Nombre del Inmueble
San Francisco
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000430
Estado, Municipio, Localidad
Chihuahua > San Francisco de Conchos > San Francisco de Conchos (080580001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000430
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
De entre las variadas regiones geográficas del estado de Chihuahua destaca por la importancia de su tierra, clima y ubicación la amplia cuenca del río Conchos. Estas cualidades de la región propiciaron que fuera ocupada y aún disputada en tiempos prehispánicos por numerosos grupos indígenas entre los que destacaban, por su número e importancia, los Conchos, al grado de dar nombre al importante río que vivifica esta extensa zona, así como al conjunto de pueblos que la habitó y que tomó la denominación genérica de La Conchería.
La forma de vida de los conchos nunca llegó a un grado de desarrollo equiparable a los grupos humanos del sur del país, pero es indudable que superó al resto de los grupos que formaban parte de La Conchería; mientras julimes, tarahumaras, chisos, tobosos, mamites, tepehuanes, etc. recorrían las grandes llanuras y se internaban en las montañas en la forma característica de una existencia nómada, los conchos intentaban una vida sedentaria mediante la incipiente agricultura que les permitían las buenas cualidades de sus tierras, al mismo tiempo que comerciaban y se defendían, alternativamente, de sus belicosos vecinos.
La penetración española al sur del estado fue guiada principalmente por los sucesivos descubrimientos de los ricos yacimientos de minerales preciosos, al principio en Santa Bárbara y poco después en toda la región de Parral. Y éste fue el nucleo de asentamientos estables, ya que las minas y los hombres que las trabajaban requerían una serie de servicios y suministros que no les podían ser enviados desde las muy lejanas ciudades del sur. Así surgieron las haciendas destinadas al beneficio de los minerales extraídos, así como las dedicadas a la ganadería principalmente y en menor grado a la agricultura; se desarrolló el comercio para abastecer a las zonas mineras y el gobierno del Reino de la Nueva Vizcaya que tenía su capital en Durango, tomó especial interés en el control de esa rica comarca.
Al mismo tiempo, en la segunda mitad del siglo XVI, la labor evangelizadora de los franciscanos avanzaba al mismo paso que la de exploradores y conquistadores. En muchas ocasiones tomando incluso la delantera. Aproximadamente a los años de la fundación de Santa Bárbara y su rico mineral, los franciscanos habían obtenido autorización de la Audiencia de Guadalajara, el 21 de agosto de 1564, para establecer un convento en el Valle de San Bartolomé, hoy Valle de Allende, en el límite suroeste de La Conchería.
Este convento de San Bartolomé fue el gran centro que dirigió el avance colonizador y evangelizador de todo el norte del actual estado de Chihuahua, el territorio de Nuevo México y aún más hacia el norte. De allí salió la expedición de Fray Agustín Rodríguez (1581-1582) que cruzó La Conchería, llegó al Gran Río del Norte y bautizó el Nuevo México. Otro tanto hizo Don Antonio de Espejo saliendo de San Bartolomé el 10 de noviembre de 1582 para llegar a tierras de Arizona y Colorado.
Ambas expediciones atravesaron el territorio concho y quedaron gratamente impresionados se la región. La buena tierra, la existencia de suficiente agua, la posibilidad de yacimientos de minerales y la buena disposición de los conchos hacia los españoles invitaron a muchos aventureros y colonizadores a la ocupación de las tierras y al uso, muchas veces también al abuso, del trabajo de los conchos en su provecho.
Los franciscanos por su parte no tardaron en organizar las misiones entre aquellos grupos indígenas.
2.-EMPLAZAMIENTO
La extensa cuenca del río Conchos comprende un territorio predominantemente llano a partir de las últimas estibaciones de la sierra occidental y hasta el río Grande del Norte (hoy río Bravo), San Francisco de Conchos se encuentra precisamente a orillas del río Conchos en un punto en donde, por excepción, algunas colinas de escasa altura modifican el curso del río formando algunos recodos que, indudablemente desde tiempos prehispánicos, facilitan el riego de la tierra.
Es pues el río en este lugar decisivo para sus aptitudes de asentamiento humano. El clima, árido y seco, se suaviza un tanto y la vegetación ribereña atrae a la vista. La ubicación del poblado es naturalmente adecuada, tanto así que en situación natural similar ha progresado notablemente la moderna Ciudad Camargo a pocos kilómetros de distancia.
El recodo del río marcó siempre el sitio poblado y pueden distinguirse en él dos partes; la más cercana al río, dentro del recodo mismo, plana al nivel de la orilla del río y sin duda, primer asentamiento en el lugar (indígena) así como el presidio militar de la época colonial y hacia el sur y suroeste, en el terreno de las pequeñas colinas de poca altura, se encuentran edificaciones posteriores, ampliación de la zona de habitaciones del pueblo indígena primitivo y asiento del magnífico templo que hoy observamos.
La situación de preeminencia del templo depende en gran parte de su diseño como ya ha sido expuesto, pero su localización es igualmente importante. Sin remontarnos a tiempos coloniales, actualmente se puede obsrvar desde la vía de acceso al poblado, la carretera de Camargo a La Boquilla, como el punto de interés más importante en toda la región. La zona localizada al sur (por donde cruza la carretera mencionada) participa de las ondulaciones del terreno que rodean al cause del río, pero a una altura mayor desde la que se puede apreciar el templo mucho antes de tener alguna visión del poblado. Una vez que el camino de acceso se ha aportado de la carretera, aparecen algunas construcciones aisladas que poco a poco van configurando el poblado hasta una bifurcación que separa las dos áreas naturales descritas. Hacia el poniente, en una marcada pendiente en ascenso, se encuentra una meseta regularmente amplia de unos cien por doscientos metros en su parte más llana y un poco más hacia el norte, el terreno más bajo que se extiende hasta el río contiene el trazo urbano consistente en tres calles claramente configuradas por los alineamientos de las construcciones y algunos tramos de banqueta y algunas otras menores no tan claramente delimitadas.
De esta forma, la ubicación del templo en la meseta superior, desintegrada del tejido urbano más evidente, a un nivel superior en unos doce a quince metros, complementa de una manera muy efectiva a lo masivo y elevado de su fábrica para darle en forma definitiva el dominio plástico y visual del poblado y sus alrededores, dentro de un conjunto propio, que en un tiempo se vió completado por el convento y alguna otra dependencia.
Actualmente el templo se encuentra prácticamente aislado en el extremo norte de la meseta que domina al poblado y con pocas construcciones a su alrededor. Su pequeño atrio se extiende hacia el oriente y en esa dirección, al extremo de la meseta en encuentran algunas ruinas de construcciones de adobe. El lado norte del templo, que contiene la torre y el poniente hacia el ábside, rematan hacia los extremos de la meseta, rocosos y con una pendiente mucho más pronunc iada que en el resto de ella, dominando, como ya se indicó, la zona más importante del poblado.
Hacia el sur, la parte llana de la meseta debió contener en otro tiempo el convento y demás dependencias. Un gran espacio libre de construcciones colinda con el templo y más allá existe un pequeño parque con juegos infantiles y algunas casas particulares.
3.-ASPECTO HISTORICO
Partiendo del convento del Valle de San Bartolomé, los franciscanos comenzaron su labor evangelizadora en toda la extensa zona que se les asignó por medio de las autoridades religiosas y que abarcaba toda la parte llana del antiguo reino de la Nueva Vizcaya hasta el Nuevo México. Sus vecinos inmediatos, los Conchos recibieron de buen grado a los misioneros, aún cuando desde un principio se presentaron quejas acerca de las pésimas condiciones de trabajo que algunos hacendados españoles imponían a los naturales de la región, en contraposición a las cédulas reales que para esas fechas (principios del siglo XVII), ordenaban la protección de los indios.
Un notable misionero, Fray Alonso de la Oliva trabajó entre los diferentes grupos de la Conchería más próximos a su convento (un límite aproximado del territorio de la Conchería lo situaban a quince leguas de Santa Bárbara o Parral) y hacia 1604 reunió un grupo de conchos para fundar, en un recodo del río, a 22 leguas de Santa Bárbara, la Misión de San Francisco.
Es muy probable que el templo actual de San Francisco corresponda a la primera edificación realizada por Fray Alonso de la Oliva en aquellos años, aún cuando haya podido sufrir reparaciones o modificaciones en épocas coloniales. Alguna confusión podría presentarse por el hecho de que existe en el lugar otro templo, hoy en ruinas, de indudable origen colonial, pero de muy escasas dimensiones para la importancia de la principal misión de los conchos, ya que existen datos acerca de que, para el año de 1609, Fray Alonso de la Oliva contaba en su misión de San Francisco alrededor de 4,000 naturales. Un grupo tan grande no era factible en la Conchería dentro de la organización original de los grupos que la habitaban. Fue pues necesario que en 1606 se consiguiera el apoyo de dos caciques de la región, Baoyacat y Natramolao, que contribuyeron con sendos numerosos contingentes para poblar la misión, impulsados por la política de población de la colonia española que procuraba la reducción de los indígenas, ésto es, la atracción de grupos nómadas mediante el trabajo de evangelización de los misioneros, para asentarlos en las proximidades de las misiones, dotándolos de tierras y nombrándole un protector. Esta política resultó en la práctica muy efectiva para la atración de los indígenas, pero muchas veces utópica en el logro de las finalidades subsecuentes. Así sucedió en la misión de San Francisco de Conchos. Después de algunas décadas durante las cuales la misión floreció y su templo se enriqueció, los abusos que se cometieron en algunas haciendas del rumbo con el trabajo de los indios, provocó que grupos menos dóciles que los conchos como los de La Junta, mamites, chisos, cabezas y tal vez, salineros, tobosos y algunos otros, lograran unir a tantos antiguos enemigos entre sí para enfrentarlos a los españoles. El levantamiento tuvo su apogeo en los años 1644 y 1645. No fue muy prolongado ni demasiado sangriento, pero en uno de los ataques más decididos fue incendiada la misión de San Francisco de Conchos y muertos sus dos encargados Fray Félix Zigarrán y Fray Francisco Labado.
A partir de entonces el templo pasó por sus peores épocas. Los conchos disminuyeron en número por el trabajo forzado y su asimilación a las poblaciones establecidas. Los franciscanos tuvieron fricciones con las autoridades eclesiásticas por las jurisdicciones que se les asignaron y grupos indígenas norteños muy belicosos, como los apaches y sumas, comenzaron sus c orrerías por la región. La normalidad volvió a San Francisco de Conchos hasta el establecimiento de un presidio militar por el gobernador de la Nueva Vizcaya, Don José de Neyra y Quiroga, en obediencia a una cédula real del 22 de diciembre de 1685. Es probable que el templo menor del lugar, mencionado anteriormente, corresponda al templo que, por reglamento, debían poseer todos los presidios militares de la época.
Con la pacificación y seguridad que dió a la región el presidio militar, la región prosperó y el templo fue restaurado hasta lograr aproximadamente sus características actuales, otra vez bajo el cuidado de los franciscanos, según dicta una inscripción existente en una de las vigas. En esta inscripción se da fe de la terminación de la iglesia por los herederos del General Don Juan Fernández de Retana, el 30 de mayo de 1710, estando de encargado Fray Diego de Orosco (sic).
El obispado de Durango, al que pertenecía San Francisco de Conchos en esa época, secularizó definitivamente el templo en el año de 1769. Ya para entonces el lugar había dejado de tener las características de misión y el templo pasó a depender, como continúa hasta la fecha, de la parroquia en la cercana Ciudad Camargo.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Una vez situados en el emplazamiento verdaderamente privilegiado que se ha descrito del templo de San Francisco de Conchos, su fachada principal destaca por su ornamentación en un conjunto exterior en donde predominan las grandes masas de muros y contrafuertes de volúmenes lisos, sin más relieve que el que el tiempo ha dado a sus superficies terminadas con un simple aplanado sobre el adobe usado en forma masiva y casi exclusiva en la extructura principal del templo, método característico de la arquitectura de la región y de la época.
Con estas características de los volúmenes exteriores del templo, su aspecto, visible desde cualquier punto de vista desde el pequeño poblado que lo rodea y aún desde considerables distancias, es de una gran solidez por sus masas a la vez que de cierta magnificencia por sus proporciones, reflejando así con gran exactitud la intención que llevó a su erección como una de las más importantes misiones franciscanas y la primera en la Conchería. Al mismo tiempo es notable la importancia de las lineas exteriores del templo, muy lejana de los recintos fortificados que se levantaron en otras regiones del país, como símbolo de lo que siempre fue una evangelización pacífica en territorio hostil en muchas ocasiones (el presidio militar del lugar fue establecido muy posteriormente a la misión y nunca abarcó el recinto del templo).
En la fachada, la sobriedad de las lineas del conjunto se ve enriquecida con la portada en cantera que ocupa el lado sur, equilibrado plásticamente en el lado norte por el desplante de la torre. La portada está desarrollada en dos cuerpos y trabajada en cantera de la región. Consta el primer cuerpo de dos pilastras laterales de sección rectangular con pedestal y basa, rematadas con capitel sencillo a base de varias molduras rectas. En la parte central, la puerta de entrada se apoya a los lados en jambas del mismo material sobre las que descansa un arco de medio punto. Este arco está formado por varias molduras en todo su recorrido y contiene una clave labrada con motivos vegetales. Todo el primer cuerpo está rematado por una cornisa de moldura múltiple separada por un pequeño friso y a los lados, desde el pedestal de las pilastras hasta el friso superior, completa la ornamentación una original linea quebrada con remate en volutas en ambos extremos. El segundo cuerpo tiene sobre un basamento limitado por medios pilones, el enmarque de la ventana del coro, cuadrada, con un sistema similar al del primer cuerpo, pero simplificando las lineas y la ornamentación. Es notable el remate general de la portada con una cruz basada en dos brazos cruzados en donde se aprecian las señales de clavos en las palmas de las manos fanqueada por dos soles sobre pedestales cónicos. La torre se levanta a partir del paño liso general de la fachada y consta de dos cuerpos similares, ligeramente menor en dimensiones el superior, ambos con planta cuadrada, una luz con remate de medio punto en cada cara y una sencilla moldura en el extremo superior. Una cruz metálica descansa sobre una pequeña cúpula peraltada rematan la torre.
El interior del templo está desarrollado en una sola nave con un mínimo de dependencias auxiliares de la misma (se sabe por documentación antigua que tuvo convento adjunto, pero en la actualidad no hay rastros identificables de esas construcciones). La entrada, sin cancel de por medio, lleva al sotocoro, en el que una puerta rectangular enmarcada en cantera comunica con la base de la torre y su escalera respectiva. Tanto este local como el resto de la nave están construidos con una simple a la vez que atrevida estructura a base de espesos muros de adobe que se elevan a una altura difícilmente imaginable para este material y pueden ser considerar entre los elementos estructurales de adobe más esbeltos que se conocen.
La cubierta general de la nave y la estructura del coro están realizadas a base de vigas de madera, estriadas y apoyadas en ménsulas simplemente empotradas en el muro, que soportan un artesonado muy simple de duelas. En el caso del coro, este mismo sistema se apoya en sentido longitudinal sobre una gran viga maestra. Un sencillo pasamanos cierra el límite del coro y completa el trabajo interior de madera.
Dos espacios adjuntos a la nave principal completan el conjunto de espacios techados utilizables; el primero corresponde a la base de la torre y está realizado con el mismo sistema de grandes muros de adobe reforzados con contrafuertes. El segundo, hacia el sur del presbiterio, es utilizado como sacristía y depósito y bodega. Se encuentra en mal estado.
Los vanos se reducen a la entrada principal, una entrada lateral, las puertas de sacristía y paso a la torre y dos ventanas elevadas, cuadradas, que proporcionan, junto con la del coro, la iluminación necesaria.
5.-OBRAS DE ARTE
Se ha descrito la austera magnificencia del templo de San Francisco de Conchos y en su estado actual, esta característica es la que le confiere su gran dignidad. Todos los accesorios, ornamentación interior e imaginería que en el siglo XVIII poseía, se ha perdido, principalmente por las difíciles condiciones que la agitada historia del estado le ha impuesto. Existen elementos que en sí mismo pueden, con justicia, considerarse como obras de arte. En primer lugar el trabajo de madera en la cubierta reúne estas condiciones; la mayor parte de las vigas transversales a la nave se encuentran en buen estado (no así el artesonado) y su trabajo está realizado de acuerdo a su tipo de construcción sin mayores detalles de ornamentación que un estriado doble a toda su longitud. Pero las ménsulas en las que se apoyan las vigas poseen un valioso diseño y un tipo de labrado que sobrepasa la simple labor artesanal. Este tipo de trabajo se perfecciona en la viga maestra del coro y sus ménsulas correspondientes con diseños y labrado de una gran calidad.
Dos detalles más completan el trabajo artístico integrado a la arquitectura del templo. La puerta que comunica la base de la torre con el sotocoro y que tiene un buen trabajo de madera labrada en un marco de cantera y la portada misma con su trabajo en cantera, sencillo en su diseño pero poco usual en la arquitectura misional de la región.
La imaginería del templo es sumamente escasa. La constituyen una talla de San Francisco de tamaño natural de indudable antigüedad y dos esculturas menores de yeso policromado.
6.-BIBLIOGRAFIA
ALMADA, Francisco R.
Diccionario de historia, geografía y biografía chihuahuenses.
Cd. Juárez. 1968
ALMADA, Francisco R.
Enciclopedia de México. Tomo 3
México, D.F. 1980
GRIFFEN, William B.
Indian Assimilation in the Franciscan Area of Nueva Viscaya.
The University of Arizona Press.
Tucson, Arizona, E.U.A. 1979
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Francisco