Imagen principal
Nombre del Inmueble
San José
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000421
Estado, Municipio, Localidad
Chihuahua > Hidalgo del Parral > Hidalgo del Parral (080320001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000421
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El descubrimiento y fundación del Real de Minas de San José del Parral en 1631 por el Alférez Real Don Juan Rangel de Biesma, marca el acontecimiento más importante para la colonización de toda la región sur del ahora estado de Chihuahua y su posterior desarrollo hasta la fecha.
La actividad de los primeros exploradores españoles descubrió territorios y abrió rutas de penetración en los extensos territorios que fueron bautizados como la Nueva Vizcaya, pero nunca aseguró el control del nuevo reino, ya que fué necesaria la actividad de otro tipo de exploradores enviados por el virrey con la mira puesta en la adquisición de minas y tierras, para que la colonización fuera estable.
El primero de estos grandes colonizadores fué Don Francisco de Ibarra quien partió de Zacatecas, para descubrir minas en Nombre de Dios y Topia, estableciendo poblados en esos lugares y después, por medio de su teniente Alonso Pacheco, fundar en 1563 la Villa del Guadiana ó Durango. Fué también el primer gobernador de la Nueva Vizcaya.
El siguiente gobernador Don Rodrigo del Río, fue el que como explorador y fundador, se asentó definitivamente en la región de Parral. Descubridor en 1564 de las minas de Santa Bárbara, se le considera por tanto el fundador de aquella población, base de nuevos avances y descubrimientos.
El otro aspecto de la colonización; el asentamiento (reducción) de los indígenas mediante la evangelización y la instrucción, corrió a cargo de misioneros jesuítas y franciscanos. Estos últimos con un convento en Valle de Allende en 1565, desde donde lanzaron sus misioneros hasta lugares tan remotos como el extremo norte de Nuevo México, antes de la fundación de Parral.
No obstante, la existencia de esta colonización estable que incluso permitía la exploración del extenso norte, era necesaria la presencia de un gran centro urbano que afianzara y fomentara el progreso definitivo de la región.
El golpe de suerte, sin duda precedido de grandes penalidades de Don Juan Rangel de Biesma lo proporcionó.
A partir de entonces el crecimiento del Real de Minas de San José del Parral fué notablemente rápido. La fiebre del oro que desataron los ricos yacimientos fué un imán irresistible para mineros y el caudal de gente que los seguía. En este caso, esa gran inmigración se aumentó con una considerable cantidad de habitantes de Zacatecas, que tuvieron que abandonarla después de un largo periodo de sequías, falta de alimento y epidemias, marchando en una gran proporción hacia el norte.
La sociedad que se iba formando era típica de las ciudades mineras de la Nueva España, con ciertas características propias que le imponía su alejamiento de la capital; cierta independencia individual y colectiva, un mayor grado de espíritu aventurero, menor preponderancia cuantitativa de las castas y dentro de la religiosidad propia de la época, menos recato.
En el aspecto de la atención espiritual, el obispado con sede en Guadalajara y a partir de 1621 en Durango, tenía claramente determinadas las jurisdicciones del clero secular y las órdenes religiosas; estas últimas podían dedicarse unicamente a la actividad misional entre los indígenas. No obstante, el prestigio de los jesuitas, les permitió establecer en Parral, el colegio más famoso de la Nueva Vizcaya y los franciscanos tuvieron templo y convento en la ciudad hasta mediados del siglo XVIII.
Era pues, el clero diocesano, el encargado de españoles y mestizos en la ciudad y por tanto, los templos fueron edifi cados con el esfuerzo y las aportaciones económicas directas de los notables de la ciudad, las cofradías y el pueblo en general.
2.-ASPECTO HISTORICO
Fuera de la pequeña ermita, en el centro del Real de Minas de San José de Parral, después de la misa mayor, los pregones invitaban al pueblo a unir sus esfuerzos para dar a la ciudad una parroquia digna de su importancia. Los resultados no se hicieron esperar y pronto fueron solicitados los servicios del arquitecto portugués Don Simón Do Santos, quien vino a Parral precedido de alguna fama por trabajos realizados en la Ciudad de México y en Zacatecas.
Cumplidos los trabajos preliminares, pudo colocarse la primera piedra de la Parroquia de San José en el año de 1673.
Siguiendo la idea original, interpretada por el arquitecto Do Santos de dar a la nueva iglesia parroquial una magnificencia digna de la riqueza de la ciudad y de su patrón San José, las obras se extendieron por catorce años y pronto consumieron el presupuesto original calculado en cuarenta mil pesos.
Las aportaciones populares no eran suficientes y a pesar de ello las obras no se interrumpieron; un personaje prominente de la ciudad aportó los fondos necesarios para la total terminación del templo, fue el Sargento, Mayor, Ensayador y Balanzario del Real de Minas de San José de Parral: Don Valerio Cortés del Rey.
Una vez en servicio la Parroquia de San José, los habitantes del Real se dieron a la tarea de enriquecerla, primero por la tendencia natural a poseer el templo principal de la ciudad debidamente equipado y alhajado a partir de principios del siglo XVIII, por las comparaciones que empezaron a establecerse con otros templos que se levantaron en la ciudad apoyados por cofradías y personajes importantes. Pronto contó el Templo de San José con valiosos retablos, cuadros al óleo de singular mérito y una variada imaginería.
Como templo mayor de la ciudad, su interior fue escogido para alojar los sepulcros de algunos personajes importantes.
Aquí descansan los restos del Fundador del Real, el Alférez Real, Don Juan Rangel de Biezma, su hermana Doña Ana de Biezma La Descubridora, el Gran Benefactor Capitán Don Juan Blanco, el que fuera Primer Cura Párroco de San José, Don Juan Robledo y el General Don Pedro Meoqui y otros parralenses distinguidos. También el atrio de San José fue utilizado en una época como cementerio.
En la tarde de Jueves de Corpus del año de 1881, un incendio destruyó el Altar Mayor y su retablo. El maestro cantero Don Antonio Medina, se hizo cargo del diseño y elaboración del nuevo altar, pero no pudo terminarlo antes de su muerte.
El cura párroco Don José Francisco Jurado, que había iniciado las obras, tampoco las vió terminar, pues fue sustituido por Don José Hilario Echeverría, quien comisionó a otro maestro cantero Don Jesús Fierro, ambos modificaron el diseño original y realizaron el que hoy podemos apreciar.
Las épocas de gran agitación política y guerras civiles, principalmente la guerra de Reforma, la intervención francesa y la revolución de principios de este siglo, afectaron a la ciudad de Parral, mucho más que a otras ciudades del norte.
Sufrió especialmente grandes devastaciones en la época revolucionaria, no obstante eso, el templo parroquial de San José, no tuvo que lamentar grandes pérdidas, salvo una parte de su acervo artístico, gracias al cuidado de sus habitantes y al orgullo que siempre han sentido por su templo mayor.
Una fructífera labor en el cuidado y en el embellecimiento del templo fue la que realizó el Padre Joaquín Díaz A,, Párroco de San José, de octubre de 1948 a junio de 1952.. Actualmente el P.Licenciado Pined a, se encuentra a cargo de la parroquia.
3.-EMPLAZAMIENTO
La ciudad de Hidalgo del Parral debe una gran parte de su generación urbana al templo de San José.
Construido inmediatamente abajo de la entrada del mineral que dió origen a la ciudad, aun es notable esta relación. Los ruidosos avisos de cambio de turno para los mineros, sacuden el templo y son aceptados como parte integrante de la vida diaria.
Con características de parroquia especialmente dotada para la atención de toda la ciudad desde su fundación, San José ocupa uno de los extremos de lo que podemos llamar la plaza principal, sin serlo, ya que la irregular configuración de Parral nunca permitió la concentración de edificios de la administración pública y religiosa, en un solo lugar.
Ocupa uno de los extremos menores de esa plaza rectangular, entre las calles de Cap. Blanco y 20 de Noviembre, con una calle de por medio (Francisco Moreno). La dificultad que siempre existió para disponer de terrenos amplios en Parral, se ejemplifica perfectamente con el remate de esta plaza en una entrada lateral del templo de San José, cuando la entrada principal se abre hacia la confluencia irregular de dos calles secundarias, sin espacio adecuado para desahogo (mucho menos atrio), ni perspectivas que permitan apreciar su interesante volumen y su airosa torre.
Esta situación es más notable en la restante fachada lateral y en la posterior, limitadas por las calles de Gral. Pacheco y Cap. Blanco, respectivamente, las cuales son más estrechas aún y no cuentan con ningún espacio libre de construcciones. Sobre todo en la última, en donde los masivos contrafuertes posteriores del templo se desplantan sobre las banquetas mismas, sustituyendo la falta de amplias perspectivas con un indudable encanto que le proporciona al paseante el contacto directo con grandes volúmenes pétreos desde una callejuela de ambiente colonial.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
La riqueza del Real de Minas de Parral y su importancia como ciudad antecedió por muchos años a los demás centros urbanos de la Nueva Vizcaya en la extensa región que es hoy el estado de Chihuahua y es por tanto lógico que su templo parroquial de San José, pueda considerarse como una de las primeras obras en el estado realizadas con profesionalismo y calidad por un arquitecto de cierto renombre.
El gran volumen del templo presenta dos fachadas principales; la frontal al poniente y una lateral al sur, quedando la lateral norte y la posterior como secundarias, dada la estrechez de las calles que circundan el templo en esos dos lados.
La fachada principal correspondiente a la entrada frontal está conformada por un paño liso que contiene la portada, está limitado al norte por un gran contrafuerte que se extiende en diagonal a la esquina, mientras que por el lado opuesto la torre única toma el lugar del contrafuerte levantando su esbelto volumen desde el desplante. La portada, realizada como el resto de la ornamentación exterior, con una cantera roja que contrasta con el tono más claro de la piedra ligeramente porosa de muros y contrafuertes, tiene el acceso principal enmarcado por dos pilastras que sostienen un arco de medio punto con clave labrada. Flanquean esta entrada dos elaboradas pilastras con pedestal, fuste encasetonado y doble capitel que soportan una cornisa de moldura múltiple y gran relieve que sostiene en ambos lados, jarrones y un nicho al centro con peana, dos pilastras y arco de remate con la figura de San José y el Niño Jesús. Completan este conjunto, algunas molduras mixtilineas a los lados y en la parte superior. Cierra este paño frontal el remate que corre en todo el perímetro del templo, formado por una moldura múltiple en bajo relieve que separa un corto pretil del resto de los muros. Estos están trabajados en los materiales ya mencionados, con un aparejo diagonal en los paños lisos y un gualdrapeado en cantera roja en todas las esquinas.
Desgraciadamente la calle a la que ve la fachada frontal es muy estrecha y no permite un desahogo racional. Las cinco gradas que llevan a la puerta ocupan casi toda la banqueta en ese punto. No sucede lo mismo en la fachada lateral sur, la cual tiene al frente un atrio de 11.25 m que se extiende a todo lo largo de este lado del templo (43.75 m), limitado por reja metálica sostenida en sencillas columnas de sección cuadrada. La entrada en este costado tiene una portada muy similar a la de la fachada frontal, pero con las pilastras de fuste liso sin casetones, sin molduras laterales y con la figura de una Virgen en el nicho rematado con el anagrama de la misma.
Como único elemento que sobresale del primer cuerpo del templo con su primer volumen integrado a éste en material y tratamiento, es la torre, compuesta por dos cuerpos y remate; de planta cuadrada con una luz en cada cara presenta la curiosa disposición, para resaltar aún más su esbeltez, de tener el cuerpo superior con las mismas características del inferior, pero en mayor altitud.
Ambos tienen pilastras pareadas a los lados de la luz con nicho entre las columnas. Las luces tienen una corta balaustrada y remate en medio punto, separando los cuerpos cornisas amplias de las que la mayor es la que separa el cuerpo general del templo de la torre misma que se eleva en total 30.00 m. Se accede a la torre por el atrio.
Completan el aspecto exterior del templo los espesos contrafuertes (2.15 x 2.15 m. en la base y 1.61 x 1.85 m . en la parte superior) y las ventanas, amplias para la iluminación de la nave y pequeñas en la base de la torre, bautisterio, sacristía, etc.
Desde la entrada frontal, el primer espacio interior, el sotocoro, está cubierto por una amplia bóveda de arista sostenida en un arco elíptico que cubre todo el claro. Hacia el lado norte se abre el bautisterio como única prolongación del sotocoro que ya participa de todo el espacio en sentido transversal de la nave rectangular y dividida en cinco entre-ejes con dos tipos de cubierta; cuatro de ellos con bóveda de arista y el central con bóveda vaída (de pañuelo). Los arcos de apoyo en sentido transversal cubren todo el claro descansando en pilastras laterales y los contrarios se apoyan en los muro laterales con ventanas rectangulares en el centro de los entre-ejes. No es posible apreciar los materiales que forman estos elementos estructurales, ya que se encuentran ornamentados o simplemente pintados en casi su totalidad.
El presbiterio está separado de la nave por la grada del comulgatorio y rematado sin ábside con el retablo del altar mayor antiguo que ocupa todo el espacio del muro posterior y está realizado en cantera. El altar litúrgico actual, muy sencillo, ocupa su lugar tradicional en el centro de este espacio.
Dos retablos más se encuentran adosados a los muros laterales en el entre-eje anterior al presbiterio, éstos con su fábrica en madera.
Al tener la fachada sur sus elementos estructurales aparentes hacia el atrio, las dependencias anexas al templo están todas hacia el norte; el bautisterio ya mencionado, la capilla lateral de la Inmaculada en el entre-eje central y la sacristía y oficinas en los dos últimos, dejando al exterior en esta fachada norte unicamente el segundo entre-eje libre con sus contrafuertes aparentes.
5.-OBRAS DE ARTE
La indudable magnificencia del principal templo de la ciudad de Paral, la parroquia de San José que pronto cumplirá tres cientos años de terminado, acaparó en épocas virreinales los empeños de toda la población, entre las que se encontraron muchas personas acaudaladas, para su terminación y posterior alhajado. Las obras de arte que actualmente podemos observar aquí son una mínima parte de lo que algún día poseyó. Porque la ciudad de Parral ha sufrido como pocas los avatares de guerras y revoluciones en años pasados en los que cualquier objeto valioso fue víctima del pillaje. Aún en las recientes épocas de paz, la codicia sin escrúpulos ha mermado el acervo artístico del templo, al decir de encargados y feligreses apoyados en inventarios y archivos de la ciudad. Se habla de una colección de cerca de treinta cuadros valiosos del siglo XVIII y anteriores que alguna vez adornaron los muros de templo y sacristía. Hoy día quedan unicamente los cuadros que forman parte de los retablos laterales.
El retablo principal de madera destruido en 1881, propició la construcción del actual de piedra, obra de los maestros canteros Antonio Medina y Jesús Fierro. De excelente factura muestra un estilo equilibrado sin las rigideces del neoclásico imperante en la época. Consta de do cuerpos; en el primero, el altar al centro fue modificado pero conserva sobre este espacio un nicho principal del ciprés y dos laterales con esculturas de diversos santos. El segundo cuerpo tiene una disposición similar con San José al centro en un nicho mayor rematado en un variante de concha con las estrías en forma de rayos y dos nichos menores a los lados también con esculturas policromadas. El remate general del retablo sigue la forma del arco que lo contiene con molduras en cantera sin llegar nunca al recargo de ornamentación.
Los dos retablos laterales pertenecen a una época de elaboración anterior, seguramente de mediados del siglo XVIII y dentro de sus naturales diferencias, poseen una idea plástica y aún de detalle bastante similar. Hacia el lado sur, en el segundo entre-eje a partir del presbiterio, dos esculturas de la Virgen nos indican, por su ubicación central en el ciprés y el nicho inmediato superior, la advocación principal de este retablo. Consta éste de un banco con ornamentación principalmente a base de follaje. El pedestal del ciprés ha sido sustituido por un primer cuerpo con cuadros al oleo pequeños de forma caprichosamente irregular, situación que se repite en todas las pinturas del retablo. Este primer cuerpo corresponde únicamente a la parte central del tríptico en sentido vertical que presenta el conjunto y constituye la única división formal de los paños ya que en sentido horizontal la colocación de los cuadros y esculturas es símetrica pero diferente en el paño central y los laterales. Esta forma de tríptico está delimitada por algunos elementos de ornamentación verticales entre los que se notan varios estípites y muy pocos mas de franco desarrollo longitudinal, ya que la mayor parte de la ornamentación es a bas de un espeso follaje tratado con mucha libertad, tal como acontece en el remate en el que la linea quebrada sigue de algún modo el tratamiento del follaje. El trabajo en madera no está totalmente dorado, unicamente se ha aplicado este acabado en algunos detalles, el resto tiene un estofado en color hueso.
Fuera de los retablos, la imaginería es muy completa sin llegar a lo recargado. Esculturas de vírgenes y santos, casi todas policromadas y algunas arropadas ocupan los sitios ya mencionados en retablos, así como aisladas, en la capilla de la Purísima y en numerosas repisas. Casi todas son de buena factura, recientes las más y otras del siglo pasado sin datos muy exactos acerca de las fechas.
6.-BIBLIOGRAFIA
Times New Roman;ALDAMA, Francisco R.
Enciclopedia de México
México, D.F. 1980.
ALDAMA, Francisco R.
Diccionario de historia, geografía y biografía Chihuahuenses.
Ciudad Juárez, Chih. 1968.
ROCHA, Rubén
Trescientos años de historia.
Hidalgo del Parral, Chih. 1968.
ELABORO: ALBERTO VALENCIA
FECHA: 1984.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San José