Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de La Luz
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000394
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000394
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El templo de Nuestra Señora de la Luz se encuentra en la esquina de las calles 2 Oriente y 14 Norte, en el centro del barrio del mismo nombre, ubicado entre La Cruz y Analco, en la parte oriental de la Zona de Monumentos Históricos de Puebla.
El rumbo es predominantemente habitacional y popular, lo implica la coexistencia de casas unifamiliares con patios de vecindad, aunque también abundan pequeños talleres de artesanos y negocios de escala modesta. Consecuentemente, la mayoría de las edificaciones civiles son de un solo nivel, con algunas excepciones, como la que hace contraesquina con el templo, que es de dos niveles. Se trata de una construcción decimonónica, discreta, recubierta de aplanados, al igual que muchas otras circunvecinas. Sin embargo, aún quedan bastantes ejemplos de épocas anteriores: se reconocen por sus portaditas de piedra algunas, coronadas por hornacinas-, por sus rodapiés de cantera, por el ladrillo en petatillo que recubre el resto de sus paramentos, y por el juego de jambas, dinteles y cornisas de argamasa blanca que marca el ritmo de los vanos de las puertas de los locales comerciales o de los balcones enrejados de las viviendass. Muchas de las jambas prolongan su trayecto por encima de los dinteles hasta llegar a la cornisa, y no son raros los pináculos y róleos que ocasionalmente rematan algún elemento de fachada.
Desde la esquina del templo se tiene una vista hacia la parte central del Centro Histórico, asi como hacia el barrio de La Cruz, lo que quiere decir que lo mismo ocurre en sentido inverso. Efectivamente, La Luz es uno de los edificios que más fácilmente se aprecian desde el templo de San Pedro, por ejemplo, o desde las capillas del Calvario.
Desgraciadamente, las dos calles que convergen en la esquina son bastante transitadas, lo que probablementa obligó a las autoridades a pavimentar ambas vías. Es una lástima, no solamente porque se pierde la textura original de los pavimentos, sino también porque las calles se llenan de vehículos, en movimiento o estacionados, que impiden apreciar mejor la calidad del monumento y de su contexto.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
Al transformarse la fundación original de Puebla al oriente del rio San Francisco en asentamiento de indios, surgieron dos barrios principales, La Cruz y Analco, de los que a su vez dependían otras parcialidades. Una de éstas, dependiente de Analco, era Tepetlapa o Tepetlapan, toponímico indígena que quiere decir lugar junto al cerro. El fino suelo arcilloso de ese sitio jugó con el tiempo un papel importante en las actividades de sus habitantes, ya que se utilizó para la cerámica que floreció en Puebla desde fines del siglo XVI.
Alrededor de 1680 se hicieron ahí dos obras importantes: una fué el llamado Hospital de Bubas (para la curación de enfermedades venéreas), obra costeada don Anastasio Luis Salcedo, y que sólo funcionó de 1682 a 1703 1 ; mientras que la otra se refiere al puente de cal y canto que cruzaba el río Almoloya junto al hospital. Era el tercer puente importante en esta parte de Puebla, junto con los de San Francisco y de Analco, y tuvo la friolera de 8 nombres distintos desde que se construyó hasta principios del siglo XX.
En el último tercio del siglo XVIII, el licenciado Y presbítero Manuel de Toro, nacido en la ciudad de Puebla, inició en Tepetlapa la construcción de un templo en el que pretendía colocar como imagen titular una pintura de Nuestra Señora de la Luz, cuya devoción y representaciones iconográficas cobraron mucha importancia en las postrimerías del virreinato. La obra debe haberse iniciado antes de 1767, ya que en esa fecha se le menciona por primera vez.2
Sin embargo, la fábrica se suspendió durante diez años por motivos que se desconocen. Hacia 1780, Veytia menciona que solo se había cubierto de bóveda el presbiterio, ya que el resto de los muros están en varias alturas y en alguna parte más que sacados los cimientos.3 Mientras tanto, la imagen de la Virgen de la Luz, por la que licenciado Toro sentía tanta devoción, fue colocada en un cuarto bajo de una casa contigua al sitio donde se edificaba el templo.
Leicht señala que la iglesia se dedicó en 1805, pero Castro Morales observa que su primer capellán fué el presbítero PedroRomero quien se encargó de concluír la obra, lo cual sucedió hasta 1818.4 Es posible que ambos datos sean aceptables, ya que el templo pudo ser dedicado, sin ser concluido, en 1805,y el primer capellán, que sólo pudo existir si el santuario estaba funcionando, se encargó de terminarlo.
El interior fue decorado en el siglo XIX, siguiendo el gusto de la época, con los altares neoclásicos que muestra en la actualidad. En algunos de ellos, como el dedicado a San Juan Nepomuceno, se colocaron pinturas de períodos anteriores. Entre ellasse encuentra la serie correspondiente a la Vida de la Virgen, firmada por el pintor Miguel de Mendoza, quien fecha algunos de esos cuadros en 1781. En cuanto a la decoración exterior, Toussaint señala: Parece que la última iglesia decorada en su exterior con azulejos fue el santuario de Nuestra Señora de la Luz.... 5
El barrio donde se asentó el santuario recibió el nombre de la patrona del templo, por lo que ya hacia fines del siglo XVIII se le conoce como barrio de La Luz. Se hizo famoso por sus talleres de alfareros y por los mesones que en él había. A principio del presente siglo, la fiesta del barrio era una de las más famosas y concurridas de toda la ciudad.
El santuario de Nuestra Señora de la Luz fue declarado monumento histórico el 21 de mayo de 1941. Cinco años después, el templo fue reparado por solicitud del capellán Aurel io de Mendoza, mismo que pidió autorización, en 1947, para colocar un reloj que sirviera al barrio, sin embargo, la licencia se dio hasta 1954. Hacia 1966, se estaban realizando modificaciones en el interior del inmueble, que no habían sido autorizadas por Instituto Nacional de Antropología e Historia. Como se estaba dañando la estructura del edificio, la obra fue suspendida. Mucho más recientemente, en 1988, se inciaron nuevas labores de restauración del templo, mismas que prosiguieron el año siguiente. En la actualidad es muy concurrido y se conserva en muy buen estado.
1 J. Bandholz y A. Hernández, Barrio de la Luz, pp. 15-17
2 H. Leicht, Las calles de Puebla, p 221.
3 F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 260.
4 Cfr. Leicht, op. cit., p. 221, y Castro Morales, n. 201 en F. de E. y Veytia, op. cit., t. II, p. 260.
5 Manuel Toussaint, Arte colonial en México, p. 198.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Si es cierto que la arquitectura se puede leer como un libro abierto, en el que basta conocer el código de los signos empleados por sus contructores para interpretar su significado, la lectura del templo de La Luz ofrece varias interpretacioes posibles, ya que sus espacios, sus volumenes y su decoración, aparentemente sujetos a las convenciones de la arquitectura virreinal, en realidad se apartan de los caminos trillados y muestran una voluntad evidente de buscar nuevas soluciones, sin caer aún bajo la influencia de la Academia de San Carlos, que se fundó y consolidó durante el mismo lapso en que se construyó este edificio.
El templo ocupa un predio de apenas 24 por 32 metros. Tan reducidas dimensiones explican que no tenga atrio, ni capillas anexas, como muchos otros templos poblanos de épocas anteriores y tamaño comparable. Es posible que en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se inició su obra, el barrio ya estuviera bastante consolidado, y que no fuera tan fácil encontrar un terreno adecuado a la capacidad del templo.
Esto explicaría, en parte, la elección de una planta en cruz griega para La Luz. Es su rasgo arquitectónico más sobresaliente, y tiene varias consecuencias. La primera, desde luego, es su ambigüedad direccional: si bien el único ingreso marca claramente el eje de uno de los brazos del transepto, dirigido hacia el altar mayor, la semejanza de dimensiones y disposición del otro brazo logra romper con esa dominante. Por eso conviene sintetizar cómo está constituído este singular espacio barroco, comenzando, no por el ingreso, como sería lo habitual, sino por el crucero, ya que en él convergen los dos brazos semejantes del transepto.
Cuatro haces de discretas medias muestras tritóstilas, labradasen cantera gris, parten de sus respectivos plintos lisos. En cada haz, dos medias muestras ascienden hasta los capiteles toscanos que reciben los arcos torales, mientras que otras dos terminan su trayecto antes, para recibir los arcos de las bóvedas vaídas con que se cubren los recodos que se forman entre los brazosde la cruz griega. Los arcos torales y las pechinas entre ellos soportan al tambor octogonal con ventanas en cada lado, que a su vez carga a la cúpula gallonada, provista de linternilla cenital. Por cierto, ésta última no es sólo un elemento decorativo exterior, como ocurre en la gran mayoría de los demás templos poblanos, sino que funciona eficazmente y ayuda a iluminar mejor el espacio interno.
Los cuatro tramos inmediatos al crucero están cubiertos por bóvedas de cañón con lunetos, cada una soportada por uno de los arcos torales del crucero, un arco fajón que la separa del tramo contiguo, y dos tímpanos formeros encima de los arcos de las bóvedas vaídas que hay en los recodos de la cruz griega. Cada tímpano está perforado por tres vanos: uno central, rectangular, y dos de medio punto.
En el extremo de cada brazo del transepto hay otro tramo de nave, más corto que el anterior, también cubierto por bóveda de cañón con lunetos. Estos tramos, junto con los recodos mencionados, forman la parte fuerte de la estructura, ya que cada uno está confinado por tres robustos muros de carga rematados por tímpanos y un arco fajón que los separa del tramo adyacente al crucero. Los recodos, a su vez, están delimitados por dos arcos y dos muros con tímpanos, exceptuando del lado del coro alto, donde hay una variante.
Efectivamente, la excepción a este esquema se registra en el tramo que corresponde al ingreso. Ahí se levantó, adicionalmente, la bóveda del sotocoro, de cañón con lunetos. Muestra un elegante arco escarzano de borde, de elegante perfil elíptico, así como una robusta cornisa que se prolonga en voladizo cosa de un metro, siguiendo el perfil de los apoyos, por lo que el barandal de hierro forjado resultante también sigue ese trayecto. Como el espacio para el coro alto no es muy grande, se optó por prolongarlo lateralmente por ambos lados, abriendo arcos hacia los tramos de los recodos correspondientes.
La elección de una planta en cruz griega parece estar influída por la del Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México, construído por el gaditano Lorenzo Rodríguez entre 1749 y 1768 con la misma disposición: brazos del transepto de dos tramos, recodos entre ellos con bóvedas vaídas y locales de servicio llenando los espacios residuales del perímetro cuadrangular. Cuando se iniciaron los trabajos en La Luz, el Sagrario ya estaba muy avanzado, de manera que éste último pudo haber servido perfectamente de modelo al templo poblano. ¿Habrá intervenido el propio Lorenzo Rofríguez en las trazas de La Luz? No parece, sobre todo por el tratamiento tan distinto de las fachadas en ambos edificios: churrigueresca y llena de recursos del oficio en el Sagrario, y barroca sobria, con paramentos de ladrillo y azulejo en La Luz.
La genealogía de este tipo de soluciones se remonta a algunas propuestas paleocristianas en el norte de Siria, como la iglesia de los Profetas, Apóstoles y Mártires de Gerasa (464 d.C.). Sin embargo, se trata de estructuras basilicales no abovedadas. Más tarde, la arquitectura bizantina se acercó a la disposición de cruz griega, notablemente en San Marcos de Venecia (1063-1094), pero en estos casos la dirección principal la daban el nártex y tres ábsides de remate sobre el eje principal. Más próximo en el tiempo y la intención está el Renacimiento italiano, cuando la idea de templos con planta central, dispuestos bi- o multiaxialmente obsesionó a toda una pléyade de arquitectos renacentistas. El proyecto de Bramante para San Pedro de Roma, de principios del siglo XVI, es un ejemplo sobresaliente de ese tipo, pero hay muchos otros templos como el de San Biagio en Montepulciano, cerca de Siena, obra de Antonio de Sangallo el Viejo entre 1518 y 1545; el la Virgen della Steccata en Parma, construído por Bernardino Zacagnini entre 1521 y 1539; y el de la Virgen della Campagna en Piacenza, inciada en 1522 por Alessio Tramello. Sin embargo, en todos ellos, los brazos del transepto lucen exteriormente con toda claridad, como cabía esperar de esta arquitectura tan afecta a la sinceridad. En realidad, el precedente más relacionado con las escasas plantas mexicanas de cruz griego se encuentra, probablemente, en la iglesia de Gesú Nuovo en Nápoles, que es de 1584 y muestra no sólo la planta de cruz griega, sino también la manera de ocupar con otras crujías la totalidad del cuadrángulo envolvente.6
Sea cual fuere el origen del partido cruciforme de La Luz, se trata de uno de los espacios internos barrocosmás interesantes, no solo de Puebla, sino de todo el virreinato novohispano, y merece mucha más atención que la que hasta ahora le han prestado los especialistas.
Alguna razón debe haber tenido el autor de esta obra, al trabajar con los exteriores, para no llevar hasta sus últimas consecuencias la lógica de la distribución interna. Debido a ello, el templo no acusa exteriormente toda la riqueza del interior. Más bien la niega, al conce ntrar los elementos decorativos en la fachada sobre la calle 2 Oriente, mientras que la fachada lateral carece de ellos.
A pesar de que constituye un solo paramento, se alcanzan a distinguir en la fachada principal los cubos para dos torres (sólo una se construyó), el imafronte entre ambos, ocupado en buena medida por la portada de cantera propiamente dicha, que forma un severo cuadrángulo rematado por un tímpano. Este rasgo, así como la sobriedad y el clasicismo de la composición, relacionan a esta portada del tránsito entre los siglos XVIII y XIX con otras de la primera mitad del siglo XVII, como. Hay que recordar que incluso la portada estípite de San Francisco es anterior a ésta, herreriana tardía, que Efraín Castro no duda en calificar como arcaizante.7
La portada está formada por tres cuerpos y tres calles. En el primer cuerpo, el vano de ingreso está delimitado por jambas y arco de medio punto, y flanqueado por sendos pares de plintos y medias muestras toscanas que definen las entrecalles laterales, donde se encuentran esculturas de los Apóstoles Pedro y Pablo apoyadas sobre peanas. Un entablamento liso remata el primer cuerpo, del que surge el banco del segundo. Sobre éste último, enmedio, se encuentra la ventana del coro, mientras que a los lados se repiten los dos pares de medias muestras, esta vez jónicas, que definen las entrecalles laterales, vacías. El mismo esquema se repite en el tercer cuerpo, con un tablero en la posición central, con un relieve solar, atributo de la Virgen, que alude a la Patrona del templo. Rematan la portada sendos pináculos en los extremos, un tímpano con un reloj al centro, y una escultura que no alcanza a identificarse.
El resto del imafronte muestra un recubrimiento de ladrillo y azulejo, cuatro vanos rectangulares, y cuatro tableros chicos de azulejo con otros atributos de la Virgen, mientras que en los cubos, también recubiertos de ladrillo y azulejo, hay otros cuatro tableros de azulejo de grandes dimensiones con imagenes de Virgenes y Santos.
Por su parte, los campanarios de planta cuadrangular en dos cuerpos, son muy sencillos. En el remate se alzan doce pináculos y el cupulín, provisto de minúscula linternilla sobre la que se eleva un orbe calado, una veleta y una cruz, todo en hierro forjado.
El edificio de dos plantas junto al cubo del lado derecho forma parte de los anexos del templo. Ostenta un marco adintelado muy sobrio en el portón de acceso, balcón corrido y dos ventanas en el nivel alto, y una cornisa bien proporcionada. El resto de sus paramentos está recubierto por ladrillo y azulejo.
6 P. Frankl, Principles of Architectural History..., pp. 5-49
7 E. Castro Morales, Puebla de Zaragoza..., en Varios Autores, México en el Patrimonio de la Humanidad, p. 100
4.-OBRAS DE ARTE
En el interior de esta iglesia se conserva un conjunto de bienes muebles que refleja el tránsito entre el barroco y el neoclásico. Tiene un total de siete retablos, el principal en el testero, otros dos en los brazos del transepto y cuatro más en cada uno de los recodos que se forman entre los brazos de la planta en cruz griega. Ninguno tiene imágenes de bulto en sitios especialmente designados para ello. Lás únicas tres que existen se encuentran al trasponer el sotocoro, en posicion más bien casual: se trata de un Sagrado Corazón de Jesús y dos Arcángeles. éstos últimos de buena calidad. Las pocas que existen son dos arcángeles.
El retablo mayor es decididamente neoclásico, al parecer uno de los primeros de ese estilo en Puebla. Está muy bien proporcionado, lleva banco y sotobanco sobre los que se eleva el motivo central, una buena pintura de la Virgen de la Luz. Esta última es también una virgen apocalíptica, como la Inmaculada Concepción o como la Virgen de Guadalupe, pero que hace su aparición en la iconografía novohispana hasta el siglo XVIII. Al igual que la Guadalupana, casi nunca se la representa de bulto sino en pintura, como en este caso. En el retablo que se comenta, el óleo está enmarcado por columnas jónicas exentas y un entablamento curvado sobre el que se alza un medallón entre róleos con el monograma de María. A los lados hay sendos pares de columnas de orden compuesto y fustes estriados, que apoyan un entablamento con friso decorado sobre el que se levanta un frontón quebrado. El espacio central del tímpano de remate lo ocupa otro óleo más pequeño con la representación de San José, flanqueado por sendos jarrones dorados.
En cambio, los dos retablos del transepto son híbridos, pues muestran algunos rasgos barrocos tardíos, por los perímetros rebuscados de las pinturas que contienen, así como algunas otras molduraciones doradas, mientras que su color marfil y las cuatro columnas corintias que definen las tres calles del único cuerpo de que constan, ya son representativos del neoclásico. El del lado del Evangelio está dedicado a la Virgen de Guadalupe, mientras que el de la Epístola lleva en el sitio de honor a la Santísima Trinidad. Otras siete pinturas rodean cada uno de ambos retablos: una sobre el motivo principal del primer cuerpo, dos pares en cada entrecalle, y dos más en los laterales del tímpano de remate, flanqueando la ventana rectagular. El programa iconológico es algo ecléctico, ya que combina las imágenes de otras vírgenes apocalípticas, arcángeles, santos, santas y doctores de la Iglesia. Los asuntos en los laterales de los tímpanos no se distinguen debido al ennegrecimiento de esas pinturas por el humo de las veladoras.
Los cuatro retablitos en los recodos de la nave son simples enmarcamientos de pinturas de Vírgenes, consistentes en jambas y arco de medio punto, con columnas exentas y entablamento.
Además de las pinturas mencionadas en los retablos, hay una docena de oros cuadros al óleo distribuídas en el resto de muros y tímpanos. La mayoría forma parte de la serie de escenas de la Vida de la Virgen, firmada por Miguel de Mendoza en 1781.8
En las pechians se ven otras pinturas de época posterior, interesantes más por su tema que por su factura, ya que en ellas se representó a las cuatro mujeres que, según el Antiguo Testamento, defendieron al pueblo de Israel llegando incluso al extremo de asesinar a sus opresores, como Judith, que muestra la cabeza decapitada de Holofernes. Es un asunto que apar ece muy raramente en la iconografía católica, y que adquiere una connotación particular en nuestros tiempos de reivindicación feminista. 9
Este templo tardío del virreinato ya no alcanzó a tener, como otros en Puebla, un púlpito todo labrado en cantera. Sólo la base es de este material, mientras que el pretil octogonal yu el tornavoz son de madera.
En cambio, el órgano en el sotocoro es de excepcional calidad, así como las puertas, entableradas por el interior todavía al estilo barroco.
8 E. Castro Morales, Nota 201 en M. F. de Echeverría y Veytia, Historia de la Fundación...., p. 260.
9 El mismo tema se repintó, al fresco y en este siglo, en las pechinas de San Francisco en Celaya.
Inmueble de pertenencia
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Nuestra Señora de La Luz