Nombre del Inmueble
Santa Inés Xanenetla
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000377
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000377
Contenidos
1.-CONTEXTO URBANO
El pequeño templo de Santa Inés del Monte Policiano se levanta en el centro del barrio de Xanenetla, fuera de lo que tradicionalmente se entiende como el primer cuadro de la capital poblana, pero dentro del extenso perímetro A de la Zona de Monumentos Históricos decretada en 1982.
Durante los primeros dos tercios del siglo XIX, el barrio de Xanenetla estuvo muy cerca de las zonas de combate en torno al fuerte de Loreto, situado a medio kilómetro de distancia. Quedó indemne, e incluso conservó su integridad y fisonomía tradicional gracias a que el río Almoloya formaba una barrera física que retardó muchos de los cambios en el uso del suelo que se dieron en la Angelópolis bajo el influjo de la industrialización y la terciarización de muchas actividades. Esa barrera dejó de existir gradualmente, a medida que el río fué entubándose y su antiguo cauce se transformó, primero en avenida y luego en eje vial de gran aforo vehicular, denominado ahora boulevard Héroes del 5 de Mayo. Entonces comenzaron a proliferar en Xanenetla industrias y servicios promovidos tanto por particulares como por el Estado. Ello explica que sólo quede relativamente intacto el núcleo barrial y su templo, rodeado por equipamientos medianos y grandes de todo tipo: estadios, centros comerciales e industrias, entre otros.
Se llega al edificio por la calle 4 Norte, que tiene aquí una fisonomía muy distinta a la de su trayecto al sur del eje vial: es empedrada, quebrada, y asciende lentamente hasta llegar a la plazuela en la que el templo se levanta sobre el eje visual de acceso. Ahí se forma una rinconada del lado derecho, que permite proseguir el tránsito a un lado del monumento. La calle muere unos cincuenta metros más adelante, en otra plazuela minúscula de la que parte un callejón angostísimo.
Afortunadamente, se ha conservado el uso habitacional en el entorno inmediato del templo, así como las artesanías a escala doméstica, principalmente de barro, que también forman parte del patrimonio cultural.
Pocos templos poblanos están tan estrechamente imbricados con su contexto como Santa Inés Xanenetla. Las casas de uno y dos niveles se congregan en torno suyo, contiguas o separadas por estrechos callejones, como el que existe del lado izquierdo del atrio. Todo se congrega en torno al templo, y los vecinos deben cruzar frente a su atrio cotidianamente. Es el sitio ideal para encontrarse e intercambiar pláticas y saludos. Incluso los niños tienen la oportunidad de distraerse en los juegos infantiles que se ubicaron en la rinconada.
2.-ANTECEDENTES E HISTORIA
A fines del siglo XVI e inicios del XVII, al consolidarse el asentamiento español de Puebla y sus barrios de indios, la otra banda del río San Francisco al norte de la ciudad apenas se consideraba un arrabal, ya que sólo había hornos de ladrillo y cal así como algunas viviendas para los indígenas que ahí laboraban, construídas en solares donados por el dueño de la ladrillera. El sitio se conocía como Xanenetla, toponímico en el que la raíz xalnene se refiere a la piedra arenizca que abundaba en el lugar y se empleaba para la fabricación de hornos de cal.
El asentamiento comenzó a crecer, ya que el ayuntamiento de la ciudad siguió dando solares a los indios para habitar esa zona. En un mapa de 1698 ya se identifica claramente la existencia del sitio1, pero no hay otros documentos que permitan formarse una idea más clara de su situación.
Cuenta Veytia que, con las epidemias, en especial la de 1737, se redujo considerablemente la población de los barrios de San Diego y San Martín, por lo que fue necesario reagrupar a sus habitantes en Xanenetla.2 Ya con el rango de barrio, los indígenas decidieron edificar un templo, sin que se tenga la fecha en que éste se inició. Sólo se sabe que la obra quedó concluida en 1777, dedicándose a Santa Inés de Montepoliciano.
El templo fue visita de la parroquia de San José, muy próxima, y en él se decía misa solamente los días de fiesta.
Hacia 1790 se construyó un cementerio en el barrio, en sustitución del que se encontraba en el hospital de Sn Pedro, y que fue suprimido en esas fechas. La bendición del camposanto y su capilla se llevó a cabo el 6 de mayo de 1791.3
En el siglo XIX, el templo de Santa Inés Xanenetla fue decorado con altares neoclásicos, que vinieron a substituír a los retablos barrocos que ostentó originalmente. El inmueble fue nacionalizado el 31 de diciembre de 1894.
Actualmente, el recinto se encuentra al cuidado de una mayordomía que se encarga del mantenimiento físico y de la organización de las fiestas religiosas, particularmente la del 21 de enero, en que se conmemora a Santa Inés, patrona del barrio.
1 Eloy Méndez S. Urbanismo y Morfología de las ciudades novohispanas... p. 233
2 F. de E. y Veytia, Historia de la fundación..., t, II, p. 215.
3 Izquierdo, Rodón, cirujano poblano, p. 44.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El atrio de Santa Ines Xanenetla forma una plataforma cuadrada, de 12 por 12 metros, que permite tomar el desnivel de la calle ascendente. Está rodeado por un sencillo pretil atrial de mampostería, sobre el que se elevan almenas espaciadas irregularmente; una cruz de piedra labrada ocupa el lugar de una de ellas. Hay una sola entrada al recinto, desprovista de portada atrial o rejas.
En el interior del atrio crecen dos laureles, relativamente jóvenes, cuyas frondas obstruyen un poco la vista de la portada del templo. El acceso a éste último está pavimentado con baldosas de basalto.
La disposición arquitectónica es muy sencilla, organizada interiormente a lo largo de una sola nave en forma de cruz latina, con un camarín detrás del testero. Los primeros tres tramos de la nave están cubiertos en lo alto por bóvedas de arista, mientras que al sotocoro, que es más corto, lo cubre una bóveda de cañón con lunetos. A la altura del segundo tramo de la nave se situaba una entrada lateral, ahora clausurada.
En el cuarto tramo se encuentran el crucero y los cortos brazos del transepto, resueltos de manera atípica, ya que el anónimo constructor popular de este edificio, seguramente un alarife experimentado, se propuso levantar más la cúpula para iluminar el crucero, pero sin recurrir al tambor octogonal o cilíndrico apoyado en los arcos de la nave, que es la solución usual en estos casos. En lugar de ello, optó por levantar un cubo apoyado en los arcos limítrofes del crucero, agregando otros cuatro arcos torales, independientes de los primeros ya que se apoyan en columnas exentas en las esquinas de ese espacio. El cubo, perforado por ventanas hacia los cuatro puntos cardinales, asume las funciones de un tambor sin serlo en rigor, mientras que los arcos torales adosados, más altos que los de la nave, permiten tomar, junto con las pechinas entre ellos, al anillo octogonal de mampostería sobre el que descarga su peso la cúpula gallonada, provista de cuatro lucarnas.
En los cortos brazos del transepto, las bóvedas de cañón se quedan al mismo nivel que los arcos de la nave, mientras que en el quinto tramo de ésta última, un poco más angosto que los demás, la cubierta es de cañón con lunetos.
El interior del templo carece casi por completo de decoración. Sus paredes y bóvedas desnudas se blanquearon recientemente a raíz de una rehabilitación, sin ocultar por ello los elementos estructurales que se aprecian claramente, como las pilastras y los arcos fajones de la nave, ligados entre sí por una cornisa a la altura de los capiteles. Lo mismo ocurre en el interior del crucero, donde las columnas exentas de fuste estriado y capitel jónico, los altos arcos torales y las cornisas conservan las molduraciones del siglo XVIII. Las pechinas lucen lisas, pero a juzgar por algunos vestigios en el anillo octogonal y la cúpula, podrían haber estado recubiertas por yeserías.
La puerta en el presbiterio, del lado de la Epístola, comunica con el pasadizo por donde se llega al camarín situado detrás del testero. Es un espacio de planta octogonal cuyos muros se levantan verticalmente hasta unos tres y medio metros de altura. De ahí en adelante surge un atrevido anillo octogonal que asciende otros dos y medio metros más, reduciendo su sección hasta tomar el tambor cilíndrico de la med ia naranja que cubre al camarín. Se trata, en otras palabras, de un tambor cilíndrico, rematado por cúpula hemisférica, montado literalmente en otra cúpula más amplia, octogonal gallonada. Este tipo de solucion, como la del crucero de la nave, confirma la presencia de alguien con la suficiente destreza como para lanzarse a estos atrevimientos estructurales. Se anticipa, a menor escala y con menos ropaje neoclásico, a la hazaña que el joven Tresguerras logró concluír exitosamente, a principios del siglo XIX, en el camarín de la parroquia de San Miguel de Allende.4
El exterior del templo refleja fielmente su disposición interna, sin apartarse de las convenciones de la arquitectura popular poblana del siglo XVIII. La caja del templo muestra sus contrafuertes, despojados recientemente de sus aplanados. La portada lateral todavía se alcanza a ver, muy sencilla, lo mismo que los vanos de perfil mixtilíneo de los muros laterales. El cubo en el crucero, por su parte, se eleva por encima de la caja de la nave. Muestra las esquinas ochavadas, y en ellas sobrias pilastras que se prolongan en pináculos por encima de la cornisa. Los gallones de la cúpula están recubiertos de ladrillo en petatillo, mientras que las cuatro lucarnas ostentan vanos enmarcados por jambas, róleos, arcos de medio punto y entablamentos de albailería y argamasa. Como en la mayoría de los templos poblanos, la linternilla es sólo decorativa, ya que sus angostos vanos no permitirían realmente el paso de la luz al interior de la cúpula.
El exterior del camarín también deja ver lo que ocurre en el interior. No satisfecho con su atrevimiento, el constructor añadió lucarnas ochavadas al anillo cupular de soporte, cosa que no lo refuerza, sino al contrario. La cúpula de remate guarda semejanza con la principal en lo que se refiere a su recubrimiento y la linternilla.
Los elementos más sobresalientes, donde se concentran los aspectos expresivos del exterior son la portada y el campanario.
La portada principal es muy sencilla: de hecho es un simple marco de estípites para el vano de ingreso, delimitado por jambas sin capitel, que se prolongan en el arco de medio punto formando arquivolta. Los sillares de las jambas, así como las dovelas de la arquivolta muestran sencillas marcas que los hacen aparecer como almohadillados. Por su parte, las pilastras estípite descansan en sendos plintos con vigorosas molduras de remate. El poco espacio disponible no permitió disponer los cuatro estípites que, según Manuel González Galvan, aparecen en la mayoría de las portadas en las que aparece ese tipo de pilastra.5 Sin embargo, los artífices populares de estas formas de argamasa se las ingeniaron para acomodar cuatro minúsculos medallones, dos en los cubos y dos en las partes inferiores de los estípites. Eso sin contar el resto de motivos vegetales que también se muestran. Por último, sobre los capiteles de los estípites, se apoyan querubines-atlantes que sostienen sobre sus hombros la cornisa que remata la portada. Faltan el friso y la arquitrabe del entablamento, aunque es probable que se hayan eliminado para subrayar más el vigor con que estos potentes querubines soportan su carga.
Ya casi sin espacio para acomodarlas, se situaron sendas peanas con las figuras en relieve de San Pedro y San Pablo. Desgraciadamente muestran, al ig ual que los estípites, repintes muy recientes hechos con poco tino, brocha gorda y mucha pintura vinílica. No fué, al parecer, algo que pudieran controlar los artesanos del barrio, sino que deja ver la misma mano pesada y la misma gama cromática que repintó, con similar desacierto, otros detalles de argamasa en la Angelópolis, como en Santa Rosa, por ejemplo. Una cosa es el gusto popular y otra muy distinta la chabacanería y la torpeza.El campanario de dos cuerpos es, al parecer, del siglo
XIX. Se eleva sobre un cubo cuyo entablamento de remate coincide con un pretil perforado que remata la fachada principal. El entablamento muestra una protuberancia semicircular que se convierte en pretil en el banco del campanario, donde se encuentran los plintos que apoyan las doce columnas exentas que arman este cuerpo: ocho flanqueando los cuatro vanos de medio punto y cuatro más en las esquinas. En realidad, lo que soporta todo es el núcleo octogonal de mampostería que se encuentra detrás de las columnas. Esto permite un juego vigoroso de resaltos en las basas y los entablamentos que le da mucho relieve al campanario. Luego viene el segundo cuerpo, más angosto que el inferior, pero con disposición parecida, sólo que con ocho pilastras y ocho columnas exentas. Además, en cada esquina se situó la figura sedente en de un Evangelista de argamasa.
El entablamento del segundo cuerpo y sus resaltos soportan un pequeño tambor octogonal sobre el que se alza el cupulín gallonado, rematado por el clásico orbe con cruz de hierro forjado.
4 SEDUE (A. González Pozo, Coordinador) Cuatro Monumentos del Patrimonio Cultural, Estado de Guanajuato, p.
5 M.González Galván, El hombre como alegoría arquitectónica... en: Varios Autores, La dispersión del manierismo, p. 104.
4.-OBRAS DE ARTE
Los mediocres retablos en el presbiterio y el crucero no están a la altura de la ingeniosa arquitectura popular de este templo. En el altar mayor, se alza sobre el banco un ciprés sobre cuatro columnas jónicas, que soportan un entablamento anular recubierto por un chapitel. Sobre éste se eleva la figura de Santa Inés de Monte Policiano.
Los altares esquinados en el crucero son todavía más desafortunados, ya que tapan parcialmente a las elegantes columnas de los arcos torales.
En los muros de la nave hay cuatro lienzos apaisados con pinturas al óleo deterioradas, pero rescatables. No parecen guardar relación temática entre sí, ya que en las dos del lado del Evangelio aparecen escenas con papas, prelados y monjes, mientras que del lado de la Epístola son dos escenas de la vida de Cristo: la resurrección de Lazaro y el perdón a la Mujer Adúltera. Estas dos pinturas también son de mejor calidad.
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Santa Inés Xanenetla