fue con fecha del 26 de marzo de 1743, en que el Conde de Fuenclara, autoriza la construcción del templo que es el actual Santuario de Guadalupe, quedando en el costado oriente de la plaza principal.
Este Santuario fue construido bajo la dirección del Sr. cura secular Don José Javier de Rivera, dicho espacio fue insuficiente por lo que se estudió nuevamente la posibilidad de uno mayor. Este debía tener la capacidad de alojar a los fieles devotos de la imagen que se congregaban para rendirle culto; abriéndose los cimientos para el nuevo templo en un solar situado al oriente de la plaza mayor, cedido por el juez eclesiástico Don José Javier de Rivera, quien entonces aún no era cura secular. No se tiene noticia de la fecha exacta en que se colocó la primera piedra, sin embargo se sabe que cada sábado la imagen recorría, en procesión, la población, con la finalidad de recaudar fondos para la construcción, para lo cual se solicitó la asesoría del arquitecto Don Francisco Eduardo Tresguerras de Celaya, con el objeto de que éste planeara el cerramiento de los arcos y las bóvedas. Posteriormente se solicitó a Don Manuel Tolsá, un proyecto para la cúpula, según datos de Melchor Vera, en sus apuntes para una Historia Local Civil y Religiosa de Guatzindeo y Salvatierra.
Una de las torres, las primera, se comenzó a construir después de la Independencia, dotándose de un gran número de campanas, las cuales fueron extraidas para hacer cañones durante las guerras intestinas.
Los altares del crucero fueron construidos por el Sr. cura Aguilar.
2.-EMPLAZAMIENTO
Situada en la parte sur del estado de Guanajuato, a los 20 13' de latitud norte y 100 53' de longitud oeste del meridiano de Greenwich, se localiza la ciudad de Salvatierra, situada a su vez, a 1,749 metros sobre el nivel del mar.
El municipio colinda al norte con el de Cortazar, al este con el de Tarimoro, al sureste con Acámbaro, al suroeste con el Estado de Michoacán y al oeste con Yuriria y Santiago Maravatío. Cuenta con una extensión aproximada de 507.7 kilómetros cuadrados.
La ciudad se asienta sobre un lomerío que se asoma hacia el valle de Guatzindeo, perteneciente a la región del Bajío.
La parroquia de Nuestra Señora de la Luz en Salvatierra, se emplaza de cara al poniente a la plaza principal, sobre la calle de Benito Juárez, haciendo esquina con la calle 16 de Septiembre, y Francisco I. Madero al otro; cerrando dicho cuadrante está la calle Miguel Hidalgo. La plaza, típica del Bajío, está delimitada por laureles con un kiosko central. Tiene aproximadamente 90 metros de largo por 75 de ancho, la contienen algunas construcciones del siglo XIX, dignas exponentes de la arquitectura provinciana, que guardan relación en diseño y proporción con el entorno. Como ejemplos citamos, de la calle Hidalgo, los números 167, 161 y 803 y sobre la calle Madero, los números 407 y 403.
El atrio de acceso conserva aún su enrejado que lo delimita, dando paso a la parroquia y al pequeño templo anexo, de Nuestra Señora de Guadalupe, así como a los servicios parroquiales.
Sobre las calles de Juárez y 16 de Septiembre se ubican áreas aporticadas que presentan usos tanto comercial como municipal.
3.-HISTORIA
La licencia para la construcción de la Capilla de Nuestra Señora de las Luces, que después se erige en Iglesia Parroquial, fue decretada por el Sr. Virrey Conde de Fuenclara, habiéndole presentado la solicitud para su edificación los vecinos de la localidad, con la fecha del 26 de marzo de 1743, en que manifestaban sus deseos de tener un espacio digno para venerar a la imagen y protegido de las lluvias, a lo que el Sr. Fiscal responde en forma afirmativa, sin oponer resistencia en nombre del Virrey Don Pedro Cebrián y Agustín; otorgado en la ciudad de México.
Los primeros trabajos realizados, así como la iniciativa de recolección de donativos, fueron llevados a cabo por el Sr. Don Alfonso García Malabear, Alcalde y Presidente del Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento; quien recibió los despachos del Virrey, dando cumplimiento en forma inmediata, convocando al vecindario el día 4 de julio de 1743, ante numerosos testigos y donantes.
Se contó también, con la ayuda de los bachilleres Don Juan Fco. García Botello y Don Agustín Fco. de Esquivel y Vargas, quienes se ofrecieron para recolectar las limosnas destinadas al noble fin.
Al realizar el trazo de la ciudad se destina previamente el sitio que hoy ocupa la parroquia; un solar reservado para tal fin que fue entregado al Juez Ecleciástico para su custodia. Inicialmente se procede a la construcción de la sacristía, con el objeto de trasladar momentáneamente a la imagen, mientras se concluían las obras del templo.
Un año después de iniciados los trabajos, los cimientos estaban abiertos con un largo de 48 varas y 10 de ancho, por lo que los vecinos deciden ampliar a 60 varas de largo, con el ancho y alto que considerarse el maestro arquitecto Don Juan José de Chavira, vecino de Yuriria, colocándose la primera piedra el domingo 3 de mayo de 1744 (día de la Santa Cruz), por lo que se convoca al pueblo a adornar el frente de sus casas para llevar en procesión la imagen.
Hacia 1768, los fondos no eran suficientes por lo que se destina para tal función al Br. Don Martín de Iriarte, Colector de las Rentas, y el 5 de abril de 1785 se invita al público a colaborar en dicha obra por medio de la Gazeta de México, que era el medio de difusión más importante en la Nueva España, haciendo mención de la colaboración popular en el acarreo de los materiales constructivos. Así mismo, al finalizar las catéquesis de cada semana, se invitaba a los lectores a contribuir con sus donativos.
Hacia 1801, después de haberse interrumpido las obras por un tiempo, el Sr. Obispo de Michoacán, Don Antonio de San Miguel, exhorta a los fieles a continuar la obra comenzada, dando cuenta de su estado a principios del siglo XIX, así como del material disponible a la fecha y los fondos existentes en poder del Sr. cura Don José Antonio Alexandre, Don Francisco Alvís y Don Andrés García Botello.
El 10 de diciembre de 1801, se decide solicitar los servicios de un arquitecto de la ciudad de México o de Querétaro, para concluir las obras; para lo cual se hizo un cálculo estimativo de las limosnas por reunir, bajo la dirección de Don Pedro Antonio de Septién, y el 11 de enero de 1802, se saca en procesión,, a la imagen de Nuestra Señora de la Luz, con el objeto de recolectar más limosnas.
Fue al arquitecto Don Fco. Eduardo Tresguerras a quien se solicitó asesoría con respecto al cerramiento de los arcos y las bóvedas; y más tarde se solicita a Don Manuel Tolsá un proyecto para la cúpula, como ya se dijo anterio rmente.
El señor cura Manrique de Lara no logró ver concluidas las obras, debido a su fallecimiento ocurrido en 1805; siendo Don Ignacio Basurto quien bendice e inaugura la Iglesia, después de sesenta años de obras. La placa conmemorativa escrita en latín, encontrada en el nicho del altar mayor, menciona con fecha de 1808 la bendición del templo y la intervención del arquitecto y maestro en pintura Don F. Mantanes.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El interior de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Luz, en Salvatierra, se resuelve por medio de cinco bóvedas rectangulares que avanzan por encima del coro hacia el crucero, sustentadas por arcos fajones de cantera, sobre pilastras de orden mixto y fuste estriado hasta llegar al crucero, donde una cúpula con linternilla se asienta sobre un tambor cilíndrico, bajando hacia los arcos torales unidos por pechinas con ornamentaciones pictóricas. Las pechinas también se decoran con las imágenes de San Agustín, San Ambrosio, San Anselmo y Santo Domingo, esta ornamentación se repite en el resto de la nave.
En los brazos del transepto, dos bóvedas de iguales características, envuelven los altares laterales, al igual que el altar mayor, el cual bajo un arco de medio punto, se ornamenta con un frontón sostenido por cuatro columnas de orden compuesto enmarcando en su zona central, la imagen de la Virgen de la Luz, todo ello realizado ricamente, en mármol y ónix, rematándose con la imagen del Padre Eterno. El altar mayor se encuentra delimitando el área del presbiterio por medio de un cambio de nivel, resuelto por gradas y balaustres.
En el interior el conjunto del templo se erige con gran solidez, al igual que en el exterior. Su disposición en planta de cruz latina con cuatro altares laterales ubicados en los espacios inercolumnios, lo corroboran.
La iluminación fue resuelta con vitrales de reciente factura y sencillos dibujos que acentúan la decoración pictórica de sus paramentos verticales con las imágenes de San Vicente de Paul y San Ignacio de Loyola.
Dos capillas laterales al nártex denotan claramente la tendencia ecléctica de la época, la del lado derecho donde se ubica el bautisterio, presenta arcos neogóticos y hacia el lado izquierdo un altar de cantera; sobre el mismo lado de la capilla dedicada a Nuestra Señora del Refugio, se encuentran dos óleos de buena factura. Su área posterior está destinada a criptas y sobre ellas existe un pequeño coro.
Hacia el lado derecho, un pequeño púlpito de cantera se apoya sobre las pilastras, pasando en general desapercibido debido a la profusa decoración interior.
El perímetro del templo se encuentra recorrido por una fuerte cornisa decorada en dorado, que sustenta una balaustrada de madera, interrumpiéndose en el altar y en el coro, el cual se soporta por un arco rebajado.
El aspecto exterior del templo se caracteriza por su sólida construcción simétrica con dos torres laterales, que enmarcan la portada de acceso compuesta por cuatro cuerpos. Los tres primeros se encuentran flanqueados por pilastras pares realizadas en cantera, en el primero está la puerta única de acceso; en el segundo, presenta una cornisa curvilínea rematada por róleos o volutas.
Las torres de base cuadrada se subdividen a su vez en tres cuerpos superpuestos que disminuyen su proporción en sentido ascendente. Los tres primeros corresponden a los campanarios, solucionados con arcos de medio punto y balaustrada perimetral; el cuarto y último se presenta con dos ojos de buey ovales, rematados por jarrones y cupulines con linternilla.
La cúpula se recubre en su exterior con azulejo verde acqua, rematada por una cruz de cantera. La corona un tambor cilíndrico ornamentado con medallones, pilastras estriadas de orden toscano, friso de florones y triglifos.
5.-OBRAS DE ARTE
La sacristía de la Parroquia de Salvatierra cuenta con una extensa pinacoteca de diferentes épocas. Destacándose de todo ello, ostenta un altar en madera tallada y dorada, de estilo churrigueresco, dedicado a la Virgen de la Luz, cuya imagen en óleo sobre el lienzo precide la zona central y está flanqueada por dos ángeles y media luna a sus pies. Está fechado hacia 1703 a devoción de Doña Anna Thereza Escovar y Melo.
La talla del altar, en general denota la mano de obra indígena, sobre todo en el remate central con la imagen del Padre Eterno, apoyado sobre volutas, características del estilo churrigueresco, que busca ante todo el dinamismo de las líneas y al igual que el barroco, el contraste del claroscuro, dando mayor volumen a sus caprichosas formas. El retablo se compone por dos elementos: el cuerpo central con pilastras pares que dejan en su parte central un recuadro para la imagen, está dividido por una fuerte cornisa que adopta la forma curva en el centro y que a su vez sostiene el tímpano, ornamentado con motivos vegetales y las volutas descritas anteriormente. El dorado final, fue aplicado sobre la madera con capas previas de blanco España, rojo indio y clara de huevo, como material aglutinante de la hoja de oro y como barníz final.
Es interesante saber que este altar perteneció a la antigua capilla del molino de las ardillas.
6.-BIBLIOGRAFIA
VERA, Melchor. Guatzindeo, Salvatierra. Apuntes para una Historia Local, Civil y Religiosa. Ed. Tipográfica Moderna, México, D. F., 1939. Biblioteca Nacional, UNAM.
RUIZ Arias, Vicente. Historia Civil y Eclesiástica de Salvatierra. Archivo Histórico de Salvatierra. Guanajuato, 1976.
GARCIA y García, J. Jesús. Monografía de Salvatierra. SEDUE.
KATZMAN, Israel. Arquitectura del Siglo XIX en México. UNAM, 1973.
GONZALEZ Sánchez, Isabel. El Obispado de Michoacán en 1765. Comité Editorial del Gobierno de Michoacán. México 1985.
Enciclopedia de México, tomo II.
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