Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-003680
Nombre del Inmueble
La Natividad de María
Periodo legal del inmueble
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVII
Siglo de creación
Antecedentes históricos
La localidad de Coatepec, en el municipio de Ixtapaluca, es un pequeño asentamiento que debe haber sido seleccionado como sede de un convento por razones de su aislamiento. Se fundaron el pueblo y la estructura religiosa a la manera española, y la comunidad ha consumido mucho tiempo en el proceso de integración por el que ya pasaron muchos otros poblados en la zona.
Aún así, la iglesia ocupa el principal de los terrenos del conjunto frente a la también muy pequeña -y desdibujada- plaza que se ha dado la comunidad como un espacio común de varios usos. El predio de la iglesia, pues, es una extensa propiedad que incluyó varias dependencias de las que perduran las áreas construidas y, desde luego, el espléndido jardín en que se ha convertido el atrio.
El volumen de la iglesia corresponde, como se ha anotado, a los esquemas de composición de los conventos franciscanos y de otros institutos que hicieron célebre al siglo XVI: el templo al norte del convento y éste con portería accesible desde el atrio. Ese modelo ha perdurado aunque el costado norte del templo ha sido enriquecido con la anexión de dos volúmenes, uno de los cuales es una propuesta del siglo XVIII y el otro es un resultado de trabajos del XIX.
Como tantas otras obras de este tipo, y de otros, el complejo fue levantado básicamente con piedra de distintas variedades. El conjunto debe haber estado terminado con aplanados de cal y arena, pero una parte de sus paramentos ya fueron despojados de ese acabado mientras en otras áreas los enlucidos han sido víctimas de varios tipos de deterioros. Ello ha modificado las apariencias de las fachas y, desde ciertos ángulos, la volumetría de la obra.
La fachada principal, que es el único paramento que se conserva completo, es, además y por razones obvias, la más importante del conjunto: está compuesta -según se le puede ver de norte a sur- por los perfiles de la capilla de Santa Ana, el cubo y la torre del campanario, la portada de acceso y la portería del convento. Frente al volumen de la capilla más grande, y sobre la fachada también se encuentra un monumento funerario que se agregó a ese paramento hacia finales del siglo XIX. La iglesia presenta, como se anotó, el cubo de la torre, que es un volumen ciego, y luego el campanario propiamente dicho: se trata de una obra de dos cuerpos de planta cuadrangular profusamente ornamentada y resuelta de tal manera que en las esquinas se incluyeron ochavos de gran interés toda vez que llevan un espacio vacío -un vano- arriba del cual se encuentra un nicho en cada esquina. Los elementos verticales más destacados son columnas medias muestras que imitan los trazos de los apoyos helicoidales aunque las vueltas de los fustes apenas si están ingeniosa y sutilmente insinuadas con la aplicación de motivos decorativos de influencia vegetal.
La portada es una propuesta de calidad muy relevante por su apego tanto a las formas clásicas como a algunos rasgos que se han identificado como manieristas en la historia de la arquitectura en México. Es de dos cuerpos y no lleva remate: el primero de ellos inscribe a la puerta en un arco de medio punto con jambas y dovelas de cantera gris labrada y al que flanquean dos pares de columnas medias muestras en cuyos intercolumnios van nichos vacíos. Los capiteles de estos apoyos, que de alguna manera recuerdan el orden clásico dórico, soportan un entablamento al que se completó con cada uno de los elementos que tendría que llevar una pieza también clásica. Esas disposiciones fueron cambiadas en la solución del segundo cuerpo, en el que se abren dos ventanas de coro que flanquean un nicho en el que se conserva la imagen escultórica de la Virgen, una pieza muy interesante que ahora se encuentra en relativamente mal estado. Los apoyos de la estructura virtual del segundo cuerpo, que se sitúan en los extremos y entre los tres elementos anotados antes, también son columnas medias muestras que reciben un entablamento de dos niveles resuelto a base de molduras que terminan con la aparición de pequeños remates con forma de almena y aplicaciones de argamasa. Todo antes de que aparezca y corra de lado a lado el pretil del muro, que se resolvió con una pequeña sucesión de molduras de factura muy delicada.
La portería del convento es también un componente de trazo y funciones tradicionales: es una danza de cinco arcos de trazo escarzado que muestra y facilita el acceso a un pasillo en el que se abre la puerta al patio y a las dependencias del antiguo convento. Llama la atención que esta portería tenga dos niveles: el segundo, cuya fachada continúa el paño del nivel bajo, aloja tres ventanas que llevan herrerías de balcones.
El interior de la iglesia es un tema por demás interesante: la nave es de planta rectangular, está dividida en seis tramos estructurales, es decir, en zonas delimitadas por arcos formeros que reciben las cargas de una bóveda de cañón de medio punto corrido, y no incluye cúpula, circunstancia que parece concluyente para determinar que quizá la nave proceda incluso de un momento final del siglo XVI. En el primer tramo se encuentra el coro y en el último, en el que se cambió el sistema de cubiertas por una bóveda de arista, el presbiterio. Los tramos que se mencionan están definidos por pilastras adosadas de sección rectangular que soportan arcos del mismo trazo que la bóveda.
El pasillo central del espacio de culto subraya la importancia visual, geométrica y desde luego simbólica del principal objeto en el conjunto, que es el retablo dedicado a Santa María, imagen escultórica a la que acompañan un óleo con la efigie de Nuestra Señora de Guadalupe y otras pinturas con escenas de la vida de la Virgen. El retablo es pues mixto, lleva una sencilla predela y consta de tres cuerpos y cinco calles. Los cuerpos están definidos y separados por columnas helicoidales y entablamentos en cuyos diseños se encuentran influencias del orden clásico corintio. La calle central comienza con una caja que va vacía, sigue con la imagen pictórica de Guadalupe y termina con la hornacina en la que se halla la escultura de Santa María. Un sencillo remate contribuye a ligar, visualmente, la parte alta del retablo con la curvatura de la última bóveda del interior.
En el muro sur del templo se abren dos puertas importantes que van inscritas en sencillos marcos y que conducen a la sacristía, la primera, y a uno de los andadores del claustro, la otra. En el lado contrario, el del norte, la nave presenta tres puertas: la primera desde el fondo es la que comunica a la capilla del Santísimo, un pequeño recinto de aliento neoclásico en el que se conserva la custodia más relevante del conjunto dentro de un arco que hace las veces de triunfal y en un arreglo a manera de retablo hecho con piezas de cantera en forma abocinada.
La segunda de esas puertas forma parte de una verdadera portada, de corte barroco con un arco de medio punto profusamente decorado con motivos de linaje vegetal muy coloridos; el arco va flanqueado por columnas medias muestras que van sobre altas basas y cuyos fustes incluyen diseños de origen salomónico. Esos apoyos reciben un entablamento de aliento popular muy interesante del que destaca la concha que resuelve el nicho central. Esa puerta conduce al interior de la capilla dedicada a Santa Ana, espacio del mayor interés que se desarrolla sobre una planta de forma rectangular de tres tramos apreciables desde la capilla y de uno más situado detrás del presbiterio. Los dos primeros tramos corresponden a un pequeño coro y a una pequeña nave de feligresía; el tercero es el de una cúpula muy interesante, el cuarto es una bóveda de arista y el quinto es la cúpula que cubre el antiguo camarín de la Virgen.
El presbiterio de esta capilla lateral conserva un retablo verdaderamente importante pues se trata de una pieza de madera labrada y dorada en dos cuerpos y sobre una predela en la que brillan, sobre todo, las estructuras resueltas con apoyos estípites de alta calidad. Este objeto es de do cuerpos y tres calles; es mixto y el entablamento que divide los cuerpos es un sincero alarde de síntesis formal del barroco.
La cúpula de la capilla es de planta octagonal y aunque ha sido despojada de sus aplanados interiores, es de notar que conserva un fragmento de pintura sobre uno de los gajos en el que se ve a Santa Ana y a la Virgen niña siendo motivo de la devoción de San Francisco de Asís y de Santa Clara.
El convento, que desde luego ahora funciona como sede de los espacios parroquiales, es un edificio muy importante que está organizado alrededor de un patio de planta cuadrada al que circunda un claustro de columnas y arcos rebajados construidos en cantera de color gris oscuro. Ese recinto central tiene acceso desde la portería y, como se anotó, desde una de las puertas abiertas en el muro sur de la nave. En el centro del patio se halla una fuente también de cantera que no tiene ninguna relación con su antecesora original.
El claustro está pues integrado por cuatro andadores que se desarrollan entre las danzas de arcos y los muros de la nave y de los anexos: para contraste de las formas arquitectónicas esos muros de fondo fueron pintados de color verde.
Planta arquitectónica (original)
Una Nave Con Capillas
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
Plaza Principal
Orden religiosa (original)
Diocesano
Responsable del levantamiento del inmueble
Fecha del levantamiento del inmueble
1 octubre, 2005