Imagen principal
Nombre del Inmueble
Nuestra Señora del Patrocinio
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000669
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000669
Contenidos
1.-ANTECEDENTES E HISTORIA
Son muy escasas las noticias sobre el origen del templo del Patrocinio, pero por su ubicación, cercana a las iglesias de Guadalupe y Belén, su historia está ligada muy probablemente a la del conjunto betlemita. En efecto, luego de la llegada de la orden hospitalaria a Oaxaca, en 1685, se inició una febril actividad constructiva en la parte norte de la traza urbana, que culminó en 1707 con la terminación del templo de Guadalupe y su convento-hospital anexo. Es muy probable que, bajo ese impulso, y coincidiendo con el surgimiento de un barrio de artesanos entre el nuevo conjunto y las márgenes del río Jalatlaco se haya levantado durante el siglo XVIII un primer templo, bajo la advocación de Nuestra Señora del Patrocinio, para el servicio de los nuevos pobladores.
En el mapa urbano de Oaxaca, mandado levantar entre 1794 y 1797 por encargo del marqués de Branciforte, se representa una capilla muy próxima a la ubicación actual del Patrocinio. Pocos años después, en el plano levantado en 1803 por Manuel Gijón, ya se muestra al templo con su nombre y ubicación actuales. Entre ambos documentos se aprecian también pequeñas modificaciones a la traza precisamente en los aldededores del edificio, por tanto, cabe inferir que el Patrocinio se relocalizó y se construyó de nuevo. La causa de estos cambios fue seguramente el terrible sismo de 1795, que lo dejó en ruinas, lo mismo que a muchas otras construcciones religiosas en Antequera (1).
El templo del Patrocinio se encontraba en tan mal estado para mediados del siglo XIX, que el obispo Buenaventura Blanco y Elguero decidió reconstruirlo entre 1854 y 1855, adelantando mucho su fábrica (2). Es posible que la reconstrucción se haya interrumpido como consecuencia de la aplicación de las Leyes de Reforma. Con ese motivo, en 1856, el templo fue valuado en veintiocho mil pesos, apenas dos mil menos que el del Carmen Bajo (3).
En el último cuarto del siglo XIX, el arcediano Hipólito Ortiz y Camacho empleó su propia fortuna en la terminación del edificio que ahora conocemos (4). Las singulares portadas y la ornamentación interior corresponden precisamente a esa época, en que la influencia del obispo Guillermo Eulogio Gillow se dejó sentir en los arreglos a todas las iglesias de la diócesis.
La historia de la mayor parte de los templos oaxaqueños es una sucesión de esfuerzos constructivos seguidos de destrucción por sismo, hasta que se logra un edificio más o menos resistente a este tipo de fenómenos telúricos. En el caso del Patrocinio, los temblores de 1928 y 1931 lo dejaron una vez más en estado ruinoso, sin que se haya intentado durante más de medio siglo su rehabilitación. Las obras iniciadas en 1985 por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología buscan ahora su salvamento definitivo.
1. GAY, p. 248.
2. GARCIA MANZANO, pp. 123 a 124.
3. ITURRIBARRIA, Tomo II, Apéndice, p. IV.
4. GARCIA MANZANO, pp. 123 a 124.
2.-EMPLAZAMIENTO
El recinto del templo ocupa la esquina de las calles de Pino Suárez y Zárate, y da frente a la esquina sureste del Paseo de Juárez, un generoso espacio verde con que cuenta el centro histórico de Oaxaca. El desarrollo tardío de esta parte de la ciudad, a mediados del siglo XIX, transformó al antiguo llano de Guadalupe frente al conjunto religioso del mismo nombre, en parque urbano. En torno suyo surgió el barrio moderno de la ciudad decimonónica, con interesantes casonas porfirianas.
La barda y las portadas atriales hacia el poniente y el norte del recinto religioso se construyeron con robustos sillares de piedra, y sus paramentos están aplanados parcialmente. Posiblemente están en ese lugar desde fines del siglo XVIII, pues su estilo no armoniza con la arquitectura posterior del templo, y además no permiten apreciar su portada principal. Esto se debe también a las reducidas dimensiones del atrio que rodea al edificio por el norte, el sur y el poniente.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo es de una sola nave en cinco tramos, cuyo eje longitudinal se dirige de poniente a oriente. Es notable porque, a pesar de su sencilla disposición planimétrica, ofrece una secuencia espacial rica en efectos y recursos visuales. En el primer tramo se encuentran el sotocoro, cubierto por una bóveda escarzana, y el coro alto, donde hay una bóveda vaída de gran peralte. Este tipo de solución es característico de muchos templos oaxaqueños, y se deriva probablemente del templo de Santo Domingo, donde se aplicó por primera vez por razones acústicas. En este caso cuenta, además, con una linternilla.
El segundo y el tercer tramos de la nave son sencillos cañones semicilíndricos, separados entre sí por arcos fajones o transversales. A la altura del tercer tramo se encuentran sendos accesos laterales a la nave.
En el cuarto tramo el espacio asciende gracias a un corto tambor octagonal apoyado en arcos y pechinas, que a su vez soporta una cúpula gallonada con linternilla. En los muros laterales hay recesos bajo los arcos formeros, con suficiente profundidad como para dar el efecto de un pseudo-transepto.
El último tramo corresponde al presbiterio. Fue cubierto con bóveda vaída, sólo que ésta es de peralte rebajado.
A pesar de su deterioro, el aspecto exterior del templo es aún más interesante, ya que ejemplifica la labor de un arquitecto de fines del siglo pasado, quien quiso apartarse, tanto de las formas ya en desuso de la arquitectura virreinal, como de los cánones del neoclasicismo en boga en las postrimerías del siglo XIX. Tal vez ejemplos como el del Patrocinio sirvan para deslindar mejor los imprecisos límites entre el eclecticismo (entendido como una corriente arquitectónica de esa época, que no vacilaba en copiar y combinar entre sí rasgos de diversos estilos del pasado) y la auténtica búsqueda de un nuevo lenguaje formal que aparece en muchos de los detalles que a continuación se comentan. Como la misma inventiva está presente también en las fachadas del templo de San Cosme y San Damián, en el campanario del templo de Guadalupe y en una casa frente al templo de San Agustín, todas de la misma época y en la misma ciudad, parece que nos encontramos ante el caso del mismo artífice anónimo, cuya trayectoria completa sería interesante establecer algún día.
A primera vista, no pareciera que la volumetría y el aspecto exterior del Patrocinio se apartasen de los patrones formales previstos para un templo tradicional: el par de robustos cubos de las torres flanquean la portada central previsible; a los lados, los masivos contrafuertes dejan ver la calidad tectónica del edificio; y el hemisferio de la cúpula también responde a lo que podría esperarse visualmente de un sencillo templo como éste.
La originalidad está más bien en los detalles y en la forma de resolverlos. Por ejemplo: en la portada principal, la calle central es de dos cuerpos, pero las pilastras que la delimitan ascienden ininterrumpidamente. En el primer cuerpo se encuentra el vano de acceso con el portón de madera entablerada y una reja de hierro forjado bajo el arco rebajado. El marco de cantera no señaló transición alguna entre las jambas y el arco, pero en cambio se labró una molduración muy original, sólo interrumpida por la clave al centro. En el segundo cuerpo, las tres ventanas de arcos pseudo-ojivales también muestran marcos continuos.
Por su parte, las cuatro pilastras de la portada, de fuste poligonal, casi exento y sin gálibo, se apartan todavía más de l as convenciones. Los capiteles se resolvieron como dobles trompas molduradas, también poligonales, de los que emergen bulbos con vaga forma de capullo y connotación de flameros. Además, las pilastras no apoyan nada, como si el arquitecto hubiese decidido ser congruente con el carácter únicamente decorativo de estos elementos. No obstante, recurrió a discretas traspilastras con capiteles pseudo-toscanos que por lo menos apoyan una cornisa de grandes dimensiones que continúa en las que rematan los cubos de las torres.
Sólo el cubo norte está rematado actualmente por una torre, donde nuevamente abundan detalles de gran originalidad. Los vanos de medio punto se resolvieron con elegantes arquivoltas, muy emparentadas con las de San Cosme y San Damián. En las esquinas también hay pilastras de fuste poligonal y capiteles en forma de trompa, que luego se transforman en bulbos. Más arriba de la cornisa hay pináculos todavía más elaborados, donde la libertad formal se impuso menos limitaciones. Sin llegar al art-nouveau, el Patrocinio está a un paso de la renovación, la que después dio lugar a la arquitectura moderna.
Por último, en vez del cupulín, usual en estos casos, se construyó la base de un chapitel que no llegó a terminarse.
4.-OBRAS DE ARTE
Por el abandono en que estuvo el edificio durante tanto tiempo no existen en su interior objetos muebles que valga la pena mencionar. Quedan restos, eso sí, de la decoración pictórica en muros y bóvedas, con diseños geométricos y vivos tonos verdes, característica de la época del obispo Gillow. También se aprecian las figuras de los evangelistas en las pechinas que soportan el tambor de la bóveda.
Aunque no se trata precisamente de objetos artísticos, también vale la pena apreciar la calidad artesanal con que fueron ejecutadas las puertas de madera entablerada con la entrada principal y las entradas laterales. Lo postigos están rematados por frontones de madera labrada. Los remates, abalaustrados al centro. Pocas puertas se hicieron en el siglo XIX con tanto cuidado e ingenio como éstas.
ELABORO: ARQ. ALBERTO GONZALEZ POZO
FECHA: 1986.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Nuestra Señora del Patrocinio