Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de la Luz (Catedral)
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001473
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001473
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La importancia de la ciudad de León, se debe a su situación geográfica, lo que dió por resultado que ésta fuese encrucijada cultural, siendo de los más antiguos asentamientos del Horizonte Preclásico. Se perciben influencias de diversas culturas como son: Teotihuacan, Chupícuaro, así como las tribus Toltecas.
Otomíes del señorío de Jilotepec, poblaron el barrio de San Miguel, mientras que el barrio del coecillo fué poblado por tarascos, mexicas y chichimecas; son éstos dos por tanto, los barrios de mayor arraigo y tradición. Anteriormente a dichos asentamientos, las tropas de Nuño de Guzmán habían penetrado al territorio, denominandolo como Valle de Señora, otorgándosele a Juan de Jaso la estancia, en 1551, para fundar la Villa de León. No fué sino hasta el 20 de enero de 1576 que ésto se concretó, bajo las ordenes del virrey Enrique de Almanza, con la finalidad de poder tener un sitio de defensa contra los chichimecas que se encontraban en guerra desde 1550, y cuya pacificación se logró finalmente en 1590 mediante el compromiso hecho con ellos de vestirlos y alimentarlos.
Anterior a la población de León se fundaron, hacia 1557, el Real de Minas de Guanajuato y Santiago Silagua (hoy Silao) y hacia 1563 la villa de Santa María de los Lagos. Es desde ésta fecha que numerosos indígenas y españoles comienzan a asentarse en el denominado Valle de Señora. El limite occidental de la alcaldía mayor leonesa, era el lindero del Reino de la Nueva España con el de la Nueva Galicia, las cuales se enfrentaron hacia 1626, agudizándose con la fundación de San Francisco del Rincón.
En la época colonial, la ciudad de León, sufrió los amagos de indios bárbaros, inundaciones y epidemias, sin embargo, la población siguió aumentando; en 1596, la villa contaba con 180 españoles, y un número desconocido de mestizos y mulatos, hacia 1719; 2,876 habitaban el área y hacia 1781 se contaban 9,365 pobladores, éste censo incluía los barrios del Coecillo y San Miguel.
En 1582 se erige el curato de la ciudad, encomendándose para tales efectos al bachiller Alonso Espino, quien muere más tarde sacrificado en 1856 por los chichimecas, quienes lo asaltaron, de aquí se establece tal vez que el santo patrono de León fuese San Sebastián.
Posteriormente los franciscanos se encargan del Curato hasta 1767, fecha en que fueron erradicados los jesuitas, quienes se dice trajeron desde Sicilia en 1732 la pintura de la Madre Santísima de la Luz.
El convento franciscano edificado hacia 1600 entre el actual Palacio Municipal y la Parroquia del Sagrario, fué demolido en 1953.
Desde 1779 se comienzan los trámites para elevar la villa al rango de ciudad, ésto se obtuvo hasta el 2 de junio de 1830, denominándose León de los Aldamas. Se emplearon como emblema de la ciudad una imagen de San Sebastián y otro en el que se veía el Ojo de Agua, el puente del Coecillo y la loma de la Soledad.
De 1810 a 1850, a pesar de las epidemias registradas, se denota un incremento de la población, ésta se mantuvo estable durante la guerra de Independencia, desarrollándose comercialmente desde 1824.
Numerosas obras se erigen en el período de 1828 a 1849 como son: los portales de la plaza principal, el alumbrado público, puentes y caminos en general, con lo cual se comunica con la capital del Estado y la República.
Hacia el siglo XIX, la construcción se resalta con la tendencia en voga del estilo neoclásico, por lo que se encuentran numerosos ejemplos de ello en la ciudad, tan to en construcciones civiles como eclesiásticas. De estas últimas las más antiguas quizá sean los altares del templo de la Soledad, la fachada de la Parroquia y la Compañia Nueva que inicia su construcción en 1831 y que en 1864, bajo el entusiasmado impulso del primer Obispo de León, Diéz de Sollano se intensifican las obras destinándose finalmente a Catedral.
Hacia la segunda mitad de la década del siglo XIX, la ciudad sufre la intervención francesa, visitándola hacia 1864, el emperador Maximiliano de Habsburgo, fecha en que la ciudad era considerada la segunda urbe del país en número de habitantes, estimando 104,000 pobladores. En este año también es consagrado en la ciudad de México, el primer Obispo de León, Diéz de Sollano
Entre las construcciones eclesiásticas más importantes de esta etapa, destacan sobre todo, los trabajos realizados en la Catedral, notándose hacia 1878 sus dos torres concluidas, para 1885 el atrio y su ornamentación, bendiciendose en 1885 la sacristía. Posteriormente se le añadieron la capilla neo-mudejar de San José y la de la Soledad.
Dentro de las obras civiles destacan: la Casa Municipal, concluída en 1869; el Mercado Hidalgo o Parián; el Teatro Doblado, terminado en 1880; el Arco de la Calzada, de 1896; la cárcel, inaugurada en 1902 y los puentes del Coecillo, destruído más tarde con la inundación de 1926.
Según Mariano González Leal, el P. Félix Alejandro Zepeda, se refiere a la citada Catedral de León con las siguientes palabras:
Este hermoso Templo, lo empezaron a edificar los religiosos de la Compañía de Jesús, en cumplimiento de la condición impuesta por el P. Genovese, al concederles la maravillosa pintura de la Madre Santísima de la Luz. Se habían comprometido formalmente a erigirle un altar en el crucero. La Iglesia se llamaba la Compañía Nueva y merced al celo desplegado por los padres, progreso mucho en pocos años. Desgraciadamente hubieron de suspenderse las obras, porque el inicuo decreto, expedido por Carlos III en 1767, hizo salir del país y de todas las posesiones españolas a los beneméritos hijos de San Ignacio de Loyola. Continuaron el hermoso templo, los vecinos de la ciudad, habiendo sido encargada de las obras, por cuarenta años, la familia del Coronel Don Ignacio de Obregón y posteriormente su hijo Don Julián, a la muerte del cual fué substituido por Don Antonio Escamilla, quien murió durante la época de Mons. Sollano.
2.-EMPLAZAMIENTO
La Catedral de la ciudad de León se encuentra emplazada en el área histórica de la misma, según la traza urbana original, otorgada por el Virrey Don Martín Enriquez de Almanza, para su fundación con fecha del 12 de diciembre de 1575, ocupando la cabecera que forman las actuales calles de Alvaro Obregon e Hidalgo, dando su fachada principal con orientación sur, extendiendo su superficie aproximadamente la mitad de la manzana.
Precediendo a la fachada, se encuentra un pequeño atrio de acceso delimitado por un zócalo de cantera y verja, así como tres arcos reales con puertas de herrería finamente trabajadas, dan paso a la Catedral. Siendo insuficiente dicho espacio, motivo por el cual un buen número de comerciantes se establecen sobre la Av. Hidalgo, especialmente durante el mes de mayo, en que se celebran las festividades de Nuestra Señora de la Luz, ésto le da un gran tipismo provinciano al entorno.
Sobre esta avenida se encuentra el pequeño templo de la Santa Escuela y el Comercio del Patrocinio de María, siendo estas dos edificaciones las más relevantes de su entorno, además del Templo del Inmaculado Corazón de María, que se localiza a una manzana de distancia hacia el poniente.
El edificio frontal dificulta la contemplación de la construcción, contando con varios niveles por lo cual obstruye de igual forma su perfecta visual desde la plaza principal y de los Fundadores.
3.-HISTORIA DEL EDIFICIO
Por iniciativa del Don Cristóbal de Aguilar, acaudalado leonés, los Padres de la Compañía o Jesuitas, se introducen en León y toman posesión de sus bienes el 16 de mayo de 1731, situándose en los terrenos donde hoy se encuentra el templo del Inmaculado Corazón de María, donde construyen la Compañía Vieja o Santa Escuela; posteriormente se separan de la villa hacia 1743, regresando a la misma al año siguiente por instancias del P. Cristóbal de Escobar.
A su regreso comienzan a erigir la iglesia de la Virgen de la Soledad, cuya imagen se venera en la actualidad en una Capilla anexa a la Catedral, la cual había sido donada por Doña Isabel Urruchua.
Debido al deterioro de la Compañía Vieja, el pueblo comienza a llamarle al nuevo templo la Compañía Nueva, misma edificación que no llegaron a ver terminada debido a su expulsión por el Rey Carlos III, con fecha del 31 de marzo de 1767, dejando construido apenas ocho metros arriba de la cimentación.
Posteriormente, por órdenes del Pontífice Clemente XIV, hacia 1773, es entregada la obra al Obispo de Michoacán, Luis Fernando de Hoyos y Mier.
El Ayuntamiento leonés consigue por medio de Don Francisco del Mazo, la autorización del Rey, para que las obras se concluyan por medio del vecindario, destinándose para Parroquia.
Los vecinos encargados de llevar la obra adelante fueron los Señores Pedro y Julián de Obregón, bajo la dirección del Padre Don José Ignacio Aguado.
Las obras avanzan lentamente a la altura del cornisamiento, terminando las bóvedas, el tambor de la cúpula mayor y el primer cuerpo de la torre oriental.
Con la nueva Diósesis de León, el 21 de febrero de 1864, al tomar posesión de la sede el Primer Excelentísimo Dr. y Mtro. Don José María de Jesús Diéz de Sollano y Dávalos, se establece la necesidad de construir una Catedral definitiva, financiándola con sus propios medios bajo las órdenes del Sumo Pontífice Pio IX.
Hacia 1864 se concluye la torre oriental y se coloca la primera piedra de la cúpula central, terminándose en agosto de 1868, bajo diseño del arquitecto jalisciense Manuel Gómez Ibarra y ejecutada por su discípulo Herculano Ramírez, en estilo neoclásico. La obra encomienda al Sr. Antonio Escamilla quien estuvo encargado de la misma desde 1855 hasta la fecha de su muerte, 15 de agosto de 1864, al año siguiente el 11 de diciembre se funde la campaña mayor, y en enero de 1865 se coloca el reloj público, en la base de la torre occidental; para tal obra se encomienda al Arq. Luis Long, que gestione la compra de dicho reloj a Francia, para sustituir al anterior, colocándolo en su sitio y comenzando a funcionar el 29 de mayo, para lo cual se hicieron circular invitaciones entre la alta sociedad leonesa para asistir a su solemne bendición, anexando toda clase de datos relativos a su funcionamiento e instalación, sorprendiendo al público en general al sonar las tres primeras campanadas con un sonoro Don.....Luis.....Long.
El Prelado Diéz de Sollano consagró la Catedral el día 16 de marzo de 1866, trasladando a la Imagen de la Madre Santísima de la Luz desde la Catedral provisional de San Sebastián, donde había sido llevada el 22 de febrero de 1864.
El camarín destinado a la Imagen se terminó el 20 de abril de 1874, continuando las obras con el canónigo J. de la Merced Sierra, quien colocó el primer ladrillo del segundo cuerpo de la torre occidental con fecha del 14 de julio de 1875, bajo proyecto del Lic. Joaquín Rocha Portú, originario de Guana juato, coronándose al año siguiente la torre occidental con una cruz de hierro.
El domingo 18 de julio de 1876 ante la alarma de los feligreses se desprendió la clave del arco contiguo a la puerta del costado, por lo que el Prelado Sollano, se arrodilló bajo el arco haciendo la promesa de construir una capilla anexa (llamada Santa Casa de Loreto), si la iglesia continuaba en pie, por lo que se edifica en forma posterior, conservandose la clave cual monumento histórico, al lado de la capilla de San José, colocada ahí el 8 de enero de 1877.
Al terminarse la segunda torre occidental, el 30 de abril de 1878, el Prelado Sollano, construye un monumento a la Madre Santísima de la Luz, erigiendo el triple pórtico del atrio frontal, cuya primera piedra se colocó el 4 de julio de 1878, concluyéndolo hacia 1880.
En forma simultanea a la construcción del atrio se levanta la sacristía, abriéndose los cimientos el 14 de marzo de 1879, bendiciéndose en septiembre de 1885 por el P. Barón y Morales.
En 1884 se bendice la segunda capilla del Ecce Homo, construida por el Sr. Deán J. Sotero Zúñiga, cuya imagen es obra del escultor Felipe Ruíz.
Hacia mayo de 1885, el Prelado Dr. Tomás Barón, manda colocar un reloj en la torre con sus propios recursos, encargandole una obra de reconstrucción al Arq. Luis Long, aprobandole el proyecto de restauración el 4 de agosto de 1886, consistente en columnas dóricas interiores para reforzar la cuarteada estructura y ornamentados altares laterales entre la columnata, iniciándose las obras el 1º de marzo bajo la inspección del Ing. D. Ponciano Aguilar.
Debido a los trabajos anteriores se traslada la Imagen de la Madre Santísima de la Luz a la Parroquia del Sagrario el 23 de febrero de 1887 y la notaría y el bautisterio al Templo de Nuestra Señora de los Angeles. De junio a septiembre del mismo año se concluyen los arcos y la primera bóveda, y al año siguiente se terminan los altares colaterales y el altar mayor. Posteriormente el Arq. Long solicita una prórroga para la apertura, efectuándose la segunda consagración catedralicia el 5 de octubre de 1888 para lo cual se colocó una espléndida iluminación exterior.
Al construir la tercera capilla dedicada al Sr. San José, se reducen las dimensiones del atrio, la obra fué ejecutada también por el Arq. Long, estrenandose el 19 de enero de 1894, después de un año escaso de construcción, es en éste lugar donde fué sepultado el Excmo. Sr. Barón y representa uno de los primeros ejemplos de estilo neo-mudejar en el país.
La capilla del Sagrado Corazón de Jesús, hoy de la Soledad, fué obra también del Prelado Barón, iniciada hacia 1891, con una imagen obra del artista queretano Perusquia.
Con motivo de la Coronación Pontificia de la Imagen de la Madre Santísima de la Luz, el Prelado Dr. Leopoldo Ruíz y Flores, realizó mejoras a la Catedral, como la ampliación del último arco del altar, nuevo coro capitular, tribunas, etc., encargandose de esta obra el Ing. Ernesto Brunel, de origen francés.
Las obras se iniciaron el 1º de septiembre de 1901, por lo que la iglesia se cerró hasta el 1º de octubre de 1902, fecha en que se bendijeron dichas obras, para continuar después de la Coronación en septiembre de 1903, cuando se quitaron los vitrales provisionales, colocando los definitivos. Los murales son obra de Candelario Rivas, bajo la dirección del Pbro. Luis G. Orozco.
El 5 de agosto de 1920, por iniciativa del Prelado Dr. Emeterio Valverde Téllez, el Pontífi ce Benedicto XV otorga a la Catedral, el título de Basílica, siendo la segunda en México con tal dignidad, cumpliéndose el 11 de mayo de 1921; por tales motivos se colocaron en el presbiterio los bustos escultóricos en honor de Pío XII y Benedicto XV, ejecutados por el escultor italiano Ponzanelli.
En el mes de noviembre de 1937, el Prelado Valverde Téllez, comienza la construcción de la Capilla de Cristo Rey, debido a la prohibición del Monumento Votivo Nacional por parte del Gobierno; capilla que fué realizada en mármol de Carrara, obra también del mencionado Ponzanelli.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA.
El interior de la Catedral sublima a su imagen exterior, no solo en la monumentalidad de su altar mayor que culmina esteticamente en la advocación Mariana, sino en cada uno de los elementos que lo integran; luminoso testero en polícroma vidriería, presbiterio con tribuna en fina madera tallada, altares clásicos en nave y crucero, decoración profusa y ornamentación sobria, lienzos con temas Marianos de fina escuela académica, órgano monumental y capillas anexas que complementan la rica integración de estilos.
La labor decorativa de sus interiores llevó varios años (1864-1938), con lo que pudo atesorarse diversos estilos que van de un neogótico en su primer altar mayor (desaparecido) a un barroco estípite preservado en la puerta lateral del Evangelio; barroco tardío en las afiligranadas portadas atriales, neoclásico en su planta, ornamentación interior y altar mayor; neomudejar en la capilla de San José y arte nuevo en la de Cristo Rey. Y aún cuando el proyecto original tiende a un sobrio estilo clásico, la diversificación de elementos que se han integrado, produce en este monumento un fuerte sabor ecléctico, que entrevé la tendencia dinámica y evolutiva de la cultura leonesa.
Al ingresar por la puerta principal, el primer elemento importante es su notable órgano fabricado en Europa por la casa Walker, hermano gemelo del de la Catedral de Morelia.
Adosados al muro de la nave se suceden seis altares diseñados similarmente, con altar de pedestal que da forma a la mesa y sirve de apoyo a dos columnas exentas y dos pilastras estriadas de capitel corintio, que encuadran dos calles laterales y una central, con nichos que aposentan bellas esculturas policromadas, rematando en un entablamento quebrado y decorado, que soporta un frontón circular entrequebrado al que flanquean urnas cinerarias.
En los extremos del crucero se encuentran colocados altares laterales, uno dedicado a la Virgen de Guadalupe y otro a la Purísima Concepción. Ambos de mayor dimensión que los de la nave, repiten las mismas características salvo su frontón que torna en triangular mostrando en su tímpano el monograma Mariano.
La nave se decora profusamente en alegorías, epígrafes, figuras geométricas y florales multicolores enmarcados en ricas molduras en follaje, interrumpido todo esto por columnas toscanas de fuste estriado que apoyan los arcos cintrados y alta balaustrada que recorre la nave y crucero. El mismo decorado se repite armonicamente en la bóveda seccionada.
Para ascender al presbiterio, se antepone gracil balaustrada que quiebra para dar paso a sucesivos escalones en mármol. En sus esquinas decoran aguilas con alas extendidas que a manera de soporte reciben el Evangelio y la Epístola respectivamente. A sus lados se encuentran colocadas esculturas en mármol de Carrara con los bustos de los Papas Pio IX y Benedicto XV, obras del escultor Alfonso Ponzanelli.
El presbiterio se decora con coro y tribuna ceremonial, complementado con órgano de menor dimensión que el principal. La tribuna al igual que el púlpito son tallados en fina madera, con decoraciones, festones, guirnaldas y otras figuras dandole solemnidad.
A los laterales del altar mayor, teniendo como acceso elegante portada clásica con frontón y mascarones angélicos, se encuentran las Capillas de la Santa Casa de Loreto y Cristo Rey, teniendo en sus opuestos las Capillas de la Virgen de la Soledad y San José. La primera decorada en mármol blanco y salmón, representa estilo sencillo clás ico italiano. La Capilla de Cristo Rey, que contiene en su interior la reproducción de la imagen venerada en la Montaña de Cristo Rey, es de estilo nuevo o liberty, destacando gran corona de metal y mosaico en dorado y jaspe. La dedicada a la Virgen de la Soledad, representa su imagen en escultura polícroma de magnífica talla, encontrándose depositados en la misma Capilla los cuerpos de los mártires cristianos Santa Clementina, San Donato y San Fulgente. La última Capilla dedicada a San José, obra de D. Luis Long, es de estilo neomudejar, estilo cuya influencia fué notable en la región a fines del siglo XIX, y que aún puede apreciarse en obras civiles de la ciudad, y de notable belleza en el exterior del Teatro Juárez de la Capital del Estado.
No se puede concluir, sin mencionar la cúpula del crucero, ricamente decorada con trazos florales y medallones festonados con alegorías angélicas y moldura corrida que culmina en el chapitel, en tanto que su tambor se ilumina con amplios ventanales con cristales polícromos. Al igual que la anterior, la cúpula del testero se encuentra similarmente decorada, de la que caen en dos cuerpos esbeltos, columnas estriadas adosadas y como cascada entre los intercolumnios, vitrales multicolores que dan paso a una luz delicadamente modulada.
El atrio de la Catedral Leonesa se diseñó siguiendo la traza urbana, lo que sumado a la ubicación esquinera de su planta, restó a éste proporción y simetría, empero lo cual, fue subsanado por la magnífica triple portada atrial que marca solemnidad y esplendor, principalmente en su decoración y diversidad de niveles entre la portada central y las laterales, la línea continua de su rejería que al igual que las puertas son de fina herrería, y el alto paramento que en piedra-madera lo circunda.
El atrio con su triple portada y las portadas laterales que dan acceso a la nave, fueron construidas en reducido periodo (1877-1880), siendo su proyecto para todas similar, diferenciando solo la portadas central, por su mayor proporción, la que incluye en el coronamiento cartela con inscripción, por lo que puede describirse cualquiera de ellas, sin restar u omitir elementos.
Estas portadas se encuentran enmarcadas por columnas pareadas que se sustentan en alto pedestal, con fuste cilíndrico y capitel corintio, centrando una puerta de considerable dimensión en arco de medio punto con clave decorada, la que representa una cesta conteniendo los corazones oferentes de los leoneses -tema tomado de la pintura iconográfica de la Virgen de la Luz-, teniendo en sus enjutas decoración en ojarasca bellamente tallada. El entablamento desvía el estilo neoclásico imperante al combar sus lineas, despertando reminiscencias barrocas o un tardío manierismo renacentista; su friso corrido, solamente quebrado en el punto de remate del ábaco de los capiteles, muestra follaje serpeante el cual centra carillas de angelillos custodios alados al redentor ideograma de la Virgen.
5.-OBRAS DE ARTE.
El altar Mayor ha sufrido diversas transformaciones a partir de la creación catedralicia, todas ellas logrando solemnidad y engrandecimiento, superando cada etapa a la anterior, en la búsqueda de monumentalidad y esplendor.
En 1872, Antonio Cabrera en sus Noticias Topográficas y Estadísticas de la Ciudad de León de los Aldamas, nos hace referencia al que fué posiblemente el primer Altar Mayor, al narrar; ...el altar mayor no es más que el trono para poner la custodia, bastante sencillo y con dos escalinatas a los lados. Encima está la imagen del Padre Eterno ... éste altar o trono, es como todos los de la Catedral de estilo gótico, y sus columnas son de piedra-madera que imitan perfectamente el mármol con jaspes amarillos.
Con motivo de haber sufrido cuarteaduras la Catedral en 1885, por orden del Obispo Dr. D. Tomás Barón y Morales se procedió a la restauración (1887 - 1889) a cargo de D. Luis Long, habiéndose concluido en Altar Mayor en 1888, relatandose sus características por el Profesor José de Jesús Ojeda Sánchez en su obra León de Anáhuac lo siguiente: Así surgio la columnata dórica, un altar semicircular, con esculturas de siete príncipes arcangélicos, con ocho pares de columnas dóricas semejando pórtico griego, sobre elevado basamento, sobre la cornisa un cúmulo de nubes, con ángeles polícromos de bulto a los lados, enmarcando el cuadro pictórico de la Madre Sma. de la Luz. El interior se pinto de verde musgo con adornos rojos y toques de oro por los paños de las paredes, y rojo subido en las columnas y arcos; amarillo en las bóvedas y cúpula con estrellas rojas....
Como puede apreciarse el cambio de un estilo gotizante a un clásico de efectos eclécticos, no demuestra más que una fuerte corriente de transformación arquitectónica a un neoclasicismo tardío derivado de influencias Europeas y Académica, a las que se suma la obra regional de arquitectos como Noriega, Contreras, Heredia y el mismo Long, quien posteriormente construirá la Capilla de San José (1891 - 1893) anexa al crucero de la Epístola de fuerte sabor neomudejar.
La última transformación del Altar Mayor (1901 - 1902) se efectuo con motivo de la coronación pontifical de la Imagen Mariana, correspondiendo la obra al Ingeniero Frances radicado en Guanajuato, D. Ernesto Brunel, autor de la cúpula y remate de la torre de la Parroquia de Irapuato y sendos mercados en Celaya y Guanajuato.
El Altar mayor que desde esa fecha a la actualidad no ha sufrido transformación, representa en su monumentalidad un fuerte sabor clásico, reflejo de un momento en la historia leonesa, que supo valorar y asimilar tendencias universales encaminadas a reimplantar los cánones primarios, eludiendo cualquier desviación que menguara la presentación divina en el Tabernáculo y la imagen iconográfica de la Patrona Venerada.
En el cuerpo inferior del monumento, aparece el primer término la mesa del altar y su área, a la que se accede en planos escalonados, la cual se apoya en cuatro columnillas dóricas con capitel y basa dorados, permitiendo ver entre los intercolumnios el símbolo pasional y caras de angeles alados.
La mesa se apoya en un basamento escalonado y un pedestal ricamente decorado con el monograma de Cristo envuelto en alas sucesivas y flanquedo por antorchas oferentes y palmatorias cruzadas, dando paso a un cornisamento que quiebra para apoyar columnas pareadas a cada lado del cuerpo central. Dichas columnas de fuste en mármol rosa jaspeado, ostentan basa tosc ana y capitel compuesto en oro bruñido, dando marco a la calle central retraida, la que contiene dos nichos.
En su parte inferior, el Tabernáculo o primer nicho, se encuentra formado con arco de medio punto peraltado, que muestra un falso intradós polilobulado en oro, en las enjutas, también de ese rico metal angelillos custodios, guarnecidos por dos pilastras exentas decoradas con guirnaldas y palmetas. El segundo nicho enmarcado por arco de medio punto con otro intradós falso en oro con lóbulos más amplios, recibe la imagen iconográfica de la Sma. Virgen de la Luz, en tanto que como remate a ambos nichos corren molduras continuas que siguen el giro del arco, todo ello en mármol blanco, antepuesto a otro de color más oscuro, el cual a sus lados se apoya en otro negro veteado. La culminación de este cuerpo la hacen dos ángeles que en bajo relieve de metal aurífero, sostienen rica corona en oro con piedras preciosas, centrada en un óculo que le exalta.
El entablamento quebrado se decora con tres veneras y follaje serpenteante en bajo relieve en oro, en tanto que el frontón circular es cortado por un tímpano que muestra el monograma de la Virgen festonado por guirnaldas y corona de oro bruñido.
El coronamiento del monumento lo representa un grupo escultórico en mármol blanco de notables proporciones que identifica a la Santísima Trinidad, siendo figuras honoríficas Dios Padre y Dios Hijo, en tanto que el Espíritu Santo aparece como una bella paloma, resaltada con rayos dorados convergentes.
Digna de ser destacada en la imagen de La Madre Santísima de la Luz; ésta pintura de orden narrativo, que fué pintada en Palermo, Italia aproximadamente en 1772, de autor anónimo, corresponde tanto por sus características como por la época en que fué laborada al estilo barroco italiano.
La pintura representa a la Virgen sosteniendo a su hijo, mientras salva de las fauces del demonio un alma que se representa en sentido figurativo en forma humana, en tanto que el niño toma en sus manos dos corazones ardientes de un cesto que le presenta un angel hincado. La obra se complementa con ángeles, dos de los cuales, coronan a la Virgen.
Trabajada la obra en claro-obscuro, ostenta movimiento con trazos redondeados, característicos del período en que fué creada. La Virgen ocupa el eje central, formando con las figuras del alma y el ángel tributario un triángulo, que se convierte en equilátero con el cesto de corazones, formando el ideograma Trinitario. La posición de la figura de la Virgen, repite los cánones de vírgenes dieciochescas; rostro juvenil inclinado, torso horizontal y reducido, manifestación de un quiebre de suave línea en la cintura, que refuerza la firmeza de la mano que sostiene el alma, apoyando su pie derecho, en tanto que el izquierdo descansa haciendo resaltar la rodilla. Su figura se acrecienta con el vuelo del manto azul y el giro torzal del Niño Jesús al retener los corazones. Mientras que la figura humanizada del alma, recuerda la influencia manierista de la Escuela Italiana, la que se hace más patente en la figura hierática del ángel oferente, cuya posición varía, principalmente en los brazos que sostienen la cesta de corazones.
Un examen minucioso destaca la labor un tanto apresurada del artista, que no frecuenta el repinte, con lo cual, cubre parcialmente las rectificaciones que destacan principalmente en la cabeza del alma y el angel oferente; omite la veladura, actividad frecuente entre los pintores de su época, y en general demuestra que algo motivó una pronta conclusión de su labor artística.
A los pies del alma y en el ángulo inferior izquierdo aparece una interesante representación demoniaca, tema que aún cuando aparece en obras artísticas de diversas épocas, no deja de llamar la atención la resolución que el pintor dió a su obra. De diseño solamente facial, recuerda los mascarones venecianos; rostro negroide, boca abierta que destaca en su interior llamas ardientes, con similar resultado en la nuca; orla roja en los ojos y poros nasales y representación eufórica de tremendismo abarrocado, con lo cual el autor logra felizmente comunicar el sentido imaginativo del príncipe de las tinieblas.
Los angelillos renacentistas que sostienen la corona, resuelven adecuadamente el enmarque de la figura principal, habiéndose colocado en forma atinada siguiendo una adecuada triangulación, las cabezas de los ángeles complementarios, así como los que sirven de peana a la Virgen.
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Nuestra Señora de la Luz (Catedral)