Nombre del Inmueble
San Juan del Río
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000391
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000391
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El conjunto de San Juan Bautista, más conocido como San Juan del Río por su cercania a los cursos de agua que alimentaban al río San Francisco, ocupa casi toda la manzana entre las calles 12 y 14 Norte, y 20 y 24 Oriente. Sólo una pequeña fracción posterior está en posesión de particulares, al parecer desde hace más de medio siglo.
Esta parte de la Zona de Monumentos Históricos de Puebla está ubicada en las estribaciones del cerro de los Fuertes, por lo que el terreno asciende gradualmente tanto hacia el norte como al oriente. Las casas a lo largo de las calles que rodean al templo acusan escalonamientos debido a esa característica topográfica.
El uso del suelo es predominantemente habitacional, si bien hacia el oriente y el sur del templo hay algunos talleres e industrias, así como áreas verdes que conducen al paseo San Francisco.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
El templo de San Juan del Río se levantó para atender a la cura de almas en el extenso barrio indígena del Alto. Inicialmente, la administración doctrinaria del sitio se proporcionaba en la capilla de San Juan Bautista en el convento de San Francisco. Posteriormente, los indígenas lugareños se organizaron para erigir una pequeño templo en el que se pudieran administrar los sacramentos, como ayuda de la doctrina franciscana.
Así, fabricaron una primera capilla, dedicándola también a San Juan Bautista, pero pronto comenzó a conocerse con el nombre de San Juan del Río por los arroyos que bajaban del cerro y crecían mucho durante el tiempo de lluvias. El templo se construyó en el terreno donado, en 1626, por Benito Conte Labaña a un indio llamado Pedro Xuárez, sillero, vecino del barrio de San Francisco, para que se edificara la ermita con sus dependencias. Inicialmente, fue de poca altura, y techada de vigas. Leicht menciona que los cimientos del edificio se echaron en 1643.1 Sin embargo, no menciona si fueron los del templo primitivo, o los de la construcción que se conserva en la actualidad. La obra se realizó con la cantera descubierta en el mismo sitio. Para entonces, Palafox ya había secularizado la administración parroquial y el territorio en el que se encontraba San Juan del Río correspondía a la parroquia de San José.
Hacia 1675, el templo fue reconstruido, gracias a la colaboración económica de los vecinos. La altura de los muros se elevó y se construyeron la cubierta de bóveda y el crucero. Para 1687, el edificio se había concluido, a juzgar por la inscripción que puede leerse en la portada. Ya para entonces se había erigido la nueva parroquia de la Santa Cruz, de la cual pasó a depender la capilla de indios de San Juan del Río.
El altar mayo de la iglesia se decoró con un retablo dorado, que Veytia llama antiguo2, en cuyo centro fue colocada la escultura de San Jun Bautista. Además, contó con otros retablos barrocos. Cerca de la puerta, del lado de la Epístola, se encontraba la pila bautismal, que posteriormente fue utilizada para el agua bendita.
San Juan del Río tuvo dos capillas: la primera, del lado del Evangelio, de bóveda de muy buena estructura y bastante capacidad, pero desierta y sin adorno.3 Al otro costado, a la altura del cuarto tramo de la nave, se situó la otra capilla también de bóveda, dedicada a Nuestra Señora del Refugio, cuya imagen estaba colocada en el centre del retablo principal, tallado al gusto del la segunda mitad del siglo XVIII.
Parece ser que los conflictos decimonónicos, que tan graves efectos tuvieron en los principales conjuntos religiosos de Puebla, no afectaron seriamente a esta capilla, ya que su estado de conservación, sobre todo del interior, es excepcional en el contexto poblano. La mayor parte de la ornamentación se conserva, salvo algunas modificaciones que se manifiestan en ciertos altares neoclásicos, pero que no significaron una sutitución generalizada.
Hacia el primer tercio del preente siglo, el templo de San Juan del Río tenía poco culto y el atrio, que sirvió temporalmente de panteón, estaba en pésimas condiciones.4 El 8 de mayo de 1942, fue nombrado monumento nacional. Durante el segundo tercio de la presente centuria el edificio permaneció totalmente abanonado y sin culto. Tal vez esta situación propició que se asentaran en él algunas personas no autorizadas. En la actualidad, el templo ha sido reabierto al culto religioso católico.
1 H. Leicht, Las calles d e Puebla, p. 407.
2 F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 270.
3 Ibid.
4 Almendaro, Indice de las iglesias..., p.41.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El atrio del templo de San Juan Bautista cuenta con tres ingresos: los laterales, al norte y al sur, que sólo son puertas aportaladas con bóvedas de ladrillo, y el principal, al poniente, que muestra una portada más formal, con jambas, arco de medio punto, un par de pilastras y traspilastras de cantera, así como un entablamento revestido de argamasa, con cuatro triglifos y sólo dos metopas. Algunos detalles de esta portada, como las canaladuras perimetrales en los fustes de las pilastras, los capiteles de las jambas adornados con ovos y el filete de este mismo motivo que recorre el trayecto del arco, permiten suponer que fué algo anterior a la fachada barroca del templo, que es de las postrimerías del siglo XVII. En cambio, los róleos aplastados que toman el cambio de nivel entre la barda atrial y el coronamiento son de época posterior, posiblemente del siglo XIX.
El atrio cuenta con varios árboles de talla considerable, probalemente centenarios, pero carece de arreglo formal, excepto los andadores pavimentados de cantera que conducen lateral y frontalmente hacia el ingreso al templo. Este ocupa una posición centrada, de la mitad del atrio hacia la parte posterior. Su planimetría es de cruz latina con capillas y otros anexos a ambos lados.
La nave principal es de siete tramos que siguen una dirección de poniente a oriente. Los primeros cinco están cubiertos por bóvedas de cañón con lunetos, con los arcos fajones entre ellas apoyándose en impostas a la altura del entablamento que recorre los muros laterales. Sin embargo, en el primer tramo, la bóveda del sotocoro es un poco más corta y el arco que la delimita hacia la nave se apoya en sus propias pilastras. A la altura del sexto tramo está el crucero, en el que los arcos torales y las pechinas entre ellos soportan un tambor octogonal con óculos en cada lado, sobre el que se eleva la cúpula gallonada. Los brazos del transepto se cubren con bóvedas de cañón y lunetos, mientras que el séptimo tramo hay una bóveda de arista sobre el presbiterio.
Del lado del Evangelio, a la altura del segundo tramo, está la capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, que consta de tres tramos únicamente: el primero y el último cubiertos por cañones con lunetos, mientras que en el intermedio se eleva otra cúpula sin tambor. Los dos arcos fajones de esta capilla se apoyan en impostas, igual que los de la nave principal, y el único medio de iluminación se encuentra en los óculos circulares que están en los tímpanos laterales bajo la cúpula.
Del mismo lado hay una sacristía notable, cubierta por tres tramos de cañón con lunetos separados por sendo sarcos apoyados sobre impostas.
Finalmente, del lado de la Epístola, a la altura del cuarto tramo de la nave, está la pequeña capilla del Refugio, cubierta por un solo tramo de bóveda de arista.
Aparte de la ausencia casi total de pilastras interiores, otro de los rasgos más sobresalientes de este templo y sus capillas son su yeserías. Algunos tramos de la nave, particularmente el tercero, las conservan casi íntegras. Otros sólo muestran partes, hábilmente combinadas con decoraciones pictóricas más recientes que simulan relieves. Algunas figuras mayores sobresalen del resto: los ángeles en las enjutas sobre el arco del sotocoro, los medallones en la segunda y cuarta bóvedas de la nave, los arcángeles en las pechinas y los niñosatlante en las esquinas de la quinta bóveda, que parecen recibir sobre sus cabezas las franjas decoradas que siguen los bordes y la s aristas de las bóvedas. Por cierto que estos atlantes, así como los arcángeles de las pechinas, lucen tocados de plumas, quizá como referencia al grupo indígena al que originalmente dió servicio el templo.
En la sacristía casi no hay yeserías. Sin embargo, bajo las impostas de la cúpula hay elegantes relieves manieristas, donde los entrelazos pueden verse ya sea como simples arabescos, como entrelazos, o como mascarones grutescos. Esa ambivalencia, esa multiplicidad de significados es una de las características más señaladas de las yeserías barrocas del siglo XVII. Por otra parte, en el mismo local hay un lavabo curiosísimo, integrado a un pequeño vano de medio punto cerrado por una placa de mármol de tecali misma que deja pasar la luz que requieren las abluciones rituales en este elemento. El intrados del vano lleva delicados mosaicos en relieve, y la placa exterior de la pileta, de cantera labrada, muestra un grutesco formado por la cabeza alada de un serafín, cuya boca abierta hace las veces de vertedero. De ella surgen también sendos relieves manieristas que culminan en cabezas de águila, situadas en los extremos. Es, aparentemente, sólo un elemento secundario y de reducidas dimensiones, pero muestra el grado de perfección al que podía llegar una arquitectura virreinal capaz de resolver sencillos problemas funcionales como éste, cargándolos de elementos expresivos para subrayar su importancia.
Las capillas del Refugio y de Guadalupe también ostentan yeserías, aunque parecen de factura más reciente. En esta última, el acento decorativo se recargó más en la cúpula, con cabezas de querubines en las pechinas.
El aspecto exterior del edificio enfatiza la importancia del templo propiamente dicho, pero sin dejar de mostrar el caracter aditivo del resto de los elementos. La caja de la nave, los brazos del transepto y el tambor con la cúpula y su linternilla se aprecian claramente desde el suroeste, con evidente armonia entre los óculos de la nave y del tambor. Sin embargo, en las vistas frontales predominan las convenciones de la arquitectura poblana de la segunda mitad del siglo XVII, según las cuales, los cubos de las torres se alinean sobre el mismo paño del imafronte, formando un solo paramento. Por cierto que los dentellones de los sillares de borde le dan un toque constructivo muy convincente. El observador se queda con la impresión de que detrás de las partes recubiertas por aplanados sigue la trabazón otros sillares de este tipo.
La portada es de dos cuerpos y una sola calle. El vano de ingreso aparece delimitado por jambas y arco formando una discreta arquivolta con elementos almohadillados. En las enjutas hay ángeles con filacterias. Sendos plintos con relieves de florones, róleos y motivos vegetales sirven de base a medias muestras corintias, tritóstilas, con el tercio inferior del fuste labrado con contraestrías ondulantes y el resto estriado normalmente. El entablamento, con resaltos sobre las pilastras, muestra ancho friso en el que alternan triglifos con metopas.
En el banco almohadillado del segundo cuerpo se forma un tímido frontón quebrado, mixtilíneo, sobre el que se alza el marco finamente moldurado del coro. Sendos blandones con los escudos de la orden franciscana y de la Santa Sede siguen el trayecto de las pilastras del cuerpo inferior, mientras que otro escudo más se sitúa entre las cornisas de la ventana del coro y la de remate del imafronte: recta una y curva la otra, ya que acusa el perfil de la bóveda en el interior.
Elisa Vargas Lugo encuentra parecido entre varios elementos de la fachada de San Cristóbal, de Carlos García Durango, y ésta de San Juan de Dios, por lo que no duda en atriuírsela al mismo arquitecto, ya que : ...ciertos detalles concretos se encuentran en ambas portadas, tales como los capiteles de inspiración corintia: los ángeles recostados en las enjutas y el paramento almohadillado que sirve de fondo a los elementos... 5
El cubo de la torre del lado izquierdo tiene un arco botarel, evidente refuerzo posterior que ayuda a tomar esfuerzos laterales transmitidos por las bóvedas o por movimientos telúricos. Sobre el cubo se alza el campanario de dos cuerpos, construído con mampostería y argamasa. Es de planta cuadrada, pero con ochavos en las esquinas, medias muestras corintias de fustes lisos en el primer cuerpo y fustes salomónicos en el segundo. Las imperfecciones en éstos últimos revelan otra etapa en que la obra quedó a cargo de artesanos populares, y su tosquedad se ve ampliamente compensada por el vigoroso juego de las cornisas, los jarrones de remate en las esquinas, y el cupulín de azulejo coronado por chapitel, orbe y cruz de hierro que corona al campanario.
En los muros exteriores de este templo hay otros elementos accesorios, como los marcos de argamasa de sendas hornacinas ya tapiadas que flanquean la portada principal; o como la portada lateral, también clausurada, que se encuentra en el segundo tramo del lado de la Epístola, que aún muestra sus pilastras toscanas, arco de medio punto con clave de hoja de acanto, alfiz y cornisa, todo labrado en cantera gris. En el testero de la capilla del Refugio hay una cruz de atrio, incrustada en el muro, similar a otras del siglo XVII que se encuentran en Puebla.
5 E. Vargas Lugo, Las portadas religiosas de México. p.201
4.-OBRAS DE ARTE
El retablo mayor del templo ocupa la totalidad del muro testero. Es de un cuerpo con remate y tres calles, todo dorado, y combina rasgos rococó con otros que apuntan hacia el neoclásico. Sobre la predella, en el primer cuerpo se alza una vitrina con la imagen de bulto del Bautista, enmarcada entre dos pilastras de fustes decorados que soportan un caprichoso entablamento que se eleva sobre la vitrina. Las calles laterales están delimitadas por columnas tristóstilas exentas, de capiteles corintios, con acusados resaltos a la altura del entablamento. Los entrecalles las ocupan sendas imágenes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo sobre peanas. En el remate, el nicho central lo ocupa la figura de un santo franciscano que enarbola una cruz y lleva una canasta. Los extremos del tímpano los ocupan óleos con escenas de la vida del santo titular del templo.
Hay otros dos retablos de en los brazos del transepto, más sencillos y de época posterior. Del sotobanco de cada uno se alzan dos columnas exentas, de capiteles compuestos y fustes estriados. Ambas soportan un entablamento trunco con frontón completo. Al centro hay vitrinas con las imágenes del Nazareno y de la Dolorosa, del lado del Evangelio y de la Epístola respectivamente. Cada retablo está flanqueado por dos pares de óleos con escenas de la Pasión, lo que sumado a las dos que hay en los laterales de cada tímpano suman un total de doce piezas con ese tema en el transepto.
Hay otros cuatro retablos de estilo semejante, dos en el tercer tramo de la nave, dedicados a San Francisco y San Antonio respectivamente, y dos más en el quinto, bajo la avdocación de San José y la Inmaculada Concepción. Sin embargo, éstos últimos tienen el frontón quebrado, lo que permitió ubicar en el remate óvalos al óleo con los temas de La Huída a Egipto y la Anunciación, respectivamente.
Además de estas piezas, en los muros de la nave hay otras pinturas al óleo: un Apostolado incompleto (ya que no incluye a San Pedro y San Pablo, presentes en el retablo mayor); cuatro retratos de los Doctores de la Iglesia; un arcángel en el sotocoro; y cuatro escenas de la vida de Jesús. Estas últimas ya son del siglo XIX, y se deben a Cástulo Padilla.
El retablo en la capilla de Guadalupe muestra dos columnas compuestas que soportan resaltos sobre los que se alza la cornisa describiendo una curva al centro, lo que permite alojar debajo dos óleos interesantes: uno de la Guadalupana con las escenas de sus apariciones en las esquinas, y un curioso óvalo en el que sólo aparecen Dios Padre y el Espíritu Santo rodeados de querubines. Al centro de la capilla hay otra escultura del Nazareno, de tamaño natural y vestida, y en los muros tres óleos más, uno de una santa a un lado del retablo, y dos más, de gran formato, con escenas de la vida de la Virgen.
El retablo de la capilla del Refugio es barroco y dorado. Tiene una vitrina vacía al centro y está rodeado por cuatro óleos.
En la sacristía también hay más óleos, entre los que destacan una imagen de la Virgen del Refugio y otra de San Juan Bautista. También hay un crucifijo con la cruz muy estilizada.
Además de todo lo anterior, hay otras dos piezas de cantería que merecen observarse: una es la pila situada en el sotocoro, que adopta la forma de un casquete esférico y se apoya sobre un plinto muy sencillo, ambos labrados con perfección; la otra es un notable púlpito de mármol, uno de los mejores especímenes de su tipo en Puebla. Tiene apoyo abalaustrado del mismo material, del que surge la base octagonal donde se aprecia al Cordero de Dios en relieve. El friso que rodea al pretil muestra otros relieves fitoformes, así como un escudo de la orden franciscana.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Juan del Río