Imagen principal
Nombre del Inmueble
San Matías
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000667
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000667
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El pueblo de Jalatlaco, originalmente núcleo de habla zapoteca, ya existía en el valle de Oaxaca cuando llegaron las fuerzas de Francisco de Orozco el 25 de diciembre de 1521. Orozco lo convirtió en un enclave español al asentar allí mexicas reclutados para el ejército conquistador. Mientras tanto fundó su primer campamento en Oaxaca: Segura de la Frontera.
Según una versión, Orozco ocupó con indígenas mexicas también los asentamientos que luego llegarían a ser los pueblos de El Marquesado, San Martín Mexicapan, San Juan Chapultepec, Santa Anita, Ixcotel, Tepeaca, Jalatlaco y Xochimilco. Según otra versión, el establecimiento de Jalatlaco y del resto de las villas dentro de los límites de El Marquesado del Valle de Oaxaca ocurrió hacia 1530, como consecuencia de un litigio territorial entre Hernán Cortés y la villa de Antequera (1).
Una vez fundada la villa, comenzó el proceso de evangelización. Se fundaron casas-convento y templos de cada orden principal. Fuera de estas bases en la ciudad, había algunas misiones en los pueblos aledaños y hasta en regiones lejanas, donde se enseñaba el evangelio en las lenguas nativas. Algunos de estos establecimientos se convirtieron más tarde en parroquias.
Parece que en los primeros tiempos el pueblo de Jalatlaco no tenía templo propio. La primera ermita de Antequera, levantada sobre terrenos del pueblo, funcionó como ayuda de parroquia en esta comunidad, al menos hasta la llegada de los monjes juaninos a Oaxaca en 1698 (2). A raíz de la fundación del hospital de San Juan de Dios, el capitán Díaz Masseda solicitó del cura y de los vecinos de Jalatlaco la cesión de la ermita de Santa Catarina para que se construyera otro templo, el de la Coronación, a una cuadra al poniente de San Juan de Dios.
A los habitantes de Jalatlaco asistía también la orden jesuita. Los jesuitas disponían de una iglesita llamada San José, construida frente a la Soledad por los propios fieles entre 1588 y 1594 (3) en un terreno donado por una india rica conocida como María. El templo de San José fue abandonado y cedido al clero secular hacia 1612, en aras del conflicto sobre jurisdicción de parroquias que afectó a las órdenes religiosas desde los primeros años del mismo siglo. La orden jesuita fue, según dice Gay, temiendo que la parroquia de Jalatlaco, que hacía tiempo administraba, crease algunas diferencias con el ordinario; la abandonaron a pesar de las súplicas del virrey (4).
El nuevo templo de Jalatlaco, originalmente consagrado a Santa Catarina Mártir, fue dedicado a partir de 1700 a San Matías. Es imposible fijar con exactitud la fecha de su construcción, pero ésta debe coincidir con los principios del siglo XVII. El aspecto actual del santuario es resultado de la reconstrucción iniciada a finales de ese siglo y concluida hacia 1713, según lo indica la fecha registrada en la clave de la puerta principal (5). El cementerio del templo dejó de existir en la época de la Reforma.
Afectado por los temblores, el templo fue reconstruido por el obispo Buenaventura Blanco y Elguero, que tomó posesión de la diócesis el 4 de noviembre de 1754 (6). El 13 de marzo de 1941 la iglesia fue declarada monumento histórico por la Comisión de Bienes Nacionales.
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1. BRADOMIN (s/f), pp. 4 a 5.
2. MARTINEZ GRACIDA, passim.
3. Ibidem.
4. GAY, p. 350.
5. INAH, Dictamen para declaratoria de Manuel Toussaint s/f.
6. GAY, p. 408.
2.-EMPLAZAMIENTO
La reciente expansión urbana de Oaxaca, que sobrepasó límites del centro histórico, ha transformado la fisonomía de muchos suburbios circunvecinos, con excepción de Jalatlaco, donde se encuentra el templo de San Matías.
Se trata de un asentamiento formado por una veintena de manzanas, hasta hace muy poco separadas de la traza virreinal de la antigua Antequera por el cauce del río Jalatlaco. Encima del río entubado se construyó la moderna Calzada de la República. Fuera de esta importante obra vial el barrio cuenta con la Calzada Niños Héroes de Chapultepec, ubicada un poco más al norte; esta arteria constituye ahora la principal salida hacia el Itsmo.
Muchas de las actividades artesanales, que desde hace tiempo han dado justa fama a sus laboriosos habitantes, siguen practicándose en el barrio, con la diferencia de que ahora hay pequeñas industrias e incluso algunos bufetes o consultorios de profesionistas libres.
Predominan en el paisaje urbano las viviendas de un solo nivel, las fachadas pintadas en vivos colores, los balcones enrejados, y los frescos patios interiores. Algunas conservan los tejados que antaño eran signo de condición suburbana.
El atrio de la iglesia no solamente figura como tránsito de lo civil a lo religioso, sino también como un lugar de convivencia al que acuden los vecinos con frecuencia. Varios tulipanes africanos de extendido ramaje lo adornan de modo inmejorable.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo es muy sencillo, ya que consta de una sola nave orientada de sur a norte, sin crucero y sin cúpula. Sus cuatro tramos están cubiertos por bóvedas semicilíndricas de cañón corrido con lunetos que permitieron ubicar ventanas laterales altas. Cada tramo está subrayado estructuralmente por pilastras y cornisamentos laterales, y por arcos fajones que cubren el claro de apenas nueve metros y medio.
En realidad, el encanto de este templo emana de sus fachadas, ante todo de la frontal. Es un marco cuadrangular de sillares de piedra; de su lado izquierdo sale una torre de campanario con curiosas pilastras esquineras. En ellas el artesano indígena interpretó libremente las formas vegetales de los capiteles corintios.
La portada propiamente dicha es una verdadera joya por su original concepción y relieve. Consta de dos cuerpos y un remate. En el primero, las jambas y el arco de medio punto, que habitualmente flanquean el vano de ingreso, aparecen desarrolladas en varios planos, con un intrincado diseño de almohadillados, y con un filete de cruces, medallas y flores. La clave de la arquivolta (arco moldurado) está labrada con excepcional cuidado, y lleva el escudo jesuita. Como no se quiso dejar un solo intersticio sin decoraciones, las enjutas sobre el arco se subrayaron con más almohadillados y sendos medallones floreados. Completan la composición del primer cuerpo columnas tritóstilas (fuste de la columna dividido en tercios) sobre plintos decorados con rombos. El tercio inferior del fuste está labrado en zigzag y los dos tercios restantes llevan un estriado convencional que asciende hasta los capiteles jónicos.
El entablamento que separa el primer cuerpo del segundo es liso, como para dar un respiro a lo que sigue, y sólo lleva resaltos sobre las columnas, y una cornisa bien acusada.
En el segundo cuerpo sólo hay un óculo octagonal y dos pilastras decoradas con rombos, pero el espacio entre el borde de la ventana circular y las pilastras está decorado con gran ingenio, primero por un borde que combina rombos con rosetas, luego por cuatro esquinas floreadas, y después por más rombos que cubren el resto de la superficie. Es interesante observar cómo una de las variantes populares del barroco rico en Oaxaca no recurrió al lenguaje manierista de la filigrana con motivos vegetales y lazos, como en La Catedral o en San Felipe Neri, sino a este alucinante juego de formas geométricas, adelantándose así en más de dos siglos al arte geométrico de nuestros tiempos.
En el remate hay una hornacina vacía, flanqueda por sendas pilastras con rombos de relieve más directo, y arriba de la cornisa emerge una placa con una cruz en relieve.
La portada lateral es sencilla y su diseño es más popular. Consta de un solo cuerpo donde está el vano, de cuyas jambas surge un arco delicadamente ornamentado con rombos y botones. En la clave está labrado el monograma de Jesús. Flanquean el vano sendos paquetes de tres pilastras, una central con estrías en zigzag, y dos laterales con rombos. El entablamento liso pasa por encima del conjunto, y soporta un frontón quebrado del que emerge una hornacina vacía, y dos flameros en relieve a los lados.
4.-OBRAS DE ARTE
El único retablo de este templo data de principios de siglo. Es de madera pintada con algunos detalles dorados y se encuentra en el presbiterio. Sobre el banco se levantan cuatro columnas corintias de fuste liso, que soportan un entablamento decorado con discretas guirnaldas. Entre las columnas encuentra acomodo una vitrina central, enmarcada por un arco decorado, con la figura del Señor de Tepeaca. A los lados, sobre peanas, están la Virgen de la Soledad y San Juan Evangelista. Sobre el entablamento hay otro nicho central, que estuvo ocupado por la figura de San Matías. Lo flanquean cuatro pilastras pintadas de rojo vivo y adornos dorados, y a los lados, guirnaldas y roleos.
Son pocas pero interesantes las pinturas que adornan el templo. En la nave hay una buena representación del bautismo de Jesús, y en la sacristía se encuentra otra con el mismo tema, así como un retrato de San Ignacio de Loyola.
Tratándose de un templo ubicado en un barrio de tradiciones artesanales, es natural que en San Matías Jalatlaco se encuentren buenos muebles y obras de carpintería. Sus bancas son de buena factura, y el cancel-celosía en el acceso principal es una excelente pieza de ebanistería popular.
Otros accesorios dignos de mención son los dos candiles de cristal cortado en la nave, y el órgano de tubos en el coro.
ELABORO: ARQ. ALBERTO GONZALEZ POZO
FECHA: 1986.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Matías