Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-003691
Nombre del Inmueble
La Asunción
Periodo legal del inmueble
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVIII
Siglo de creación
Antecedentes históricos
La capilla que estuvo dedicada a La Asunción muy probablemente formó parte de una comunidad agrícola o ganadera que sirvió a una hacienda o a otra instalación suburbana del área de San Andrés Chiautla. La intención de consolidar un barrio -o un poblado- no prosperó, la capilla cayó en desuso y finalmente fue abandonada sin que su influencia alcanzara para disponer una plaza, un espacio abierto o una referencia que evocara a la localidad.
La obra, en esa virtud, se encuentra entre campos de cultivo y extensos terrenos que, como varios otros sus vecinos, están a la espera de ser convertidos en fraccionamientos o en expansiones de las zonas habitacionales del suroeste de Texcoco. Sólo una barda ciega, varias decenas de metros atrás de la capilla, sugiere la permanencia de algunos vecinos. Por lo demás, este edificio está aislado y lo que podría considerarse como su predio ya fue urbanizado, es decir, ya tiene límites y guarniciones aunque todavía no se han pavimentado las calles.
Desde luego no hay atrio, ni límites ni diferencias entre unas zonas y otras de los terrenos aledaños a la iglesia: los únicos signos de vida son, paradójicamente, los que se advierten en el cementerio que muy recientemente ha sido organizado en lo que muy bien pudo ser el atrio de la capilla. Muchos de los sepulcros, en efecto, son tan recientes que varios de ellos proceden de la segunda mitad de 2005.
La capilla, así, se encuentra en un terreno del que parece que alguien -o la autoridad- ya dispuso. Es un hecho que la obra histórica está a un paso de desaparecer. Y más porque ya perdió el techo y los muros tienen ahora una expectativa de vida quizá de unos cuantos años.
A diferencia de mucho de lo que se ha observado en el área de las cercanías de Texcoco, esta obra fue construida básicamente con adobe, material de tierra que se apoyó sobre cimentaciones de piedra y que fue considerado como suficientemente fuerte para soportar una cubierta a base de vigas de madera y terrado.
Aún cuando las haya tenido, esta obra ahora debe comprenderse sin referencias, es decir, su trazo no corresponde a ningún tipo de relación que pueda conocerse. Así, y aislada, la obra puede observarse como el resultado de una planta en forma rectangular sencilla en la que los muros de adobe y los arcos que definieron los tramos de la estructura definieron el espacio interior. La construcción de adobe no es frecuente en la zona, de manera que la obra, abandonada y todo, es notable por ello y por la lección de utilización de sistemas constructivos que proporciona: en las fachadas laterales es más notable el trabajo de ese material pues a pesar de todo permanecen las evidencias de los aparejos, de los procedimientos de ensamble y de continuidad entre otros.
La fachada principal también fue lograda con adobe, pero de este material sólo se observan algunos restos debajo o junto a aplanados de cal que perduran con dificultades. Lo más interesante de la fachada, desde luego, es la portada que señalaba su acceso. El paramento frontal, en efecto, consta del cubo de la torre, del campanario y de la portada. El cubo es un muro ciego en el que sólo se abre un pequeñísimo vano que ilumina su escalera, y el campanario ocupa una torre de un solo cuerpo y de planta cuadrangular que parece haber sido agregado al conjunto durante la segunda mitad del siglo XIX.
La portada es algo más que el muro que contenía a la nave: se trata, sí, del muro principal, pero también de una obra de arte que incluye una composición que vincula la puerta -ahora tapiada-, una minúscula ventana de coro y un nicho a manera de remate. La pieza es de argamasa y está soportada por una estructura diferente de la del muro -y de la que está desprendiéndose-; consta de un arco de medio punto que va flanqueado por dos pilastras adosadas y escalonadas que soportan un pequeño entablamento que directamente apoya la ventana de coro. En los extremos las pilastras continúan hacia arriba para resolverse en pináculos de un tipo más bien primitivo. Sobre la ventana del coro, pero sin llegar a las zonas de los remates de las pilastras, corre un entablamento de argamasa que lo mismo incluye dentículos que molduras a las que se encargó resolver la presencia de una cornisa. El friso de ese elemento lleva ornamentaciones vegetales muy próximas en su diseño a las que aparecen en las enjutas del arco de acceso. En la parte alta de la portada preside un remate que debió ser curvo y en cuyo centro se abre un nicho terminado en concha que va vacío. De toda la pieza debe destacarse, sin duda, la imagen de un ángel que custodia la clave del arco.
La iglesia no tiene acceso pues la puerta fue tapiada. La única manera de atisbar en lo que fue su interior consiste en subir la escalera exterior que conducía al coro y abordar el ancho del muro lateral sur. La nave, desde esa perspectiva, ofrece un panorama desolador pero aleccionador: ya no tiene techos ni pavimentos: a los primeros los sustituye el cielo y a los segundos una abundante hierba que ahora combina basura y otros desperdicios. Perduran, esos sí, los arcos que definieron los tramos de la estructura: esos elementos terminan en una curva que sugiere que la cubierta fue resuelta a base de bóvedas ligeras, condición que puede casi confirmarse si se observa que los muros no llevan mechinales u otras previsiones para recibir un tipo distinto de techumbre.
Del presbiterio no sobrevive sino una ampliación de la parte baja del muro testero, un componente que quizá soportó algún mueble o arreglo a manera de retablo. Llama la atención, a pesar del estado del inmueble, que sobrevivan los arcos y que el triunfal lleve todavía los capiteles sencillos que deben haberlo caracterizado.
La obra también tuvo coro, espacio del que perduran sólo las astillas de una viga, el acceso desde la escalera que se adosó al muro sur y la puerta que comunica a la continuación de una escalera dentro del cubo de la torre de campanario. En lo que queda de ese local son ostensibles los recursos constructivos de los que se dispuso para lograr la estabilidad de los muros de adobe.
La antigua capilla también tuvo sacristía: de ella han quedado los muros que soportaron su estructura y por lo menos una puerta que ahora está tapiada. Se trata, como todo en el volumen, de una creación de adobe en cuyos muros apenas si son visibles los remates de esos paramentos, que fueron hechos con piezas de ladrillo.
La obra está, como se anotó, muy cerca de desaparecer. Para considerarlo así basta con tomar en cuenta que está cerrada y que ya no tiene cubiertas. Alarma, también, que la portada se ha estado desplazando y que el uso de los terrenos contiguos es una invitación a la demolición.
Planta arquitectónica (original)
Rectangular
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
Carretera Chiautla - Chiconcuac
Orden religiosa (original)
Diocesano
Responsable del levantamiento del inmueble
Fecha del levantamiento del inmueble
1 octubre, 2005