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Nombre del Inmueble
Santiago Apóstol
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001172
Estado, Municipio, Localidad
Jalisco > Tlajomulco de Zúñiga > Tlajomulco de Zúñiga (140970001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-001172
Contenidos
1.-ANTECEDENTES
Los terrenos en que se asienta el pueblo de Tlajomulco pertenecieron, durante muchos años de la época prehispánica, al reino de Tonalá. En ese sitio se construyó un templo en el que se realizaban ciertos ritos de culto idolátrico en los que participaban, además de los habitantes del reino, visitantes procedentes de regiones relativamente lejanas como los tarascos, que llegaban de Michoacán.
Como el lugar estuvo reservado a la exclusiva celebración de prácticas religiosas, cuidadosamente se le mantuvo deshabitado; en 1509 (1), sin embargo, los tarascos lograron desalojar a grupos que, llegados de Cocula, Tepatitlán y Ocotlán, pretendieron apropiarse del sitio y, aprovechando lo benigno del clima y la abundancia de agua, establecerse ahí definitivamente.
Al año siguiente hubo un nuevo conflicto por la posesión del valle; esta vez los tonaltecas, apoyados por refuerzos que envió al Rey de Colima, contendieron con los tarascos quienes, derrotados, tuvieron que marcharse y no volver. En recompensa por la ayuda prestada, la gobernante de Tonalá donó a los capitanes indios Pitláloc, Copaya y Pilili (2) las tierras de Tlajomulco; les sugirió, además que fundaran un cacicazgo y, aunque propuso conservar para sí la jurisdicción, los eximió del pago de tributos por un período de 10 años.
El cacicazgo sí llegó a fundarse aunque al territorio se le abandonó nuevamente: en 1514 (3) estuvo otra vez deshabitado y no fue sino hasta 5 años más tarde que el cacique Cóyotl -también colimense participante en la guerra contra los tarascos- recurrió a los capitanes y a los indígenas que se habían dispersado y se hizo cargo, nuevamente, de la erección del cacicazgo de Tlajomulco. De esa época procede la mayor jerarquía de la actual cabecera de municipio sobre las poblaciones de Cuyutlán, Cuexcomatitlán, Cajititlán, Atlixtac -hoy Santa Anita, de la municipalidad de Tlaquepaque- y Xuchitlán -pueblo que ahora se llama Santa Cruz de las Flores- (4)
La conquista española de Tlajomulco la realizó Nuño Beltrán de Guzmán sin tener que recurrir a acciones de guerra pues tanto Cóyotl como los otros dignatarios ofrecieron amistad y alianza a Guzmán aún antes de que éste tomara Tonalá. La evangelización de los naturales se debió, en un principio a los frailes franciscanos Juan de Padilla y Juan de Badillo, a quienes auxiliaron el bachiller Bartolomé de Estrada y Alonso Gutiérrez (5).
Fray Antonio de Segovia, que había pasado por Tlajomulco en 1530 (6), siguió atendiendo a los indígenas de la localidad desde el convento que fundó en Tetlán (1531) y más tarde desde la casa franciscana de Guadalajara (1542-1543); fue auxiliado entonces en sus labores de conversión por los frailes Andrés de Córdoba y Juan de Badillo. En 1551 (7), siendo gobernador de Tlajomulco Don Pedro Maraver -a quien bautizó el obispo de Guadalajara con su mismo nombre y apellido (8)- el padre Segovia fundó una iglesia y un convento que llamó de Santiago de Tlaxomulco (9).
Los franciscanos escogieron sitios ya poblados para la erección de sus conventos; de esa manera sabían que las campañas evangelizadoras tendrían el éxito asegurado. Cuando se asentaban en algún lugar no tardaban en hacerlo también grupos importantes de colonos españoles, pues era evidente que tendrían no sólo el cierto respaldo que les proporcionaba la comunidad de religiosos sino que, adicionalmente, contarían con una importante oferta de mano de obra. Tal fue el caso de Tlajomulco, sitio en el que, desde la f undación y primera fábrica del establecimiento franciscano, comenzaron a proliferar tanto los negocios como los rasgos urbanísticos y arquitectónicos que imponían los antiguos conquistadores y los pobladores españoles. Así, se principió por aquellos años de mediados del siglo XVI la fabricación, entre otras cosas, de adobes con los que se construirían toda clase de edificios en los años siguientes.
2.-EMPLAZAMIENTO
La actual parroquia de Tlajomulco ocupa un lugar muy destacado dentro de la configuración del pueblo: por la altura de sus torres, es fácil reconocerla desde prácticamente toda el área que rodea a la mancha urbana del asentamiento; gracias a la organización de la mayor parte de las circulaciones que dan acceso al centro del lugar, las perspectivas que se presentan de poniente a oriente hacen aparecer a la parroquia como integrante de los paramentos que definen la plaza.
Ya vista de cerca y de frente, se advierte que la parroquia se encuentra a una cuadra de distancia de la plaza y que el establecimiento que sí forma parte de ese espacio es la capilla del antiguo hospital.
El edificio parroquial está ligado al área central del pueblo por una calle que actualmente se ha cerrado al tránsito de vehículos y que especialmente se continúa en el atrio. El solar propio del conjunto, que de seguro fue de mucho mayores dimensiones en la época en que hubo convento, ahora se halla limitado por construcciones civiles de muy variadas calidades. Al atrio se accede, pues, de poniente a oriente en un cruce de circulaciones cuyas visuales al norte y al sur hacen participar al paisaje en los remates físicos del pueblo.
A pesar de la magnitud de sus dimensiones, la parroquia no ocupa un lugar importante en los ángulos de perspectiva cercanos a su volumen por los lados norte, sur y oriente: la altura de los paramentos de las casas y la estrechez de varias de las calles a su alrededor impiden apreciar el conjunto desde sus cercanías. Es válido suponer que a un edificio tan alto le ha faltado, desde el proyecto, un espacio abierto circundante con el cual relacionarse. Si no se integra a la continuidad de la plaza, y si cada día será más codiciado el suelo en la zona céntrica del poblado, el inmueble parroquial sólo participará con fortuna en las grandes perspectivas de conjunto. El arreglo del atrio, logrado gracias a la presencia de un número considerable de cipreses, ha contribuido de manera muy significativa a evitar que el pórtico que ahora ostenta el edificio participe de las desiguales formas y características que han adoptado, en especial, las construcciones que vinculan a la parroquia con la plaza.
3.-HISTORIA
La fundación del convento de Santiago de Tlacomulco atribuida a fray Antonio de Segovia se debió a las solicitudes del gobernador anterior a Don Pedro Maraver. Se trata de Don Miguel Estebarrica (10), quien había pedido a los franciscanos y a las autoridades que su pueblo tuviera un establecimiento religioso permanente. El edificio que inició el Padre Segovia duró poco tiempo debido a la deleznable calidad de sus materiales; la importancia del lugar, lo mismo que el interés de vecinos y frailes, hicieron posible una pronta reconstrucción que terminó en 1563 (11) y en la que intervino fray Antonio de Peraleja auxiliado por el gobernador Maraver y por los señores Diego de Guzmán y Francisco Sebastián. Al terminar la nueva obra se le dio el título de San Antonio de Padua de Tlajomulco (12).
Durante el resto del siglo XVI el convento se consolidó y con él el pueblo. Fueron por lo menos 13 los frailes que atendieron a la comunidad hasta entrado el siglo XVII, período a lo largo del cual el poblado alcanzó una gran importancia en lo demográfico y en lo religioso; en 1605 (13) contaba la jurisdicción con mil habitantes; en 1610 (14) se erigió la parroquia; y para 1621 (15), según Domingo Lázaro de Arregui, Tlajomulco era el más grande pueblo de Nueva Galicia.
El siglo XVIII fue definitivo en la historia del convento, pues pasó del mayor esplendor a la ruina y el desuso mientras se sucedían alrededor de 8 frailes en el cargo de guardián; en efecto, en 1702 (16) el monasterio se transformó en casa de estudios de Teología Escolástica y Moral al tiempo que el pueblo había crecido hasta alcanzar más de 2,200 habitantes. En 1776, 1777 y otros años (17) se presentaron graves sismos que acabaron con el convento; en 1785 (18) sólo quedaba un hermano franciscano en el poblado y dependía del convento de Santa Anita; en 1795 (19) se secularizó la parroquia y pasó a formar parte del grupo de sus similares sujetas al entonces obispado de Guadalajara.
El edificio llegó al siglo XIX con graves deterioros y con sectores enteros casi en ruinas; la nave del templo, que era lo mejor conservado hasta entonces, estaba cubierta con viguerías de madera en sus tres naves. En 1878 (20) el párroco Francisco Valadez comenzó una serie importante de trabajos que terminarían mucho después. Lo primero que hizo el Padre Valadez fue sustituir las techumbres por las bóvedas de cañón que aún se conservan en el inmueble.
Al presbítero Flaviano Ramos Vázquez (1894-1969) (21) se debe la actual apariencia de la parroquia; él encabezó la transformación que dotó al templo, entre otras cosas, de las dos torres, altar mayor, decoración y otros arreglos en el interior; en los exteriores las obras incluyeron al atrio y al conjunto anexo en el que se imparten diversas enseñanzas así como la actual casa cural. En octubre de 1950 (22) el Arzobispo de Guadalajara, Dr. José Garibi Rivera consagró la nueva iglesia.
Como el convento era de adobe, es posible que ninguno de sus restos estuviera en condiciones de ser reutilizado en la época en que el Padre Valadez inició la primera intervención en el conjunto. A él mismo debe haberle correspondido remozar, o terminar, el anexo situado al sur; en ese recinto, construido probablemente durante el siglo XIX, estuvo instalada la casa cural antes de ocupar el sitio en que hoy se encuentra. La intención que animó la actividad constructora que se vivió en el templo en tiempos del Padre Ramos no excluyó la posibilidad de rescatar algunas de las piezas sobrevivientes del antiguo monasterio. Nada se encontró de manera que hoy no forma parte del conjunto ningún recuerdo del convento comenzado a mediados del siglo XVI:
4.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
La fachada principal de la parroquia es su elemento exterior más destacado. La escasa anchura de la calle que da acceso al conjunto, lo mismo que las dimensiones -horizontal y vertical- de su paramento frontal, impiden la participación de otros elementos en una primera perspectiva. Las entradas al atrio coinciden con el remate de una calle peatonal de manera que, visualmente, continúan un amplio espacio abierto hasta el pórtico del templo. El área atrial, que es casi un cuadrado en planta, está resuelto con un pavimento en el que se dejaron libres cajetes que protegen a un número considerable de cipreses. El alineamiento y la verticalidad de estos árboles producen una serie tal de efectos y de sombras, que, desde el medio día y hasta la tarde, se podría decir que aislan de las circulaciones exteriores a todo el recinto religioso.
La fachada se compone de la portada y de las dos torres que la flanquean. Un pórtico de elevada altura pero un tanto estrecho hace las veces de marco de la portada; se le resolvió con un frontón triangular que aloja un reloj y que ocupa la parte central de un largo entablamento soportado por columnas en las que se recrearon proposiciones del orden clásico corintio; las columnas no arrancan del piso sino de unos basamentos cuya altura rebasa con mucho la estatura de una persona. El tratamiento a los integrantes del sistema estructural se debe, aparentemente, a la voluntad de conservar las relaciones proporcionales entre las partes de los componentes.
La portada propiamente dicha es el muro que limita el espacio interior, en él se abrieron tres puertas que coinciden con los ejes de las naves interiores; aunque las tres fueron compuestas con los mismos elementos, a la central se le dio una altura ligeramente mayor que la jerarquiza. Los vanos de acceso son arcos de medio punto delimitados por un par de columnas que reciben un pequeño entablamento arriba del cual se encuentra, en cada caso, una ventana rectangular vertical enmarcada y rematada con un frontón también triangular proporcionado al ancho de la puerta.
Es ostensible, pues, que el diseño exterior del conjunto acusa influencias originadas en la escuela neoclásica que se propagó por algunos estados del país a principios de este siglo. En las torres de esta iglesia, sin embargo, se advierte un cierto grado de eclecticismo en la solución particular de los remates. Después de sus basamentos, los campanarios constan de dos cuerpos de planta cuadrangular; los vanos -cuatro en cada cuerpo- se forman con arcos de medio punto; sobre los del tramo alto se dispusieron otros frontones que comparten la función plástica de remates con unas bóvedas de cuatro secciones inclinadas y un último elemento sobre el que se apoya una cruz. Por efectos de perspectiva son visibles las caras interiores de los muros de los campanarios a través de sus propios vanos. No deja de ser un contraste la coexistencia de tabique aparente por dentro con la calidad de capiteles, columnas y aplanados por fuera.
El interior del templo está organizado en base a su planta basilical de tres naves; las cubiertas son de bóvedas de medio cañón corrido que rematan en muros excepto la central que termina en una cúpula de tambor redondo que se desplanta sobre la zona central de una bóveda de arista. Las naves están delimitadas por dos danzas de arcos de medio punto soportados por pilares de sección cuadrada y por un cornisamiento a manera de entablamento que recorre las partes altas de ambas ar querías. El coro ocupa íntegro el primer tramo extendiéndose por el ancho de las tres naves; sus apoyos son también los pilares, a los que unen arcos rebajados cuyo paño superior se utiliza para recibir un barandal de madera. El órgano ocupa el área central de la nave principal. Los muros laterales no son ciegos; coincidiendo con cada uno de los arcos del interior se abrieron ventanas rectangulares terminadas en arcos rebajados; las ventanas son posibles en la medida en que el edificio no se encuentra confinado entre otras construcciones; la iluminación que producen, por estar abiertas al norte y al sur, crea los más interesantes efectos en las naves.
El altar mayor es el límite físico y visual de la nave principal. Está respaldado por un conjunto que hace las veces de retablo; es éste un elemento de dos cuerpos compuestos utilizando rasgos neoclásicos como columnas, capiteles y cornisas, pero cuyos acabados finales, incluido el entablamento curvo en el que, a modo de nicho, se aloja una imagen de la Virgen de Guadalupe, transformaron la composición gracias a una decoración a base de molduras y relieves de argamasa que se repiten por todo el ámbito interior del templo. La ornamentación, que además incluye las aristas de la bóveda del presbiterio y el anillo sobre el que se forma el tambor de la cúpula, tiene orígenes estilísticos y conceptuales muy diversos pues los paños comparten lo mismo grutescos que roleos, cintas y representaciones de vegetales. El color dominante en la pintura interior es el verde; el pavimento, por su parte, se acabó con piezas claras y oscuras alternadas, de manera que algunos ángulos del recinto ofrecen una cierta confusión a la que se suman los candiles de la nave central y los focos aparentes de las laterales.
El espacio a cubierto se proyectó y se realizó con la intención manifiesta de ser suntuoso. Los límites fueron establecidos seguramente por los recursos económicos y arquitectónicos; la mayor parte de los efectos espaciales se lograron gracias a la profundidad y longitud de las naves y a los distintos grados de intensidad de la luz que penetra por las ventanas. Dos de esos efectos son los siguientes: el remate de la nave lateral sur y el altar de la capilla lateral conocida como del Calvario. En este último local, situado dentro del basamento de la torre sur, se conserva un Cristo de excelente calidad.
Forma también parte del conjunto el grupo de dependencias situadas al sur del templo; son varios espacios vinculados entre sí por andadores a cubierto que limitan un patio. Ocupan el terreno en que debe haberse asentado el convento, edificio del que no es identificable ninguno de sus elementos. Esta construcción anexa sirvió para alojar la casa cural y las oficinas de la parroquia durante mucho tiempo; en épocas recientes se ha destinado a ser la sede de algunas actividades parroquiales que requieren aulas, bodegas y otros servicios y que, alrededor del patio jardinado, se desarrollan ahora en un sitio difícilmente mejorable.
5.-OBRAS REALIZADAS
Después de la consagración de la iglesia en 1950 no se han realizado obras estrictamente hablando. Se han practicado, eso sí, diversos trabajos de mantenimiento que no han alterado, en manera alguna, las formas, las soluciones y los espacios que quedaron incluidos durante la vida parroquial del Padre Flaviano Ramos.
Los varios cambios de uso en los anexos han motivado la realización de sucesivas adaptaciones de las que resultaron deterioros producidos por el uso normal más que por descuidos. Trabajos que se programen en el futuro, no sólo en los anexos sino en toda el área de la parroquia, tendrán que incluir revisiones al estado que guardan las cubiertas, así como a la conservación adecuada de las áreas exteriores.
Sobre las cubiertas cabe aclarar que en los primeros tramos de la nave central, han comenzado a aparecer fisuras longitudinales que requieren pronta atención pues pueden, con el tiempo, llegar a crear zonas conflictivas y riesgosas.
Realizado por: Arq. José Rogelio Alvarez.- Dic. 15, 1983.
6.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
(1) OROZCO, Luis Enrique.- Iconografía Mariana de la Arquidiócesis de Guadalajara.- Tomo I, p.170.- Guadalajara, 1954.
(2) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.170
(3) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.170
(4) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.170
(5) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.170
(6) JIMENEZ, Jesús.- Antiguo San Francisco.- en Primer curso de información sobre Guadalajara José López Portillo y Rojas.- Edición del Departamento de Bellas Artes de Jalisco.- Guadalajara, 1975, p.166.
(7) Historia de Jalisco.- Edición del Gobierno del Estado de Jalisco,- Tomo I.- Guadalajara, 1980.- p.358 y 359.
(8) DAVILA Garibi, José Ignacio.- Apuntes para la Historia de la Iglesia de Guadalajara.- Tomo I.- Editorial Cultura T.G., S. A. México, 1957. p.275
(9) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(10) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(11) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(12) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(13) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(14) Directorio de los Templos del Arzobispado de Guadalajara.- Ediciones del Arzobispado de Guadalajara.- Guadalajara, 1983.- p.42
(15) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(16) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(17) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(18) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(19) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.171
(20) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.172
(21) Dato tomado de un monumento erigido en memoria del Padre Ramos ubicado en el ángulo sureste del atrio de la parroquia.
(22) OROZCO, Luis Enrique, op. cit. p.172
Inmueble de pertenencia
Nombre del Inmueble
Santiago Apóstol