La capilla del hospital de la Inmaculada Concepción se ubica barda de por medio del templo parroquial de San Lorenzo, a un costado de la plaza principal que ocupa lo que fue el antiguo atrio.
El acceso llamado por los purépechas kamban hatakua está conformado por dos altos muros que enmarcan en el cuerpo inferior el portón de acceso y en el superior el campanario; el entrepiso es de tablones de madera y se protege por un balcón de madera torneada. La cubierta es de vigas y fajilla sobrepuesta.
El atrio conocido como andah-chukua cuyo significado es lugar abierto o "hasta el rincón", es un espacio despejado y carente de vegetación con piso de tierra suelta, que se encuentra comprendido entre lo que fue la Huatapera y el Iuritzio. Carece de cruz atrial y de torre, elemento éste último inexistente en la mayoría de los hospitales purépechas, haciendo las funciones de esta última.
Parte del predio ha sido invadido por los vecinos quienes a cambio de sus funciones gratuitas como kéngis, se han apoderado de algunas porciones como pago al año de sus servicios requeridos durante su guardianía, quedando así el terreno frontal y el huerto reducidos a su mínima expresión; quedando este último segregado en su totalidad del conjunto.
La fachada es un paramento liso rematado en frontón siguiendo la pendiente a dos aguas de la cubierta, de igual modo que el resto de los muros exteriores está cubierta con enjarre de topure. La portada consiste en un arco de medio punto desplantado de impostas soportadas por jambas, bastante moderno, sobre el cual se ubica una pequeña ventana cuadrada.
La nave colocada paralela al templo principal del pueblo es de planta rasa, rectangular ubicada oriente, poniente con el acceso en este último punto, está formada por muros de piedra volcánica adheridos con mezcla de topure, enjarrada tanto por el exterior como por el interior, en este último están protegidos por pintura a la cal; en blanco con guardapolvo almagre.
El piso es de barro en losetas, sube hacia el presbiterio en donde apoyado sobre el muro testero vemos un altar de características barrocas con el clásico colorido a base de pigmentos de tierras propio de la imaginería tarasca; sobresale en el nicho superior la espléndida imagen de San Gabriel Arcángel, sobreviviente de la intervención agrarista, gracias al valor de los vecinos que protegieron a través del gobierno indígena el inmueble que desde tiempos de don Vasco les fue dado en custodia.
Destaca en el interior de la nave, la techumbre interior, formada por tablones colocados sobre cerchas de madera con doble batea en los extremos y cañón central que podemos describir como artesón, nombre que desde fines del siglo XVIII dan los indígenas a este elemento arquitectónico. Está decorada con pinturas al temple representando la letanía lauterana acompañada de textos para hacerla más comprensible; por sus características nos inclinamos a pensar que fue decorado por el mismo artista que decoró la gran batea de Quinceo, pues tanto los símbolos como algunas escenas se repiten en ambos artesones. Al pie de la nave se encuentra un reducido coro, al que se ingresa a través de una escalera marinera conocida también como de desván, está soportado por una sola viga tirante que sale al exterior atravesando los muros, igual que los tirantes para ser fijada por un clavo de madera en estaca. La cubierta que protege el artesón es de vigas simulando par y nudillo con pendientes a tres aguas, llamada en la cr ónica del siglo XVIII como de triángulo, sobre la viguería se colocó fajilla de madera y recubrimiento de teja.
La Huatapera, conocida como "el Hospital", se ubica al poniente de la nave, atrio de por medio y consiste en una crujía corrida de dos habitaciones separadas por un muro; hecha en mampostería de piedra volcánica, carece de aplanados interiores, mientras los exteriores están recubiertos de enjarre de lodo, el piso todavía es de grandes tablones sobre vigas perpendiculares formando una tablazón irregular que se repite en el techo, que se protege por el exterior por una cubierta a dos aguas de fajilla y teja; al frente se encuentra un portal de columnas de madera que soportan una viga madrina en la que se apoyan las vigas en las que descansa el tapanco.
En el paramento de la fachada vemos un arco de acceso de medio punto sobre anchas jambas molduradas de indudable factura del siglo XVI hecho en cantera rosa tallada, con el diseño propio de los usados en la arquitectura de la evangelización. Actualmente continúa usándose como escuela, a la cual fue destinado durante el agrarismo. Es uno de los pocos Hospitales construidos por el clero que sobrevivieron a la demolición decretada a fines del siglo pasado. El estado general del conjunto es bueno.
