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San Pablo y el Calvario
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000335
Estado, Municipio, Localidad
Oaxaca > San Pablo Villa de Mitla > San Pablo Villa de Mitla (202980001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000335
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El área del valle de Tlacolula, con Mitla y Matatlán registra uno de los poblamientos más antiguos del valle de Oaxaca. Del estudio de los restos cerámico podría desprenderse que Mital ya estaba habitada en la época de Monte Albán I (500 a 300 a de J.C.) por una raza mixteco-zapoteca, aunque su florecimiento no se observa sino hasta Monte Albán V (1000 a 1500 d. J.C.), época de la que data la mayoría de los palacios. (1)
Hacia 1351 debe hacer sido Mitla, después de Teotitlán, la capital del reino, permaneciendo como un vasto panteón, que los zapotecos llamaron Liobaa (lugar de descanso). Junto a él se estableció la residencia de sus sacerdotes, en un suntuoso palacio llamado Yohopechelichi Pezelao (fortaleza del oráculo del cielo), en cuyos subterráneos se encontraba la cámara mortuoria del sumo sacerdote y el sepulcro de los soberanos zapotecas. El valle se convirtió en un corredor de conexión entre el altiplano y el sureste, y por tanto codiciado por los ejércitos invasores. Al estar bajo constante amenaza mexica, los pueblos del valle hubieron de convertirse en fortalezas defensivas hacia los siglos XIV y XV.
En su torno, los mexicas le pusieron el nombre Mictlán (lugar de los muertos); aunque según otras interpretaciones, este nombre podría aludir a la terrible mortandan habida a resultas de la invasión de los mexicas de Moctezuma Ilhuicamina, hacia 1457-1458, o a la masacre de Ahuizotl sobre Mitla y Huaxyacac en 1494, como represalia por ciertos ataques sufridos por comerciantes mexicas en la zona. (2)
En 1495, Cosijoeza (hijo del rey Zaachila III) fortifico Mitla como protección contra los asedios, y se alió a los mixtecas en contra de la invasión del centro. Los mexicas dominaron Zaachila, centro político del reino zapoteca y residencia de la corte, en 1495, sujetando a Cosijoeza como gobernante bajo custodia. Hacia 1513 se aliaron a este reino mediante matrimonio de Cosijoeza con Coyolicatzin -hija de Ahuizotl-, modificándose así el sentido de la guerra, que ahora enfrentaba a mixtecas y a zapotecas.
A la llegada de las fuerzas de Orozco en 1521, tanto Cosijoeza como su hijo Cosijopii ofrecieron su apoyo a los conquistadores contra los propios aztecas (3), y en pocos años se estableció el dominio español sobre el valle. Hacia 1528 un grupo de familias zapotecas fundaron el nuevo pueblo de Mitla, por entonces la ciudad habitada más importante del valle, y pasó a pertenecer al Marquesado de Cortés como pueblo tributario de productos, obteniendo sus títulos de fundación y propiedad en 1712, con el gobierno virreinal. Siguió siendo la residencia de reyes y sacerdotes zapotecas hasta bien entrado el siglo XVI. Según Gay (4), al ver amenazada la ciudad, los sacerdotes emigraron a Tehuantepec llevándose consigo al ídolo.
Mitla figuró como pueblo principal en el siglo XVI, junto con Tlacolula y Tlalixtac. En 1560 se encontraba entre los pueblos de cabecera real, no enajenables ni encomendables a particulares. Y según Iturribarría, en el repartimiento de 1579 -excluido ya de la Corona y del Marquesado- Mitla pasó a ser posesión del cacique indio Luis Cortés. (5)
2.-HISTORIA
Aunque no existe certeza de la orden a que pertenecían los frailes que fundaron la doctrina de Mitla, todo parece inicar que lo hicieran los dominicos, ya que se encuentra en la región evangelizada por los Predicadores, y existe el antecedente de la propuesta formulada hacia 1527 a Cortés por Fray Domingo de Betanzos, Provincial de la orden, de evangelizar en la ciudad zapoteca. De hecho, no llegarían a Oaxaca sino hasta 1528, y no hay constancia de la visita del primer religioso hasta 1547-1555.
En estas fechas se construyó un templo provisional sobre un basamento prehispánico, el principal del grupo, hoy conocido como del adobe. Era de 25 varas de largo por 10 de ancho, con paredes de adobe y techo de madera y paja. Hubo un intento posterior de construir un templo definitivo en la plaza central de Mitla, pero los trabajos fueron suspendidos.
San Pablo fue construido, finalmente, hacia 1590, sobre uno de los patios del templo de Cozaana, situado en el grupo norte, y el curato en el patio anexo, primitivo monasterio de las sacerdotisas, utilizando para ambas obras piedras de las habitaciones prehispánicas destruídas para tal fin. (6)
La iglesia tuvo un atrio que al principio cumplió funciones de evangelización, y luego de cementerio. Estaba flanqueado por una barda de adobe y ladrillo, capillas posas y cuatro puertas de acceso, dos de las cuales se cerraron posteriormente. Es probable que las capillas posas no hayan existido desde un principio, y por lo menos una de ellas fue construida (reconstruida) en pleno siglo XX.
Por su parte, el templo primitivo de adobe que quedó en pie sobre el montículo principal del grupo prehispánico, fue reconstruido hacia 1674, y se comenzo a llamar Capilla del Calvario.
San Pablo sufrió varias modificaciones, y hacia fines del siglo XIX le fue sustituida la techumbre a dos aguas por una bóveda con tres cúpulas, lo que obligó a reforzar la estructura con contrafuertes exteriores y a modificar la fachada. El Calvario e siguió usando posteriormente para cultos menores.
En 1905 se registra la visita del duque de Manchester a Mitla, durante el proceso de una restauración interior en la que serián sustituidos los retablos antiguos. Tras haber obtenido el permiso correspondiente por parte del gobernador, del arzobispo, y del mismo Presidente de la República, el duque se comprometió a costear las obras de reconstrucción a cambio de la cesión de los altares. (7)
Ya para entonces, la fama arqueológica de Mitla, iniciada en el siglo XIX por viajeros y científicos tan ilustres como Alejandro de Humboldt, Guillaume Dupaix, Désire Charnay, Adolph Bandelier, Teobert Maler, Brasseur de Bourbourg, Manuel Orozco y Berra Alfredo Chavero y Wiliam Holmes, había de crecer aún más, gracias a las exploraciones y restauraciones del presente siglo, efectuadas por Saville, Batres, Nicolás León, Alfonso Caso, Daniel Rubin de la Borbolla, Stephen Kowalewski y John Paddock. (8)
3.-EMPLAZAMIENTO
El poblado de Mitla ocupa una de las posiciones más orientales dentro de los valles centrales que se abren entre la Sierra Madre de Oaxaca y la Sierra Madre del Sur, ya muy cerca del Istmo de Tehuantepec. Los valles forman una especie de gran Y griega, cuyos tres brazos convergen sobre la Ciudad de Oaxaca. Por los dos primeros, el Valle de Etla, al norponiente, y el Valle Grande, al sur, corre el Río Atoyac, mientras que un afluente de éste último, el Río Salado, drena al Valle de Tlacolula, situado al noreste.
En el Valle de Tlacolula se encuentran algunos de los sitios de monumentos más importantes de Oaxaca, como las zonas arqueológicas de Yagul, Dainzú y Lambityeco, o como los templos de Tlacolula y Tlacochahuaya. Pero sin lugar a dudas es Mitla, a 43 Km de la capital del Estado, la que atrae mayor número de visitantes. Esto se debe no solamente a la calidad de sus vestigios arqueológicos, (con sus famosos tableros de mosaico de piedra formando intrincados dibujos geométricos) sino al hecho de que los descendientes de sus fundadores sigan habitando el lugar. Esta continuidad de asentamiento es un fenómeno desusado, algo que solo se dá en unos pocos casos donde la población indígena guarda esta misma relación respecto a un sitio arqueológico, como en Cholula, Puebla, en Castillo de Teayo, Veracruz, o en Acanceh, Yucatán.
Algo similar ocurre en Zaachila y en Teotitlán, en la propia región central de Oaxaca, donde los vestigios de los respectivos centros ceremoniales prehispánicos aparecen asociados a los templos coloniales que todavía son escenario importante de la vida comunitaria. En Mitla ocurre lo mismo con el templo de San Pablo y con la Capilla del Calvario. Ambos son sitios importantes para la vida diaria de los habitantes del poblado (muchos de los cuales todavía hablan zapoteco) y lo son más todavía porque su emplazamiento sobre las ruinas de la antigua Liobaa les da un significado doblemente sagrado. Es una especie de sincretismo urbanístico y arquitectónico que refleja admirablemente el sincretismo religioso e ideológico sobre el que se levantó buena parte de la historia mexicana a partir del siglo XVI.
A diferencia de la mayor parte de los asentamientos en el Valle de Oaxaca, que presentan una traza regular en forma de emparillado ortogonal, Mitla tiene un trazado bastante irregular. Ello se debe seguramente al hecho de que el asentamiento colonial simplemente adaptó el trayecto de sus calles a los montículos de lo que había quedado del sitio prehispánico, o a la sinuosidad de los cauces del Río Mitla, que cruza al poblado de oriente a poniente, y del arroyo que se le une, bajando de norte a sur.
Otra característica que singulariza a Mitla radica en el hecho de que las funciones cívicas y religiosas del poblado aparecen nitidamente separadas. Las primeras encuentran su lugar en una posición central, pero discreta, sin mayor relieve, mientras que para las segundas se escogieron sitios dominantes, visibles desde grandes distancias. En esto, Mitla no se parece nada a la mayoría de los pequeños poblados coloniales de Oaxaca, y en general de México, donde todas las funciones y los espacios más importantes se concentraban en torno a la plaza principal. En cambio, hay una coincidencia con los conceptos de diseño urbano en ciudades griegas (como Priene) o medievales (como Berna) de tamaño similar, donde también se separaron las funciones cívicas de las religiosas, dejando para estas últimas los mejores emplazamientos.
Es a partir de las anteriores premisas como puede entenderse mejor la estructura urbana de Mitla y la posición del templo de San Pablo y de la Capilla del Calvario. Se trata de una estructura dual, prehispánica y colonial, admirablemente armonizada. En efecto, los vestigios arqueológicos forman cinco grupos distribuidos dentro del poblado; en un extremo está el Grupo del Establecimiento Católico; al sureste, pero casi en la misma altitud se levanta el llamado Grupo del Adobe; un poco más abajo está el famoso Grupo de las Columnas (el más visitado por los turistas); luego el Grupo del Arroyo, y cruzando el Río Mitla el Grupo del Sur. A estos vestigios se encuentran superpuestos, en el extremo norte, el moderno mercado de artesanías; luego el templo de San Pablo y su atrio, la casa cural, y una plazuela; después la Capilla del Calvario; y al sur del Río Mitla, el Palacio Municipal, la plaza principal y el Museo Frisell.
La asociación del templo de San Pablo con el Grupo del Establecimiento Católico es especialmente interesante. El Grupo constituía originalmente un conjunto de tres patios sucesivos. Uno de ellos, en el extremo sur, se abrió parcialmente para dar cabida a la nave del templo, construyendola con las mismas piedras del palacio mixteca. La posición de la Capilla del Calvario no es menos interesante, ya que el Grupo del Adobe, además de ser el más antiguo de los sitios arqueológicos es el único que tiene todas las características de haber funcionado precisamente como centro ceremonial prehispánico de Mitla. No es por azar que ahí, sobre la pirámide más alta del poblado, se haya levantado la primera ermita cristiana de la antigua Liobaa.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
TEMPLO DE SAN PABLO
La estrecha asociación del Templo de San Pablo con los restos arqueológicos da como resultado uno de los espacios arquitectónicos más originales de Oaxaca. El Grupo del Establecimiento Católico, cumplía funciones residenciales y ceremoniales y forma una sucesión de tres patios a lo largo de su eje norte-sur. Las habitaciones que flanqueaban a las plazas por los cuatro lados eran espacios angostos y alargados, con uno o tres vanos de acceso, sobre cuyos dinteles se ven todavía tableros decorados a base de mosaicos de piedra finamente labrada formando intrincadas grecas con la técnica que se conoce como xicalcoliuhqui. En algunos de los patios, los tableros van corridos, incluso por el lado exterior, donde no hay vanos.
El patio más pequeño es conocido como Patio A, y se encuentra en el extremo norte del conjunto. Es también el más hermético, ya que a él se accede únicamente por un estrecho pasadizo que parte de una de las habitaciones del siguiente patio, el B, que ocupa una posición intermedia. Durante la época colonial, el Patio A sirvió como caballeriza, y los primeros cronistas del siglo XVIII, así como sus comentaristas en siglos posteriores, dieron en llamarle el Departamento de la Abadesa, porque imaginaban correctamente la función habitacional que había tenido. De la misma manera, al Patio B, se le conocía como Monasterio de Mujeres. Se accedía a él por dos de las esquinas, y sus cuatro habitaciones se adaptaron durante el virreinato para formar el curato del templo, agregándole incluso un pórtico interno con pilares, que hizo funcionar al patio en forma más semejante a la de un edificio colonial. Estas intervenciones fueron suprimidas en las obras de rehabilitación llevadas a cabo en 1921, como resultado de las cuales se construyó un nuevo curato al sur del atrio, de modo que el patio B se aprecia ahora en su forma original. (9)
El Patio C es el que más transformaciones tuvo como resultado de la inserción de la iglesia en el conjunto. Por su forma y funciones debe haber sido muy semejante al Patio B, a pesar de lo cual, algunos cronistas lo identificaban, todavía a principios de este siglo, como templo de Cozaana. En la actualidad, se conservan intactas las habitaciones que tuvo al norte y al sur. De la del lado oriente se aprovechó uno de los muros para delimitar el ábside del templo cristiano. En cambio, la del lado poniente debe haberse demolido con motivo de la construcción del templo, aprovechando sus piedras para incorporarlas a su fábrica.
La inserción del templo de San Pablo dentro del patio C deja su fachada principal prácticamente alineada con el paramento exterior poniente del resto del conjunto. El volumen del templo quedó así en una situación preminente, dominando desde la plataforma arqueológica todas las visuales que parten del atrio, al oeste, o de la gran plaza que lo separa, al sur, del Grupo las Columnas, donde la técnica del xicalcoliuhqui alcanzó niveles de refinamiento que han hecho justamente famosa a Mitla.
El atrio, como todos los del siglo XVI, es un gran recinto multifuncional, rodeado por los misioneros para responder a los problemas prácticos y expresivos que planteaba el proceso de conversión de los grupos indígenas, acostumbrados a una liturgia de masas, en grandes espacios abiertos, donde las procesiones y los desplazamientos grupales jugaban un papel decisivo.
Un grabado de la Retorica de Fray Diego de Valadez, de 1579, describe toda la gama de eventos que las ordenes mendicantes podian escenificar en un atrio, desde la celebración de misas, comuniones, bautizos y oficios de difuntos, hasta la impartición del catecismo y la doctrina, la preparación para los sacramentos, las confesiones y la penitencia. (10) Había también procesiones, con imágenes de santos que se posaban transitoriamente en capillas (llamadas capillas posas), lo que a su vez daba lugar a caminos procesionales por todo el perímetro del atrio. Finalmente, el atrio era también escenario de autos sacramentales y pastorelas, que dieron origen a lo que después serían los inicios del teatro en la Nueva España.
En Oaxaca no se alcanzaron los niveles de sofisticación a que llegaron las soluciones de atrios, capillas abiertas y capillas posas en el centro del país o en la península yucateca (como, por ejemplo, en Acolman, en Calpan, en Atlatlaucan o en Maní). No obstante, los ejemplos de Mitla, Tlacolula, Teotitlán, Tlacochahuaya, Ocotlán, Zaachila y otros templos construidos a mediados o a fines del siglo XVI parecen confirmar que justamente en las zonas de mayor presencia indígena, los grandes atrios y las capillas posas eran indispensables.
En el caso que nos ocupa, el atrio cuadrangular, de 40 x 45 m., muestra todavía en las esquinas los volumenes cúbicos de las capillas posas, perforadas con arcos de medio punto por dos de sus lados. El camino procesional también se conserva así como la barda almenada que delimitaba al recinto. De las portadas atriales solo queda una del lado sur, sencilla, aunque del mismo lado hay otra de ingenioso diseño, que da acceso al atrio lateral. En ésta última, un vano de medio punto aparece flanqueado por dos robustas jambas con una moldura horizontal, sobre la que se eleva el remate con roleos a ambos lados. Los róleos se transforman en una cornisa, y sobre esta última hay una sucesión de tres frágiles baldaquinos y cinco pináculos.
La nave del templo está orientada en forma ortodoxa, de poniente a oriente, y consta de cuatro tramos. Todos están cubiertos por cúpulas gallonadas de desplante octagonal, que descargan su peso sobre las robustas pilastras de la nave por medio de arcos fajones (o transversales) y arcos formeros (laterales). Cuatro pechinas en cada cúpula coadyuvan a esa misma función. La desigualdad entre las cúpulas le da una fisonomía muy pintoresca al templo. Las tres primeras son de identico desplante y llevan linternillas, mientras que la última, sobre el ábside, es algo más pequeña y también menos peraltada, igual que la segunda.
El tránsito de la nave al ábside se subraya aún más, cerrando la embocadura del claro de la nave y del arco fajón, por medio de sendas mochetas y un corto tímpano, lograndose así un vano más reducido, con jambas y arco de medio punto. Este rasgo es común a muchas iglesias de indios en Oaxaca, como en Teotitlan, Tlacolula, Zaachila, Ocotlán y Xoxocotlán.
La fachada del templo es muy sobria, no exenta de cierto clasicismo. Esa misma contención se aprecia en el sencillo campanario, que apenas si sobresale del cuadrángulo de la portada. Esta última se organizó sobre una retícula de dos cuerpos y tres calles. En el primer cuerpo, la calle central la ocupa el único vano de acceso, con anchas jambas y arco dovelado de medio punto, mientras que las calles laterales, delimitadas por medias muestras de orden toscano, llevan sendos nichos con peanas de los que han desaparecido las imágenes que alguna vez tuvieron. Un entablamento clásico, con arquitrabe lisa, un f riso donde se alternan triglifos y metopas decoradas con rosetones, y una cornisa de amplio escalonamiento rematan adecuadamente al primer cuerpo. El segundo cuerpo es idéntico al anterior, pero en lugar de la puerta lleva la ventana del coro, sin ningún adorno.
CAPILLA DEL CALVARIO
Vale la pena visitar esta humilde ermita de tabique, porque fué el primer templo cristiano que hubo en Mitla, y porque su ubicación sobre una pirámide le da un significado peculiar. Se trata de un rectángulo de escasos cuatro metros de fondo y diez de ancho, con cubierta de tejas a una sola agua y dos minúsculos campanarios en los extremos. Lo interesante estriba en que originalmente fué un espacio abierto al sur y al oriente. Los arcos de tabique que permitían esta apertura fueron posteriormente tapiados con adobe, pero todavía pueden apreciarse. La ermita fué entonces una de las pocas capillas abiertas aisladas que hubo en México, (11) y aún ahora resulta un espacio extraño. Más que una capilla, es un sagrario que aloja en su interior tres cruces de mampostería, sobre las que siempre hay ofrendas florales.
5.-OBRAS DE ARTE
El retablo mayor del templo, de madera labrada y dorada, es churrigueresco, aunque con rasgos que ponen de manifiesto otras influencias tardías en el arte colonial, como el rococó. La predella o banco es muy alta, y lleva una decoración muy interesante con motivos de jarrones, que alcanza a verse a los lados del altar. Luego sigue el único cuerpo del retablo dividido en tres calles. El espacio central lo ocupa una vitrina sobre una peana, con la imagen del Santo Patrón del templo, empuñando una espada en la diestra. Flanquean la vitrina dos pares de pilastras estípites, que se abren lo necesario para dejar espacios laterales donde van las imágenes de San José y la Virgen sobre peanas, cubiertas por doseletes plegados, que a su vez forman especies de guirnaldas rematadas con grandes coronas, todo en releive. El entablamento que remata este cuerpo forma un arco sobre la vitrina, y su cornisa, al llegar al centro, culimna en dos roleos que se apoyan entre sí.
El remate del retablo sigue el perfil de medio punto del arco del ábaside. Cuatro figuras de los evangelistas, de muy buena calidad, se alzan sobre peanas, y el motivo central es un medallón ovalado, donde se representa en una pintura el apóstol en su caída del caballo. Encima del medallón, un busto en relieve del Creador parece asomarse, emergiendo de las nubes con el globo terrestre en la mano, como reprochándole a Saulo de Tarso su persecución de los cristianos.
En la nave hay más figuras de cierta calidad, especialmente en el segundo tramo, a la izquierda, donde hay un Cristo crucificado de excelente factura, y una imagen antigua de San Pablo. En ese mismo sitio hay dos pinturas del siglo XVIII, donde se representa al bautismo de Cristo y la coronación de la Virgen por la Santisima Trinidad.
6.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
NOTAS
1.- Bernal, Ignacio: Op. cit. pag. 837 y 789
2.- Robles y Moreira: Op. cit. pag. 71
3.- Gay, José Antonio: Op. cit. pag. 62.
4.- Gay, José Antonio: Op. cit. pag. 382
5.- Iturribarria, J.F.: Op. cit. pag. 97-100
6.- Robles y Moreira: Op. cit. pag. 79
7.- Archivo Sedue: Legajo N° 18543
8.- Robles y Moreira. Op. cit. pag. 87-114
9.- Robles y Moreira. Op. cit. pag. 149-162
10.- Mc. Andrew, John: Op. cit. pag. 194
11.- Robles y Moreira. Op. cit. pag. 163-164
12. Artigas, J.B.: Op. cit. pag. 27-33
BIBLIOGRAFIA
Archivo Sedue: Legajo N° 18543
Artigas, Juan Benito: Capillas abiertas aisladas de México. UNAM, México, 1982.
Bernal, Ignacio: Architecture Alter Monte Albán, Oaxaca, en Handbook of Middle American Indians, Vol. 3 University of Texas Press, Austin, 1965.
Esteva, Cayetano: Geografía histórica mexicana
Gay, José Antonio: Historia de Oaxaca. Ed. Porrua. Sepan Cuantos N° 373. México, 1982.
Iturribarria, Jorge Fernando: Las viejas culturas de Oaxaca. Administración de Ferrocarriles Mexicano. México, 1952.
MacAndrew, John: The open-air churches of sixteenth century Mexico Harvard University Press, Cambridge, 1965.
Mullen, Robert. J.: Dominican architecture in sixteenth century Center for Latin American Studies. Arizona
State University.
Robles García, Nelly y Moreira Quiróz, Alfredo: Proyecto Mitla. Restauración de zona arqueológica en su contexto urbano.
Tesis de maestría en restauración arquitectónica. Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. Churubusco, 1984.
ELABORO: ARQ. ALBERTO GONZALEZ POZO
FECHA: 1986.
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San Pablo y el Calvario