Nombre del Inmueble
San Sebastián
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000399
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000399
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
La ubicación del templo de San Sebastián en la esquina de las calles 5 Poniente y 17 Sur es limítrofe respecto a varias zonas con distinta vocación y dinámica: hacia el sur, el oriente y el poniente es más bien residencial, aunque ya deteriorada por la emigración de familias acomodadas a nuevos fraccionamientos y por la intrusión del comercio especializado en la Avenida Juárez, de la que dista tan solo una cuadra; mientras que hacia el norte, se inicia una zona mixta, de estratos medios, comercios, talleres y almacenes, que más adelante se convierte en zona industrial y popular.
El rumbo es tranquilo y relativamente limpio, pero ha perdido mucho del tejido urbano tradicional que caracteriza a otros barrios poblanos. Prácticamente todas las construcciones circunvecinas son de este siglo, la mayoría modernas, si bien algunas, como la que se encuentra en la esquina de 17 Sur y Avenida Juárez, con sus mansardas y su jardín enrejado frontero, son buenos ejemplos de arquitectura residencial porfiriana. Otra, en la esquina de la calle del templo y Reforma, parece más antigua, pero todavía de las postrimerías del siglo XIX.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
En el sitio que ahora ocupa el templo de San Sebastián se encontraba inicialmente una ermita dedicada a Santa Agueda, que se consagró en 1534. Eran las décadas fundacionales de la ciudad de Puebla, cuando la Puebla de españoles y sus barrios indígenas formaban asentamientos segregados entre sí, aunque ligados por la misma traza. Los márgenes occidentales de ésta última, en lo que despúes fueron los barrios de San Sebastián y San Miguel, habían comenzado a poblarse por indios huejotzingas.
Hacia 1545, el barrio indígena de Huejotzingocapan fue asignado por el ayuntamiento de la ciudad para la construcción de una capilla bajo la advocación de San Sebastián, el legendario oficial pretoriano del siglo III que, denunciado como cristiano y aseteado por órdenes de Diocleciano, había logrado recuperarse milagrosamente de sus heridas, por lo que fué martirizado de nuevo. La devoción de un mártir flechado tuvo seguramente un significado especial para los indígenas huejotzingas del siglo XVI. Además, era el cabildo mismo quien recurría al santo patrón de la Penitencia para solicitar su protección contra la peste.1
Al parecer, este apoyo inicial del ayuntamiento se mantuvo en las siguientes etapas constructivas del templo.
Al año siguiente -1546- llegaron los agustinos a Puebla y tomaron a su cargo la atención espiritual de los incipientes barrios de San Sebastian, San Miguel, San Matías y Santiago, estableciendo en 1550 en éste último asentamiento el centro de su doctrina.
Poco es lo que se sabe de la construcción de la primera capilla de San Sebastián, que debe haber sido de materiales perecederos. En 1570 se le menciona, aunque es posible que poco después se haya emprendido una reconstrucción que aun no estaba concluida en los inicios del siglo XVII, ya que en 1602 los regidores de la ciudad decidieron proporcionar su ayuda económica para terminarla, A pesar de este nuevo apoyo municipal, la dedicación del templo se demoró hasta 1629.
Cuando el obispo Palafox y Mendoza secularizó la administración de las doctrinas a cargo del clero regular, San Sebastián fue nombrado parroquia en sustitución de Santiago, donde se hallaba la doctrina de indios administrada por los agustinos. Así, el territorio que pasó a depender de la nueva parroquia era el mismo que hasta entonces estuviera a cargo de la doctrina agustina, e incluía, además de San Sebastián y de Santiago, las parcialidades de San Matías, San Juan del Cerro, San Ramón, San Martín, San Diego y San Miguel.
El nuevo rango parroquial de San Sebastián debe haber originado por esa misma época un nuevo esfuerzo constructivo, para el que -observa Veytia más de un siglo despúes- se contó nuevamente con el apoyo del ayuntamiento a través de su alguacil mayor, Alonso Rabozo de la Plaza, comisionado para ese efecto.2 Castro Morales agrega que, en 1642, el carpintero Juan de Moya y el pintor Marcos Caro se comprometieron a fabricar el primer cuerpo del retablo principal. Este no se concluyó sino hasta finalizar el siglo XVII, con la intervención del escultor Diego Cárcamo. Por su parte, el templo, cubierto de artesón y teja, debe haberse terminado alrededor de 1675, año en que los mayordomos de la cofradía del Santísmo Sacramento de San Sebastián, contrataron al maestro ensamblador Lázaro García, mestizo, para que ejecutara un monumento de Cuaresma para colocarlo en la iglesia nueva que se ha reedificado.3
Al siguiente siglo, ya consolidada la parroquia, el obispo Pantaleón Alvarez de Abr eu mandó en 1748 cubrir con bóvedas el templo, con lo que éste quedó de una nave, sin crucero, pero dotado de una cúpula semiesférica y ventanas que daban suficiente iluminación al interior. Muy cerca de este edificio, aunque sin comunicación directa con él, se hallaba una capilla dedicada a San Diego, de la que se ocupaban los indios. La pequeña construcción estaba en ruinas a mediados del siglo XVIII y se intentó reedificarla desde 1762, pero la obra aún no finalizaba en 1780.4
Hacia 1812, una fuerte epidemia afectó intensamente a los habitantes de los barrios poblanos. Acausa del despoblamiento la parroquia de San Sebastián fue incorporada administrativamente a la de San Marcos, abandonando su función de cura de almas. De esa manera se inició la paulatina decadencia del inmueble, proceso que se aceleró durante el sitio de 1863, en que el edificio fue prácticamente arrasado por las fuerzas francesas.
Restablecida la República hubo, al parecer, un intento por reconstruír el templo a iniciativa de Atilano Peralta y Ramón Zenteno, para el que incluso se contó con un proyecto atribuído a Josá Manzo, pero la obra no progresó y se suspendió finalmente en 1917. Además, en 1884 se vendieron a particulares varias fracciones de lo que había sido el recinto religioso. 5
El crecimiento urbanístico de Puebla hacia el poniente a fines del siglo pasado, y la inauguración en 1903 de la Avenida de la Paz, sobre la que después se levantaron muchas residencias importantes, vino a cambiar definitivamente el carácter original del barrio de San Sebastián, que se transformó de barrio de indios en colonia de clases acomodadas. El mismo atrio del templo sufrió una afectación más,al ampliarse la calle que hace esquina con el atrio.6
Con esa nueva base social -y esta vez sin la intervención del ayuntamiento- en 1930 se dió inicio a la reconstrucción total del templo gracias a la iniciativa del obispo, monseñor De la Cueva. El gobierno federal hizo entrega de lo que quedaba de los edificios en 1933. Concluídos los trabajos, en 1947 se reabrió al culto católico. Más recientemente, se restauró también la capilla de San Diego.
1 López de Villaseñor, Cartilla vieja..., p. 435.
2 M. F. de E. y Veytia, Historia de la Fundación..., pp.230-241
3 Castro Morales, n. 183, en F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t. II, p. 241.
4 F. de E. y Veytia, op. cit., t. II, p.241.
5 SEDUE, Exp. 114-0003-39
6 Idib.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El actual conjunto de San Sebastián está formado por el templo de esa advocación, la capilla de San Diego, algunos locales anexos y el atrio. Este último ocupa la esquina de la manzana, delimitado por una barda alta y provisto de una reja recubierta de lámina, que impide ver hacia el interior del espacio atrial cuando está cerrada.
La caja del templo es de una sola nave llana que corre de oriente a poniente a lo largo de cinco tramos amplios. Los primeros tres están cubiertos por bóvedas de arista, incluyendo la del sotocoro que es del mismo tipo. En el cuarto tramo está la cúpula, apoyada por los arcos torales, las pechinas entre ellos y un tambor cilíndrico provisto de ocho ventanas rectangulares. El último tramo está cubierto por una bóveda de arista.
Todo el sistema de apoyos se muestra claramente por el interior: pilastras, entablamento corrido, arcos fajones y torales, incluso los arcos formeros o laterales de la nave, que normalmente quedan ocultos en los muros, se muestran en este caso.
El aspecto exterior del templo es muy masivo. El imafronte y el cubo del campanario avanzan hasta el paramento de la calle, ambos recubiertos con ladrillos y azulejos. El primero se distingue fácilmente porque muestra los sillares esquinaros, así como tres troneras que iluminan interiormente la escalera de ascenso. En cuanto al imafronte, está coronado por un entablamento con frontón decorado, y algunas molduras de perfil mixtilíneo que descienden por el lado derecho. Del mismo lado, abajo, hay un nicho delimitado por jambas y arco de medio punto, donde se ubicó una escultura de San Sebastián.
La portada es muy simple: jambas y arco de medio punto en torno al vano de acceso; pares de pilastras lisas sobre plintos y entablamento para cerrar el primer cuerpo; en el segundo, un par de pináculos y ancho marco en la ventana del coro, decorado con el monograma de Cristo arriba y otros entrelazos de argamasa.
El campanario es de planta cuadrada, de un solo cuerpo, con toscas pilastras esquineras, entablamento muy simplificado, jarrones de remate en las esquinas, pretil calado, cupulín recubierto de azulejo, linternilla, orbe y cruz labrados.
La pesantez y tosquedad del edificio son aún más apreciables en la fachada lateral, toda encalada y carente de atractivo, excepto por los contrafuertes que le dan cierta volumetría. Sobre el crucero se eleva la cúpula, pero sus constructores se permitieron darle una forma bastante desafortunada, a medio camino entre un cono y un hemisferio, dividida en ocho gallones. La linternilla que la remata es minúscula y desproporcionada.
La pequeña capilla al fondo del atrio es más interesante, dado que es la que más elementos originales conserva. Consta de únicamente tres tramos, de bóvedas de cañón con lunetos. Estos últimos no parten de la esquina de cada tramo, por lo que , en realidad, puede hablarse de un solo cañón corrido con tres pares de lunetos cortos que lo intersectan. Desgraciadamente, al restaurarse este espacio se procedió a desollar, literalmente, la piel de la arquitectura (en este caso sus aplanados), por lo que las bóvedas muestran toda la obra de mampostería de ladrillo y piedra con que fueron construídas.
El aspecto exterior de esta capilla es muy simple. Luce sólo el paramento oriente, con el imafronte formando un cuadrángulo. La puerta de ingreso está delimitada por jambas y arco de medio punto, y cuenta con marco de pilastras y entablamento, todo de mampostería y argamasa, apenas con el molduraje minimo. La ventana del coro está desprovista de marco, y sobre el pretil del imafronte se levanta una hornacina flanqueada por róleos. Del lado derecho hay un campanario, aparentemente del siglo XIX, más interesante que el del templo principal. Es de un solo cuerpo, planta cuadrangular, con vanos de medio punto enmarcados por pilastras y entablamentos con frontones curvos, cupulin y linternilla.
4.-OBRAS DE ARTE
El templo está prácticamente desprovisto de obras de arte del periodo virreinal. El crucifijo que existe en el presbiterio es el elemento escultórico más valioso en su interior. Quizá para compensar esa carencia se encargó una gran pintura mural que se extiende por todo el muro del testero, rodeando al nicho donde se encuentra la imagen del mártir patrono. Es una alegoría en la que aparecen la Santísima Trinidad, un arcángel y muchos otros personajes. Está correctamente compuesta, y muestra buen oficio en trabajo mural, sin ser nada excepcional.
En la capilla anexa hay un retablo decimonónico de tres calles, de buena factura. Carece del sotobanco original; en lugar de ello, se habilitó un lambrin de tablones de madera. El lugar de honor lo ocupa la imagen de bulto de San Diego de Alcalá, con sus atributos: una cruz y una canasta. Está flanqueada por cuatro columnas estriadas corintias, que soportan un entablamento con resaltos y frontón curvo, quebrado, donde se ubicó la imagen del arcángel Miguel. A los lados hay marcos con frontoncitos, con las imagenes del Sagrado Corazón de Jesús y Sagrado Corazón de María respectivamente. El tímpano de escayola luce molduras y rosetones dorados.
El crucifijo que se encuentra exento, en el presbiterio, también es de buena calidad, lo mismo que los candelabros de hierro forjado que iluminan interiormente este recinto.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
San Sebastián