Nombre del Inmueble
San Roque
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000413
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000413
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El conjunto que antiguamente formaban el hospital hipólito de San Roque y su templo está ubicado frente a la esquina que forman la avenida Maximino Avila Camacho y la calle 6 Norte, en la parte del Centro Histórico de Puebla donde la topografía del terreno desciende hacia el Boulevard Héroes del 5 de Mayo, donde antiguamente fluía libre el rio San Francisco. Era un emplazamiento en el borde oriente de la ciudad española, mucho antes de que el crecimiento del siglo XIX fundiera a Puebla y a sus barrios de indios en un solo organismo urbano.
Hoy, en cambio, San Roque goza de una posición céntrica, en una zona limítrofe entre el viejo barrio universitario y la zona del Parián, donde prolifera el comercio especializado de artesanías, alimentos típicos y dulces, y donde los artistas populares aún venden sus obras.
Contiguo al costado oriente del templo, el hospital aún sigue prestando sus servicios. Su sencillo paramento hacia la calle muestra muy pocos vanos y un tablero de azulejo junto a la entrada, en el que se recuerda la labor de su insigne fundador, Fray Bernardino Alvarez. Del lado poniente, en cambio, hay dos casas representativas de la arquitectura doméstica tradicional poblana en su expresión más sencilla. Una de ellas hace esquina con la calle 6 Sur. Más allá, da comienzo la manzana que ocupan la Universidad Autónoma de Puebla y el templo de La Compañía. El edificio en la esquina es el gimnasio universitario, interesante por su fachada todavia ecléctica, toda labrada en cantera, con un gran frontón que oculta la cubierta de lámina de zinc a dos aguas que recubre el amplio espacio interno. La necesidad de contar con un local bien iluminado se refleja en la abundancia de altas ventanas.
En las aceras frente al templo hay otras casonas representativas de los siglos XVIII y XIX, así como algunas construcciones recientes, menos compatibles con el entorno del Centro Histórico.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
Durante el virreinato no existía una preparación especial para quienes se dedicaban a prestar servicios como enfermeros. En estas circunstancias, las órdenes religiosas con el voto especial de hospitalidad cubrieron una carencia en la atención no solo de los enfermos agudos, sino también de los crónicos, y muchos otros desvalidos. Una de las congregaciones más importantes de ese tipo en la Nueva España fue la que estableció en la segunda mitad del siglo XVI fray Bernardino Alvarez (1514-1584). Originario de Utrera, Andalucía, Alvarez había llegado al virreinato muy joven, donde se vió pronto envuelto en problemas. Prófugo de la justicia, se dirigió al Perú, donde logró amasar una gran fortuna. Entonces su madre lo convenció de que dedicara su vida y sus bienes a labores piadosas. Vistió sayal, comenzó a curar enfermos en el hospital de la Limpa Concepción y en 1567 consiguió licencia para fundar el hospital de San Hipólito en la ciudad de México, por que a los integrantes de la congregación que formó pronto se les conoció como hipólitos. Fray Bernardino sintió especial preocupación por los locos, los incurables, los convalecientes y los peregrinos, de ahí que los otros cinco hospitales que creó en la Nueva España aparezcan casi siempre vinculados a alguno de estos grupos humanos. En Oaxtepec, por ejemplo, fundó un hospital de incurables y convalecientes, famoso por sus tratamientos de baños salutíferos y plantas medicinales.
Aunque pronto contaron con adeptos y constituciones, los hipólitos fueron reconocidos al principio sólo como congregación. No fué sino hasta 1700 que Inocencio XII autorizó su existencia ya como orden de los Hermanos de la Caridad, que fué, por cierto, la primera formada por mexicanos.
En ese contexto, la fundación de un hospitales hipólitos en Jalapa, Perote y Puebla se entiende como una cadena de estaciones en el camino entre México y Veracruz.1 Fray Bernardino había organizado incluso una recua de mulas que se encargaba del transporte de enfermos que llegaban de España al puerto veracruzano. Puebla era uno de los lugares intermedios que se requerían para atender a los enfermos que venían en la recua y para hospedar a los viajeros sanos sin hogar.2 Al menos esas fueron las funciones inciales, ya que después se recibieron enfermos de diversos males, sobre todo dementes.
No se conoce la fecha precisa en que se instituyó el hospital hipólito en Puebla, si bien se supone que fué en los primeros años del mandato episcopal de Diego Romano, que comenzó en 1578. Se menciona su existencia por primera vez en 1591 cuando los jesuitas quisieron cerrar una calle y se opusieron los hipólitos.
Bernardino Alvarez murió en 1584, pero su deceso no terminó con la obra iniciada. La congregación hipólita tramitó el establecimiento del hospital con caracter de definitividad, ya que, hasta el momento había funcionado provisionalmente. Con ese fin se solicitó el apoyo de diversos vecinos, quienes hicieron donaciones a favor del instituto. Entre ellos se contaron Alonso del Moral, Pablo de Pastrana y Rodrigo Garay. Lo único que pidieron los benefactores fue que el hospital se dedicara a San Roque. Con esas bases lograron que el obispo Diego Romano les diera la licencia el 21 de julio de 1592. El virrey Luis de Velasco II hizo lo propio, en nombre del rey, el 16 de julio del año siguiente.
Una vez adquiridas las licencias, decidieron levantar el el hospital en mejor forma, junto con una pequeña iglesia. Ésta se encontraba techad a de vigas, y llegó a contar con retablos barrocos dorados. Entre ellos los dedicados a San Roque y San Antonio de Padua. El templo subsistió hasta el año de 1656, en que se derrumbó.3 El apoyo económico de Roque de Pastrana, de quien se dice que era hijo del antiguo benefactor Pablo Pastrana, permitió que se levantara un nuevo templo, que se estrenó el 16 de agosto de 1672.
En el siglo XVIII la orden comenzó a decaer. Los escandalos provocados por los hermanos eran crecientes. Se pretendió hacer una reforma en 1743, y con este fin se redactaron las reglas de la organización. Pero las medidas no fueron suficientes.
Sin embargo, hospitales como el de San Roque seguían prosperando. En 1820, el virrey Apodaca acordó con el hermano fray José de Santa Cruz la ampliación del instituto, aunque justamente en ese mismo año se decretó en España la supresión de las ordenes hospitalarias, si bien el mandato se aplicó hasta el año siguiente en los dominios españoles de América. Los hospitales que pertenecían a estas corporaciones pasaron a ser administrados por los ayuntamientos. El cabildo de la ciudad de Puebla permitió que los Hermanos de la Caridad permanecieran en su institución hasta 1869, en que se destinó exclusivamente para mujeres dementes, con diferentes directores. Aún cumple esa función hasta nuestros días.
El templo sufrió modificaciones con el tiempo. La iglesia quedó arruinada por el sitio militar de 1834. Se reedificó pocos años después, pero ya con torre, fachada y decoración interior de estilo neoclásico. En la actualidad permanece abierto al culto católico.
1 Josefina Muriel, Los hospitales de la Nueva España, t. II, p. 187-188 y 189-191.
2 Díaz de Arce, Libro primero de la vida del próximo evangélico..., p. 121.
3 F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 405.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El templo de San Roque carece de atrio. Sigue una disposición muy curiosa, de una sola nave que recorre cinco tramos de noreste a suroeste. Esa dirección inclinada concuerda con las crujías posteriores del hospital, por lo que el primer tramo -con el coro y sotocoro cubiertos por bóvedas de cañón con lunetos- no es de planta rectangular sino trapezoidal, lo que vuelve imperceptible el cambio de dirección. El segundo y tercer tramos también están cubiertos por bóvedas de cañón con lunetos, mientras que en el cuarto se alza la cúpula octogonal gallonada, sin tambor, perforada por cuatro lucarnas que proveen buena iluminación natural. A ambos lados de la cúpula se forman pequeños recesos de medio metro que dejan libres los arcos torales de la cúpula y buscan dar la impresión de verdaderos brazos de transepto. Finalmente, en el último tramo, sobre el presbiterio, hay otra bóveda de cañón con lunetos.
Los elementos arquitectónicos de la nave se redecoraron al gusto neoclásico. Los fustes de las pilastras llevan hileras de medallones, mientras que, en lugar de capiteles, se ubicaron róleos. El entablamento que recorre todo el interior acusa resaltos al pasar encima de las pilastras. El intradós de los arcos, por su parte, se adornó con cuadros enmarcando florones.
El aspecto exterior también es muy sencillo. Sólo se ve el imafronte hacia la calle, flanqueado por el cubo de la única torre del lado izquierdo, y por una construcción anexa de dos niveles al costado derecho. La composición del imafronte parte del arco triunfal que se alza en toda la altura del edificio, reflejando de esta manera la estructura interior del templo. En el tímpano que se forma se encuentra la portada de dos cuerpos y calle única, toda ejecutada en mampostería y argamasa. En el primero, el vano de ingreso está delimitado por jambas y arco de medio punto. Sobre ellos pasa un entablamento, que a su vez soporta el banco del segundo cuerpo, encima del cual se encuentra un nicho con la imagen del santo titular, flanqueado por róleos. La ventana del coro se encuentra justo bajo la clave del arco triunfal.
El campanario de un solo cuerpo y remate es algo anómalo, porque no disminuye su sección respecto al cubo que lo soporta. Como el cubo está rematado por una cornisa muy protuberante, apoyada en ménsulas, da incluso la impresión de que sobresale del paramento del templo. Por los detalles decorativos que muestra, el campanario parece haberse reconstruido en el siglo XIX. Es de planta cuadrada, pero con esquinas ochavadas, decoradas con hileras de medallas. En cada cara hay vanos definidos por jambas y arco medio punto, flanqueados a su vez por pilastras que sostienen un entablamento sobre el que se alza un frontón curvo. Un zócalo ochavado soporta el chapitel de remate, acampanado.
4.-OBRAS DE ARTE
El retablo mayor del templo ocupa todo el testero. El primer cuerpo es de tres calles, definidas por cuatro columnas exentas de orden jónico que soportan el entablamento con resalto curvo a su paso por la calle central. Esta última está ocupada por un ciprés, desprovisto de la imagen que alguna vez tuvo. Frente al mismo se ha colocado una pintura del Nazareno en su advocación de Justo Juez. Las peanas en las calles laterales indican que alguna vez hubo ahí otras figuras.
En el segundo cuerpo, hay otra pintura de Cristo como Rey de Burlas. Está enmarcada por pilastras, entablamento y frontón, con róleos a los lados. Sendos plintos con jarrones dorados se ubican en las entrecalles laterales.
En los muros laterales del tercero y cuarto tramos hay sencillos retablos dedicados a varios santos y vírgenes, mientras que en el segundo tramo se aprecian, del lado del Evangelio, un nicho con la imagen de la Dolorosa, y del lado de la Epístola, una capilla dedicada a Ya en el sotocoro, se ven sendos óleos con los arcángeles San Miguel y San Rafael.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Roque