Imagen principal
Nombre del Inmueble
San Juan Evangelista
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000564
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000564
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El templo dedicado a San Juan Evangelista está situado en una de las zonas más antiguas de la ciudad de Toluca. El conjunto urbano que forma el entorno del inmueble fue el primer barrio de la ciudad organizada por los españoles; su historia, sin embargo, comienza mucho antes, cuando fue un poblado matlatzinca que se conoció como Quauhycingo, Cuauhtzinco o Cuaucingo a raíz de la conquista mexica que encabezó el emperador Axayácatl. Los territorios del valle de Matlatzinco -como se llamó al valle de Toluca- estuvieron sujetos a México-Tenochtitlán hasta la aparición de las tropas españolas poco tiempo después de que fuera derrotada la capital azteca.
La evangelización de los naturales comenzó pronto en áreas próximas a la actual ciudad de Toluca gracias a la escasa distancia que había que recorrer desde México. Las primeras incursiones de religiosos doctrineros fueron la base de la evangelización y tuvieron por objeto administrar el bautismo a varios personajes así como establecer unos pequeños edificios, o ermitas, en los que pudieran realizarse algunos servicios de culto aún de manera provisional. Los sitios elegidos para estas fábricas primitivas eran, por supuesto, aquellos en los que había ya un asentamiento humano previo; una de las primeras debe haber sido la que se consagró a San Juan Evangelista.
La ciudad de Toluca se trazó a la manera española en época posterior a la erección de varias de esas ermitas por misioneros franciscanos. Cuando ellos mismos buscaron el sitio para la fundació de su convento fue considerada la posibilidad de erigirlo en el sitio ocupado ya por la ermita de San Juan. Finalmente escobieron el terreno en que hoy se alza la catedral de Toluca y comenzó la ciudad a organizarse en torno de la plaza y a lo largo de la traza que se produjo entonces. Las casas que rodeaban al pequeño templo de San Juan Evangelista se constituyeron en un verdadero barrio y, aunque con el tiempo aparecieron otras construcciones religiosas, se siguió la tradición de que sólo había un barrio al que ya por entonces se llamaba San Juan Chiquito para diferenciar su iglesia de la de San Juan Bautista.
El desarrollo de Toluca produjo desde el virreinato una serie de anexiones de pequeños poblados que terminaron por ser suburbios y luego barrios de la ciudad. El tratamiento de único barrio de la ciudad que se dió popularmente a San Juan Evangelista quedó de manifiesto en la Matrícula de Casas de San Joseph de Toluca y del Barrio de San Juan Evangelista que se hizo en 1725. En 1805 se aceptaba una cierta división del territorio de Toluca en varios barrios, lo mismo que en documentos de 1815 (Padrón de 26 pueblos de la Jurisdicción de Toluca, 1815), de 1827 y de 1883.
La ciudad ha crecido en todas direcciones y muchos pueblos pequeños y medianos forman parte hoy de su estructura. Los intentos por devolver a las grandes concentraciones algunos de sus valores han conducido, en Toluca, a la revaloración de sus barrios, uno de los cuales es el más antiguo de San Juan Chiquito.
2.-EMPLAZAMIENTO
La organización de San Juan Chiquito como barrio comenzó a diluirse en cuanto la ciudad se convirtió en una gran sucesión de vecindarios sólo vinculados por las calles y avenidas que contribuyen a facilitar los desplazamientos y que han acabado por prestar a la estructura urbana algunas de sus principales características. El sentido de barrio que ha querido volverse a dar a San Juan Chiquito y a otros agrupamientos civiles de la capital del Estado de México se debe a quienes han advertido la necesidad de revalorar, individualmente, las zonas de mayor abolengo de la ciudad antes de que los fenómenos contemporáneos provoquen que el desarrollo haga olvidar el sentido de la memoria colectiva.
La situación del barrio dentro de las complejas estructuras citadinas de Toluca ha sido un factor determinante para que cambie la vocación de usos de su suelo: en efecto, el área que siempre fue sede de habitaciones y de pequeños satisfactores comerciales y de abastecimientos comenzó a dejar su lugar a establecimientos de grandes dimensiones que prestan servicios ya no al barrio sino a un sector mucho más amplio de la comunidad que suele congregarse, con cierta frecuencia, en la zona céntrica de la ciudad.
La mayor parte de las construciones que integran el entorno de la iglesia de San Juan Evangelista están, pues, dedicadas a un uso comercial que ha sido provocado tanto por las actividades del centro de la ciudad como por la presencia en el barrio del Mercado 16 de septiembre que, aunque ha sido cambiado de lugar varias veces, sigue de hecho perteneciendo a una hipotética jurisdicción del barrio e influyendo sobre los edificios que se encuentran en sus cercanias. El templo de San Juan Evangelista no es la excepción pues está situado de modo que las entradas de servicio al mercado coinciden con el acceso lateral del atrio de la iglesia y la calle de Sor Juana Inés de la Cruz, por la que se llega al mercado de sur a norte,
El emplazamiento del inmueble presenta ciertos ángulos de interés en la medida en que recuerdan una primitiva disposición del más antiguo barrio tolucense.
El templo comparte hoy parte de su espacio con una construcción anexa que aloja a un dispensario y a otras instalaciones dependientes de la parroquia y que se han podido desarrollar gracias al entusiasmo de los fieles. El resto de la manzana y los predios situados en las calles adyacentes están ocupados, también, por varias clases de obras entre la que destacan las de carácter utilitario y a las que se erigió sin tomar demasiado en consideración los aspectos formales del barrio y de la ciudad.
la torre del campanario, debe haber llegado a ser uno de los principales componentes de las perspectivas de las zonas al norte del centro de la ciudad. Ese elemento es hoy parte de un paramento que sólo puede observarse desde ciertos espacios del mercado y parcialmente cuando se transita por la calle de Manuel Gómez Pedraza de poniente a oriente; la altura relativa de los pretiles de las habitaciones, la topografía de la zona así como el constante movimiento de vehículos alrededor del conjunto han contribuido a mimetizar al templo y a hacerlo formar parte de un medio al que pertenece, sí, pero al que bien podría representar.
El grado de desarrollo que ha caracterizado a Toluca durante los últimos años no ha sido todavía motivo para que se lleven a cabo transformaciones que comprometan la permanencia de algunos de sus valores patrimoniales. Edificios como el de San Juan Evangelista se te ndrán que incorporar, naturalmente, a la nueva fisonomía de la ciudad.
3.-ASPECTO HISTORICO
Las noticias más antiguas relativas a la erección de una primera ermita de San Juan Evangelista no se refieren directamente a ese edificio sino que forman parte de los antecedentes que recopiló fray Alonso de Hita con motivo de la solicitud que hizo la autoridad de la Provincia de Santo Evangelio a finales del siglo XVII a todas las casas franciscanas para que proporcionaran los datos relativos a sus respectivas fundaciones.
El convento franciscano de Toluca, del que el padre Hita era guardián, no conservaba documentos suficientes en su archivo, de modo que el religioso mencionado tuvo que recurrir a informaciones testimoniales basadas en tradiciones; uno de los declarantes, el indígena Pascual de Angulo, dijo en 1688 que ...sabía por tradición que cuando se trató de construir el convento de San Francisco, algunos religiosos pretendían edificarlo en el sitio llamado Las Trojes -al pie de los cerros, entre Santa Bárbara y San Luis-, y otros, donde está la ermita de San Juan Evangelista -hoy San Juan Chiquito-; pero que siendo ambos puntos unos sitios desacomodados, por hallarse entre cerros, se optó por un lugar situado en la planicie (1).
Otras fuentes relativa a la historia de la ciudad mencionan varias veces al barrio de San Juan Chiquito pero omiten datos relativos al templo: se sabe, pues, que si bien el primitivo conjunto no permaneció sino por unos años las obras que se llevaron a cabo después contribuyeron a dar al vecindario un valor de homogeneidad que siempre se expresó en su edificio religioso.
La construcción que ha llegado al presente no es, seguramente, ni una ampliación de la original: se trata de un conjunto del todo distinto y que fue erigido, según se desprende de un análisis de sus estructura y sus formas, a lo largo de varios períodos que probablemente comenzaron en el siglo XVII, que siguieron por lo menos hacia mediados del XVIII y que, como se observa en algunos trabajos contemporáneos, han tenido una especie de continuación hasta épocas recientes.
La planta, las dimensiones y el sistema estructural del volumen básico del recinto son, quizá, los elementos de mayor antigüedad aunque se advierte que han sido objeto de diversas intervenciones y hasta de algunas modificaciones: el trazo de los muros laterales así como la disposición de la viguería de madera revelan un cierto apego a las normas que unificaron a numerosos conjuntos de mediana importancia. No se construyeron bóvedas ni cúpula y es probable que las vigas hayan sido sustituidas o reparadas en distintas ocasiones, lo que no evita que se pueda presumir la correspondencia entre un procedimiento constructivo y una época determinada.
Las evidencias de labores llevadas a cabo en otras época se encuentran en las apariencias exteriores del edificio como la portada y la torre del campanario. En la primera se ven un par de estípites que soportan el entablamento que contribuye a enmarcar el arco de acceso: ese tipo de soluciones corresponden a un momento maduro de la escuela barroca que se presentó, con algunas variantes, hacia la segunda mitad del siglo XVIII. En la misma centuria y a principios de la siguiente parece haber sido tambièn trabajada la parte superior o final de la torre. Una etapa más tardía en la obra se advierte en la conclusión de los pretiles que rematan las fachadas principal y laterales.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El entorno de la iglesia de San Juan Evangelista es, ahora, el resultado de una larga serie de adiciones que ha sufrido la estructura original del barrio. Las viviendas que se han conservado en el sitio comparten sus colindancias, como ya quedó anotado, con varios tipos de construcciones entre las que destacan las dedicadas a giros comerciales. El templo, que por sus dimensiones no domina las visuales más allá de un centenar de metros, se presenta integrado, por las alturas y los acabados de los edificios vecinos, a las apariencias de la manzana de la que forma parte.
La ubicación del conjunto religioso en una esquina permite que algunos de sus elementos adquieran, por efecto de las perspectivas, proporciones que no tendrían si el inmueble se encontrara limitado por colindancias. El atrio, que es uno de ellos, facilita la apertura de las áreas exteriores que se prolongan hasta prácticamente la vía pública; ese espacio se encuentra ahora limitado por una pequeña barda recubierta de piedra laja y protegido por una reja de fierro apoyada entre castillos; los accesos al ámbito atrial están señalados por puertas que se abren hacia el poniente y el norte y que cubren cada una la escalinata que relaciona los niveles de la banqueta con los del pavimento interior del conjunto. Por el frente y por el costado norte el atrio no se limita sino visualmente gracias a la cierta transparencia de la reja; hacia el sur se alza el anexo que aloja al dispensario y a otras dependencias del templo que se abren hacia la pequeña plazoleta y hacia una circulación paralela al muro frontero de la portada.
El volumen del edificio se ostenta por medio de dos fachadas: una lateral, dispuesta sobre la calle de Gómez Pedraza y que no contiene elementos formales ni esturcturales de interés salvo, quizá, los dos enmarcamientos que sugieren la desaparición de otras tantas ventanas. El pretil que remata ese paramento es una obra relativamente reciente y no cumple otra misión que demostrar el interés por continuar los rasgos formales de trazo que animaron al que ocupa la portada de acceso. La fachada principal es la suma de varios volúmenes que incluyen desde la portada hasta la mesa de la obra anexa. La primera se ubica sobre el muro que forma la estructura básica del templo: es una composición de gran sencillez en la que destaca el arco de acceso, que va soportado por jambas -marco de la puerta- sin ornamentación y flanqueado por un par de estípites -pilastras en forma de triángulo invertido de trazo ortodoxo pero apenas elemental; estos apoyos reciben un entablamento igualmente discreto en cuyos extremos se encuentran jarrones a modo de remates. A ambos lados de la entrada se encuentran cuatro nichos vacíos: dos interiores de medio punto, y dos altos un poco menos anchos coronados por sendos frontones triangulares. Sobre la cornisa del entablamento se ubica la ventana del coro, vano resuelto también con un arco de medio punto definido por un par de molduras a la altura de las impostas -arranque de arco y limitado por dos pequeñas medias muestras de fuste liso que reciben un segundo entablamento al que se remata por medio de otros jarrones cuyas partes superiores coinciden con la ubicación de una primera moldura sobre la que se desplanta el remate de toda la composición: ese pretil, que acusa los efectos de una intervención más o menos reciente a la que se deben sus aplanados y el nuevo acabado de su cornisa, presenta una cartela que lleva una inscripción desafortunadam ente ya ilegible así como unas curiosas representaciones de flores labradas en piedra dispuestas de manera simétrica respecto del eje de la portada.
El segundo componente de la fachada es la torre del campanario; consta de un alto cubo, en el que abre una única claraboya de trazo mixtilíneo y abocinamiento -con vista hacia dentro- condicionado por la perspectiva, y un interesante cuerpo que se ostenta rematado por un pequeño murete de planta circular que hace las veces de tambor sobre el que se apoya una cubierta abovedada en cuya cima va una cruz. El cuerpo de la torre es de planta cuadrangular y presenta un vano en forma de arco polilobulado -formado por varias secciones curvas- en cada una de sus caras: el sistema constructivo utilizado en la torre ofrece varios ángulos de interés básicamente porque coexisten estructuras y acabados de una cierta rudeza con formas logradas a base de argamasas -mezcla de cal, arena y grava- y molduraciones que revelan la inquietud de dotar al conjunto de soluciones y detalles de buena calidad. El interior del recinto se encuentra hoy totalmente transformado por una sucesión de obras que se han emprendido para ampliar la capacidad de la nave. El espacio que estuvo dedicado a alojar el presbiterio es hoy una sección en la nueva disposición que situó al altar donde antes hubo sólo un lateral pues la readaptación del local se hizo creciendo el área útil sobre el costado lateral sur del conjunto de modo que hoy el eje que culmina en el sitio de las celebraciones es transversal al que originalmente tuvo el templo, como base de su organización espacial los muros que se conservan en su sitio, y que son el lateral norte y los que definen al ábside y a la portada, cumplen todavía una función estructural específica toda vez que son los apoyos de la cubierta; el muro sur, que ha sido abierto en su parte inferior para que contenga varios vanos a través de los cuales se consume la comunicación física y visual en toda la nave, también asiste al apoyo de la techumbre aunque ya no de manera pirncipal pues es evidente que las vigas se colocaron perpendiculares a la nave tratando de cubrir el claro más reducido pero buscando contribuir a completar un efecto que hoy se pierde con el presbiterio -espacio que alberga el altar mayor- situado sobre un eje que es el mismo de las vigas.
Los niveles interiores del templo así como varios de los acabados siguen siendo los mismos; los muebles, en cambio, son nuevas realizaciones hechas a tono con la nueva imagen del recinto: el altar en que hoy se celebran los oficios es una pieza de madera de regular calidad que desmerece un tanto si se la compara con otro mueble que formó parte del sagrario en la etapa anterior del edificio. Los objetos de mayor valor artístico que guarda el templo son un Cristo crucificado que se ha colocado junto al altar y un cuadro que representa a varios de los personajes que estuvieron involucrados en las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
El espacio interior del templo ha llegado incluso a complicarse pues mientras algunos elementos como el coro continúan cumpliendo sus funciones, se ha abierto una especie de capilla en un nivel inferior al que se accede por medio de una puerta en el extremo oriente del muro sur y a través de una escalinata que baja más de un nivel completo. En la zona de ampliación de la nave primitiva se encuentran varios de los arreglos que son indispensables para las celebraciones litúrgicas así como un mostrador en el que se ex penden objetos vinculados con la propagación y el mantenimiento de la fe. Las actividades del templo se han expandido al grado de provocar no sólo la ampliación de los espacios primitivos sino la construcción de un edificio anexo y la adaptación y acondicionamiento de sitios como el sótano que hoy aloja a un segundo recinto dedicado al culto.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
NOTA
(1) - Salinas, Miguel. Op. Cit.
BIBLIOGRAFIA.
Sánchez García, Alfonso. San Juan Chiquito, un barrio de Toluca.
Dirección del Patrimonio Cultural y Artístico del Estado de México, Serie de Arte Popular y Follore, Toluca, 1978.
Salinas, Miguel. Datos para la Historia de Toluca. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, Tomo V, 1965.
Garrido, Isauro Manuel. La Ciudad de Toluca. Edición facsimilar de la de 18883, preparada por Mario Colín, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, Tomo XLV, México, 1975.
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 8 de junio de 1984
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Juan Evangelista