Los orígenes de esta capilla se remontan al siglo XVII, siendo uno de los templos más antiguos de Guanajuato que no hayan sufrido transformaciones o reconstrucciones a lo largo de su historia. Desde su origen fue construida para venerar la imagen del Cristo de Gutiérrez -escultura de caña de maíz propiedad de un individuo del que posiblemente tomó el nombre distintivo- y que dada su cercanía con la Capilla de San Sebastián, la historia de ambas construcciones se unifican en algunas épocas.
No obstante la importancia histórica del edificio, el templo no posee culto regular, en parte por lo reducido del número de fieles y por la cercanía de la iglesia de San Sebastián que sí ofrece actos regulares. En la actualidad únicamente se utiliza para eventos y reuniones de algunas cofradías instaladas en el barrio, mismas que son las encargadas de su mantenimiento y decoro.
La planta de la capilla acusa lo temprano de su construcción, puesto que está formada por una sola nave con ábside ochavado, característica de las primeras edificaciones religiosas del virreinato. Toda la nave está cubierta con una viguería de madera que sostiene el terrado, lo que también señala la antigüedad del edificio. Es preciso señalar que todavía se conserva el friso de pintura mural que rodea el perímetro de la nave bajo las vigas, donde se representaron múltiples relieves vegetales.
La portada posee una composición muy sobria, presentando la tradicional articulación de pilastras toscanas sin relieves que flanquean la puerta en vano de medio punto; sin embargo, la sencillez de su diseño no muestra ningún elemento de riqueza ornamental, acaso sea la ventana coral de evidente manufactura popular, que posee la forma de óculo mixtilíneo dentro de un marco polilobulado, el componente más interesante del conjunto.
