Nombre del Inmueble
Virgen de la Asunción
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000334
Estado, Municipio, Localidad
Oaxaca > Tlacolula de Matamoros > Tlacolula de Matamoros (205510001)
Estudio Monográfico
Clave del estudio monográfico
MX-SC-DGSMPC-EM-000334
Contenidos
1.-ANTECEDENTES E HISTORIA
La forma nahuatl de Tlacolullan podría significarentre el varejonal (o entre lo muy lleno de varas) o derivarse de la expresión Tlacololli, cobre o cosa torcida, resultando lugar de cosas torcidas (1).
En el valle de Tlacolula, en torno a Tlacolula, Matatlán y Mitla, se encuentran algunos de los asentamientos más antiguos del valle de Oaxaca. Del estudio de los restos cerámicos podría desprenderse que estuvo habitado desde la época de Monte Albán I (500 a 300 a.J.C.) por una raza mixteco-zapoteca. El valle se convirtió en un corredor de conexión entre el altiplano y el sureste, por lo que sus pueblos hubieron de transformarse en fortalezas defensivas contra los invasores hacia los siglox XIV y XI (2). El caso más elocuente en ese sentido es el de Yagul, no lejos de Tlacolula, con su famoso conjunto de siete patios y su imponente acrópolis defensiva. Por todo ello, la región de Tlacolula fué una zona de tráfico comercial importante.
El asentamiento colonial se fundó en 1560 sobre una colina de 1650 metros sobre el nivel del mar, en una excelente situación enmedio de su grandioso valle. Tlacolula fue en principio pueblo de visita, dependiente de Teitipac. Por esa época los religiosos dominicos levantaron en el lugar una primera iglesia de adobe y paja. Desde un principio, la iglesia estuvo dedicada a la Asunción de la Virgen. A comienzos del siglo XVII, Tlacolula funcionó como doctrina sujeta a Teotitlán, desde donde iban los frailes a celebrarles misa domingos y festivos, a bautizar y a predicar.
En tiempos de Burgoa la población se componía de 200 vecinos en su mayoría comerciantes ricos, con su propio corregidor que apoyaron la reconstrucción del templo en cantería y bóveda suntuosa, adornándola con ricos retablos, hermosos ornamentos de plata, candelabros, coronas, incensarios y otros utensilios, para el culto (3) y promoviendo la construcción de la capilla anexa de los mártires o del Santo Cristo de Tlacolula, fuertemente influida por el espíritu zapoteca, que le imprimió un carácter a la vez dramático y lleno de riqueza a la imaginería de la bóveda.
A principios del siglo XIX, Tlacolula tenía el rango de cabecera municipal y parroquial y peteneció junto con Mitla, al primer partido de Teotitlán del Valle, en el seno de la organización de 18 partidos, gobernados por subdelegados, en que se dividía el estado de Oaxaca. (4)
En memoria del destacado papel que desempeño Don Mariano Matamoros en la toma de Oaxaca durante la guerra de independenia, el poblado lleva hoy el nombre de Tlacolula de Matamoros. Además, durante la época de la intervención francesa, Tlacolula fué tomada por Félix Días, hermano de Don Porfirio. (5).
El 4 de mayo de 1933 el conjunto fue declarado monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropologia e Historia.
En 1950 el comité pro-reconstrucción del templo católico de Teitípac, perteneciente al ex-distrito de Tlacolula, solicitaba restaurar el templo de la Asunción, por los daños causados por los temblores.
La devoción al Cristo de Tlacolula sustentó durante varios siglos la tradición de mantener prendidas cientos de veladoras y cirios tanto en la capilla como en el templo principal. Ante el peligro que portaba el enegrecimiento y ahumado de los relieves y pinturas, que aún es patente en la bóveda de La Asunción, el Departamento de Monumentos Coloniales del INAH dirigió una petición de no encender veladoras en la capilla del Santo Cristo, posiblemente la pieza más valiosa del conjunto. (6 )
En 1950, durante unos trabajos de pulido interior en la capilla del Santo Cristo, fue descubierto un tesoro en objetos religiosos, que había estado oculto durante 45 años, al parecer esconido por el sacristán, el párroco y un reducido número de personas que se propusieron protegerlo del saqueo, hacia 1914. Entre las joyas, extraídas el 22 de septiembre de 1950, ante el representante de la Secretaría del Patrimonio Nacional en Oaxaca, el sacerdote, el comité parroquial y el jefe de la Oficina de Hacienda, se encontraba crucifijos de oro y plata, candelabros y blandones de plata, coronas rosarios, jarras, atriales, floreros y misales de gran valor.
En 1965 desaparecieron las juntas vecinales y los templos quedaron a cargo de los sacerdotes y ministros encargados. Ese año se hizo entrega a la nación, y se encargó a la Dirección de Bienes Inmuebles, de los bienes pertenecientes al templo de Tlacolula, nombrándose un patronato para ciudarlos. El 14 de Septiembre del mismo año resultó muy afectada la nave mayor de la Asunción por los temblores habidos; se cuarteó la bóveda y el arco central, el cañón y la base del piso. También en la capilla se agrietó el cañón central y los arcos. Después del estudio de los daños se procedió a la reconstrucción del monumento.
En tlacolula se celebra tradicionalmente la fiesta del Rosario, con romeros en traje regional, peregrinos, comerciantes y ganaderos del valle. Es la costumbre asistir a la iglesia, a la partida, peleas de gallos y carreras de caballos, mientras se escancia mezcal. La feria duraba antiguamente ocho días, y a su término se solía ir a esperar a los viajeros hasta el pueblo de Santa María del Tule, donde se comía mole negro y se regresaba al caer la tarde.
2.-EMPLAZAMIENTO
La villa de Tlacolula se encuentra en el Valle del mismo nombre, uno de los tres que forman los llamados Valles Centrales que se abren entre la Sierra Madre de Oaxaca y la Sierra Madre del Sur. Los otros dos son el Valle de Etla y el Valle Grande, y entre todos forman una especie de gran y griega, cuyos brazos convergen en la Ciudad de Oaxaca.
En el Valle de Tlacolula se encuentran algunos de los sitios arqueológicos e historicos más importantes de Oaxaca, como Mitla, Yagul, Dainzú, Lambityeco, Teotitlán, Tlacochahuaya y la propia villa de Tlacolula, situada a unos 50 Km. de la Capital del Estado, sobre la carretera Panamericana.
Tlacolula tiene una extensión aproximada de 15 Km². Su traza sigue una retícula ortogonal, pero dista mucho de ser regular. En parte, porque el río que cruza al poblado de oriente a poniente sigue un curso sinuoso, y también, porque las manzanas en la parte central del pueblo son más pequeñas que las que hay en sus márgenes.
El conjunto que forman el templo de la Asunción, la Capilla del Señor, el claustro, el curato y el atrio, ocupa una manzana de 72 x 120 metros. Enfrente del recinto religioso, al poniente, hay un jardín con un kiosko de fierro colado al centro. Dos de los lados de esta plaza están aportaladas. Más adelante, en una de las contraesquinas, sobre Av. Juárez, hay otra plazuela con varias accesorias. En las inmediaciones del templo hay algunas escuelas, y buena parte de las construcciones circunvecinas son de uno o dos niveles, con grandes paramentos aplanados, perforados por vanos con portones, o con balcones enrejados.
3.-DESCRIPCION ARQUITECTONICA
El atrio ocupa más de la mitad de la manzana donde se encuentra el templo de la Asunción. Sus grandes dimensiones, la presencia en su interior de cuatro capillas posas, la robusta barda atrial que lo delimita, y las portadas atriales que le sirven de ingreso, son indicios seguros de que este recinto fué edificado en el siglo XVI, cuando la actividad evangelizadora, que buscaba convettir al cristianismo a las masas indígenas, encontró en atrios como éste la respuesta a mucho problemas prácticos y simbólicos relacionados con la organización del espacio comunitario.
Un grabado de la Retórica de Fray Diego de Valadez, de 1579, describe toda la gama de eventos que las ordenes mendicantes podian escenificar en un atrio: desde la celebración de misas, comuniones, bautizos y oficios de difuntos, hasta la impartición del catecismo y la doctrina, la preparación para los sacramentos, las confesiones y la penitencia. (7) Había también procesiones con imágenes de santos que se posaban transitoriamente en las capillas de las esquinas (de ahí su curioso nombre de capillas posas) lo que a su vez daba lugar a caminos procesionales por todo el perímetro interior del atrio. Finalmente, el atrio era también escenario de autos sacramentales y pastorelas, que dieron origen a lo que después serían los inicios del teatro colonial en la Nueva España. Era, sin duda, una forma de sincretismo y continuidad entre la liturgia de masas en los espacios edificados prehispánicos al aíre libre, y la reinterpretación de los mismos elementos que los misioneros efectuaron en los primeros tiempos del virreinato.
En Oaxaca no se alcanzaron los niveles de sofisticación a que llegaron las soluciones de atrios, capillas abiertas y capillas posas en el centro del país, por ejemplo en Acolman, en Atlatlaucan, o en Huejotzingo. No obstante, los ejemplos de Tlacolula, Tlacochahuaya, Mitla y Teotitlán, si bien construidos en la segunda mitad del siglo XVI, parecen confirmar que, justamente en las zonas de mayor presencia indígena, los grandes atrios eran indispensables.
En el caso que se comenta, las capillas posas son sencillas, la barba atrial ha perdido algunos de sus pilares pequeños o almenas, y las portadas atriales son muy simples. Una cruz de atrio metálica substituye a la cruz labrada que debe haber existido. No obstante, el recinto atrial constituye un espacio significativo, arbolado como está que prepara el ánimo para ingresar al templo.
El volumen del templo se adelanta un poco hacia el atrio. La nave está orientada en forma ortodoxa, de poniente a oriente, y consta de tres tramos. En el primero va el sotocoro con una singular estructura reforzada con dos arcos perpendicularmente dispuestos al gran arco escarzano que cubre el claro de 13 metros de la nave. El coro alto va cubierto con una bóveda vaída que se prolonga en cuatro triangulos concavos o pechinas hacia las esquinas. El siguiente tramo es la nave propiamente dicha, y fue cubierta con bóveda semicilíndrica, sin arcos ni pilastras intermedios. Un arco fajón transversal a la nave, separa al segundo tramo del tercero, donde hay una cúpula hemisférica, con pechinas y linternilla. Sobre el muro del fondo de la nave hay todavía un nicho en forma de ábside donde va el retablo mayor.
A la mitad del trayecto de la nave, del lado derecho, se encuetra una hermosa reja de hierro forjado, que guarda el ingreso a la Capilla del Señor de Tlacolula, dispuesta transversalmente al sentido de la iglesia principal. La capil la cuenta con un angosto coro de estructura de madera dispuesto sobre el ingreso desde el templo, y su nave consta de cuatro tramos estructurales. En el primero están los ingresos desde el templo y desde el atrio, y va cubierto, igual que el segundo y el cuarto tramos, con bóvedas semicilíndrica de cañón corrido. En el tercero, en cambio, hay un pseudo-crucero, formado por una cúpula gallonada que se apoya en un tambor de planta octagonal. Esta descansa a su vez en cuatro arcos torales y cuatro pechinas, que conducen toda la carga hacia las pilastras de las esquinas, formadas por haces de columnas toscanas, estriadas y doradas. La ilusión del pseudo-crucero la dan dos brazos transversales, cortísimos, cubiertos con cañón corrido. Toda esta disposición, y la riqueza del trabajo de yeserías recuerda a la capilla del Rosario anexa a Santo Domingo de Oaxaca, solo que aquí hay elementos singulares en su acabado que merecen destacarse.
Está en primer lugar el carácter manierista-tardío de la decoración de las bóvedas de cañón. Su intrincado diseño de entrelazos parecería dar la razón a Hellendoorn, quien ve en muchas de las manifestaciones del barroco mexicano ecos tardíos del manierismo renancentista nórdico europeo. (8) En la adopción de esas formas habrían tenido mucho que ver los manuales y tratados de pintura, escultura y arquitectura impresos en los Países Bajos, que se conocieron bastante en la Nueva España. Pero esto es solo una parte de la explicación. La otra, tal vez radique en que tanto el manierismo nórdico como el sincretismo virreinal compartieron la misma vena fantástica, surrealista. Esto es especialmente cierto en la Capilla del Señor de Tlacolula, donde las yeserías de las bóvedas descienden por las paredes y las pilastras y asumen las formas más sorprendentes. Bajo el coro, dos mártires decapitados sostienen sus propias cabezas en las manos, mientras que en los muros laterales de la nave, ángeles de estuco y figura de dominicos emergen del decorado. Otros se encuentran en el tambor de la cúpula, y cuatro arcangeles ocupan su lugar en las pechinas. La decoración de estuco desciende incluso sobre los muros de los brazos cortos del pseudo-crucero. En el del lado izquierdo, por ejemplo, hay dos figuras de mártires notables por la postura atormentada de sus cuerpos desnudos.
Lo más importante es, sin embargo la profusión de espejos que hay en esta capilla. Su presencia no es gratuita si se piensa en que el espejo humeante, el espejo de obsidiana, era uno de los atributos de Tezcatlipoca, una deidad-mártir del panteón mexica, a quien los indígenas, en ese sincretismo que todavía no acaba de desentrañarse del todo, identificaron en los primeros tiempos de la evangelización con el martir más importante del cristianismo, el propio Cristo. (9) Por eso es importante ver en ésta capilla llena de alusiones al martirologio, dedicada al -Señor de Tlacolula, saturada de espejos ahumados por el efecto de cientos de veladoras que todavía hasta hace poco traían los devotos, un ejemplo notable de cómo toda una época del proceso de aculturación novohispano cristalizó en los fantásticos decorados de estuco ue la han hecho famosa.
Lo curioso es que toda esta riqueza interior se haya concentrado en la capilla anexa y no en el templo principal. El propio exterior de la capilla es sumamente sobrio, y no hay ningun elemento en la fachada que permita imaginar la explosión de formas que ocurre adentro. La misma fachada principal del templo es muy d iscreta. Los campanarios son, quizá, su rasgo más popular, el más alegre, con sus 16 pilastras en cada torre, decoradas con rombos, y sus cupulines de azulejo.
La portada principal también es muy sencilla. Consta de tres cuerpos y un remate. En el primero solo existe el vano de ingreso formado por las clásicas jambas y un arco dovelado de medio punto, y flanqueado por sendas pilastras de capitel corintio. Una cornisa simple separa el primero del segundo cuerpo, donde el arco de medio punto de la ventana del coro se alza sobre dos pilastras. A los lados, dos medias muestras estriadas y un breve capitel apoyan otra cornisa, y fuera del cuerpo principal de la portada, hay dos pares de nichos practicados directamente sobre el muro de fachada, que están vacíos. El tercer cuerpo repite la misma disposición, solo que en vez de la ventana del coro hay un nicho central, y dos nichos fuera del cuerpo de la portada, también vacíos. El remate es un frontón que aloja al centro un último nicho, y un cuadrante flanqueado por róleos, en cuyo centro se dispuso la carátula de un reloj. Este parapeto fué agragado con posterioridad al imafronte, y rompe con la armonía de la composición, ya que compite con la altura de las torres. De no ser por esto, y por el hecho de que han deaparecido las figuras en los nichos dentro y fuera de la portada, la iglesia de Tlacolula competiría en estos aspectos más favorablemente con la de Tlacochahuaya, en donde se han conservado mejor los mismos rasgos.
4.-OBRAS DE ARTE
En la iglesia principal hay pocas obras de calidad extraordinaria. El retablo mayor, incurstado en el nicho del ábside, es de madera pintada con filetes dorados, muy al estilo de los retablos neoclásicos del siglo XIX. Sobre el alto banco se levantan cuatro columnas de fuste liso y capitel corintio, que dejan un espacio central donde va una vitrina con la imagen de la Patrona del templo, y dos espacios laterales con peanas, que hoy sirven para apoyar floreros. El entablamento lleva friso decorado con guirnaldas y resalto en la parte media, y sobre su cornisa se levanta el remate de medio punto, donde hay un nicho central con la figura del Niño Jesús, flanqueado por dos cortas pilastras con motivos de guirnaldas a los lados. En la parte superior, un frontón quebrado de peril curvo se levanta sobre el entablamento, y aloja en el centro a un medallón con el monograma de la Virgen, de donde sale una gloria o resplandor.
Pero donde las obras de arte y los bienes muebles se concentran en grandes dosis de calidad es, nuevamente, en la Capilla del Señor. Aparte de la reja de acceso y las decoraciones y figuras de estuco a las que ya se ha hecho referencia, en su recinto se encuentran obras singulares de pintura, escultura y artesanias.
El retablo-camarín principal es relativamente moderno, y carece de interés, pero en cambio, en los brazos del pseudo-crucero hay sendos marcos-retablo de estilo rococó, con un nicho central flanqueado por tres medallones pintados. Por otra parte, frente al ingreso desde el exterior hay otro retablo de gran belleza, elaborado en el transito de los siglos XVII al XVIII. Tiene una vitrina central, con perfil de medio punto, en cuyo interior va una figura de la Virgen. Las dos columnas que la flanquean, apoyando al arco, son de fuste salomónico con decoración vegetal. Lo mismo ocurre con las otras cuatro, más robustas, que dividen el primer cuerpo en tres partes, dejando de esta manera sendos espacios laterales. En ellos existen do excelentes cuadros con figuras de cuerpo entero de un santo y una santa. Arriba del entablamento, decorado también con motivos foliáceos, hay un recuadro con una cruz en relieve, y a los lados, sendos medallones.
Hay otros cuatro cuadros de gran calidad en los muros de la nave. Del lado izquierdo se pueden apreciar uno con el martirio de San Sebastián, y otro que muestra a un principe de la iglesia, probablemente San Pedro, investido por la Santísima Trinidad.
La descripción de obras de arte sería incompleta si no se hace mención de las artesanías: aparte del labrado en la viguería del coro, están los trabajos de fierro forjado, como el barandal del propio coro, o el extraordinario púlpito, del lado derecho del pseudo-crucero.
Algo que también da cuenta del elevado nivel al que llegó la ebanistería colonial son las bancas adosadas a los muros laterales, cuyos respaldos se labraron siguiendo una elegante curvatura, con caprichosas formas barrocas.
5.-NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
NOTAS
1) Esteva, Cayetano: Op. cit. pag. 374.
2) Robles García, Nelly y Moreira Quirós, Alfredo: Op. cit. pag.
3) Arroyo, Fray Esteban: Op. cit. pag. 223.
4) Robles y Moreira: Op. cit. pag.
5) Iturribarria, J.F.: Op. cit.
6) Legajo No. 18598. Archivo Sed
ue
7) Mc. Andrew, J.: Op. cit. pag. 194.
8) Hellendoorn, F.E.: Op. cit. pag. 102-104.
9) Alvarez, R: Op. cit. pag. 77-78.
BIBLIOGRAFIA
Alvarez, José Rogelio (editor): Enciclopedia de México, Tomo 12. México.
Archivo Sedue: Legajo No. 18598
Arroyo, Fray Esteban: Los Dominicos, forjadores de la civilización oaxaqueña. Imprenta Oaxaqueña. México, 1961.
Burgoa, Fray Francisco: Geográfica descripción. A.G.N., México, 1934.
Esteva, Cayetano: Geografía histórica del Edo. de Oaxaca. Tipografía San Germán Hnos. Oaxaca, 1913.
Gay, José Antonio: Historia de Oaxaca. Edit. Porrúa, Sepan Cuantos No. 373, México, 1982.
Hellendoorn, Fabienne Emilie: Influencia del manierismo nórdico en la arquitectura virreinal religiosa de México. UNA. Delft (Holanda)
Iturribarría, Jorge Fernando: Oaxaca en la historia. Edit. Stylo. México, 1955.
Mc Andrew, John: The open-air churches of sixteenth- century México Harvard University Dress. Cambridge, 1965.
ELABORO: ARQ. ALBERTO GONZALEZ POZO
FECHA: 1986.
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Virgen de la Asunción