Nombre del Inmueble
San Miguel
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000585
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
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Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Los primitivos pobladores de la zona en que se encuentra el actual poblado de Zinacantepec no dejaron rastros importantes de su paso: los vestigios arqueológicos del área son apenas conocidos y las exploraciones parecen estar todavía por emprenderse. Se ha estudiado mucho sobre el origen y modo de vida de los grupos sociales que habitaron el valle de Toluca, especialmente por su cercanía con centros urbanos que alcanzaron notables grados de desarrollo, pero las noticias específicas acerca de lo que ahora se conoce como Zinacantepec no han podido trascender el terreno meramente hipotético.
A esta comunidad se le menciona en el Códice Mendocino (1) como uno de los pueblos conquistados por Axayácatl (gobernó de 1469 a 1481) (2) que, desde luego, pasaron a la condición de tributarios de la capital del imperio mexica. El sometimiento de los grupos ocupantes del entonces Valle de Matlatzinco (hoy Valle de Toluca), formados por mazahuas, matlatzincas y otomíes -estos últimos especialmente en Zinacantepec- determinó que, inclusive, contingentes numerosos de aztecas se instalaran también en el área.
La caída de Tenochtitlan, en agosto de 1521, fue el punto de partida para la ocupación española de importantes territorios periféricos al Valle de México: en efecto, el primer Ayuntamiento de México, que originalmente se instaló en Coyoacán el 6 de marzo de 1524 (3), determinó ejercer su jurisdicción en un radio de 15 leguas castellanas, (unos 75 km.) (4), de manera que prácticamente se incluía a todos los indígenas asentados en el Valle de Toluca, a quienes se obligó a trabajar en la construcción de las calles y los edificios de la nueva ciudad española. La evangelización y la erección de recintos religiosos, por esa razón, se comenzaron relativamente tarde en esta zona del actual Estado de México. La Corona de España otorgó premios a los conquistadores -escudos de armas, encomiendas de indios y algunos señoríos-, entre los cuales Hernán Cortés era el más destacado. El recibió el Marquesado del Valle de Oaxaca el 6 de julio de 1529 (5), territorio integrado por muy diversas zonas entre las que se contaban el corregimiento de Toluca, doce pueblos y una hacienda. Sólo después de esa definición de propiedad en el Valle de Toluca se dió Zinacantepec, como encomienda, a Juan de Sámano, hijo del secretario de Carlos V y Alguacil Mayor de la Ciudad de México (6).
Los encomenderos en toda Nueva España asumían la obligación de colaborar a la pronta evangelización de los indios, y estos, a su vez, quedaban sujetos a un régimen por medio del cual se contemplaba su participación en toda clase de obras, a las que básicamente aportaban trabajo. Así, es posible que Sámano se haya hecho apoyar por frailes franciscanos en la construcción de una primitiva capilla abierta en el poblado que recibió y que comenzó a reorganizar. Las capillas abiertas constituyeron el género religioso más importante en la región a principios del virreinato pues fue que, a partir de ellas, se construyeron edificios más amplios y definitivos en los sitios con mayor población. Sobre los autores de las capillas abiertas poco o nada se sabe; se admite, a cambio, la posibilidad de que fray Andrés de Castro, llegado a Toluca en 1542 (7) haya influido en el remozamiento de varias de ellas como lo hizo con la capilla de la Santa Cruz de los otomites (otomíes) que se concluyó en Toluca en 1575 (8). Por el tiempo en que se trabajaba en la nueva disposición urbana de Zinacantepec -1563 o 1564- (9) , la capilla abierta fue entregada al clero secular. Hubo tal cantidad de protestas que se devolvió a los franciscanos con la promesa de que Juan de Sámano, a su costa, construiría el convento. En 1569 (10) los frailes de la Provincia del Santo Evangelio asignados a Zinacantepec vivían en Toluca mientras se terminaban las obras del convento.
2.-EMPLAZAMIENTO URBANO Y GEOGRAFICO
La instalación en el poblado del segundo grupo de franciscanos, y la consiguiente formalización de los trabajos de construcción del convento, seguramente influyeron en la definitiva traza del conjunto urbano. Según las características morfológicas del sitio que han llegado a nuestros días, se advierte que en Zinacantepec se adoptó el esquema de composición que fue común a gran parte de asentamientos mexicanos fundados durante el virreinato. Son de considerarse, sin embargo, las observaciones siguientes: el edificio religioso, por su orientación, no tiene frente a la plaza: a ella se comunica por medio de un acceso lateral; la casa situada al oriente del monasterio -obra del siglo XVIII (11)- perteneció a una familia Sámano, quizá emparentada con descendientes del encomendero, de modo que es peculiar que la casa o los solares de tan importante personaje no se hayan dispuesto en terreno más destacado. Es probable que la traza original no incluyera más de 18 o 20 manzanas, mismas que ahora forman el centro histórico del pueblo pues sus desarrollos han ido presentándose, lentamente, de dentro hacia fuera.
Actualmente el volumen que forman el templo parroquial y el exconvento ocupa el centro de la manzana que más ha caracterizado al área central de la localidad, grupo de edificios que incluye al palacio municipal y al mercado, este último construido quizá en terrenos de la primera plaza principal, y a través del cual se realizan la mayor parte de las circulaciones tanto de personas como de vehículos. El emplazamiento del conjunto conventual ha contribuido a organizar las apariencias actuales de Zinacantepec, pero no sólo por su dimensión o calidad, sino porque su atrio es uno de los pocos espacios arbolados que se conservan sin mayores alteraciones. En la vecina plaza del ayuntamiento ocurren la mayor parte de los encuentros e intercambios sociales, razón por la cual el atrio se ha mantenido libre y siendo suficiente para alojar a quienes asisten a la parroquia o a las actividades que se realizan en el museo instalado en lo
que fuera el convento.
En este poblado, como en otros muchos de rasgos similares, el establecimiento religioso desempeña un papel de primera importancia no exclusivamente en la conformación urbana, o en la relación entre volúmenes construidos: el perfil más representativo del sitio se ha completado con las aportaciones que las masas de este inmueble han hecho desde principios del virreinato.
3.-ASPECTO HISTORICO
El encomendero Juan de Sámano solicitó al virrey Martín Enríquez de Almanza que autorizara el envío nuevamente de frailes franciscanos para atender Zinacantepec. Sámano se comprometió, por su parte, a pagar de su hacienda el costo de las obras. El virrey Enríquez de Almanza gobernó del 5 de noviembre de 1568 al 3 de octubr de 1580 (12); otras noticias indican que en 1569 (13) ya un grupo de franciscanos esperaba en Toluca la conclusión de los trabajos. La obra de edificación, pues, debe haberse comenzado en el curso de 1569 y posiblemente sobre los restos de una primera fábrica quizá vinculada con la más temprana capilla abierta del sitio. Fray Jerónimo de Mendieta y el obispo Alonso de Montúfar (que lo fue de 1553 a 1572) (14) visitaron Zinacantepec en 1558 (15) y no mencionaron la existencia de ningún convento. La crónica del padre Ponce, que visitó el lugar en 1585 (16), da cuenta de que el convento estaba inconcluso aunque ya vivían en él 2 frailes y de que no se habían iniciado los trabajos para la edificación de la iglesia. El edificio, situado en la provincia del Santo Evangelio, debe haberse comenzado por el monasterio propiamente dicho y por la capilla abierta. Por una parte había la necesidad de alojar a los frailes llegados desde 1569 y, por otra, no podían desatenderse la conversión y la práctica religiosa de los naturales. De lo primero sólo hay los datos ofrecidos por el padre Ponce; de lo segundo quedó constancia en la inscripción que forma parte de la banda superior de la pila bautismal: Esta pila bautismal y bautisterio de Jesucristo se hicieron por mandato del venerable Guardián Fray Martín de Aguirre, en el pueblo de Zinacantepec en el año de 1581 (17).
Las obras de la iglesia quizá proceden de los últimos años del siglo XVI pues la portada comparte con otras de la misma época -y aún con algunas de principios del XVII- la solución que se propagó siguiendo el modelo de las composiciones manieristas del siglo XVI italiano (18).
No hay datos suficientes sobre la procedencia del proyecto arquitectónico, pero sí alguna información relativa a la conclusión de varios trabajos: cerca de 1630 (19) se encontraban en proceso buena parte de las techumbres, incluyendo bóvedas y cúpula del templo; hacia 1650 (20) se terminaron esas obras al mismo tiempo, al parecer, que quedaba concluido el conjunto del convento.
La importancia que llegó a tener Zinacantepec -entre otras razones por su cercanía con la ciudad de Toluca-, así como la disposición de los franciscanos a hacer participar a los indígenas en alguna parte de los trabajos, propició, como en otros lugares, que se incorporaran rasgos nativos a ciertos elementos, de entre los cuales destaca la pila bautismal. Otros elementos de la composición arquitectónica fueron resueltos exclusivamente a la manera tradicional española: sobresalen el retablo que se conserva en la capilla abierta así como las varias pinturas murales; la situada sobre el acceso que comunica la portería con el convento, y que representa un árbol genealógico espiritual de San Francisco, así como las escenas de la vida del santo situadas en el presbiterio, se deben a otras influencias. El retablo está compuesto como se usó a finales del siglo XVI y principios del XVII además de que debe haber sido un tríptico a juzgar por los restos de goznes que conserva; consta de varios cuerpos, recuadros y espacios para pinturas. El mural de la portería pertenece al grupo de esas obras inspiradas en grabados: quizá tard íamente, ya durante el siglo XVII, se basó su autor en las láminas que ilustraron la edición del Flos Sanctorum, de Pedro de Vega, libro aparecido en 1541 (21). Esa edición circuló mucho en conventos y centros religiosos debido a que por largo tiempo fue uno de los pocos martirologios y tratados de hagiología de que se podia disponer.
Durante el mismo siglo XVII, al término de las obras de superestructura debió comenzarse la torre del campanario: en ella se dejó constancia de ciertas influencias barrocas en los estípites, molduraciones y nichos de sus dos cuerpos principales. Su conclusión quizá coincidió con la construcción de la capilla dedicada a Nuestra Señora de los Dolores del Rayo, conjunto de carácter popular situado en el ángulo suroeste del atrio del que sólo se sabe que, terminado, recibió una imagen de la patrona pintada al óleo sobre tela y realizada hacia 1736 (22). Durante la segunda mitad del propio siglo XVIII se intervino en la nave del templo y se construyó el ciprés que actualmente ocupa parte del presbiterio.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
Este inmueble agrega a sus valores el de conservarse prácticamente completo: el conjunto, con las adiciones y reformas que le ha dejado el paso de los años, sólo ha experimentado pequeñas mutilaciones pero, como desde el principio del siglo XVII y todo el virreinato, todavía consta de un gran atrio, del templo, del monasterio y de la huerta. Las exploraciones realizadas en el espacio atrial no han determinado que haya habido capillas posas ni caminos procesionales aunque es evidente, sin embargo, que en él se ha mantenido inalterable la calidad de vestíbulo de los espacios religiosos. La capilla dedicada a la Virgen de los Dolores del Rayo, situada en la esquina suroeste, es el único elemento construido en el atrio. Aunque las bardas y los accesos han sufrido diversas intervenciones, el interior se compone, gracias a sus dimensiones y áreas jardinadas, de varias zonas en las que se desarrollan actividades propias de los recintos a los que conducen. Un andador paralelo a la barda sur llega al fachada de la capilla de la Virgen de los Dolores del Rayo; éste es un edificio en el que se consagraron conceptos arquitectónicos barrocos tanto en la planta como en la portada: en una y en otra se partió de un esquema tradicional al que se agregaron soluciones propias de la época de la fábrica.
El templo parroquial es el remate visual y físico de la circulación más importante del atrio. La fachada se organizó con la portada y la torre del campanario; en la primera son más importantes la sobriedad y la sencillez en el tratamiento del acceso y la ventana de coro y en la segunda, debida sin duda a una etapa constructiva tardía, es muestra de atención a componentes que, como los estípites, contribuyen a facilitar la comprensión histórica del monumento y su vigencia a lo largo del virreinato. En la fachada de conjunto se incluyen, además, la capilla abierta y portería del convento así como el volumen del bautisterio y una pequeña ventana que corresponde al extremo poniente de la planta alta del edificio conventual. Est fachada global acusa, por las relaciones entre sus elementos, el carácter evangelizador del inmueble: portería y capilla abierta, que comparten el mismo espacio limitado por una danza de cinco arcos de medio punto, continúan, hacia el sur, el mismo paramento de la portada del templo. El paño común sólo establece diferencias en los acabados pues mientras la iglesia ha conservado la mayor parte de su aplanado la portería ostenta su aparejo de piedra aparente. La capilla abierta está definida por un eje visual poniente-oriente sobre el cual se encuentran los siguientes elementos que dividen en dos la arquería de la portería: el arco de mayores dimensiones -en claro y en altura; el remate del volumen -formado por un nicho y columnas salomónicas pareadas que lo flanquean-; y el espacio de planta trapezoidal que, a modo de ábside, aloja al retablo mencionado antes.
La planta de la portería es rectangular y a ella se abren sólo dos puertas: una comunica al interior del exconvento y la otra lo hace al bautisterio, recinto éste último en el que lo más destacado es la pila bautismal, monolítica, que aloja.
El templo es de una sola nave y también de planta rectangular; tiene coro y una cúpula fue construida sobre el presbiterio. La cubierta está dividida en cinco tramos: cuatro bóvedas de arista y la cúpula; varias áreas de muros y techumbres presentan, como el convento, rastros de pintura mural. Una capilla lateral fue construida sobre la puert a de porciúncula, en el paño norte del templo; de la portada que ahí hubo se han conservado algunas huellas a la altura del coro de la edificación anexa; en el interior de la nave son particularmente interesantes el púlpito realizado en una sola pieza de piedra; la tribuna hecha a base de celosías de madera por medio de la cual acudían los frailes enfermos o ancianos a las misas; y el ciprés, que junto con otros arreglos, simboliza la intervención a la nave consumada de mediados a fines del siglo XIX, época de la que también podría proceder la capilla lateral al norte.
El edificio del convento responde al modelo del proyecto usual en México durante el siglo XVI; la mayor parte de sus elementos han llegado a nuestros días y han colaborado a ejemplificar de qué manera transcurría la vida en estos establecimientos: en la planta baja los espacios destinados a sala de profundis, refectorio, bodegas y cocina pueden considerarse entre los más representativos tanto por su ubicación y orientación como por la congruencia espacial a que obligaba la localización, al sur, del portal de campo y el acceso a la huerta. Las dependencias, en ambos pisos, se desarrollan en torno al patio y se comunican a través de los respectivos claustros. La planta superior tiene en el conjunto de las celdas a su componente más característico.
La huerta ocupa un área considerable del terreno propiedad federal: aunque rodea al templo por el norte y el oriente y al convento por el oriente y por el sur, la terraza en que se resuelve su acceso, el portal de campo y el pozo del que se abastecía de agua al conjunto se encuentran próximos a la fachada sur del convento, entre lo que fueron la cocina y el refectorio.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Antigüedad de México basadas en la relación de Lord ingsborough. México, 1964, Volumen I, págs. 22 y 23, lámina IX
(2) Secretaría de Hacienda y Crédito Público, obra citada, pág. 22
(3) Enciclopedia de México. Tomo 1, tercera edición, México, 1977, pág. 516
(4) Enciclopedia de México. Tomo 8, segunda edición, México, 1977, págs. 560 y 561
(5) Enciclopedia de México. Tomo 8, obra citada, págs. 288 y 289
(6) Schumacher García, Carlos. Restauración y adaptación del exconvento de Zinacantepec. Tesis de Maestría en Restauración de Monumentos, Escuela Nacional de Arquitectura, UNAM, México, sin fecha, pág. 2
(7) Valverde y Téllez, Emeterio. Bio-bibliografía eclesiástica del Estado de México, Edición preparada y adicionada con notas de Mario Colín para el tomo LI de la Biblioteca Enciclopédica del Estado de México a partir de la primera edición de la Bio-bibliografía eclesiástica mexicana del propio Dr. Valverde aparecida en 1949, en tres tomos. México, 1976.
El Dr. Valverde, al ocuparse de fray Andrés de Castro, transcribe fragmentos de una conferencia dictada por el historiador Miguel Salinas en Toluca, el 5 de julio de 1920, págs. 202 y 207
(8) Garrido, Isauro Manuel. La Ciudad de Toluca. Edición facsimilar de la de 1883 preparada por Mario Colín. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo XLV, México, 1975, págs. 19 y 20
(9) Kubler, George, Arquitectura Mexicana del siglo XVI. Fondo de Cultura Económica, México, 1983, pág. 594. Los datos que publica Kubler están basados en la Historia eclesiástica indiana, de Mendieta, en la Relación del padre Ponce, y en el Códice Franciscano.
(10) Kubler, George, obra citada, pág. 594
(11) Schumacher García, Carlos, obra citada, pág. 23
(12) Enciclopedia de México. Tomo 5, segunda edición, México, 1977, pág. 401
(13) Kubler, George, obra citada, pág. 594
(14) Enciclopedia de México. Tomo 8, obra citada, pág. 502
(15) Kubler, George, obra citada, pág. 594
(16) Kubler, George, obra citada, pág. 594
(17) Traducción del náhuatl publicada por Carlos Schumacher, obra citada, pág. sin número
(18) Vargas Lugo, Elisa, Las portadas religiosas de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México, 1969, pág. 338
(19) Schumacher García, Carlos, obra citada, pág. 20
(20) Schumacher García, Carlos, obra citada, pág. 20
(21) Kubler, George, obra citada, págs. 456 y 457
(22) Gobierno del Estado de México, Monografía del municipio de Zinacantepec, Toluca, 1971, pág. 45
Toussaint, Manuel, Arte Colonial en México, UNAM, tercer edición, México, 1974
Alvarez Noguera, José Rogelio, El Patrimonio Cultural del Estado de México, Primer Ensayo, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo CX, México, 1981
Basurto, J. Trinidad, El Arzobispado de México. Jurisdicción relativa al Estado de México. Edición preparada por Mario Colín, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo LX, México, 1977.
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 22 de noviembre de 1983
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