Nombre del Inmueble
San Francisco Javier
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000451
Estado, Municipio, Localidad
Chihuahua > Satevó > San Francisco Javier de Satevó (080610001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000451
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
En la actualidad, el pueblo tarahumara ocupa principalmente la parte más alta de la Sierra Madre Occidental que por ese motivo se conoce como Sierra Tarahumara. Pero no siempre fue así. A fines del siglo XVI, los tarahumaras eran el grupo indígena más importante del territorio que actualmente ocupa el estado de Chihuahua, de entre 94 grupos diferentes que menciona el historiador Francisco R. Almada y ocupaban, no únicamente las alturas de las sierras, sino la vertiente oriental hasta lugares cercanos al que ocupa hoy la capital del estado. En esa rica y bien regada región tenían sus principales asentamientos.
La penetración española en esas fechas, había ocupado la porción sur de la provincia de la Nueva España que su primer colonizador, Don Francisco de Ibarra, bautizara como Reino de la Nueva Vizcaya. Atraídos por la enorme riqueza minera descubierta en Santa Bárbara y alrededores, iniciaron la búsqueda de minerales cada vez más al norte.
Fue entonces cuando cobró importancia el trabajo evangelizador de los misioneros entre los indígenas. Tenía éste dos motivaciones principales: en primer lugar el gran celo apostólico que movía a franciscanos y jesuitas (únicas órdenes religiosas que trabajaron en la región durante la época colonial) y también el interés de mineros y hacendados españoles que necesitaban el trabajo de los misioneros para reducir, es decir, someter y reunir en un sitio a indios generalmente nómadas, para su utilización como fuerza de trabajo en su provecho, labor para la que había resultado insuficiente el convencimiento y la fuerza militar.
Los franciscanos habían fundado un convento en el Valle de San Bartolomé (hoy Valle de Allende) desde 1564 y poco tiempo después el gobernador Don Rodrigo del Río había solicitado el envío de misioneros jesuitas.
Las autoridades eclesiásticas hubieron de definir territorios para el trabajo de ambas órdenes y así quedó establecido que los franciscanos fundarían sus misiones en la parte llana del oriente del territorio que se extiende hacia el norte (de allí partieron hasta el Nuevo México, Arizona, Colorado y aún más al norte), mientras a la Compañía de Jesús se le asignó la sierra y sus vertientes.
Comenzado su trabajo desde el sur, los jesuitas pronto establecieron misiones en San Miguel de Bocas, San Pablo (Balleza), Huejotitlán y otras en las que, aún sin ser el grupo dominante, entraron en contacto con los tarahumaras. A esta región y su serie de establecimientos le nombraron Misión de la Tarahumara Baja y se dieron cuenta de que más al norte habitaba el grueso de la población tarahumara. De este modo iniciaron la Misión de la Tarahumara Alta que se extendió al norte y el oriente a todos los principales poblados tarahumaras, uno de los cuales fue el de Satevó, en donde fundaron la Misión de San Francisco Javier.
2.-EMPLAZAMIENTO
En este caso, como en tantos otros de nuestras poblaciones antiguas, la fundación de una misión dió origen a la población actual y el templo de aquella misión ha servido de nucleo generador de la traza urbana. Además de esta circunstancia, el templo es áun en Satevó, la construcción más elevada de la población, símbolo de ella, visible desde una considerable distancia.
Satevó se encuentra en la zona de transición entre las primeras estribaciones de la sierra y las grandes llanuras que se extienden al norte y el oriente. El terreno es ligeramente accidentado, con suaves ondulaciones que en la cercanía del poblado se incrementan en un mas o menos profundo cause de el río de escaso e irregular caudal a cuyas orillas se fundó Satevó.
La zona, predominantemente agrícola y ganadera con algunas vetas mineras en las cercanías, recibió a últimas fechas un fuerte impulso en su desarrollo al quedar comunicada con una excelente carretera (la vía corta de Chihuahua a Parral), por lo que no sería remoto el que la población sufriera grandes cambios en un futuro cercano.
Hacia el frente y el costado norte del templo se abre el amplio e irregular espacio que configura el centro de Satevó. Este espacio está organizado en varias divisiones, más formales que reales pues ninguna calle lo cruza. Una sección cuadrada y jardinada puede considerarse como la plaza de armas hacia el norte del templo, entre ellos se ha construido una muy popular cancha deportiva, principalmente para basquetbol, al frente del templo se extiende un corto atrio hacia el oriente y hacia el noreste, otros espacios menores permanecen sin uso definido. En esta forma, el templo es la única construcción integrada a estos espacios públicos centrales que sin embargo, son de difícil circunvalación por lo irregular del trazo y el desnivel que se presenta al sur del templo.
3.-ASPECTO HISTORICO
En la actualidad el pueblo tarahumara ocupa principalmente la parte más alta de la Sierra Madre Occidental que por ese motivo se conoce como Sierra Tarahumara, en la parte correspondiente al estado de Chihuahua. Pero no siempre fue así. A fines del siglo XVI, los tarahumares eran el grupo indígena más importante y numeroso de entre los muchos que habitaban la región y ocupaban no únicamente las alturas de la sierra, sino su vertiente oriental hasta lugares cercanos a donde se encuentra la actual capital del estado, tierras más ricas y regadas en donde tenían sus más importantes asentamientos.
La penetración española había avanzado en este territorio impulsada por los ricos minerales descubiertos y las tierras adecuadas para las explotaciones agrícolas y ganaderas que empezaban a desarrollarse. Pero ambas actividades requerían de una abundante mano de obra que únicamente podían encontrar entre los naturales, a pesar de las cédulas reales, raramente acatadas, que prohibían el trabajo forzado de éstos. De esta forma, uno de los principales obstáculos que los españoles encontraban para su rápido enriquecimiento era el conseguir un asentamiento estable de los indios acostumbrados a recorrer incesantemente estos amplios territorios. En este aspecto observaron que el trabajo de evangelización que realizaban los misioneros, aún cuando perseguía fines por completo diferentes, lograba reunir en torno a la misión a grupos importantes de indígenas y los inducía a una vida pacífica. Tal sucedía con las misiones franciscanas ya establecidas, cuando en 1588, el gobernador D. Rodrigo del Río solicitó la presencia de jesuitas, a los que pronto se asignó el territorio tarahumara para su trabajo misional.
Comenzando su trabajo desde el sur, pronto la Compañía de Jesús tuvo organizada una serie de fundaciones alrededor de la actual Balleza y Huejotitlán, a la que llamaron Misión de la Tarahumara Baja. Al darse cuenta de que el grueso de la población tarahumara habitaba más al norte, se vió la necesidad de desarrollar nuevas fundaciones que llegarían a ser la Misión de la Tarahumara Alta y alcanzaría a la casi totalidad de los poblados principales de este grupo genérico.
La primera rebelión tarahumara fue sofocada por el Gral. Juan de Barraza en San Lorenzo el 23 de marzo de 1641, cuando, un año antes los jesuitas José Pascual y Virgilio Máez tenían ya fundada la misión de San Francisco Javier de Satevó y al tiempo de la segunda rebelión, en 1648, el primer templo había sido construido. Los tarahumares atacaron y destruyeron San Francisco de Borja, a poca distancia y hubo tiempo de prevenir a Satevó, pero no todos los habitantes se pusieron a salvo y el ataque dejó muerte y destrucción. No había sido completa la reconstrucción de Satevó y su misión cuando la tercera y más grave insurrección tarahumara, dirigida por el famoso Tepóraca, asoló la región y destruyó, esta vez por completo, Satevó, además de Villa Aguilar y San Lorenzo. La reconstrucción fue también más completa, ya que para 1674, trabajaban en Satevó dos de los más famosos misioneros jesuitas, los padres Sarmiento y Barrionuevo. De los años de paz y trabajo misional que siguieron, procede la mayor parte de las actuales características del templo de San Francisco Javier. Un dato de 1715 nos ejemplifica la amplitud y calidad que se le dió al templo; el 31 de julio de ese año, el obispo correspondiente (la sede estaba en Durango). D. Pedro Tápiz, visitó la zona y celebró la fiesta de San Ignacio en Satevó y dejó escrito que la celebración había sido como solo fuera posible en una catedral.
El trabajo misional en Satevó como cabecera de partido continuó en forma efectiva hasta la secularización en 1753, cuando fue entregado el templo al obispado. A partir de entonces el edificio ha continuado en servicio como cabecera parroquial desde la que se atienden numerosas poblaciones menores.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
En lo general, el templo de San Francisco Javier de Satevó, es un buen ejemplo de la arquitectura misional jesuita en las menos abruptas regiones de lo que llamaron la Alta Tarahumara. Sus proporciones, similares a las de San Francisco de Borja y mayores que la mayoría de sus templos, corresponden a la importancia que tuvo y mantiene la población.
Un pequeño atrio se abre al frente del templo, con piso de cemento pulido y sin algún tipo de separación formal que lo diferencie claramente del resto de las áreas libres (canchas deportivas, plaza jardinada, etc.) que rodean al templo, de modo que, más que atrio formal, es un espacio libre como receso de la salida del templo. Anteriormente albergó numerosos entierros de los que permanecen algunas lápidas de cantera labrada.
La fachada, tras una evidente serie de restauraciones y modificaciones, presenta un solo paño rectangular, en el que se abren la puerta principal y dos ventanas laterales rectangulares, además de una ventana más pequeña, en el frontispicio correspondiente al coro, en arco ligeramente apuntado. Este gran paño de la fachada, actualmente con sus materiales constitutivos (casi exclusivamente piedra amalgamada con mortero), abarca con el mismo tratamiento los laterales de las bases de las torres, formando así un masivo prisma sobre el que se elevan las torres gemelas. Constan cada una de dos cuerpos de planta cuadrada, muy ligeramente menor el superior, con una luz rematada en medio punto en cada cara, sin ingún tipo de ornamentación y rematadas con cubiertas piramidales de base cuadrada a modo de cúpula falsa.
En la fachada norte se acusan, sin dependencias adjuntas, los elementos estructurales, muros de carga y contrafuertes, de la nave. En la fachada sur aparecen también los volúmenes correspondientes a la sacristía y otras dependencias parroquiales. En ambos casos, esta volumetría está tratada con aplanados rústicos y algunos tramos en los que es aparente el muro de piedra. Se ha logrado cierta unidad de conjunto con las ventanas y puertas rectangulares rematadas en arco rebajado, enmarcadas en tabique con molduras en las partes superior e inferior. Esta unificación se logra en gran medida con un pretil perimetral sobre casi todos los volúmenes, de tabique con aparejo realzado.
La nave tiene su acceso bajo el sotocoro y está configurada por su sencilla estructura a base de espesos muros de adobe que soportan la cubierta de vigas de madera apoyadas lateralmente en ménsulas labradas también en madera. Esta simplicidad de la estructura de la nave se ve interrumpida al formarse el crucero que le da su forma de cruz latina. En este punto, los arcos formeros de la cúpula están sostenidos en columnas de sección cuadrada con basa y doble capitel a base de molduras. Estas columnas contienen un ochavado hacia el centro del crucero formado por pilastras que se continúan hacia las falsas pechinas con un remate escultórico artesanal en el que se distinguen los símbolos de los cuatro evangelistas. La cúpula, desplantada directamente sin tambor intermedio, es de media naranja con nervios exteriores, sin linternilla y con un sencillo remate y cruz. Una simple grada separa el presbiterio que está contenido en la cabecera de la cruz de la nave, en la que un ligero ochavado de los muros completa su arreglo a modo de ábside, con el muro posterior muy simplemente arreglado con tres nichos enmarcados en estuco y el sagrario simplemente empotrado.
El coro está soportado por un gran arco de m edio punto que cubre todo el claro transversal de la nave y envigado de madera en sentido longitudinal.
En el costado sur de la nave se encuentran dos dependencias; la sacristía y otro salón de uso parroquial, unidos a la estructura principal del templo. Otras dependencias (casa cural, etc.) ocupan el mismo terreno, pero sin unión directa con el edificio del templo.
5.-OBRAS DE ARTE
Desde su origen misional, el templo de San Francisco Javier de Satevó se distinguió más por su maciza austeridad que por lo elaborado de sus ornamentaciones. No obstante, su importancia como cabecera de otros templos cercanos y la ornamentación que aún se puede observa en ellos, corrobora la tradición oral del lugar que habla de vistosos decorados y valiosa imaginería, hoy desgraciadamente perdidos.
Algo queda sobre la estructura actualmente en restauración. En el crucero, sobre las pilastras que sostienen las falsas pechinas, existen ornamentaciones escultóricas francamente separadas de los elementos arquitectónicos, por lo que si bien pueden considerarse aisladamente con valor propio, éste es más artesanal más que artístico. Constan de una bifurcación en menor tamaño de las pilastras, hacia arriba por medio de formas bastante originales que rematan en las figuras simbólicas de los cuatro evangelistas (león, toro, águila, etc.). Fuera de estos detalles y el labrado de las pequeñas claves de los arcos formeros, el trabajo escultórico es casi nulo.
En cambio, la talla en madera está esplendidamente representada en tres puertas dobles, en donde a un trabajo de buena calidad en tableros tradicionales, se encuentra añadido otro realmente extraordinario de talla que representa a una custodia a la que flanquean dos ángeles de rodillas, con variaciones en las dimensiones de las tallas y su colocación. Es de desear que pueblo y autoridades se avoquen al rescate inmediato y conservación de este valioso patrimonio de Satevó.
Merece mencionarse también el trabajo de talla en las ménsulas de madera que sostienen las vigas de la cubierta, muy bien conservadas a la fecha.
La imaginería es muy escasa, destacando, más por su antigüedad que por su calidad, la figura escultórica del santo patrón que ocupa uno de los nichos del altar mayor.
6.-BIBLIOGRAFIA
ALMADA, Francisco R.
Diccionario de historia, geografia y biografía Chihuahuenses.
Ciudad Juárez, Chih. 1968.
ALMADA, Francisco R.
La Enciclopedia de México. Tomo 3.
México, D.F. 1980.
DECORME, Gerard, S.J.
La obra de los Jesuitas Mexicanos durante la época colonial.
Porrúa. México, D.F. 1941.
ROCA, Paul M.
Spanish Jesuit Churches in Mexico's Tarahumara.
The University of Arizona Press.
Tucson Ariz. EUA. 1979.
PORRAS Muñoz, Guillermo.
Las luchas con los indios en la frontera.
México, 1981.
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Francisco Javier