Nombre del Inmueble
Nuestra Señora
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000548
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000548
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Los primeros pobladores de la región que hoy ocupa el municipio se instalaron, al parecer, en una paraje conocido como Tenantitla seguramente antes de que llegaran a la zona algunos grupos de matlatzincas. Los primitivos habitantes del sitio quizá formaron parte de las siete tribus de chicomostoc que se supone pasaron por esta zona del actual Estado de México poco después de que fue derrotada la ciudad de Tula (1). Aquellos personajes no permanecieron por mucho tiempo en el lugar pero dejaron varias evidencias de su estancia en ruinas que todavía no son estudiadas. Se supone que, antes de consolidar sus estructuras, se mudaron hacia las cercanías de Malinalco, pues la zona fue luego repoblada por matlatzincas que más tarde pasaron a ser sojuzgados por tropas aztecas. La aparición de contingentes procedentes de México-Tenochtitlan causó diversos impactos en el grupo: entre ellos se cuenta el cambio de nombre del asentamiento: a partir de entonces el área en que se encontraba el poblado se llamó Tonatiuhco, que significa, en opinión de Manuel de Olaguíbel, lugar consagrado al sol aunque no se ubicó precisamente en los terrenos en que hoy se asienta la localidad. La voz Tonatico es, pues, una deformación de la palabra náhuatl.
El investigador local Oscar Mázquez Illana afirma, en un texto monográfico todavía inédito, que por el pueblo pasó el conquistador Hernán Cortés para abastecerse de salitre y poder fabricar las cantidades de pólvora que necesitaba. En épocas muy cercanas a la presencia de Cortés se inició en el área la dominación española no sin graves y violentos enfrentamientos entre los invasores y los naturales. Los primeros pobladores españoles se instalaron sobre los conjuntos que formaron parte del asentamiento indígena y que estuvo al mando de un cacique del que sólo se conserva el nombre de cristiano que adoptó después de que se consumó su derrota y fue bautizado por los frailes que acompañaban a los conquistadores: Gaspar Alonso. Ese sitio, ahora conocido como Pueblo Viejo, o Tonatico el Viejo fue, pues, sede del tercer asentamiento de la comunidad y el más próximo antecedente del pueblo que ha llegado a nuestros días.
Algunas tradiciones indican que en ese antiguo Tonatico, situado al sur de la población actual, se descubrió el edificio -ya ruinoso- en el que se alojó el cacique Alonso; otras informaciones señalan que la ocupación definitiva por parte de fundadores y colonizadores españoles tuvo lugar en 1523, año en que también se comenzó a organizar el nuevo poblado. Según un retablo que estuvo ubicado en la actual parroquia, y que fue retocado y remozado hacia 1854, los religiosos que más temprano aparecieron en el sitio lo hicieron unos años después; el cuadro en cuestión contenía la siguiente leyenda: En abril de 1529 llegaron los Santos Padres Franciscanos a dar el santo bautizo, los primeros evangelizadores, y de los reinos de Castilla trajeron al Señor de los Tormentos. El 30 de abril dieron el primer sacramento del Santo Bautismo y quitaron la idolatría, pues aquí adoraban al Dios del Sol, según escrituras guardadas en Ixtapan (2). Es posible que a partir de entonces el pueblo haya adquirido una nueva fisonomía pues es bien sabido que la presencia de religiosos solía influir aún en los trazos y en la disposición de solares de las nuevas fundaciones españolas.
La acción del tiempo ha colaborado, junto con las de otros agentes, al deterioro de aquel asentamiento abandonado, según se cree, a mediados del siglo XVII. No ha sido factible, hasta ahora, tener una idea aproximada de cómo fue ese pueblo pues las ruinas no permiten sino especular acerca de las diversas relaciones espaciales que debieron darse.
Las razones que condujeron a determinar la mudanza de la comunidad al sitio en que actualmente se halla no han sido, tampoco, precisadas con suficiencia; se supone que la decisión, ejecutada hacia 1650, había sido tomada con anterioridad quizá por problemas relativos al abastecimiento de agua pues los terrenos que hoy integran el conjunto están algo más cercanos de los manantiales y otras fuentes que los del área del antiguo Tonatico.
El nuevo asentamiento, el poblado virreinal que conocemos, fue trazado de acuerdo a las varias normas urbanísticas que fueron habituales durante los primeros cien años de la dominación aunque también se atendieron a varias consideraciones resultantes de la adecuación del conjunto a la topografía: si bien la actual cabecera municipal ha experimentado ciertos grados de desarrollo y de crecimiento es relativamente fácil imaginar lo que fue la traza original que se basó en dos circunstancias principales: una plaza en torno de la cual se asentaron los edificios más importantes; y una circulación de norte a sur diseñada para unir la capilla de El Calvario con el templo ahora parroquial. La calle de mayor jerarquía en el conjunto es la que comunica con la plaza central; la que vincula a la capilla con el resto del pueblo, aún siendo secundaria, debió ser una de las primeras toda vez que El Calvario, según se afirma, es una obra cuya fábrica se inició antes de la erección de la iglesia que se ha convertido en parroquia y en santuario.
2.-EMPLAZAMIENTO
El esquema de trazo del poblado procede, pues, del siglo XVII. La actual parroquia se desplanta sobre un gran terreno que rebasa con mucho, en superficie, al solar que se destinó a la plaza. Toda el área central del pueblo corresponde a los procedimientos de organización urbana que fueron habituales durante los primeros decenios del virreinato aunque sus tendencias de crecimiento se han presentado siguiendo otros lineamientos y consideraciones: en efecto, han influido de manera determinante tanto el eje norte-sur que ubica a la capilla de El Calvario como el respeto a la topografía. El conjunto del poblado, es esa perspectiva, es el de un caserío dispuesto de modo más o menos lineal sobre terrenos que bajan de norte a sur: en las partes más altas se encuentran los abastecimientos de agua que dan sentido a todo el grupo de vecindarios; las circulaciones, en consecuencia, recorren también la localidad en sentido longitudinal favoreciendo la incorporación del paisaje a prácticamente todos los remates visuales.
La calle López Mateos es la más larga y la más importante del sitio; por una parte es la continuación de la carretera que llega de Ixtapan, y, por otra, conduce, naturalmente, hacia el centro del pueblo, a los límites entre la Plaza de la Constitución y el atrio de la parroquia. Esa misma calle, que sigue hacia el sur con el nombre de Mina, es también un eje urbano que divide a las zonas oriente y poniente del conjunto puesto que las calles transversales toman sus nombres precisamente a partir de sus cruces con aquella.
Los autores del trazo primitivo del pueblo deben haber considerado la importancia de favorecer las relaciones entre las masas arquitectónicas y el medio natural: el clima templado del sitio y la fábrica relativamente contemporánea de buena parte de las habitaciones condujeron a la erección del pueblo con características formales y constructivas ciertamente unitarias; la mayor parte de las pendientes son lo suficientemente suaves como para contribuir a destacar los espacios abiertos de la plaza y sus calles adyacentes así como las zonas arboladas que integran el atrio de la parroquia. El volumen del principal edificio religioso, por sus dimensiones, ocupa todas las visuales hacia el sur -desde dentro del pueblo y desde los accesos por el lado de Ixtapan- del mismo modo que se ostenta como el final del camino que une a Tasco con Tonatico.
Las manzanas que rodean la zona céntrica y a la parroquia, están construidas prácticamente en su totalidad: los escasos lotes baldíos se presentan sólo como ampliaciones de las áreas libres y ayudan a hacer más abiertas las perspectivas. Del mismo modo en que ocurre con otros muchos pueblos, en el centro de Tonatico se realizan las más diversas actividades de intercambio social: así, la parroquia se encuentra entre varios establecimientos comerciales, en los que abundan los productos regionales, y los edificios en que se asientan los poderes gubernamentales. La cercanía de la iglesia con el mercado hace posible que muchas de las circulaciones y buena parte de los encuentros se realicen en el atrio, pero tanto en los días destinados al tianguis como en las fechas en que se celebra la fiesta titular del pueblo, los espacios religiosos son escrupulosamente respetados pues ninguno de los comercios, o de los puestos provisionales, se instala invadiendo el atrio.
Durante las semanas, y a lo largo de las temporadas sin fiestas, el conjunto religioso permanece, especialmente en sus exterio res, abierto a la posibilidad de ser incorporado, desde un punto de vista puramente urbano, a la apertura espacial que constituyen la plaza y los ambientes centrales del asentamiento.
3.-ASPECTO HISTORICO
El pueblo de Tonatico fue mudado al sitio que ahora ocupa a mediados del siglo XVII: las razones, como se dijo antes, todavía no son esclarecidas suficientemente pero se especula sobre una considerable cantidad de posibilidades. En el nuevo asentamiento -que es el que se ha conservado hasta ahora- se consagraron varios sistemas de organización gracias a los cuales es posible vincular históricamente al pueblo con otras localidades de la región. La iglesia que hoy es la parroquia es el edificio religioso más importante del sitio aunque no fue el primero en comenzarse a construir; según se desprende de algunas informaciones, cuando se estaba por concluir el arreglo de las áreas comunes y de las calles, se principió la fábrica del templo más temprano de la comunidad, que es la actual capilla de El Calvario. La erección del conjunto que aloja ahora a la parroquia no se inició mucho tiempo después, conclusión a la que se llega si se atienden las noticias siguientes: hay varias probabilidades en el sentido de que El Calvario se haya comenzado en fecha anterior -aunque muy próxima- a la mudanza del conjunto urbano a su ubicación definitiva. Esta afirmación se basa en el hecho de que fue tradicional, desde épocas tempranas del virreinato en el Estado de México y en otros sitios, disponer o construir capillas o ermitas dedicadas a recordar la Pasión de Cristo en ciertas eminencias cercanas a los centros de los pueblos. Por otro lado, a pesar de no contarse con datos amplios y fehacientes sobre el inicio de la fábrica de la iglesia se tiene la información que ofrece Francisco de Florencia en su obra Zodíaco Mariano, (México, 1755), que, en el capítulo relativo a Tonatico, asienta que hacia 1660 se encontraba en obra el templo en el que más tarde se colocaría la imagen de la Virgen del Rosario que perteneció a uno de los lugareños y que ya para entonces había alcanzado un cierto grado de celebridad por la gran cantidad de actos milagrosos que se le atribuían. Fue deseo expreso de los vecinos, según el mismo Florencia, llevar a la Virgen a una iglesia de manera que todos cuantos quisieran pudieran verla e invocar su protección. Es fama que a partir de aquellos hechos la construcción eclesiástica adquirió las características de un santuario.
El edificio religioso, como otros muchos en todo el territorio nacional, fue producto de las intenciones de muy distintas personas a lo largo de numerosos períodos constructivos. Mientras fue sólo un templo a modo de capilla no fue posible -y seguramente tampoco necesario- dejar constancias de las varias labores realizadas en el inmueble. Poco se sabe, pues, acerca de la apariencia que tuvo la obra durante el virreinato; se ha podido establecer que no fue ajeno el templo a una serie importante de influencias que recorrieron todo el país por aquellas épocas: sí, se sabe que en el interior se alojaron varios retablos que se supone fueron barrocos y que tal vez fueron construidos einstalados en el transcurso del siglo XVIII cuando el pueblo era visita de Ixtapan. De un posible período barroco sólo sobreviven -y eso con no pocas modificaciones- los cuatro apoyos que recuerdan la forma de estípites que flanquean el acceso en la portada principal del atrio.
La mayor parte de las informaciones más o menos precisas que se tienen del inmueble involucran sucesos ocurridos durante el siglo XIX y, claro, acontecimientos que se han presentado en lo que va del actual: en 1870 se erigió el municipio de Tonatico con territorio s que pertenecieron, en la época virreinal, a las alcaldías mayores de Malinalco, Tenancingo, Zacualpan y Sultepec; más tarde, y hasta bien entrado el siglo XIX, Tonatico estuvo prácticamente unido a la jurisdicción de Ixtapan de la Sal. La categoría municipal de Tonatico de seguro influyó para que se procuraran ciertos grados de desarrollo que, desde luego, comprendían el aspecto eclesiástico; así, en 1877 a la entonces capilla se la separó de la tutela de Ixtapan y se le declaró vicaría fija el 8 de julio de ese mismo año. El autor Vázquez Illana sostiene que el primer vicario que atendió la iglesia de Tonatico llegó en 1878 y que unos cuantos años después se comenzó el libro de providencias. Hacia 1882, según datos proporcionados por el mismo investigador, se dieron los primeros pasos para transformar la estructura y la apariencia de la parroquia: en esa época el templo conservaba la planta en forma rectangular y estaba cubierto con viguería de madera y tejas. En 1885 se procedió a modificar el interior del templo y a acondicionar los motivos ornamentales con apego a las tendencias estilísticas de corte neoclásico que estuvieron en el ánimo de muchos constructores a lo largo del país. La Transformación del templo en parroquia definitiva procede delos dos últimos años del siglo XIX o de los primeros del XX pues Fortino Hipólito Vera no incluye a Tonatico sino como Vicaría fija de Ixtapan en el último de sus estudios Erecciones Parroquiales de México y Puebla (Amecameca, 1889). Las intervenciones, pues, se iniciaron entonces y, después de enfrentar varias interrupciones, se concluyeron, en los aspectos mayores, hace apenas unos años. Durante la Revolución, por citar el primer ejemplo, todos los trabajos fueron suspendidos temporalmente y más tarde reiniciados justamente a consecuencia de deterioros causados en ese tiempo: las dos torres sufrieron tal cantidad de daños que se hizo necesario reconstruirlas casi por completo. Los conjuntos de los campanarios que hoy forman parte del edificio fueron terminados, según rezan sendas leyendas en los remates de ambos cubos, en marzo de 1924 y en febrero de 1927. Las obras que también colaboraron a dar al edificio su imagen actual fueron concluidas en 1954: consistieron en la construcción de las capillas que ocupan los brazos del crucero que se formó entonces, así como la terminación de la cúpula mayor y del camarín de la Virgen.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El edificio desempeña un papel de primera importancia en el perfil de la localidad. En el centro del pueblo es, sin duda, la edificación de mayor relevancia tanto por sus dimensiones como porque la mayor parte de los caminos y las circulaciones para peatones parecen conducir a todos los ambientes que son propios del espacio religioso: la portada norte del atrio es el remate del área urbana que se origina unas cuadras arriba en la capilla de El Calvario; el acceso sur forma parte de los paramentos de la calle por medio de la cual se comunica a una zona en la que coexisten viviendas y comercios a la manera en que fue tradicional durante largos períodos del virreinato; la portada principal del atrio, a su vez, se abre hacia la plaza central en el mismo eje que ocupa el quiosco, de manera que se integra a todas las visuales de quienes transitan por el centro del poblado. El atrio mismo, por otra parte, es una especie de gran circulación utilizada por todos aquellos transeúntes que van de una a otras zonas del asentamiento especialmente porque representa la posibilidad de realizar ahorros considerables en los desplazamientos.
El ya mencionado especio atrial se encuentra limitado por una barda resuelta a base de arcos invertidos en los que se alojan rejas de fierro. Las portadas norte y sur no son piezas que pudieran considerarse históricas pero fueron diseñadas y construidas tanto con sencillez como con buena mano de obra: constan de un solo arco, de medio punto, abierto en un paramento al que rematan las continuaciones de las jambas, dos pequeños arcos invertidos y unos basamentos sobre los que se apoyan sendas cruces.
El acceso principal es un trabajo bastante más elaborado: su arco también es de medio punto pero se encuentra realzado por un juego de molduras que lo hacen destacar del paño del muro en que se abre; dos pares de apoyos a modo de estípites lo flanquean al mismo tiempo que propician la solución del primer remate, elemento que se consigue, siguiendo la forma de un entablamento, a base de molduras y cornisas de tabique sobre las cuales se desplanta el remate de toda la composición: éste es de notable sencillez pues se limita a ofrecer unas pequeñas bases que se sugieren como las prolongaciones de los elementos verticales y un basamento más bien horizontal para recibir a una cruz; todos los componentes arquitectónicos de este segundo remate se relacionaron entre sí por medio de pequeños arcos invertidos de los que seguramente se valieron los constructores par consagrar una característica común a todos los integrantes del atrio.
Los exteriores del edificio son el resultado de varias sucesiones de trabajos cuyo objetivo común quizá fue el de dar al conjunto una apariencia majestuosa y monumental aún a costa de prescindir de un diseño unitario o de la integración respetuosa de componentes de épocas distintas. Las fachadas laterales incluyen una serie de elementos que no sólo no son originales sino que se agregaron con la pretensión de completar un volumen previamente terminado: la sur, por ejemplo, está compuesta lo mismo por los contrafuertes y los remates que los unen, que por una crujía de dependecias parroquiales situada entre el cubo de la torre de ese mismo lado y la capilla lateral que ocupa el brazo sur del crucero. En otra perspectiva, las ampliaciones volumétricas que hicieron de la planta una cruz, aparecen prácticamente como construcciones adosadas y no como partes integrantes del espacio interior: la situada al sur de la nave y al poniente de la sacristía es por lo menos un tramo más larga que la del norte; su cúpula, además, se advierte congruente vista en compañía de la cúpula mayor del templo aunque analizada por separado se antoja como un elemento un tanto desproporcionado, lo mismo que el cupulín que remata esa capilla lateral.
La apariencia general del inmueble, pues, es la de un templo contemporáneo en el que quisieron recrearse soluciones tradicionalmente aceptadas; eso ocurre a pesar de que se han conservado varios rasgos procedentes de períodos constructivos anteriores entre los que es posible destaca, cuando menos, a la portada. Este elemento es la parte central de la fachada y fue compuesto utilizando dos cuerpos: el primero de ellos aloja al arco de acceso, obra producto de un interesante trabajo de cantería que define la entrada bajo un semihexagono cuyas dovelas se continúan hacia el extradós y terminan por delinear un arco de medio punto que, finalmente, parece inscribir al polígono en que se aloja la puerta. Dos pares de pilastras de sección rectangular flanquean la entrada y reciben un voluminoso entablamento sobre el cual se dispusieron otras cuatro pilastras: las de los extremos rematan la composición con elementos a manera de pináculos mientras las centrales siguen hasta recibir un nuevo entablamento sobre el cual se apoya un frontón trapezoidal. En el segundo cuerpo se ubican otros elementos del mayor interés: la ventana de coro, que se señala por lo peculiar y aparentemente caprichoso de su derrame; el nicho central, resuelto con medias columnas y capiteles que recuerdan a los del orden corintio y terminado por una concha estriada; y las dos pequeñas hornacinas que se dispusieron en las mitades altas de las pilastras centrales.
El reloj que quizá se agregó al conjunto a finales del siglo pasado, o a principios del presente, es la culminación de la portada. Se encuentra sobre el frontón del segundo cuerpo y participa de la parte más alta de los pretiles. La cornisa del pretil define el campo de la portada además de que comprende los cubos de ambas torres toda vez que el muro completo fue recubierto con piedra laminada.
Las torres de los campanarios son obras del tercer decenio de este siglo y aunque proceden de un intento por reconstruir las anteriores, la casi totalidad de su apariencia actual es producto de la interpretación de formas consagradas. Constan de dos cuerpos y un remate abovedado y destacan lo mismo por sus dimensiones que por la buena calidad de la mano de obra que las edificó. En el lado norte de la fachada, en el cubo de la torre, se encuentra una gran cruz labrada en piezas que también se ostenta como originaria de un período constructivo y ornamental muy reciente.
La nave del templo fue originalmente de planta rectangular; las últimas modificaciones dieron al trazo la apariencia de una cruz sobre la que se presentan algunas singularidades: los brazos son un tanto largos y estrechos y no llega a formarse un crucero en virtud de que la cúpula mayor se alza sobre el presbiterio más allá del arco triunfal. La nave tiene seis tramos, todos cubiertos con bóvedas de arista en las que aparecen ricas decoraciones y algunas pinturas al gusto de fines del siglo XIX. El primer tramo, íntegro, aloja también al coro, y el último, ciertamente más amplio, da lugar a la cúpula, elemento de planta octagonal con lados desiguales: en efecto, los cuatro que son paralelos y transversales al eje de la nave son mayores que lo s que resuelven las esquinas, de manera que éstos últimos más bien parecen ochavos a pesar de su obvia función estructural.
Las capillas laterales que ocupan las ampliaciones a modo de brazos del crucero tienen un cierto interés en su composición interior: la del norte está resuelta con varios tipos de decoraciones bajo una bóveda de tabique peraltada muy bien realizada; la del sur presenta una cúpula que le proporciona una iluminación llena de matices. Esta segunda capilla tiene, además, un segundo espacio posterior que cumple las funciones de camarín.
El elemento más importante del interior del templo es, sin duda, la imagen de la Virgen que da todo su sentido al edificio. Esta figura ocupa el lugar principal en un conjunto que incluye tanto al altar como al sagrario y hasta un par de escaleras laterales por medio de las cuales los fieles pueden aproximarse a su Patrona en ocasiones señaladas. Los materiales y los motivos ornamentales de este ocupante del presbiterio acusan las más diversas procedencias e intenciones.
5.-NOTAS Y BILIOGRAFIA
(1) Gobierno del Estado de México, Monografía del Municipio de Tonatico, Toluca, 1975, pág. 11
(2) Gobierno del Estado de México, obra citada, pág. 11
J. Trinidad Basurto, El Arzobispado de México, jurisdicción relativa al Estado de México, edición preparada por Mario Colín con adiciones y notas a partir de la obra del mismo nombre publicada en 1901. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, Tomo lx, México, 1977.
José Rogelio Alvarez Noguera, El Patrimonio Cultural del Estado de México, primer ensayo, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, Tomo CX, México, 1981.
Enciclopedia de México, Tomo 8, segunda edición, México, 1977.
Sahop, Vocabulario Arquitectónico Ilustrado, tercera edición, México, 1980.
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 1984.
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