Imagen principal
Clave del inmueble
MX-SC-DGSMPC-BI-002125
Nombre del Inmueble
Nuestra Señora de la Consolación (Las Monjas)
Periodo legal del inmueble
Registro Federal Inmobiliario (RFI)
31 168 5
Circunscripción eclesiástica
Época
Siglo XVI
Siglo de creación
Antecedentes históricos
El convento fue fundado en el año de 1596, asimismo Cogolludo refiere que el templo comenzó a construirse en 1610.
El conjunto poseía una superficie del terreno extensa y contaba entre sus instalaciones el templo y el convento que dieron albergue a las madres de la Concepción hasta el año de 1867, en que por resolución deriva del decreto relativo a la extinción de las comunidades religiosas, se cedió al gobierno del estado quien inicia un fraccionamiento de la gran superficie de los terrenos e instalaciones; entre las modificaciones destaca la apertura de la calle 66. El claustro fue ocupado por una escuela del estado.
Hacia 1915, con la entrada de la revolución con Alvarado al frente, el templo es retirado del culto; de 1916 a 1920 es utilizado como bodega. Actualmente el templo está de nuevo destinado al oculto católico.
La siguiente información fue tomada textualmente del Catálogo de Construcciones Religiosas del estado de Yucatán. Editado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Dirección General de Bienes Nacionales. Formada por la Comisión de Inventarios de la Cuarta Zona 1929 - 1933. Recopilado por Justino Fernández.
"LAS MONJAS
HISTORIA. Los datos más antiguos que se tienen del convento e iglesia de Las Monjas, son los del historiador Cogolludo, los cuales, por su gran interés, a continuación se reproducen literalmente.
"Habiendo venido Antonio de Vozmediano a gobernar a Yucatán, solicitó con muchas veras, que en la ciudad de Mérida se fundase un convento de religiosos, pues además de ser materia tan agradable a los ojos de Dios, tendría en ellas un coro de vírgenes, que dedicadas al servicio de su Divina Majestad, continuas oraciones rogasen por su conservación y aumento, siendo también de muchas doncellas descendientes de conquistadores, que no podían acomodarse con encomiendas de indios. Por lo uno y otro pareció bien a los ciudadanos, que ofrecieron ayudar con lo que pudieran, y el gobernador escribió al Rey se sirviera de señalar alguna renta para ayuda al sustento de las religiosas. Quien más dio para esta santa obra, fue Fernando de San Martín (de quien queda hecha memoria) asignando gran parte de sus bienes que se pusieron a censo para ella. Escribió el Gobernador a las dos villas de Campeche u Valladolid, y esta última hallé, que habiéndose juntado en cabildo abierto, a que asistió toda la villa, ofreciendo cada uno según su posible, y firmándolo en el libro que sirvió de escritura pública, para quedar obligados a darle, se juntó cantidad de dos mil y ciento y un pesos por entonces para ayuda de la fábrica. Hízose este donativo a veintidós de mayo de mil quinientos ochenta y nueve años. De la villa de Campeche no he hallado razón de que contribución hiciese".
"Con esto se compraron sitios donde hacer la fundación distante de la plaza mayor una cuadra al occidente, y se fabricó vivienda para las religiosas, aunque como era con limosnas particulares, tardó hasta veintidós de junio de mil y quinientos y noventa y seis años, en que tomaron posesión del convento. Las fundadoras vinieron del muy ilustre de la Concepción de la ciudad de Méjico, que fueron cinco: Las madres Marina Bautista, nombrada abadesa, María del Espíritu Santo, portera, y tornera mayor Ana de San Pablo, maestra de novicias, María de Santo Domingo, vicaría del convento, Francisca de la Natividad, vicaria de coro y organista, cuyas virtudes y ejemplares vidas se refieren en el libro undécimo. (Apéndice Núm. 1) Llegó esta familia de sagradas vírgenes y esposas de Cristo a número de cuarenta religiosas profesas, nietas y descendientes las más de conquistadores y antiguos pobladores de esta tierra, que no menos la han ilustrado con sus virtudes, que ellos con sus hazañas y victorias".
"La iglesia que hoy tiene este convento, se comenzó a veintinueve de marzo de mil y seiscientos y diez años. Puso el Mariscal don Carlos de Luna y Arellano, gobernador, por su propia mano la primera piedra del cimiento en la parte del coro, con monedas corrientes, en Agnus Dei, y una imagen de la Pura Concepción de la Virgen, asistiendo a ello toda la nobleza de la ciudad, con mucho regocijo, de lo cual quedó testimonio en el libro de esta gobernación. Colocóse el Santísimo Sacramento a nueve de junio de mil y seiscientos y treinta y tres años, su titular, nuestra Señora de la Consolación. Es la fábrica obra de mampostería, cubierta de bóveda de una nave alegre y capaz. Tiene además del altar mayor otros tres en el cuerpo de la iglesia, el uno a la banda del sur, y dos a la del norte, siendo el más celebrado uno de Santo Domingo Soriano, porque con interposición de este glorioso santo confiesan los fieles muchos beneficios de la Majestad Divina, que reciben encomendándose a él. Para consumar esta fábrica fue necesario gastar más de catorce mil pesos de dotes de las religiosas; que se privaron de aquella renta con mucho gusto (aunque necesitadas y pobres) porque la Majestad Divina fuese con más decencia venerada en este templo. Hay en él concedidos tres jubileos particulares, uno el día de San Pedro Mártir, otro el de los príncipes de la iglesia San Pedro y San Pablo, otro el de la Purísima Concepción, de nuestra Señora. Constan de bulas de Nuestro Santo Padre Urbano Octavo, de seis de noviembre de mil seiscientos treinta años; de veinte de octubre y nueve de noviembre de mil seiscientos treinta y tres. Observan la regla de Santa Clara confirmada por Julio Segundo, año de mil quinientos y once, sujetas al ordinario. Pasan conocida necesidad y pobreza, por las ruinas de las casas acensuatadas para las rentas, de que se dice no les han quedado más de dos mil y quinientos pesos cada año, que a no haberles dado el rey ochocientos ducados de renta perpetuos (1,796.00 de hoy) situados de pensión en una encomienda, pasaran casi estrecha necesidad. La vivienda interior se dice que es estrecha para tierra calurosa y con decir que desde la fundación hasta hoy no ha tenido el convento para dar vestuario a las religiosas, se manifiesta bien cuan pobremente lo pasan. Han gobernado este religioso convento veinte madres abadesas incluyendo la presente electa la víspera de Pascua del Espíritu Santo, día en que han sido todas las demás elecciones de trienio en trienio". (1)
Por los años de 1645 a 48, el Gobernador don Esteban de Azcárraga, fabricó sobre la capilla mayor de la iglesia un mirador desde el cual las religiosas podían recrearse con la amena vista de las verdes campiñas que circundan a Mérida". (2)
El Ilmo. Sr. Obispo de Yucatán, Fr. Ignacio de Padilla y Estrada amplió el claustro del convento, concluyó una enfermería y el locutorio del mismo, y en la iglesia levantó los altares retablos dedicados a San José, a San Juan y a Nuestra Señora de la Luz". (3)
El monasterio luchó durante algún tiempo con la falta de recursos para su sostenimiento, siendo necesario además de las dotes de las monjas que se emplearon en la fábrica de la Iglesia, recurrir a la construcción del holpatan de la cual se suministra al convento algunas cargas de maíz. Posteriormente fue enriqueciéndose con las donaciones de los particulares, llegando a reunir capitales relativamente cuantiosos, impuestos a rédito sobre las principales fincas del país. Este convento fue también orfanato y asilo, en el que se educaba a niñas pobres o ricas, donde se observaba la más exquisita moralidad, piedad y espíritu de trabajo, se conservó por ser el único de su clase en Mérida, además, porque ninguna de las religiosas domiciliadas en él quiso prevalerse del ofrecimiento que les hizo el gobierno de secularizarse con una pensión vitalicia, todas sin excepción rehusaron espontáneamente exclaustrarse, prefiriendo la pobreza y sencillez de su humilde retiro a la vida placentera del mundo. (4)
Bibliografía:
(1) Historia de Yucatán por Fr. Diego López Cogolludo 3ª edición, año de 1867, Mérida, Yuc., Tomo l, Libro IV, Capítulo XIII. Páginas 344 a 46.
(2) Historia de Yucatán por Dn. Juan Francisco Molina Solís. Tomo II. Página 166.
(3) Historia de Yucatán por Dn. Juan Francisco Molina Solís. Tomo III. Página 506.
(4) Historia de Yucatán por Dn. Juan Francisco Molina Solís. Tomo III. Páginas 459 a 67.
Como consecuencia del decreto extinguiendo las comunidades de señoras religiosas, de fecha 26 de febrero de 1863, por resolución suprema de 4 de septiembre de 1867 fue cedido este convento al Gobierno del Estado, quedando desocupado el 12 de octubre de ese mismo año. (Apéndice Núm. 2).
En marzo de 1868 el Gobierno Local ordenó el fraccionamiento en lotes del ex convento, los cuales fueron vendidos aplicándose el producto al sostenimiento de la instrucción pública. Después se abrió la calle 66 entre las 61 y 63 antes calle "Juárez". La mayor parte de los lotes convirtiéronse en habitaciones particulares, que hasta hoy conservan en buenas condiciones la misma disposición que tuvieron las antiguas viviendas de las religiosas. El lote contiguo al templo por el poniente, fue desde entonces adaptado y destinado a una de las escuelas a cargo del Gobierno del Estado.
Durante el Gobierno del general Salvador Alvarado, por los años de 1915 a 16, el templo con sus dependencias fue retirado del culto, sufriendo la destrucción de sus retablos que fueron desprendidos de sus lugares y despedazados sin tener en cuenta el valor artístico de ellos. Puesto el templo a disposición de la Comisión Reguladora del Mercado de Henequén, fue convertido en bodega, hasta el 20 de septiembre de 1920 que fue devuelto al Clero.
En octubre de 1927 fue arrendado un pequeño departamento del anexo a un particular para habitación, pero por gestiones del encargado del templo y en vista de estar considerado como dependencia del mismo, en diciembre de 1929 fue entregado nuevamente a dicho encargado.
Este hermoso edificio de estilo severo, que por sus altos y fuertes muros lisos tiene mucho de fortaleza y un original aspecto con reminiscencias morunas; que fue levantado con grandes sacrificios y que formó parte del último convento en Mérida; que fue además plantel de enseñanza tan escasa y descuidada en épocas pasadas, debe conservarse con el mayor cuidado, teniendo en cuenta no sólo sus méritos históricos, sino su gran interés arquitectónico. Por su aspecto y rara disposición, puede considerarse como ejemplar único entre los de su género en Yucatán.
DESCRIPCIÓN. Consta el predio de: atrio, templo y casa cural.
El atrio ocupa el lado sur de la iglesia, estando limitado al ori ente por la calle 64; al poniente por el edificio ocupado por la Escuela Normal para Profesoras, dependiente del Gobierno del Estado; y al sur por la calle 63.
En el extremo poniente y sirviendo de muro al edificio que lo limita, existe un contrafuerte de 1.70 m. de espesor y 14.50 m. de altura, vaciado en la parte superior por un arco. A juzgar por su situación y dimensiones, sirvió antes como muro de una parte del convento que se extendía por ese lado. Cerca de dicho contrafuerte existe otro de 1.65 m. de espesor y 4.28 m. de largo, rematado por un cornizuelo y almenas de aspecto bastante original y, entre los dos se encuentra la entrada principal del templo.
Toda la extensión del atrio, menos una faja correspondiente a la entrada, está ocupada por un jardincillo bastante descuidado, en el que hay una pequeña fuente, cubierta con mosaicos modernos, en estado de sumo deterioro.
El templo es de una sola nave, limitada al oriente por el presbiterio y al poniente por el coro. Tiene de longitud 47.50 m.; de ancho 9.95 m. y de altura interior 16.60 m., menos la parte del presbiterio que es más alta y que tiene 18.50 m. La cubierta es de bóveda de cañón seguido hasta el presbiterio, siendo la de éste de bóveda vaída o de pañuelo, ornada con muy sencillas lacerías.
El coro es de dos pisos y bastante amplio. El primero, o coro bajo, es muy original por su disposición única en Yucatán. El techo-piso que lo cubre es de viguetillas de madera sostenidas por diez arcos sobre columnas muy chaparros, las cuales lo dividen longitudinalmente en tres pequeñas naves. Está cerrado por una amplia reja de hierro, junto a la cual hay una rejilla de madera o celosía tan tupida, que casi impide el paso de la luz, haciéndolo sumamente obscuro. El segundo piso o coro alto sólo tiene un pretil, sirviéndole de techo el mismo de la iglesia. Para subir a él existe una escalera de losas amplia y cómoda, con un total de 32 escalones en los dos cuerpos que la componen, que desemboca en una pequeña pieza. Para llegar a las azoteas hay en esta pieza una escalera de mano sumamente incómoda y peligrosa.
En el muro del coro bajo y sobre la hermosa rejilla del mismo, están consignados en un tablero los nombres de las religiosas fundadoras; y a los lados de este tablero, en escudos muy adornados, las fechas memorables y nombres de los que intervinieron en la fundación y construcción de la fábrica.
Además de la puerta principal del templo existe otra, lateral también, que da al patio, y siete ventanales altos, de los cuales dos corresponden al presbiterio y uno al coro alto. Este, lo mismo que el bajo, comunicaban con el antiguo convento por una ventana y una puerta respectivamente, las que ahora se encuentran tapiadas. En la escalera del coro existen unos arcos ciegos que antes daban acceso al convento, y en la parte alta hay una ventana que escasamente ilumina dicha escalera.
Detrás del presbiterio y en comunicación con él por medio de dos puertas situadas a los lados del altar mayor, está la sacristía. Esta comunica a la vez con un pasillo obscuro y húmedo, que se encuentra junto a la entrada de la casa cural por la calle 64. Está techada dicha sacristía con bóveda de cañón seguido, y el pasillo con vigas de madera y mezcla de cal.
El padre Pedro Pérez Elízagaray que tenía al templo verdadero cariño, mandó cambiar el piso de losas que tenía, sustituyéndolo por el de mosaico. Las losas que fueron levantadas se colocaron en el atrio, frente a la entrada principal y en el patio, teniendo algunas de ellas inscripciones sepulcrales ya bastante borradas. La sacristía tiene piso de ladrillo francés y el coro y demás piezas lo tienen de tierra.
El decorado interior del templo es a la cal, y se debe al ya citado padre Pérez, quien pintó dos retablos góticos simulados en los muros laterales del presbiterio, una serie de figuras representando a los apóstoles a lo largo de la nave y a la altura de las ventanas, las alegorías de la justicia, el Valor y otras en el arranque de la bóveda, y en el coro alto un lambrín simulado de madera, algunos sillones, tres monjes en oración y una escena de las Cruzadas que llena el muro del fondo. En la nave, entre los apóstoles y el arranque de la bóveda, se ven varios medallones con los retratos de algunos Papas. Estas figuras y alegorías son de muy escaso mérito artístico y algunas de notoria vulgaridad.
La fachada de la iglesia presenta un aspecto imponente. Sus elevados muros, completamente lisos, son de mampostería cubierta con un grueso aplanado de cal, menos las esquinas, mochetas y cerramientos de las puertas que son de cantería labrada.
Rompen la monotonía de la fachada los contrafuertes y en lo alto se destaca un mirador que remata el edificio y al que, especialmente, se debe su originalidad. Este mirador está construido sobre la parte que forma el presbiterio y lo componen tres pasillos o galerías con arquería, bajos y estrechos, circundando la cubierta del citado presbiterio. Desde ellos se domina gran parte de la ciudad que presenta un hermoso panorama.
Sobre el muro norte de la Iglesia, en las azoteas y cercano a la subida de ellas, está un campanario en forma de espadaña, con cuatro arcos de medio punto en los que se alojaban las campanas ya desaparecidas. Son de notarse en él los dos remates que tiene, iguales a los que se encuentran en la Catedral y otras iglesias y que indican la misma mano o la misma intervención de quien dirigió estas fábricas.
Desde el saqueo que sufrió este templo, en vez de los altares que se dice fueron de bastante importancia, sólo hay unos cuantos improvisados con imágenes y estampas sin valor cubriendo los muros, y en cuanto a ornamentos, vasos sagrados y demás objetos, apenas hay los más indispensables para el servicio del culto.
Como anexo al templo con entrada por la calle 64, se encuentra una parte del viejo convento destinado a casa cural. Está era su mayor parte en estado ruinoso, habiéndose caído una parte del techo de una de sus piezas. Las que están en mejores condiciones, tiene techos de vigas de madera de las llamadas rollizos, colocadas muy juntas y formando entre sí pequeñas bovedillas hechas con mezcla de cal. Las paredes están pintadas a la cal, teniendo algunas el aplanado desprendido y presentando un aspecto de suciedad y abandono. Sólo dos piezas están habitables y al servicio del templo.
En el patio junto al muro norte de la iglesia, entre un contrafuerte y el pasillo que conduce a la sacristía, existe un viejo pozo con brocal de mampostería.
La fachada de la casa, muy sencilla, tiene sus muros aplanados y pintados a la cal, llamando la atención únicamente la sencilla y hermosa portada que ostenta el escudo de la orden que regía a las Religiosas Concepcionistas.
Planta arquitectónica (original)
Una Nave
Categoría arquitectónica
Estado, Municipio, Localidad
Nombre de la vialidad o calle
63
Número y/o identificador de la vialidad o calle
503-B
Nombre del tipo de asentamiento humano o colonia
N/A
Código Postal
N/A
Otra localización
Mérida
Tipo de uso del inmueble
Uso actual del inmueble
Orden religiosa (original)
Sin Identificar