Imagen principal
Nombre del Inmueble
Nuestra Señora del Rosario
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000418
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000418
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
La zona aledaña a la actual Valle de Allende cercana a Parral, Chih., fue codiciada en tiempos prehispánicos por numerosos grupos indígenas, ninguno de los cuales había alcanzado un estado de vida francamente sedentario. Tobosos, tepehuanaes, conchos, chisos y otros ocupaban intermitentemente esos lugares.
Las primeras exploraciones españolas hacia el noroeste abrieron el conocimiento de aquellos territorios hasta más allá de Nuevo México, pero todos ellos: Fray Marcos de Nisa, Vázquez de Coronado y Vázquez del Mercado utilizaron rutas cercanas a la costa occidental.
No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XVI en que la penetración española avanzó por el centro del país, esta vez con una intención claramente colonizadora.
El famoso colonizador capitán Don Francisco de Ibarra, partiendo de Zacatecas descubrió las minas de Topia, fundó Nombre de Dios y por medio de su teniente Alonso Pacheco realizó la fundación de Guadiana (Durango), organizó el gobierno de este territorio denominándolo Nueva Vizcaya, todo esto entre 1561 y 1564.
El nuevo reino abarcaba los actuales estados de Durango, Chihuahua, Sonora, parte de Sinaloa y Coahuila.
Entre otros adelantados españoles que penetraron en la región central de la Nueva Vizcaya estaba Don Rodrígo del Rio, el mismo que llegaría a general y gobernador de la Nueva Vizcaya y quien en 1564 denunció las Minas de Santa Bárbara.
A partir de entonces la incorporación real, administrativa y económica, del nuevo reino a la Nueva España tomó un carácter definitivamente firme; por una parte las minas y algunas haciendas sobre todo ganaderas, propiciaban asentamientos estables.
En cuanto a la población indígena, acostumbrada desde tiempo inmemorial a un género de vida basado en la disputa constante de aguajes y cotos de caza con sus vecinos, se presentó el agudo problema de mitigar su belicosidad y de procurar la aceptación de un nuevo modo de vida, sedentario y ligado al trabajo, muchas veces forzado en las minas y haciendas de los españoles. Las sublevaciones eran constantes y el trabajo indígena cada vez más necesario.
Otra corriente de la penetración española estaba representada por los procuradores de la evangelización. Los adelantados siempre tuvieron a su lado algún misionero que buscaba con el mismo empeño el dominio de la región, pero con miras a otros fines y utilizando métodos que la experiencia probó ser mucho más efectivos.
La considerable riqueza que los españoles obtenian de minas y haciendas, sólo era posible mediante el trabajo de los indígenas y para lograr ésto, había que conseguir primero su reducción, es decir, la aceptación de la residencia fija y el trabajo.
El empleo de la fuerza militar logró casi siempre una pacificación parcial, ya que mantenía el resentimiento en los grupos indígenas y completamente improductiva, pues diezmaba su población o la alejaba hacia la montaña y desiertos. Una reducción efectiva y duradera de los naturales fue posible únicamente por medio de las misiones.
Cuando el gobernador Rodrígo del Río solicitó en 1588 la presencia de la Compañía de Jesús para el trabajo misional en la Nueva Vizcaya, los frailes menores de San Francisco ya habian penetrado en el territorio e iniciado sobre bases firmes su actividad evangelizadora.
El importante convento de Zacatecas sirvió como base para la organización del trabajo franciscano en los nuevos territorios del norte. Mientras los jesuítas penetraban por la costa occidental, los franciscanos establecían por el centro una cadena de fundaciones, llevando una relación estrecha con las autoridades eclesiásticas y también con las administrativas y militares.
Al establecerse definitivamente los españoles en la zona de Santa Bárbara y comenzar la explotación de la enorme riqueza mineral de la región, por el año de 1564 ya se tenían noticias de una fundación franciscana en un valle cercano al que los mismos frailes denominaron Valle de San Bartolomé.
2.-EMPLAZAMIENTO
Es muy explicable la razón que tuvieron los franciscanos para establecer su primera fundación en lo que hoy abarca el estado de Chihuahua, en el Valle de San Bartolomé (hoy, Valle de Allende)
El lugar posee grandes atractivos, en medio de territorios áridos está regado por el río Florido, afluente del Conchos y por tanto, fértil y arbolado; cerca de la región montañosa tiene suaves planicies aptas para la agricultura, aún su clima es mas benigno que el de sus alrededores.
El templo de Nuestra Señora del Rosario ocupa el extremo sur de la plaza principal de la población, separado por una estrecha calle y un atrio reducido que se prolonga hacia el lado oeste del templo en una franja todavía más estrecha hacia otra calle lateral.
La fachada oriente da directamente a la calle de Cuauhtémoc también muy estrecha, por lo que es difícil apreciarla en toda su magnitud. La parte posterior del templo colinda hacia el sur directamente con construcciones particulares que completan ese extremo de la manzana.
A la manera tradicional, el templo y la plaza jardinada que se abre al frente, forman parte del centro cívico de la población, que se completa con una pequeña zona comercial y una terminal de autobuses hacia el oeste, oficinas gubernamentales en el extremo oeste y algunas en el lado sur de la plaza y en este mismo extremo sur, significativamente fuera de lugar, se levanta una planta embotelladora de refrescos.
Significativamente en ese lugar se levantó a partir de 1665 aquel primer convento de los franciscanos, contemporáneo de la primera población del estado de Chihuahua en la época colonial y que tanta importancia tuvo en la evangelización y colonización de la antigua Nueva Vizcaya y de Nuevo México.
3.-ASPECTO HISTORICO
El templo de Nuestra Señora del Rosario en Valle de Allende, Chih., tiene su historia íntimamente ligada en sus origénes a la primera fundación franciscana en el estado, el Convento de San Bartolóme.
Es probable que la belleza y fertilidad de este lugar copiosamente regado en medio de zonas áridas, hubiera de cualquier modo atraído una población importante, con un templo como el que hoy admiramos.
Pero el hecho es que la población se generó y desarrolló durante el siglo XVII gracias a la fundación franciscana y la actividad en el lugar de aquellos misioneros. El templo actual, fuera o no construido materialmente sobre el antiguo templo franciscano, tiene sus raíces religiosas y sociales en él.
Los franciscanos fundaron su convento aproximadamente al mismo tiempo en que se abrieron las minas de Santa Bárbara, alrededor de 1560 según Almada (1), Griffen señala varias fuentes con la fecha de fundación alrededor de 1565 (2) y Arlegui indica que para 1570 existía una casa de administración de los franciscanos (3). Ninguna de las fuentes citadas nos proporciona datos acerca del templo que los franciscanos debieron tener en su convento.
Lo que si es indudable, es la enorme importancia que tuvo la fundación franciscana del Valle de San Bartolóme en la misión evangelizadora y por tanto, pacificadora y colonizadora de toda la Nueva Vizcaya, así como de Nuevo México y territorios aún más alejados. Aquí se organizaron las misiones, se formaron los misioneros y se dirigió la organización total del trabajo en aquellos amplios territorios durante casi 170 años.
Durante la época colonial, en el territorio de la Nueva Vizcaya que pertenecía entonces al Obispado de Durango, las autoridades religiosas habían acordado con jesuítas y franciscanos el que limitaran su trabajo a la labor misionera ente indígenas, quedando el servicio religioso de españoles y mestizos a cargo del clero secular.
De esta forma, las zonas de antiguas misiones en las que la población indígena había disminuido y que fue sustituida por mestizos y españoles, eran separadas por el obispado de la atención de los religiosos para secularizarlas encargándolas a sacerdotes diocesanos, muchas veces mediante enconadas pugnas y críticas posteriores.
El valle de San Bartolomé creció en importancia durante los siglos XVII y XVIII como gran productor agrícola y consecuentemente el centro urbano. Para 1700 la población indígena del lugar no pasaba de ocho o diez personas. Asi pues, el obispado inició los intentos de secularizar la atención religiosa del lugar que, como se indica, apenas podía mantener una pequeña doctrina para unos cuantos indios como actividad misional. La vida en general del convento había disminuido su ritmo notablemente y por fin la fundación franciscana fué secularizada en el año de 1755, aún cuando existe duda acerca de la fecha exacta, ya que diez años después, durante la visita del obispo Don Pedro Tamarón y Romeral, él mismo reportó la existencia de un convento franciscano con un solo guardián.
La segunda fecha, 1765, es seguramente más aproximada porque el templo actual tiene grabado en su interior el 2 de mayo de 1788 como fecha de construcción y el 6 de mayo de 1792 como de su dedicación.
Este nuevo templo parece no haber sido construido sobre uno anterior. El sitio que los habitantes de Valle de Allende señalan como ubicación del antiguo convento, no coincide, aún cuando no está muy alejado. De cualquier modo la carencia de archivos de los francisc anos nos priva de descripciones más exactas y los de la parroquia no arrojan luz al respecto.
La nueva advocación para el templo parroquial, es la de Nuestra Señora del Rosario y fué construido dejando a un lado el estilo misional, usual en la región por la relativa magnifificencia de los templos urbanos de Parral y del sur del país.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
La extensa obra material del templo de Nuestra Señora del Rosario de Valle de Allende y lo atrevido y correcto de su estructura general, seguramente se deben tanto a la importancia que tenía la población a finales del siglo XVIII como a la gran tradición religiosa que dejó en el lugar la importante fundación franciscana que había funcionado allí durante doscientos años.
La fachada principal está realizada de acuerdo a la forma más extendida en la región, con un gran paño liso que contiene la portada como primer cuerpo y una torre lateral sobre él, sin acusar directamente su base en la parte inferior. Este primer cuerpo, aplanado en color blanco no presenta más elementos en relieve que la portada de cantera y detalles trabajados en estuco; consta de un arco de medio punto y pilastras laterales que enmarcan la puerta con una cornisa de molduras múltiples como remate general. Dos vanos se abren a este paño liso de fachada: la pequeña puerta de acceso a la torre y un óculo de iluminación al coro.
La torre está compuesta de un solo cuerpo de planta cuadrada, con luces rematadas en medio punto, pilastras laterales con basa y capitel que sostienen una cornisa separada por un friso labrado de otra cornisa superior que sostiene la cúpula de remate y pequeños jarrones estilizados en las esquinas. La pequeña cúpula está correctamente realizada con nervios exteriores y rematada en una esbelta linternilla con cruz metálica.
Las dos fachadas laterales tienen un tratamiento similar entre sí, pero de emplazamiento muy diferente. Mientras la que mira hacia el poniente posee un pequeño atrio lateral que permite su apreciación adecuada, la oriente se alza sobre una calle sumamente estrecha. Ambas presentan un interesante juego de volúmenes formado por los grandes contrafuertes correspondientes a los arcos del interior y con sus grandes diferencias en volumen les proporcionan un gran movimiento. Ambas poseen entradas laterales al templo tratadas en forma similar a la principaly ventanas en los muros superiores, sobre las capillas laterales.
La planta general del templo está realizada a base deuna nave principal con crucero y cúpula y dos naves secundarias de capillas laterales. Su estructura con arcos sobre pilastras en cantera que sostienen la cúpula y las cubiertas planas y transmiten esfuerzos laterales por medio de contrafuertes.
La puerta principal abre directamente a la nave sin cancel de por medio y en el sotocoro no se aprecia, fuera de la estructura general del edificio, mas que la puerta de entrada a la subida hacia el coro.
La nave, de propoción en planta decididamente alargada, muestra sucesivamente a partir del coro tres entre-ejes divididos por grandes arcos de medio punto que cubren todo el claro apoyados en pilastras de sección rectangular con basa y capitel, ambos elementos en cantera, sosteniendo, mediante una moldura en cantera que cierra los tímpanos, una cubierta plana a base de vigas de madera sobre ménsulas cabeceadas del mismo material y en sentido longitudinal a la nave. Completa la cubierta un artesonado simple de duelas sobre las vigas. Los laterales están tratados con arcos bajo los que se abren las ventanas rectangulares que proporcionan la iluminación lateral por sobre las cubiertas planas similares a las anteriors de las capillas laterales. Estas se abren a la nave mediante unas sencillas portadas en cantera con arcos de medio punto sobre pilastras y que sostienen cornisas de varias molduras.
El crucero está configurad o por arcos formeros similares a los ya descritos apoyados en forma semejante. Por medio de pechinas se sostiene un tambor de planta octagonal con ventanas sobre el que se apoya la cúpula gallonada con nervios exteriores y linternilla.
El crucero apenas puede considerarse como tal, ya que los brazos no se extienden más allá del paño de las capillas laterales y por tanto se distingue de ellas mas por la altura, igual a la del centro de la nave, que por el espacio en planta arquitectónica
Más allá del crucero, la nave tiene un entreje libre y uno más que ocupa el presbiterio, ambos de las mismas características de los que preceden al crucero. No tiene ábside y el presbiterio remata en un arco similar a los del resto de la nave, con el altar mayor adosado al muro.
Es notable en la estructura del coro el arco elíptico que lo soporta, apoyado en pilastras y realizado en cantera con un correcto trazo. Este arco recibe vigas y artesonado sobre el que directamente se desplanta el piso del coro.
Las capillas laterales presentan un enrejado a todo lo alto de las portadas descritas y están destinadas actualmente a la exhibición del rico acervo pictórico de la parroquia.
Las dependencias auxiliares para servicios del templo y la parroquia, están situadas lateralmente en ambos extremos del templo. En el entreje libre que separa al crucero del presbiterio, se encuentran los accesos con puertas pequeñas hacia la antesacristía y la sacristía que comparten un mismo espacio separado por muros bajos.
Hacia el poniente en un solo espacio con salida al atrio, se han instalado las oficinas y archivo parroquial.
Para uso de bodegas, existen en ambos lados del sotocoro los recintos que contienen las escaleras de acceso al coro, en el lado poniente y a la torre en el otro extremo.
5.-OBRAS DE ARTE
Las relativamente recientes restauraciones practicadas al templo de Nuestra Señora del Rosario de Valle de Allende, han realzado sus elementos arquitectónicos y propiciado la debida comodidad para el servicio del templo, pero el enriquecimiento de estos elementos con capillas laterales, altares, retablos, etc. es labor de mucho tiempo que seguramente se realizará.
Actualmente el templo cuenta con su tesoro artístico más valioso en la rica colección pictórica que encierran sus capillas laterales. Consta de dieciseis óleos pertenecientes a la escuela mexicana del siglo XVIII, de temas religiosos y en diferentes medidas y presentaciones. La gran mayoría son anónimos o han perdido las firmas de sus autores, pero destacan dos de pequeñas dimensiones ( 50 por 80 cms.) en los que es clara la firma de Miguel Cabrera.
Una escena de La Natividad y una agradable imagen de Santa Rosa de Lima. Entre los de autor anónimo, hay de regulares dimensiones (entre 1.00 x 1.70 m. y 0.90 x 1.30 m.) que representan a Nuestra Señora de la Luz, San Rafael Arcángel, la Santísima Trinidad, el Bautismo del Señor y un arcángel no identificado. En la misma proporción, alargada verticalmente pero de menor tamaño, existen un San Gabriel Arcángel, una Papisa, una Santa Bárbara de muy interesante factura y una Santa Teresa de Jesús.
Los de menor tamaño tienden a proporcionarse al cuadrado, siendo el más pequeño una escena de la Muerte de San José (55 x 85 cms.); existen también un Padre de la Iglesia y tres figuras más de santos no identificados.
No todos los cuadros han sido debidamente restaurados aun cuando ninguno muestra graves deterioros. Seis de ellos tienen marco adecuado y su colocación es definitivamente improvisada dentro de las capillas laterales; algunos cuadros cuelgan de los muros y otros están colocados en caballetes simples. En algunos momentos del día, la luz del sol llega a tocar algunas pinturas, situación que podría deteriorarlas.
La colocación improvisada de los cuadros y algunos vagos informes orales de habitantes de la población, indican que en algún tiempo el templo contó con elementos de valor artístico integrados a su arquitectura, como retablos o altares laterales. Desgraciadamente los restauradores del edificio no contaron con la información suficiente para el rescate o reedificación de aquellos. De cualquier modo, entre las obras de arte que formaron parte del equipamiento y ornamentación del templo, debieron destacar los elementos destinados a alojar de algún modo (retablos, altares, etc.) los cuadros existentes que, por otro lado, también sufrieron merma en su número.
El altar principal data de principios del S. XIX ó principios del XX; los altares del crucero parecen ser contemporáneos al edificio.
El resto de la imaginería corresponde también a un tipo de talla en madera de figuras religiosas y sobre todo, esculturas en yeso policromadas, de tamaño un poco inferior a la escala humana y de una calidad artesanal aceptable.
El resto de los accesorios del templo en los que pudiera buscarse calidad de trabajo tendiente al arte, como son bancas, pasamanos, barandales sillas, etc., han sido incorporados al uso de la feligresía de modo que llenen un mínimo de condiciones de comodidad, en espera de mejoras futuras.
ELABORO: ARQ. ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984
6.-NOTAS
(1) ALDAMA, Francisco R.
Diccionario de historia, geografía y biografía Chihuahuenses.
Ciudad Juárez, Chih. 1968.
Pag. 28.
(2) GRIFFEN, William B.
Indian Assimilation in the Franciscan area of Nueva Vizcaya.
The University of Arizona Press. Tucson, Ariz. E.U.A. 1979.
Pag. 57.
(3) ARLEGUI, Fray José.
Chronica de la provincia de N.P. San Francisco de Zacatecas.
Calle de los Rebeldes 2. México. 1851.
Pag. 269.
7.-BIBLIOGRAFIA
- ARCHIVO PARROQUIAL
Parroquia de N. Sra. del Rosario de Valle de Allende, Chih.
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Nuestra Señora del Rosario