Nombre del Inmueble
San Pedro Apóstol
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001173
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001173
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
El origen prehispánico de Zapopan se remonta a una época anterior al siglo XIII de nuestra era. Algunas versiones señalan que, ya para entonces, se encontraba parcialmente poblada una vasta región en la que hoy se extienden Guadalajara y varias comunidades de su zona metropolitana. Se supone, asimismo, que a estas tierras llegaron algunos grupos formados por familias zapotecas que se integraron a las comunidades que estaban ya organizadas y que, después del siglo XIII, aparecieron pequeños continentes aztecas que se incorporaron a poblaciones, como Zapopan, con el propósito de sojuzgarlas, objetivo que finalmente no se cumplió. En los tiempos anteriores a la conquista española, los pobladores del primitivo asentamiento de Zapopan vivían una sociedad producto de diversas mezclas étnicas, y realizaban varias clases de ritos religiosos al dios sol y a su principal deidad, el dios niño Teopiltzintli.
En lo político dependían del cacicazgo de Atemajac que, a su vez, formaba parte del hueytlatoanazgo o reino de Tonalá.
Los primeros españoles en llegar al sitio encontraron, sin embargo, un pueblo decadente al que habían mermado tanto las guerras contra tribus nómadas como algunas sucesiones de enfermedades que diezmaron a la población. Los enfrentamientos entre naturales e invasores se repitieron hasta que en 1542, recién fundada la ciudad de Guadalajara en su sitio definitivo, se reorganizó el pueblo de Zapopan con indígenas procedentes, según varias fuentes históricas, de la encomienda de Francisco de Bobadilla en Jalostotitlán.
El sitio, pues, se repobló y se llamó pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Zapopan (1) porque esa era la advocación de la imagen de la Virgen que regaló el pueblo fray Antonio de Segovia y que, con el tiempo, llegaría a ser Nuestra Señora de Zapopan.
2.-EMPLAZAMIENTO
La villa de Zapopan ha experimentado algunos cambios urbanísticos en los años recientes. Ello se debe, sin duda, a la importancia de los vínculos entre la capital del Estado y los municipios situados en su periferia, jurisdicciones en las que ya se desarrolla buena parte del área conurbada de Guadalajara. El sector central de Zapopan es la única zona en la que se conservan ciertos trazos y, por supuesto, edificios procedentes tanto del virreinato como del siglo XIX: el volumen más relevante del conjunto es la Basílica de Nuestra Señora de Zapopan, santuario cuya celebridad ha trascendido el ámbito regional. Su edificio domina, además, los remates visuales de los dos accesos fundamentales a Zapopan. La parroquia de San Pedro, de dimensiones mucho menores, juega también un papel destacado pues seguramente también contribuye a definir el perfil de la localidad.
El conjunto parroquial se asienta sobre un extenso terreno, circunstancia que le permite tener un atrio de muy generosas dimensiones: esa enorme área abierta cuenta con tres accesos y establece excelentes relaciones urbanas con la explanada del santuario, con la plaza que integra la sede de los poderes municipales y aún con varias de las calles situadas al norte; la fachada principal ve al oriente, lo mismo que la Basílica, de modo que, salvo en algunos ángulos, también aparece rematando muchas de las circulaciones que conducen hacia Zapopan. Gracias, pues, a las proporciones del atrio y a que se ubica en una zona de varias plazas, resultan escasas las relaciones formales entre la fachada principal de la parroquia y las otras construcciones del centro de la villa. En otras perspectivas, especialmente de suroeste a noreste, el templo de San Pedro pierde un tanto sus calidades en la medida en que comparte algunos de sus valores volumétricos con el mercado que es su vecino hacia el poniente.
3.-HISTORIA
Los esfuerzos constructivos más importantes realizados en la villa de Zapopan siempre tuvieron por objeto, como es obvio suponer, contribuir a la erección del santuario. El templo de San Pedro fue primero una capilla franciscana mientras la parroquia funcionaba en terrenos anexos a la actual Basílica desde cerca del año 1600. La primitiva capilla fue erigida gracias al empeño de un religioso, lego franciscano, de nombre Francisco Assa; originalmente los muros fueron de adobe y la cubierta de madera. No se dispone de datos precisos sobre la época en que tuvo lugar aquella fábrica, pero se sabe que un poco antes de 1816 comenzaba a ser urgente instalar en ella a la administración parroquial que se quedaría sin sede pues varios religiosos de la orden de San Francisco fundaron, anexo al actual santuario, un Colegio de Propaganda Fide en el mismo sitio donde estuvo el primer edificio que cumplía las funciones de parroquia y de santuario. El 8 de mayo de 1819 se hizo el traslado de la parroquia a la antigua capilla, pero el edificio hubo de ser reconstruido en virtud de que su estado de conservación, entonces, no garantizaba un adecuado funcionamiento. Las nuevas obras, que se comenzaron en 1829, dejaron el edificio que ha llegado a nuestros días; en esa nueva fábrica, según varias afirmaciones, fueron incorporados varios elementos que antes habían pertenecido a los conjuntos que se demolieron para dejar el espacio en el que se erigió el Colegio franciscano; entre ellos, al decir de Ignacio Ramírez Acevedo y fray Luis del Refugio de Palacio, se encuentran la portada y la espadaña. La obra, pues, procede, excepción hecha de esos componentes, del siglo XIX, de manera que tanto algunos sistemas estructurales como la mayor parte de las decoraciones pueden considerarse como originales, pues aunque han atravesado por otros varios períodos de remozamiento y consolidación el sentido unitario del edificio ha sido preservado.
En 1877, en ocasión de la llegada al sitio del párroco Manuel Portillo, se iniciaron trabajos adicionales con el propósito de renovar la apariencia y aún los objetos ornamentales y de culto de la parroquia. De aquella época se conserva la tradición, recogida por el Presbítero Luis Enrique Orozco, en el sentido de que la imagen de la Virgen de la Soledad se restauró de manera milagrosa a raíz de que el señor cura Portillo hizo retirar todos los objetos y las figuras que no estuvieran en perfecto estado. La Virgen fue recogida por una señora vecina de la villa que la llevó a su casa, en donde solía mostrarla a quienes la visitaban; protegió a la imagen con un lienzo para evitar que continuara el deterioro hasta que, un día en presencia de una religiosa de Guadalajara, descubrió que las partes apolilladas y lastimadas de la pequeña escultura se habían renovado sin que nadie hubiera intervenido. La representación de la Virgen volvió, por supuesto, a la parroquia y estuvo colocada en el altar mayor durante el tiempo en que el Padre Portillo permaneció al frente.
A lo largo del siglo XX se han sucedido otras labores cuyos motivos son, básicamente, los de mejorar, en la medida de lo posible, uno de los edificios de mayor jerarquía eclesiástica en Zapopan. Las intervenciones, por fortuna, no se han extendido a ninguna de las varias obras de arte que aloja el templo y que, como el archivo, que tiene registros desde 1637, son bastante más antiguas que la propia iglesia. La historia del edificio es, como la de muchos otros sitios, la relación de una larga serie de adiciones que han sido hechas en momentos coincidentes con algunos logros de los habitantes del lugar o de los benefactores: en enero de 1984 se trabajaba en la construcción de nuevas bancas para completar el mobiliario.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El atrio del templo es un espacio en verdad notable por su extensión, por las ligas urbanas que propicia, y por la facilidad que se tiene, estando en él, de participar en los otros varios ambientes abiertos que se ubican en esa zona de la villa: su forma se adapta a los contornos de los edificios y a las calles que lo circundan y a pesar de contar con muy escasa vegetación, es, en suma, una apacible plaza que sirve, inclusive, como área de tránsito para transeúntes que se mueven de norte a sur, o en sentido contrario, en los alrededores de la Basílica o del Palacio Municipal.
La fachada de la parroquia se encuentra cinco peraltes -unos 75 cms.- por encima del nivel medio del atrio y se comunica con éste por medio de una escalinata que se resuelve en una pequeña explanada frente al acceso principal del conjunto. Esa fachada consta de una portada contenida por un par de contrafuertes escalonados y de un alto muro que culmina en la espadaña -la cual se caracteriza por alojar las campanas-; la portada fue resuelta con gran sencillez a base de un arco de medio punto inscrito entre pilastras y bajo un entablamento que, hacia la parte alta, parece continuarse para terminar en una molduración sobre la que se apoya -como antepecho- la ventana de coro que va flanqueada por un par de nichos terminados en concha en los que se alojan imágenes de los santos Pedro y Pablo. Sobre la ventana, que es rectangular y que ostenta manguetería moderna, se ubica un tercer nicho que incluye una peana o base sobre la que se colocó una figura que representa a Santa Cecilia; esta hornacina o nicho forma parte del remate de la composición logrado, además, con una cornisa que recorre el perfil mixtilíneo del pretil y que une a los dos contrafuertes.
En el centro, hacia la parte más alta, se halla una esfera de piedra que soporta a una cruz del mismo material.
La espadaña, que consiste de dos arcos iguales en el primer cuerpo así como de un tercer vano más pequeño y esbelto en el remate, se alza sobre una especie de cubo que corresponde a la capilla lateral del Santo Entierro; ese muro frontal incluye, de abajo para arriba, una ventana rectangular, un escudo arzobispal y una pequeña claraboya redonda.
El templo es de planta rectangular y su interior está dividido en seis tramos señalados por arcos torales de medio punto y cubiertos por bóvedas de arista a las que, recientemente se les retiró el aplanado. Los arcos se apoyan sobre pilastras adosadas a los muros laterales después de que éstas se relacionan entre sí gracias a un peraltado entablamento que recorre a cada muro y que se integra con naturalidad a la decoración interior del conjunto. El presbiterio fue proyectado en presencia de influencias estilísticas neoclásicas y ejecutado con muy aceptable calidad de mano de obra; destacan en ese remate visual un Cristo, que ocupa el lugar central, y una imagen del santo titular de muy relativo mérito.
El inmueble ha sido ampliado con dos salones transversales a la nave a la altura del presbiterio y que hacen las veces de capillas laterales y de bautisterio, la situada al sur. En ese último espacio se conserva una pintura al óleo de Juan Correa que representa El bautismo de Jesús. Otros objetos de interés son la pila bautismal, la Virgen de la Soledad mencionada antes, el conjunto del Santo Entierro y el frontal del altar.
Las otras imágenes y pinturas con que cuenta el templo no son de mérito extraordinario salvo, quizá, el Cristo crucificado que se e ncuentra en uno de los anexos al norte de la nave.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) RAMIREZ Acevedo, Ignacio. Op. cit. p.134.
RAMIREZ Acevedo, Ignacio. Historia de la Basílica de Zapopan, en Iglesias y Edificios Antiguos de Guadalajara. Edición del Ayuntamiento de Guadalajara y de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, coordinada por Ramón Mata, Jalisco, 1979.
OCHOA V., Angel S. Breve Historia de Nuestra Señora de Zapopan. Segunda edición,
Zapopan, 1961.
OROZCO, Luis Enrique. Iconografía Mariana de la Arquidiócesis de Guadalajara. Tomo I.
Jalisco, 1954.
DAVILA Garibi, José Ignacio. Apuntes para la Historia de la Iglesia en Guadalajara.
Tomo tercero, 1 y 2 Editorial Cultura, T.G., S.A., México, 1963.
Enciclopedia de México. Tomo 7, segunda edición, 1977..
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Pedro Apóstol