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Nombre del Inmueble
Santa María Magdalena
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000581
Estado, Municipio, Localidad
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000581
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Los estudios de Antonio García Cubas sugieren que los pobladores primitivos del área encabezada por esta comunidad fueron grupos de texcocanos que se segragaron de su núcleo principal y se asentaron provisionalmente en algunos cerros antes de bajar hasta el sitio que hoy se conoce como tepetlaoxtoc (1). En los alrededores de la que es la cabecera del municipio se han detectado varios lugares en los que parece haber vestigios arqueológicos de interés entre los que destaca el Techachal, conjunto en el que la mayor parte de las exploraciones están todavía por hacerse y del que se tienen apenas unos cuantos datos (2). La pequeña eminencia sobre la que se desplanta el conjunto conventual de Santa María Magdalena, en opinión de diversos historiadores, podría bien ser un basamento prehispánico al que se transformó con motivo de la llegada y ulterior organización del sitio por los colonizadores españoles. Esa considerable construcción, de confirmarse la hipótesis, sería una de las pocas muestras de trabajos realizados por los habitantes del pueblo en la época inmediatamente anterior a la conquista de la zona por los guerreros mexica; en efecto, a la expansión de Tenochtitlan, especialmente a la que pudo consolidarse hacia finales del siglo XVI, deben esta localidad y otros muchos lugares el nombre con que todavía se les conoce: Tepetlaoxtoc es una voz náhuatl que procede de Tepetlaxtetitla, corrupción de Tepetlaozotitlán, que se forma de tepetatl, roca en cuya composición se encuentran cenizas volcánicas, oztotl, cueva, y titlán, entre. Según la interpretación de Robelo, podría significar entre las cuevas de tepetate (3).
Durante la conquista española, la región a la que pertenece el pueblo de Tepetlaoxtoc fue escenario de numerosos enfrentamientos y de encarnizados combates de los que se da cuenta parcialmente en el códice Kinsborough; ese documento, entre otras cosas, recoge las tradiciones según las cuales fueron cumplidas las órdenes de Hernán Cortés para sojuzgar a otros poblados de la zona, como Texcoco, Chalco y Otumba, entre otros (4).
Consumada la sujeción de los naturales a los regímenes españoles, la población y su territorio fueron entregados en encomienda a Diego de Ocampo y a Miguel Díaz de Ahúja. Esa disposición, sin embargo, duró relativamente poco pues unos años después pasó la propia encomienda a manos de Gonzalo de Salazar, un personaje de quien se sabe que fue uno de los enemigos de Cortés y de los mismos indígenas pobladores de Tepetlaoxtoc, a quienes despojó de sus tierras y de la casa que había sido construida para la comunidad, para instalar en ella una hilandería; más tarde, obligó al cacique del pueblo a convertirse en pastor en otra propiedad, y a los naturales, al grupo al que ya había quitado el agua para poder mover un batán que era suyo, los presionó hasta que aceptaron trabajar para él en la edificación de varias de sus casas. Los abusos de Salazar fueron continuados por su hijo Juan Velázquez de Salazar, y ninguno de los dos pudieron acabar con la comunidad: al contrario, según afirman varios estudios, las arbitrariedades sirvieron para unir a la gente, que organizó una célebre defensa en 1550 a la que se tomó como advertencia para moderar en adelante la conducta de los encomenderos (5).
Los primeros evangelizadores de la región fueron los hermanos menores franciscanos, quienes probablemente realizaban visitas desde la casa que había fundado en Texcoco; es presumible, en esa perspectiva, que frailes tan dis tinguidos como Juan de Tecto, Pedro de Gante y Juan de Aora -a los que se conoce por sus nombres ya castellanizados- hayan estado entre los primeros religiosos que misionaron por la zona de Tepetlaoxtoc antes d que se hicieran cargo de la misma otros frailes, los de la orden de Santo Domingo.
2.-EMPLAZAMIENTO
La población de Tepetlaoxtoc se encuentra hacia el extremo oriental del vaso del lago de Texcoco, en una región que se resuelve como pequeño valle pues está rodeada por varias lomas y otras eminencias a las que se considera como estribaciones del cerro de Patlachique, uno de los sitios en los que se han descubierto evidencias y restos de habitantes de la época más temprana de ocupación del altiplano.
La imagen física de la zona está formada por las elevaciones mencionadas antes y por las plantaciones de magueyes que se han desarrollado sobre suelos pedregosos y en cuya integración se encuentran cantidades considerables de tepetates y otros componentes que impiden el sano crecimiento de otras especies vegetales. En las áreas cercanas al territorio de Tepetlaoxtoc deben cambiar las condiciones de la tierra pues los vastos alfalfares que se extienden por la región, y que se observan desde los caminos de acceso al pueblo, crean la sensación de un contraste un tanto violento pero representativo de las distintas calidades de vida que representan a esa zona del Estado de México.
Los campos de cultivo que rodean a la jurisdicción de Tepetlaoxtoc han tenido éxito gracias a que se han construido numerosos pozos profundos con los que se riegan los sembradíos y con los cuales, eventualmente, puede comenzar a cambiar la fisonomía de varios municipios. La población se integró utilizando una retícula a la que definen calles y ejes visuales perpendiculares entre sí aunque por lo menos una pare del asentamiento se halla separada del núcleo central toda vez que una barranca cruza la traza siguiendo una línea diagonal que va de noreste a suroeste. El acceso principal a la población, sin embargo, no se altera demasiado por esa fragmentación del espacio, pues la calle central, la que lleva el nombre de fray Domingo de Betanzos, conduce al corazón del conjunto urbano en donde se hallan, además de la parroquia y el convento anexo, el célebre ermitorio -o eremitorio- que utilizó para sus frecuentes retiros el mismo padre Betanzos, la plaza de armas del pueblo, la presidencia municipal, la casa de la cultura local, varios comercios y hasta unos campos deportivos que ocupan parte de lo que fueron terrenos del monasterio. El inmueble de Santa María Magdalena no sólo se alza sobre una de las manzanas más importantes en la traza sino sobre el área que es más fácilmente distinguible en las perspectivas, especialmente desde los accesos al poblado por la carretera que une a Texcoco con Apizaco. La manzana en cuestión ha conservado la parte más notable de la edificación, que es la iglesia, y no ha perdido su calidad de punto de referencia por mas que ha tenido que ceder una cantidad considerable de su superficie en beneficio de algunas construcciones contemporaneas a las que podría considerarse como verdaderas invasiones.
La parroquia desempeña adicionalmente la función de elemento fundamental para el ordenamiento urbano puesto que organiza los perfiles de la localidad con una cierta jerarquía sobre las otras edificaciones de carácter religioso que concurren a integrar su centro histórico. El pueblo de Tepetlaoxtoc está formado, aparte las casas que se agrupan en su centro, por las numerosas viviendas de sus cuatro barrios.
Las relaciones ambientales que se establecen entre los edificios destinados al culto católico y las habitaciones de los pobladores del sitio son particularmente interesantes en la medida en que se desarrollan, casi siempre, a través de espacios o áreas abiertas en las que se han sembrado árboles y plantas en cantidades muy considerables; la arquitectura civil, en esa perspectiva, ofrece atractivos poco comunes pues no es habitual que en comunidades como esta se asuma de una manera tan afortunada la necesidad de crear nexos entre los recintos habitados y la naturaleza.
3.-ASPECTO HISTORICO
El establecimiento que los dominicos levantaron en Tepetlaoxtoc bajo la advocación de Santa María Magdalena está directamente relacionado con la vida y la obra de fray Domingo de Betanzos, uno de los personajes más interesantes de cuantos realizaron en Nueva España labores de evangelización y doctrina durante el siglo XVI: nació en León, España, en una fecha no determinada entre 1470 y 1480, y poco después de que tomó los hábitos dominicos embarcó hacia este continente con un grupo que resultó diezmado por diversas circunstancias; de los doce que salieron sólo siete lograron llegar a las nuevas tierras de conquista en 1526. Fray Tomás Ortiz, uno de aquellos misioneros, regresó a España con tres de los frailes a buscar más hermanos que los acompañaran y Betanzos se quedó al frente de la expedición. Fue, pues, el guía y luego el fundador de la Orden de Santo Domingo en Nueva España acompañado por los también frailes Gonzalo Lucero y Vicente de las Casas (6). Entre sus primeros planes de evangelización y propagación de la fe por los territorios novohispanos, se contó la intención de fundar y poner a trabajar doce conventos que alojarian a 30 frailes cada uno; esos religiosos serían los encargados de visitar las comunidades que se encontraban en sus respectivas zonas de influencia (7). Betanzos sentó las bases para la formación de la Provincia de Santiago de Predicadores y propuso la expansión de los establecimientos de la orden desde el centro del país hasta una región muy próxima a la zona mixteca; en su tiempo se fundaron o se planearon edificaciones en el valle de México, en Puebla, Morelos y el sureste de lo que hoy es el Estado de México. Entre otros, los conjuntos conventuales de Chalco, Tenango, Amecameca y Tetela se iniciaron en épocas cercanas a la construcción de la casa de Tepetlaoxtoc.
No son muy abundantes los datos sobre el momento y las circunstancias de la primera etapa de la fábrica del convento de Santa María Magdalena, pero es atendible la versión de George Kubler en el sentido de que bien pudo haberse comenzado la obra hacia 1529 (8), pues unos años después, en 1538, y con motivo de la celebración del primer capítulo provincial de la orden, trascendió que ya para entonces había en funcionamiento siete edificios y que Tepetlaoxtoc era considerado como el cuarto en importancia sólo superado por los de México, Puebla y Oaxaca, y arriba de los de Oaxtepec, Coyoacán y Chimalhuacán-Chalco (9).
Es probable que la obra no se terminara durante el mismo siglo XVI, y que únicamente la parte más necesaria del claustro quedara en condiciones de ser usada en un plazo relativamente breve. Varios de los que fueron anexos del convento se completarían un poco más tarde según se desprende del análisis de diversos elementos entre los que se destacan las pinturas murales que los decoran. Betanzos se retiró de Tepetlaoxtoc hacia 1549 y la comunidad perdió al más importante de sus impulsores: tan fue así, que muy probablemente se aplazaron los trabajos de erección del templo y se siguió tendiendo al pueblo en un primer recinto tal vez provisional del que ya nada se sabe. En los primeros años del siglo XVII fray Alonso Franco hizo una relación de los conventos de la orden y mencionó al de Tepetlaoxtoc en el número 14 por su importancia relativa (10).
Cuando en 1643 se fundó la parroquia, con la misma advocación y bajo el cuidado de los propios dominicos (11), se llevaron a cabo diversos trabajos tanto en el templo como en el convento, y se inició la construcción de la torre del campanario.
El desarrollo histórico del conjunto siguió hasta el siglo siguiente, pues el curato fue secularizado en 1777 (12). Los párrocos que se sucedieron desde entonces asistieron a la integración de varias cofradías en cuyas manos quedaron las obras de mejoramiento del inmueble; hacia finales del siglo XVIII y a principios del XIX se emprendieron las labores a las que debe el templo las apariencias de su fachada y sus interiores; aquellos trabajos estuvieron influidos pr los recursos formales de origen neoclásico que tanto prosperaron en otras partes.
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El acceso al conjunto religioso está señalado por una triple arcada de vanos como arcos de medio punto y que contienen otras tantas puertas, y que va flanqueada por un portal que se extiende desde la entrada hasta la esquina noreste del atrio, y por una caja de agua que proporciona servicios a una sección important de la población. La primera parte del espacio atrial es un área en la que coexisten un jardín y restos de un antiguo cementerio antes de abrirse a la continuación del andador central, que se muestra empedrado y que se resuelve en la escalinata con la cual se salva el desnivel que separa al volumen que forman la iglesia y el convento. Ante la puerta principal del templo se encuentra una interesante plaza que hace las veces de vestíbulo y desde la cual se domina la totalidad del atrio y una parte de lo que fue la huerta.
Entre los elementos que más destacan del monumento se encuentra la torre del campanario, construcción que se encuentra en el extremo norte de la fachada de la iglesia; se alza sobre un cubo de planta rectangular que, por dentro de la nave, se utiliza como bautisterio y que, por fuera, colabora al equilibrio de la composición pues aunque sus paramentos se ostentan aplanados y pintados a la cal, presenta, también, algunas aplicaciones de piedra labrada en sus esquinas, en sus molduras y en el marco de un óculo que ilumina la parte de su interior ocupada por una escalera. El campanario propiamente dicho consta de un solo cuerpo al que se trabajó con cantera color de rosa labrada cuidadosamente de manera de dejar un vano en forma de arco de medio punto en cada una de sus cuatro caras; las esquinas de ese volumen se resolvieron con nichos y el remate, que va abovedado sobre una especie de tambor de planta circular, incluye un reloj que cerca de 1932 se incorporó al diseño original. Los apoyos que completan a ese volumen, es decir, las pilastras adosadas que cumplen la misión de ornamentar sus paños, proceden de influencias clásicas.
La portada de la iglesia, que da fe de los gustos por el neoclásico de quienes intervinieron en la fábrica a principios del siglo XIX, se organiza en base a un eje vertical que define los trazos de los dos frontones que forman el imafronte: la puerta de entrada se inscribe en un arco de medio punto al que enmarcan dos columnas de piedra labrada sobre las que descansan un entablamento y el frontón curvo. Inmediatamente arriba, se abre la ventana de coro, que es de trazo rectangular y en cuyo cerramiento se encuentra una doble molduración muy interesante. Los elementos anteriores se hallan sobre un paño al que limitan dos altas pilastras adosadas, también de piedra, y un frontón triangular que, sin entablamento, corona la composición.
En un volumen dispuesto sobre un eje perpendicular al paramento de la fachada del templo se encuentra, hacia el sur, la portería por la que se accede al conjunto del convento. Esta manera de vincular a los dos volúmenes básicos del establecimiento religioso se observa también en otros sitios, como en Tetela. Los vanos que dan hacia el interior de la portería son dos arcos escarzanos -o de tres centros- a los que apoyan los muros laterales y un pilar central de sección cuadrada. El interior del templo es el resultado espacial de una planta trazada como cruz latina; los cuatro tramos que ocupa el área de feligresía van cubiertos por una bóveda de cañón de medio punto corrido a la que sostienen, aparte los muros laterales y el de la fachada, cuatro arcos faj ones que se ostentan como la continuación de las pilastras adosadas de seción rectangular que corresponden a los contrafuertes. La bóveda presenta lunetos de tipo sencillo a los que se encomendó la misión de alojar ventanas que proporcionen iluminación a la nave. En el crucero se alza la cúpula; ésta e de mampostería y se apoya en un tambor de ocho lados que, como fue habitual hacerlo en su momento, transmite sus esfuerzos a los elementos de soporte mediante cuatro pechinas. El presbiterio se desarrolla frente al ábside, que es de planta poligonal, y que lleva una cubierta resuelta por una bóveda en cuarto de esfera. Por medio de una pequeña antesacristía se comunica el presbiterio con la sacristía, volumen del mayor interés lo mismo por su planta octagonal que por los arreglos a modo de nichos que se abren en sus muros y por la cúpula que la cubre.
El motivo principal de decoración en la nave es el retablo de origen formal neoclásico que respalda al altar mayor y que cubre en su totalidad el muro del ábside. El recinto cuenta con otros colaterales barrocos colocados sobre sus muros laterales: se trata de piezas dispuestas en aparente desorden, o después de intervenciones de distintas épocas, pero en las que se advierte una cierta tradición dominica por lo menos en lo referente al tratamiento de los temas. Sobre el lado de la epístola, y de fuera hacia dentro, se hallan los dedicados a San Antonio de Padua -al que acompañan imágenes de Santo Domingo de Guzmán y de Santo Tomás de Aquino-, a la Virgen de los Dolores -que se muestra entre pinturas que recrean escenas de la vida de Magdalena- y a San Francisco de Asís -a quien, entre otras figuras, jerarquiza una escultura del Padre Eterno-. En el lado del Evangelio, y en el mismo orden, se ve el que recuerda a las santas de la orden, el dedicado a San Gerónimo -que se completa con pasajes pintados de la Pasión de Cristo- y, finalmente, el que contiene a un Cristo Crucificado y en cuyo diseño intervienen también las imágenes de San Miguel Arcángel y del Espíritu Santo.
Entre los muy numerosos objetos que pueblan el interior de la nave, y que en efecto representan momentos interesantes en la vida del monumento, debe destacarse, en primer lugar, un lienzo atribuido a Juan Correa en el que se incluyen varios temas que, en suma podrían considerarse como una gran alegoría de misterios, pues lo mismo se ve la representación del Pentecostés, que de la Santísima Trinidad, entre otros. La obra lleva una cartela que informa haberse hecho por encargo de los lugareños, a quienes encabezaba el padre predicador Manuel Olivón, en 1687.
El espacio en el que se encuentran restos de lo que fue el convento dista mucho de tener la apariencia de lo que probablemente llegó a ser, puesto que lo que hoy se ofrece como el antiguo monasterio no es sino la superposición de muy distintas obras de adaptación y modificación ejecutadas en el curso de los últimos decenios. Los dos patios que originalmente definieron el área de las dependencias, estuvieron limitados por claustros y crujías construídos con ladrillo y con piedra aparente: ahora se ostentan con agregados entre los que se aprecian muros nuevos de tabique recocido y losas de concreto que han sustituido, por lo menos en parte, a varios tramos de viguería de madera. Todo esto mientras en varias zonas de la sección más antigua del edificio han logrado sobrevivir una serie de pinturas murales en grado avanzado de deterioro, pero en las que todavía es posible adv ertir algunas escenas de la Pasión de Cristo.
Muchos de los elementos que ormaron el convento se hallan en condiciones de ser identificados y eventualmente en posibilidades de ser restaurados habida cuenta de que no se han presentado cambios de uso que hayan acelerado el degradamiento total de las piezas; entre los componentes que conservan algún interés, se cuentan el primer nivel del primer patio, incluidos hasta ciertos pavimentos, y el aljibe, que, según se observa, estaba preparado para recibir el agua que conducían gárgolas y pendientes.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) García Cubas, Antonio, Diccionario Geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos. México, 1899, tomo V, pág. 290
(2) Gobierno del Estado de México, Panorámica Socio-Económica en 1975, tomo III, Toluca, 1975, pág. 394
(3) Robelo, Cecilio A., Nombres geográficos indígenas del Estado de México, edición facsimilar de la de 1900 preparadas por Mario Colín, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo XLII, México, 1975, pág. 176
(4) Gobierno del Estado de México, tomo III, obra citada, pág. 394
(5) Gobierno del Estado de México, tomo III, obra citada, pág. 394
(6) Ulloa, Daniel, Los Predicadores divididos, Los dominicos en Nueva España, siglo XVI. El Colegio de México, México, 1977, págs. 96 - 97
(7) Martinez, Marín Carlos. Tetela del Volcán su historia y su convento, UNAM, México, 1984, pág. 58
(8) Kubler, George. Arquitectura México del siglo XVI, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, pág. 636
(9) Toussaint, Manuel, Paseos Coloniales, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, México, 1962, pág. 12
(10) Toussaint, Manuel, obra citada, pág. 12
(11) Basurto, J. Trinidad, El Arzobispado de México Jurisdicción relativa al Estado de México, Biblioteca Enciclópedica del Estado de México, tomo X, México, 1977, pág. 282
(12) Basurto, J. Trinidad, obra citada, pág. 283
Gobierno del Estado de México, Monografía del Municipio de Tepetlaoxtoc, Toluca, 1974
Alberto María Carreño, Fray Domingo de Betanzos, edición facsimilar de la de 1924, Serie Chimalpahin, Colección de Divulgación Histórica, Gobierno del Estado de México, Toluca, 1980
ELABORO: ARQ. JOSE ROGELIO ALVAREZ
FECHA: 1984
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