Nombre del Inmueble
San Francisco de Asís
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000582
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000582
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El área que sirve de asiento al actual poblado de Tenancingo y a buena parte de sus áreas exteriores es uno de los sitios con mayores bondades geográficas y climáticas en el Estado de México: en esa medida, ha sido sede permanente de grupos sociales desde, quizá, un período comprendido entre los años 1800 y 1300 antes de nuestra era (1). Aquellos primitivos pobladores, que según afirman diversas fuentes dejaron algunos objetos de barro en lo que hoy es el barrio de Teotla, tienen una gran importancia relativa pues no sólo son el antecedente más remoto de ocupación humana de la zona, sino que de alguna forma se les considera como los fundadores de la cultura tenantzinca que más tarde se desarrolló en la región cuando comenzaron a recibir influencias de otros grupos en expansión; en efecto, después de un largo período de estancamiento, los habitantes de Tenancingo asimilaron costumbres y usanzas tanto xochimilcas como toltecas antes de los matlatzincas del valle de Toluca intentaran incorporarlos a la zona que controlaban.
La situación geográfica del pueblo contribuyó de manera decisiva a su progreso pues era un paso obligado en ciertas rutas comerciales y políticas que utilizaron no sólo los matlatzincas sino otras sociedades que tuvieron nexos con los valles de Toluca y de México; gracias también a esa posición estratégica, Tenancingo logró conservarse como un señorío independiente que evitó entrar en conflictos con sus vecinos y con otros grupos que llegaron a la zona. Hay informaciones que señalan, incluso, que los jerarcas de Tenantzinco lograron establecer una cierta alianza con los mexica aún en la época en que Axayáctl encabezó la expansión de Tenochtitlan por territorios cercanos al valle de Tenancingo en los actuales estados de México y de Morelos. Es de subrayarse, sin embargo, que aún no habiendo sido sojuzgados por la vía de la violencia, los tenantzincas recibieron tratamiento de pueblo dominado, lo que se ha advertido en los restos de algunas formas y acabados de objetos de cerámica de evidente influencia azteca, entre otros rasgos culturales de importancia que acompañan a la propia denominación del sitio; el nombre de Tenancingo, en efecto, es una transformación de Tenantzinco, voz náhuatl que algunos autores interpretan como en la pequeña muralla o en los pequeños muros y que se forma de tenamitl, muro o cerca de ciudad, tzintli, expresión de diminutivo, y co, en, lugar (2). Es posible, pues, que el poblado de Tenancingo no haya sido víctima de acciones guerreras para incorporarlo a la lista de dominios de los mexica, pero es un hecho, además, que se le consideró como un pueblo al que se le practicaron modificaciones durante el período en el que se sucedieron las conquistas de los asentamientos de linaje matlatzinca: de ello parecen dar fe las láminas IX y X del Códice Meudocino (3).
La presencia de los españoles en esta región del Estado de México fue consolidándose después de varios períodos en los que lo característico fue la lucha y la intervención armada; luego se realizaron incursiones que pretendían explorar los territorios y, finalmente, se repartieron grandes extensiones tanto bajo el régimen de encomiendas de indios como de propiedades que se reservaron a la Corona. Tenancingo, nombre del sitio cuyos terrenos habían pertenecido a la jurisdicción de la alcaldía mayor que se ubicó en Malinalco a partir de 1535 (4), fue formalmente fundado como pueblo de españoles el año de 1551 (5): el trazo y las primeras reparticiones de tierra se realizaron en la falda sur del cerro al que luego se ha llamado de Las Tres Marías, cerca de los lugares de donde brotaba agua y relativamente lejos de los pocos vestigios de carácter arquitectónico que legaron los pobladores indígenas y que, para entonces, ya se encontraban en franco decaimiento. Las fuentes sobre la historia temprana de Tenancingo sugieren que hacia 1565 se concedieron las primeras mercedes de tierras a los conquistadores y que, unos años más tarde, en 1577, se presentaron otras adjudicaciones con lo cual se completó, para fines del siglo XVI (6), el reparto del territorio dependiente de la población.
2.-EMPLAZAMIENTO
La parroquia de San Francisco es el edificio religioso de mayor importancia en Tenancingo: su ubicación se debe a la primera época del asentamiento, de manera que puede considerársele como parte integrante de la traza original que incluyó a la plaza y a los solares en los que se dispusieron, a partir de entonces y hasta bien entrado el siglo XIX, los conjuntos que alojan a los poderes y a los giros comerciales destacados.
El espacio central de la ciudad, titulo que lleva Tenancingo desde el 14 de marzo de 1878, está organizado a base de las relaciones que se establecen entre las varias áreas abiertas que lo forman y los ejes de composición urbana que se originan en la plaza. El atrio de la parroquia no presenta límites definidos por una barda u otras disposiciones sino por sencillos pero suficientes cambios de material y de nivel en los pavimentos: en efecto, la mayor parte de los exteriores del templo se resuelven como andadores y como jardines que enmarcan a una pequeña plazuela que lo mismo hace las veces de atrio propiamente dicho que de prolongación visual y espacial de la plaza. Esa superficie, que es ciertamente reducida, cumple a satisfacción la función de vestíbulo del recinto religioso tanto porque conduce hacia el acceso del templo como porque se haya limitada lateralmente por jardines. La zona sur del terreno incluído en la propiedad federal también se convirtió en área verde, pero sirve con periodicidad a la expansión del mercado central que, como sede de los más diversos intercambios, cada vez abarca una mayor extensión; en un sentido oriente-poniente, seintegra, pues, el núcleo más importante del centro, del mismo modo que un eje virtual que va de sur a norte, vincula a una de las capillas de barrio más relevantes de la localidad primero con la parroquia y luego con el templo de El Calvario. Esta disposición de arreglo urbano tuvo su origen en las primeras épocas del conjunto y se ha consagrado gracias a las necesidades regionales tanto como a la explotación de los efectos visuales del paisaje en el contexto urbanizado, pues la capilla del extremo sur y el templo que se enlazan por medio de la circulación que da acceso a la parroquia, de alguna manera representan no sólo a la arquitectura religiosa sino a dos aspectos diferentes del medio físico dado que la primera ocupa un sitio en el principio de los casi planos campos de cultivo y el segundo se alza sobre una especie de terraza en las faldas mismas del cerro que se llamó de Las Tres Marías y que hoy se conoce también con el nombre de El Calvario. La parroquia, en otro orden de ideas, se encuentra situada sobre la más importante calle de acceso a Tenancingo según se llega por la carretera que conduce desde Villa Guerrero; esa avenida, lo mismo que su paralela al norte -que hay que transitar al entrar al centro desde el camino de Toluca-, facilita la comprensión de los mecanismos por medio de los cuales se ha homogenizado tradicionalmente a todos los edificios de la ciudad independientemente de que representen géneros distintos; uno de los rasgos que más se comparten en general son los aplanados a los que suelen acompañar detalles ornamentales como las esquinas resueltas en piedra o a base de combinaciones de cantera y tabique aparente. El conjunto urbano, como es habitual en asentamientos semejantes, presenta perfiles de los que apenas sobresalen algunas torres de campanarios y que en general pueden considerarse como horizontales; las vinculaciones entre unas y otras c onstrucciones no se dan por las diferencias de nivel -como ocurre con el paisaje- sino por la continuidad de los paramentos y las secciones exteriores de las cubiertas, especialmente en la zona del centro donde las calles son más bien angostas. La iglesia no se integra a los paños de las calles sino en las panorámicas de conjunto pues además de que está rodeada por espacios abiertos suele verse vestibulada por las frondas de los árboles de sus jardines; es el caso de este templo, el de una participación plástica poco frecuente en tanto que no se logra por las fachadas sino por la presencia de los volúmenes en las perspectivas.
3.-ASPECTO HISTORICO
Las informaciones relativas a la disposición original de los elementos urbanos en la traza y en el centro de Tenancingo se refieren sólo a ciertas circunstancias de tipo general y no mencionan las peculiaridades de la iglesia, único edificio de la zona que parece tener antecedentes del siglo XVI. Llama la atención que no se consignen datos sobre la participación de frailes o misioneros en la definición del terreno y de las características de la construcción de la primera iglesia. El hecho de que los encomenderos de la región hayan preferido desarrollar los potenciales mineros de Zacualpan antes de comenzar a aprovechar la vocación agrícola y comercial de Tenancingo, podría explicar, por lo menos en parte, la relativa falta de atención que quizá pudo haber sufrido ésta última localidad, aunque debe también considerarse que a una corta distancia, en Malinalco, se estableció, cerca de 1540, una comunidad agustina que se dedicó, entre otras cosas, a visitar una gran cantidad de lugares sobre los que ejerció definitiva influencia: uno de esos sitios fue Tecualoya, hoy Villa Guerrero, que se halla muy cerca de Tenancingo.
La iglesia, en opinión de algunos estudios, fue fundada por el clero Secular un poco después de que el pueblo comenzara a adquirir, a partir de 1551, la fisonomía que le fue propia durante largo tiempo; las primeras actividades religiosas formales ocurrieron también en el curso del siglo XVI (7) y aunque se presume que la intención que animó a sus fundadores fue la de formar una parroquia y no se conocen los nombres de quienes primero trabajaron en ella, se acepta que un cura destacado de aquella época fue el bachiller Antonio Martínez de Zayas (8).
La mayor parte de las condiciones que privaron durante la fábrica del templo permanecen desconocidas y puede considerarse que de las formas estructurales y arquitectónicas originales ya nada se conserva, toda vez que el conjunto que ha llegado a nuestra época procede de varias intervenciones que se sucedieron desde mediados del siglo XVIII hasta hace relativamente poco tiempo. No es improbable que haya habido un primer período constructivo al que luego se superó con distintas aportaciones y que algunos de los objetos que se destinaron a la primera edificación se cambiaran de sitio en presencia de cambios significativos en la organización espacial del inmueble; ese podría ser el caso, por ejemplo, de las pinturas que se conservan en el camarín de la capilla de El Rosario y de una pila de agua bendita hoy colocada en la sacristía. Esos bienes proceden del siglo XVI y, lo mismo que la escultura que representa a San Francisco que se halla en el atrio y que fue realizada en el siglo XVIII, contribuyen, con su sola presencia a demostrar que, como se hizo de otras obras en las que intervino directamente la comunidad, se presentaron distintas etapas que vinculan al conjunto tanto con la sociedad como con el propio devenir histórico del lugar.
Las reformas y adiciones que se han hecho al templo constituyen, en suma, los rasgos que han formado su fisonomía: entre los de mayor relevancia por su antigüedad cae citar, en primer término, al volumen de la capilla lateral dedicada a La Virgen del Rosario que se terminó cerca de finales del siglo XVIII a juzgar por las firmas que dejó Pedro José de Roxas en el año 1800 en las pinturas que completan los colaterales, elementos que deben haberse colocado hacia la última parte de las obras. La solución interior del recinto y el espíritu general de la fachada principal pueden atribuirse a influencias recibidas durante el siglo XIX aunque, como es palpable en el trabajo de distribución de las dovelas en el arco triunfal y en el balcón que acompaña a los vanos del coro en la portada, las normas de composición de corte neoclásico se reintepretaron ya avanzado el siglo XX en un presumible afán regional por terminar el conjunto y por hacer participar a presentes generaciones.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Tenancingo es una de las muy numerosas localidades del Estado de México que proceden de un sistema de trazo bosado en las normas que, en general, impusieron las autoridades españolas durante los primeros lustros del virreinato. Las varias modificaciones de que ha sido objeto el asentamiento a través de su historia respetaron, hasta donde eso fue posible, la tradición de vincular los espacios abiertos de la iglesia con el de la plaza que organiza buena parte de las circulaciones en el poblado. La comunicación entre el área exterior del templo y la apertura de la zona cívica se ha mantenido formando una sola entidad pública únicamente dividida por una calle pues el atrio propiamente dicho no cuenta con barda ni con elementos que definan los límites de la propiedad federal: hacia el lado poniente el atrio es una extensión visual de la plaza dado que el pavimento y las dimensiones de esa plataforma pueden considerarse una extensión de los andadores que, enfrente, parten de los portales o desde el quiosco antes de delimitarse por las guarniciones y las jardineras.
La fachada principal del templo, lo mismo que la sección de atrio que conduce al acceso, se encuentran limitadas por los jardines y los árboles que se continúan por los laterales y que colaboran, de una manera definitiva, a dar al edificio, y a todo el centro del pueblo, uno de sus mejores atractivos. Sobre el costado norte del conjunto, que presenta una interesante fachada lateral y un acceso, se halla un andador bardeado también de jardines y árboles que asimismo enmarcan el volumen del ábside de la capilla dedicada a la Virgen del Rosario que se utiliza como sagrario. En el lado sur, sobre la banqueta y aún sobre varios de los prados que pueden considerarse como integrantes del terreno del templo, suele instalarse un anexo del mercado gracias a la comodidad que representan los árboles y hasta los muros de la iglesia para la instalación de toldos y otras facilidades.
La fachada en la que se abre el acceso principal del edificio es el resultado de diversas intervenciones llevadas a cabo con el ánimo de incorporar elementos que interpretan formas características del estilo neoclásico; consta de dos elementos básicos: la torre del campanario y la portada. La primera se alza sobre un cubo que forma parte del muro de la fachada y al que se quiso diferenciar señalando sus aristas y una moldura a modo de remate con aplicaciones de tabique que destacan por sobre el fondo aplanado y pintado de blanco; el campanario consta de un solo cuerpo de planta cuadrangular al que caracterizan los vanos en forma de arcos de medio punto que se abren en sus caras, así como los trabajos de cantería que definen su arranque, decoran las esquinas incluyendo unas sencillas pilastras adosadas, y forman un cornisamiento sobre el cual se apoya el remate de planta circular y abovedado que culmina la composición. En un eje vertical, a diferentes alturas, se localizan tres claraboyas de marco elíptico: la inferior contribuye a iluminar la escalera; la segunda, que se encuentra justo debajo del campanario, parece ser como la tercera en el remate, un recurso de ornamentación. La portada propiamente dicha está formada por dos cuerpos principales y un remate; los elementos arquitectónicos que los forman presentan algunas peculiaridades interesantes, como el voluminoso entablamento que cierra el primer cuerpo y sirve como apoyo para el balcón de barandal de fierro del segundo. La entrada está señalada por un arco de medio punto de cantera que no lleva más decoración que el trabajo de las impostas y la clave; ese vano va flanqueado por dos pares de columnas que se elevan sobre altas basas y que reciben el entablamento ya mencionado. El lugar que tradicionalmente se reservó a la ventana de coro, en el segundo cuerpo, está ocupado por tres puertas pequeñas inscritas dentro de otros tantos arcos también de medio punto que comunican al balcón con el interior: el diseño incluye una sección de muro recubierta de cantera y resuelta con pilastras adosadas y un nuevo entablamento. El remate de la portada es el componente más complejo pues agrupa a una serie un tanto disímbola de elementos, como otro vano, éste circular a manera de claraboya, al que le definen su campo dos pilastras igualmente adosadas en las que se practicaron formas poco habituales pues, en esquema, afectan parcialmente la solución de estípites; estos apoyos se resuelven en un tercer entablamento en el que se apoya una especie de frontón decorado con roleos del que parte, hacia ambos lados, el pretil mixtilíneo que termina la portada. El extremo sur de la fachada está ocupado por un estribo al que se recubrió de aplanado en un aparente afán de relacionarlo con el cubo de la torre.
Las fachadas laterales del templo tienen también rasgos interesantes pues se muestran con los elementos estructurales a los que debe su estabilidad la construcción: la del lado norte lleva como principal integrante al conjunto que forman los muros, las gárgolas y la cúpula del camarín del sagrario además de los contrafuertes y las ventanas de la nave; la que mira al sur se completa, aparte los muros y sus respectivos vanos, con los arcos botareles que conducen los esfuerzos de la cubierta.
El recinto está formado por una sola nave, de planta rectangular y presbiterio adosado, a la que se agregaron otros espacios además de la ya citada capilla lateral. En el primer tramo de la nave se halla el coro, al que se llega por medio de una escalera de caracol, de madera y de muy buena calidad. En los siguientes, y sobre ambos muros, se apoyan seis altares de ascendencia formal neoclásica que proceden de principios de este siglo y que se dedicaron a la Virgen del Perpetuo Socorro, a San José, al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen de Guadalupe, a la Inmaculada Concepción y a Nuestra Señora de La Luz.
El presbiterio, que es un tanto menos ancho que la nave, se halla tras un arco triunfal que llama la atención por el peculiar y absurdo corte de las tres hileras de dovelas que lo forman; el motivo principal de su composición es un ciprés de origen formal neoclásico que aloja a un Cristo crucificado y que soporta a una imagen de San Francisco que lo remata; las dos esculturas son de madera tallada y del siglo XIX. En la nave hay otras piezas de regular calidad entre las que se cuentan las representaciones escultóricas de San Pedro y San Pablo y un óleo que recuerda al Padre Eterno.
La capilla de la Virgen del Rosario es la zona de mayor interés en el conjunto: se abre hacia la nave por medio de una interesante portada y en su estructura arquitectónica recrea las soluciones empleadas en el templo, como el coro y las bóvedas de aristas de la cubierta. Tiene, sin embargo, dos cúpulas en las que se conjugan proposiciones barrocas y neoclásicas que se deben a su época de construcción: una de ellas, construida sobre un tambor de escaso peralte, cubre el centro del crucero, y la otra, que presenta vanos practicados directamente sobre la superficie semiesférica, se alza sobre el camarin de La Virgen. Muchas de las aportaciones decorativas y de las piezas de la capilla son ejemplos de la adopción de normas neoclásicas, pero se conservan valiosas muestras de una última etapa del edificio en la que se recurrió a soluciones de inspiración barroca, como las portadas que comunican a la sacristía y al camarín desde el crucero, o como los notables colaterales que se hallan en el tramo siguiente al del coro: ambos son de madera tallada y pintada y están dedicados, el del lado oriente a Santa Ana y el del poniente a San José; el primero lleva lienzos que representan, además de la titular, a la Santísima Trinidad, a una Purísima Concepción, a San José y a dos arcángeles; en el otro los cuadros recrean las imágenes de San Luis, San Miguel, San Juan Nepomuceno, San José y de dos arcángeles más. Las doce pinturas fueron firmadas por Pedro José de Roxas en el año 1800. El eje central de la capilla, sin embargo, termina en el ciprés que, junto con el altar, organiza el espacio del presbiterio: allí se encuentra la escultura de la Virgen del Rosario a la que flanquean, desde los espacios entre las pilastras del retablo, las figuras de San Martín de Porres y San Isidro Labrador.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) Gobierno del Estado de México, Monografía del Municipio de Tenancingo, Toluca, 1973, pág. 11
(2) Gobierno del Estado de México, Monografía..., obra citada, pág. 12 y 15
(3) Enciclopedia de México, tomo 8, segunda edición, México, 1977, pág. 559
(4) Enciclopedia de México, tomo 8, obra citada, pág. 560
(5) Gobierno del Estado de México, Monografía..., obra citada, pág. 13
(6) Gobierno del Estado de México, Monografía..., obra citada, pág. 13
(7) Vera, Fortino Hipólito, Itinerario Parroquial del Arzobispado de México y reseña histórica, geográfica y estadistica de las parroquias del mismo Arzobispado; edición facsimilar de las de 1880, 1881 y 1889, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo XCIX, México, 1981, pág. 61 (primera parte)
(8) Vera, Fortino Hipólito, obra citada, pág. 145 (primera parte)
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 1984
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